40ª Oleada BRIE, diciembre 2018

40ª Oleada BRIE, diciembre 2018

40ª OLEADA DEL BARÓMETRO DEL REAL INSTITUTO ELCANO (DICIEMBRE 2018)

Ficha técnica

  • Universo: individuos residentes en las 17 comunidades y las dos ciudades autónomas españolas, de 18 o más años.
  • Muestreo: estratificado por comunidad autónoma y tamaño del municipio, con cuotas de sexo y edad proporcionales a la distribución de la población en cada estrato.
  • Tamaño muestral: se partió de una afijación muestral de 1600 entrevistas (400 en Andalucía, 400 en Cataluña, 400 en Madrid y 400 en el resto de España). Finalmente se llevaron a cabo 1641, 401 en Andalucía, 402 en Cataluña, 409 en Madrid y 429 en el resto de España. Para los datos totales, se equilibraron los datos según el peso real de cada zona en el conjunto de España.
  • Tipo de entrevista: entrevistas telefónicas, tanto a dispositivos fijos como móviles.
  • Error de muestreo: para datos globales, bajo el supuesto de un muestreo aleatorio simple y un margen de confianza del 95,5% y en la hipótesis más desfavorable, se sitúa en +/- 2,5%.
  • Fechas del campo: el trabajo de campo se ha realizado del 17 de octubre al 6 de noviembre del 2018.
  • Trabajo de campo y tabulación de datos: han sido llevados a cabo por Random Strategy.

Introducción

Con motivo de la celebración del 40º aniversario de la Constitución española, el Real Instituto Elcano ha diseñado una nueva edición del BRIE, que casualmente hace el número 40 de la serie, con características algo especiales dirigidas a comparar los resultados actuales con los de encuestas realizadas en los primeros años de la democracia. El objetivo es mostrar cómo ha cambiado en estos 40 años la opinión pública en el terreno de las relaciones internacionales y de la política exterior española. 

Ese ejercicio de comparación no ha resultado fácil porque la realidad española, en su inmersión internacional, ha cambiado completamente en estas cuatro décadas y, en consonancia, lo mismo han hecho las preguntas que se hacen en las encuestas. A pesar de ello, hay algunos temas en los que la comparación es posible y se han recogido en este informe.

En general, encontramos hoy una población más interesada en lo internacional que la de comienzos de la democracia, en una sociedad española mucho más globalizada y, en consecuencia, más capaz de opinar sobre los temas relacionados con la política exterior. Esto se traduce en una fuerte disminución de los que no tienen opinión y no pueden dar una respuesta (los NS/NC) lo que, por otra parte, dificulta comparar los resultados de las preguntas actuales con los de hace 30 o 40 años.

I. Interés por la política exterior española

La política internacional interesaba poco a los españoles en los inicios de la democracia española y sigue ocupando una posición muy secundaria. En 1983, la primera encuesta del CIS dedicada a la política internacional mostraba que el interés por el tema era muy inferior al interés por la política local o regional, y, por supuesto, la nacional. En 1984, sólo el 29% de los españoles decían estar interesados en la política internacional (CIS, Estudio 1381, 1984). Algo ha cambiado en este terreno desde entonces: la política internacional sigue siendo la que menos interés suscita, pero ahora el 41% de los españoles dicen estar atentos a estas noticias, que han acortado su diferencia frente a las locales o nacionales en cuanto a su atractivo.

Obviamente los temas que destacan en la información internacional han variado completamente en este período: en los comienzos de la democracia los grandes temas que ocupaban más espacio en los medios informativos eran las ventajas y desventajas de la futura incorporación a las instituciones europeas, pero también a todo tipo de organizaciones internacionales, la relación con la OTAN, la recuperación de Gibraltar o la posición de España ante el Sáhara y ante la reclamación de Ceuta y Melilla por parte de Marruecos.

1. Grado de interés por la política internacional, nacional, autonómica y municipal

El segundo Barómetro sobre Relaciones Internacionales del CIS, del año 1984, mostraba que el 58% de los españoles no hablaba nunca de temas internacionales con sus familiares y compañeros de trabajo, aunque era menor en un 45% decía no hablar de esto con los amigos. Existe una gran diferencia entre aquellos resultados y los actuales: ahora sólo un 13% de la población no habla con familiares y amigos sobre temas de política internacional.

En la actualidad, son las personas de mayor edad las que declaran más interés por la política de cualquier ámbito geográfico, también por la internacional. En cuanto al nivel educativo, el interés por la política internacional, nacional y autonómica aumenta con el grado de educación, pero lo contrario ocurre con el interés por la política local. Ésta última es la que despierta más atención entre las personas de menor educación. El efecto de la educación sobre el interés por la política internacional es mucho más notorio que su efecto sobre los otros ámbitos políticos: la atención de los universitarios hacia los temas internacionales más que duplica la de los que sólo alcanzaron la educación obligatoria.

