A fines de 2013, los “socios fundamentales” de la economía española eran Alemania y el Reino Unido, seguidos por Francia, Países Bajos y Estados Unidos. En los años anteriores, al comienzo de la crisis financiera de 2008, el principal “socio fundamental” había sido siempre el Reino Unido, y así fue incluso hasta el año 2012. Sin embargo, en 2013 Alemania lo sustituyó.
Diagnóstico y recomendaciones
En la medida en que el alto nivel de endeudamiento de la economía española (y por consiguiente la falta de dinamismo de la demanda interna) continuará a lo largo de los próximos años, sería recomendable potenciar todavía más el sector exterior. Más allá de que el propio proceso de devaluación interna que está teniendo lugar desde 2010 vía reducción de salarios y precios está dinamizando las exportaciones españolas, hay espacio para nuevas iniciativas que permitan mejorar todavía más su crecimiento, así como mejorar el tipo de inserción económica que España tiene en la globalización.
No se trata necesariamente de pasar a un modelo como el de Alemania, China o Japón, donde el sector exterior es el principal motor del crecimiento, pero los países que cuentan con un sector exterior dinámico, empresas productivas e internacionalizadas y que no tienen una excesiva dependencia de la financiación externa juegan con ventaja, especialmente en momentos de escasez de crédito y turbulencias en los mercados financieros internacionales. Además de exportar más y mejor, España necesita fortalecer las bases de su economía mediante un empuje al sector industrial que permita a las empresas insertarse en las nuevas cadenas de suministro globales, lo que supone atraer inversiones extranjeras para desarrollar nuevas ventajas comparativas. Esto requiere un aumento simultáneo de las exportaciones y de las importaciones, es decir, una renovada apuesta por la apertura y la internacionalización de la economía.
Líneas de actuación interconectadas
- La primera se ha centrado en la necesidad de diseñar una nueva política industrial destinada a aumentar la participación de la producción de manufacturas e inputs industriales intermedios en el PIB y en el empleo, así como de insertar a la economía española en los eslabones de mayor valor añadido de las cadenas de suministro globales.
Se ha enfatizado que la política industrial no debe se entendida como la promoción de campeones nacionales, sino de políticas horizontales que complementen la acción del mercado, permitan resolver problemas de coordinación entre los agentes privados y aumenten la complejidad tecnológica y el valor añadido de la producción (y la exportación). Las actuaciones deben concentrarse en la promoción de actividades de I+D, en la formación del capital humano, en el apoyo al emprendimiento empresarial, en los incentivos para la atracción de inversiones, en la reducción de los costes energéticos, en los incentivos fiscales para atraer talento, en la mejora del conocimiento de idiomas en las PYMES y en la mejora y diversificación de las fuentes de financiación para las empresas.
- En segundo lugar, es necesario aumentar el tamaño medio de la empresa española. Es la mejor estrategia para incrementar el volumen y el número de empresas exportadoras, así como su productividad. Está ampliamente constatado que cuanto mayor es una empresa mayor es su productividad y más probabilidades tiene de exportar. Esta observación general también es aplicable a las empresas españolas, que cuando alcanzan un determinado tamaño no tienen nada que envidiar (en términos de eficiencia y productividad) a sus homólogas estadounidenses o europeas. Asimismo, se ha explicado por qué que en España el principal cuello de botella para aumentar las exportaciones es el reducido tamaño de la empresa media, lo que requiere impulsar reformas destinadas a potenciar la escala de los proyectos empresariales exitosos. En concreto, hay que reducir las trabas regulatorias y administrativas que dificultan el crecimiento de las empresas, utilizar la regulación laboral y los incentivos fiscales para facilitar las fusiones y adquisiciones y apoyar financieramente a las PYMES para que puedan aumentar su tamaño mediante la internacionalización. Estas medidas deben complementar a las acciones de apoyo a la internacionalización que desde hace años vienen poniendo en marcha el ICEX, CESCE o el ICO para apoyar financiera y técnicamente la internacionalización de las medianas empresas.
- La tercera línea de actuación propuesta pasa por mejorar la acción económica exterior española, tanto mejorando las iniciativas nacionales como moldeando con más habilidad las europeas. En muchos aspectos, como la negociación de tratados comerciales o de inversión, Bruselas habla en nombre de España, lo que exige influir en las políticas de la Unión para que reflejen mejor los intereses españoles. Por lo tanto, es crucial intensificar los esfuerzos para que España recupere la influencia en Europa que ha perdido con la crisis. Los nuevos acuerdos preferenciales que está negociando la Unión con Estados Unidos, Japón o algunas economías emergentes revisten un importante interés estratégico para España en la medida en que podrían facilitar la diversificación geográfica de las exportaciones españolas más allá de la Unión Europea, pero para aprovecharlos al máximos la voz de España tiene que sonar con fuerza en Bruselas.
En todo caso, España debe tener presente que la promoción comercial y el apoyo a las empresas para la obtención de grandes contratos de inversión internacionales siguen estando en manos nacionales. Por ello, España tiene que mejorar su diplomacia económica apoyando de forma estratégica a las empresas que quieren abrirse paso en nuevos mercados. Esto requiere constituir un auténtico sistema de inteligencia económica, coordinado al más alto nivel y que permita tanto hacer frente a situaciones imprevistas como construir una relación fluida entre las empresas y la administración que sea mutuamente beneficiosa. Dicho sistema, además, debería facilitar una mejor planificación estratégica de la internacionalización de la economía española, analizando mejor los riesgos y a las oportunidades en distintos ámbitos geográficos y contribuyendo a una mejor articulación entre las reformas estructurales y la política industrial.