América Latina se encuentra llena de matices —algunos más claros que otros— en lo que hace a las posibilidades de utilización del instrumento militar en el combate al crimen organizado. Sin embargo, lo que queda claro es que todos los países de la región han incorporado, en mayor o menor medida, como misiones principales o subsidiarias, a las FF.AA. para luchar frente al avance del crimen organizado. Esta militarización de la seguridad tiene como contracara la policialización de dichas fuerzas, y ambas generan una transformación en las instituciones que no parece haber sido planificada ni pensada en detalle por los países que la están llevando adelante. En consecuencia, lo que se distinguen son distintas iniciativas que no necesariamente conllevan un mismo objetivo último, pero que sin duda afectan a la identidad misma de las FF.AA.
Más allá del debate sobre si es eficiente o no el empleo de las FF.AA. en el combate al crimen organizado, creemos que es necesario pensar hacia dónde va la institución, considerando que su involucramiento en cuestiones de seguridad genera una transformación importante para la que hay que prepararse, modificando no solo las misiones de las FF.AA., sino, en consecuencia, la doctrina y la formación que se les brinda a sus miembros. Si la decisión de los países es continuar en este camino hacia la policialización de las FF.AA. creemos que es necesario diseñar un plan para generar la evolución de las FF.AA., de manera tal que sean capaces de hacer frente a las misiones que se les imponen.