Por zonas geográficas, la atención a la política internacional es mayor en Madrid y Cataluña y menor en el resto de España. En Cataluña se presta más atención que en ninguna otra zona a la política autonómica. Madrid y Andalucía tienen más interés en la política nacional.

La ideología desempeña también un papel primordial: el interés por la política internacional es sustancialmente mayor entre la izquierda que entre la derecha, aunque son los individuos situados en el centro (que componen la mitad de la muestra, como de la población española1) los que menos atención prestan a los aspectos de la política internacional.

2. Principios que deben guiar la política exterior española

En el año 1983, el CIS hizo una pregunta dirigida a estimar el peso que los españoles daban a los principios y a la defensa de los intereses nacionales como guías de la política exterior española. En 2018 hemos replicado esta pregunta con una formulación distinta, pero con un contenido semejante y la comparación muestra que ahora, como entonces, el criterio del interés nacional es dominante en la opinión pública española como guía de la acción exterior del Estado. La formulación de la pregunta en 1983 producía un alto porcentaje de NS/NC, que ahora ha desaparecido. No podemos suponer que esas personas que no pudieron decidirse en 1983 entre una de las dos propuestas estuvieran en realidad más cercanas a la opción “de los principios”, sobre todo porque la frase no hacía mención a ningún principio en particular y además mencionaba a la vez los “objetivos”, sin precisar cuáles eran éstos. Por eso mismo no podemos concluir que el número de los que creen que la política exterior debe guiarse sobre todo por principios de tipo ético haya aumentado en este período. Lo único claro es que el grupo de los que creen lo contrario, es decir, que los intereses nacionales deben ser la guía de la política exterior, se ha mantenido muy estable.

En este terreno, en 2018, aparecen también importantes diferencias por ideología, edad, sexo y región. Los hombres son claramente más “pragmáticos” o “realistas” que las mujeres, mientras que los más jóvenes y, en menor medida, los mayores de 65 años, son más “idealistas”. Pero la mayor diferencia es la que produce la ideología, con la izquierda muy orientada hacia una política exterior basada en valores, frente a la derecha y el centro que priorizan la defensa de los intereses nacionales. Cataluña ofrece también resultados peculiares, probablemente por la menor identificación entre una parte significativa de su población con los “intereses nacionales” del conjunto de España.

Otra pregunta que nos permite medir el cambio de la opinión pública en el terreno de los principios frente a los intereses como guía de la política exterior es la formulada por el CIS en 1979, reformulada de otro modo en el BRIE de 2018.

En 1979, el CIS preguntó: España defiende los derechos humanos. En la práctica ¿qué actitud le parece más conveniente para nuestros intereses? Y las respuestas posibles eran:

La pregunta incluida en el BRIE 40 es ésta:

La comparación entre ambos resultados parece indicar un aumento de la preocupación por los aspectos éticos en las relaciones internacionales, aunque, de nuevo, la gran reducción de los indecisos (NS/NC) dificulta la comparación.

Como en la pregunta anterior, la ideología es la principal variable de influencia en las respuestas a esta pregunta, con una izquierda mucho más proclive a la opción de romper relaciones con los países donde no se respetan los derechos humanos.

3. Prioridades de la política exterior española

La comparación entre las prioridades para la política exterior española que se ofrecían a los entrevistados en los primeros años de la democracia y las que se ofrecen ahora resulta muy ilustrativa del gran cambio experimentado por España en sus relaciones internacionales en estos 40 años. Tanto en lo referente a los temas de mayor interés, la transformación es evidente. Ni el terrorismo internacional ni el cambio climático, la inmigración irregular o el narcotráfico eran importantes entonces (aunque sí las relaciones con Francia en relación con la lucha contra ETA). En cuanto a las zonas geográficas, América Latina (o Iberoamérica) ha perdido relevancia en estos años como objeto de atención por parte de la opinión pública, mientras que el Magreb (Marruecos en concreto) la ha ganado. Europa, como es natural, era entonces y sigue siendo el principal referente.

Es necesario aquí hacer un comentario sobre la que aparece hoy como la última de las prioridades para la política exterior española: impedir la inmigración irregular. En este aspecto España es un caso excepcional en el marco europeo, en el que este tema se ha convertido en una de las principales preocupaciones y prioridades de los ciudadanos.

Como hemos constatado en el último Barómetro de Imagen de España, el ranking de prioridades de política exterior de españoles y europeos coincide en dos elementos: la lucha contra el cambio climático y contra el terrorismo yihadista, pero se diferencia radicalmente en la importancia dada a la inmigración irregular, que encabeza el ranking en los demás países.

Este carácter excepcional de la opinión pública española ya ha sido detectado a menudo a través de diversas fuentes, como el Eurobarómetro o la Encuesta Social Europea, y muestra ahora su resistencia pese a que el número de inmigrantes irregulares llegados a España en este año por la vía más visible (pateras, saltos a las vallas de Ceuta y Melilla) se ha duplicado respecto al año anterior y es el más alto de la historia española.

