América Latina, con 550 millones de habitantes, la mayor superficie de la tierra cultivable y el 85% de las reservas de crudo del mundo, es el continente olvidado. Michael Reid así lo cree y lo argumenta en “El continente olvidado, la lucha por el alma de América Latina”, que analiza las razones por las que ha sido siempre subestimado por las potencias occidentales.
“América Latina hoy en día no le importa a nadie un pepino”; dijo Nixon en 1971 cuando aconsejaba a Donald Rumsfeld qué parte del mundo debía ignorar si quería una carrera brillante; esto, según explica Reid, sigue vigente con la única excepción desde entonces de la etapa de las guerras de Centroamérica en los años 80 del siglo XX.
Según el autor, América Latina solo se hace oír ante el mundo en términos culturales. Su música, danzas, cine, novelas y pintura recorren Europa y Estados Unidos y el español está consolidado como el segundo idioma internacional del mundo occidental. Pero el continente es mucho más: está dotado de los ambientes naturales de mayor importancia ecológica del planeta y alberga significativas materias primas como petróleo, metales y alimentos, que bien gestionadas podrían solucionar muchos de sus males estructurales. Un ejemplo: si los países ricos dejaran de ser tan proteccionistas, AL podría dar de comer a gran parte del mundo. Esto, que China vio claramente, ha hecho que entre 2004 y 2006 la economía latinoamericana crezca a una tasa del 5% gracias a las demandas del gigante asiático.
Sin embargo, la realidad es bien distinta: en América Latina, casi 2 quintas partes de la población son pobres (unos 205 millones de personas), y de ahí los intentos por hacer que la democracia se convierta en una herramienta para crear sociedades más justas y prósperas. Por ello, según el autor, la región se ha convertido en uno de los laboratorios de experimentación más importantes del mundo, donde se prueba la viabilidad del capitalismo democrático como proyecto mundial.
Este libro, que Reid define como un trabajo de reportaje fruto de su trabajo como editor y periodista durante 25 años en la región, cuenta los avances de AL hacia dos objetivos: por un lado, un sistema político eficaz y equitativo, y por otro, el desarrollo y crecimiento económico sostenidos. Al mismo tiempo, es un intento de explicar las complejas realidades que tantas veces se ocultan tras las generalizaciones y tergiversaciones que los medios de comunicación de Europa y Estados Unidos hacen de la realidad latinoamericana.