- Una reciente investigación del Real Instituto Elcano muestra por qué España supone una excepción en el panorama político europeo en el que los partidos populistas de derecha, xenófobos, nacionalistas, anti-UE y anti-globalización ocupan cada vez más espacio.
- A pesar de las dificultades provocadas por la crisis económica a partir de 2008, los partidos de extrema derecha han sido incapaces en España de lograr éxito electoral utilizando la retórica nacionalista que sí ha dado fruto en otras partes de Europa.
- El estudio muestra cómo una mezcla de factores culturales, históricos, políticos y sociales han impedido un aumento en el apoyo a ideas autoritarias.
El creciente aumento del apoyo electoral en Europa a partidos populistas, antieuropeos, xenófobos y antiglobalización, como el Frente Nacional francés, está relacionado con tres tipos de factores: los económicos (paro, disminución del Estado de bienestar), los políticos (desprestigio de la clase política, corrupción) y la inmigración. En España estos tres elementos están presentes y, sin embargo, a diferencia de la mayor parte de los países de la UE, en nuestro país ese tipo de partidos no ha tenido éxito.
Una reciente investigación realizada por el Real Instituto Elcano dentro del proyecto europeo coordinado por el think tank británico Demos sobre los temores de la población y la extensión de los populismos en Europa, muestra que la cultura política de los ciudadanos españoles es especialmente favorable a la Unión Europea, a la globalización y a la convivencia con individuos de otras culturas.
A pesar de las dificultades económicas derivadas de la crisis, a pesar de los altos niveles de desigualdad y desempleo –entre los más altos de la UE-, el estudio revela que los españoles no culpan de ello a la UE, como sí hacen otros europeos: sólo el 10% de los españoles quiere abandonar la Unión Europea, frente al 22% de los franceses, el 16% de los alemanes o el 25% de los suecos, mientras que a una significativa minoría (35%) le gustaría ver una mayor integración europea. Y tampoco culpan de ello a los inmigrantes, que se han convertido en otros países en el chivo expiatorio del malestar social.
La investigación señala que esta peculiaridad de España puede deberse a la experiencia vivida bajo el régimen franquista, cuyo abuso de los símbolos nacionales y sus continuas referencias a la identidad nacional son recordadas y rechazadas. En palabras de la autora, Carmen González Enríquez: “Un largo pasado autoritario y nacionalista actúa en el presente como una vacuna contra los partidos de extrema derecha. España y Portugal compartieron durante cuatro décadas una experiencia similar de nacionalismo, catolicismo y autoritarismo corporativista; y ambos países han sido inmunes hasta ahora a esta oleada de partidos populistas de derecha, a pesar de la grave crisis económica y política que han sufrido.”
No obstante se observa preocupación en relación a la inmigración: un 74% de la población considera que el número de inmigrantes en España es demasiado alto, y un 41% declaran que probablemente votaría a un partido que defendiera posturas anti-inmigratorias. El 77% considera que los trabajadores españoles deberían tener prioridad en el mercado laboral, lo que sugiere que los temores hacia la inmigración tienen relación con el alto nivel de desempleo.
Sin embargo, sólo una pequeña minoría de españoles (4%) menciona la inmigración cuando se pregunta por los problemas importantes del país: el paro, la corrupción, los problemas económicos y los políticos en general son las principales preocupaciones de los españoles. La insatisfacción y desconfianza en el sistema se ha canalizado a través de la izquierda con tendencias populistas, como la que representa Podemos, rechazando partidos de derecha radical con mensajes anti-inmigratorios.
La extrema derecha ha fracasado estrepitosamente en España desde la transición a la democracia y no ha conseguido ni un solo diputado desde 1977: su mensaje y sus protagonistas se ven como demasiado cercanos al pasado franquista. Sus éxitos se limitan a varios municipios donde han explotado las tensiones producidas en la convivencia con algunos grupos de inmigrantes. El hecho de que esta convivencia se haya mantenido en España sin fricciones importantes pese al impacto de la crisis económica puede considerarse un gran éxito de la sociedad española.