La ideología tiene también aquí un papel relevante: la izquierda está mucho más preocupada que la derecha por el cambio climático y por la ayuda al desarrollo, mientras que para la derecha la seguridad (combatir el terrorismo yihadista) es más importante que el cambio climático. La mayor diferencia se aprecia en lo relativo a la inmigración irregular, un elemento que ocupa el último lugar en la lista de prioridades de la izquierda. En cualquier caso, conviene recordar que se trata de un ranking y por tanto no debe interpretarse que una posición baja en el ranking indique desinterés: sólo expresa que otros aspectos son más importantes para los entrevistados.

Combatir el cambio climático ha ido ganando posiciones en la escala de prioridades de los españoles, algo probablemente relacionado con las inusualmente altas temperaturas y la sucesión de grandes incendios en el verano del 2017. Por su parte, el descenso del interés por el terrorismo yihadista tiene relación con el descenso en el número de atentados sufridos en suelo europeo en los últimos dos años.

El cambio climático aparece en quinto lugar como uno de los principales problemas que tiene en el mundo, en una pregunta de respuesta abierta y espontánea, por debajo de los conflictos bélicos, el hambre, la desigualdad y la inmigración.

4. Amenaza de países para España

Un modo indirecto de captar las prioridades de la opinión pública en relación con la política exterior es indagar en la percepción de posibles amenazas para España. Tanto el CIS como el ya desaparecido INCIPE incluyeron en sus encuestas preguntas sobre esa percepción de amenazas. La comparación de los resultados indica que Estados Unidos sigue ocupando un puesto relevante como posible amenaza a la seguridad de España y que tanto Marruecos como Rusia (la URSS en 1978) siguen despertando temor. Corea del Norte es una amenaza nueva, cuya relevancia actual se origina en su escalada verbal de enfrentamiento reciente con Estados Unidos. En cualquier caso, la mayoría de los españoles sigue creyendo, hoy como entonces, que ninguno de estos países es una amenaza para España. En 1978, sólo el 12% de los españoles pensaba que la seguridad de España estaba amenazada por algún país, aunque esta pregunta despertaba un altísimo porcentaje de NS/NC (41%) (CIS, 1978, estudio n. 1207). Ahora, en 2018, para cada una de los  países sugeridos como amenazas hay una mayoría que cree que no lo son y un 26% contesta no a todas ellas.

Esta posición relajada de los españoles en cuanto a su seguridad exterior se apreciaba también en las encuestas del INCIPE en la década de los 90. Entre la minoría que sí percibía una posible amenaza a la paz en España, Marruecos y Estados Unidos eran señalados como principales peligros. A estos dos países hay que sumar a Argelia (en crisis interna) al principio de la década y a Francia al final de este período (“guerra del tomate”).

El temor a Estados Unidos, muy relacionado en la actualidad con las características del presidente Donald Trump, es mucho mayor entre la izquierda que entre la derecha y lo contrario ocurre en el caso de Marruecos.

5. Áreas geográficas prioritarias para la política exterior española

En este aspecto se ha producido un ligero cambio en los últimos años: la Unión Europea sigue siendo considerada como el área prioritaria a la que debe enfocarse la política exterior española, pero disminuye el interés hacia Estados Unidos y el Magreb, y aumenta hacia América Latina (probablemente por la crisis de Venezuela) y el África Subsahariana (probablemente en relación con la inmigración).

6. Valoración de la política exterior española

Pese a ser un área que los ciudadanos siguen con poco interés (o con menor interés que otras áreas), la valoración que hacen de la política exterior española es más bien negativa. Un 56% contesta negativamente a la pregunta: “En general, ¿cree que la política exterior española es adecuada a los intereses del país?”, frente a un 37% que la considera adecuada. Sin embargo, da la impresión de que esta respuesta negativa es más genérica que precisa y que expresa más bien un descontento con la política en general, dada la vaguedad y dispersión de las respuestas a la siguiente pregunta abierta, de respuesta espontánea, hecha sólo a los descontentos, sobre los aspectos en los que la política exterior debería cambiar. Un tercio de los descontentos (33%) no sabe qué contestar a esta pregunta. Entre los que sí ofrecen alguna recomendación de cambio, sólo tres propuestas reciben más de un 10% de respuestas, un mayor apoyo a las empresas españolas en el exterior (25%), la mejora de la imagen exterior de España (18%) y el aumento de la influencia internacional española (14%). Por otra parte, el hecho de que la ideología no marque una diferencia significativa en el grado de satisfacción con la política exterior española parece indicar también que la respuesta a esta pregunta no expresa en realidad desacuerdos concretos con esa política exterior, sino una insatisfacción general con la Política, con mayúsculas, bien documentada en las encuestas del CIS de los últimos años.

7. Prioridades de gasto en política exterior y de seguridad

Tanto encuestas anteriores del Real Instituto Elcano como las más antiguas (años 90) del INCIPE vienen mostrando de forma continua la escasa disposición de los españoles a aumentar los gastos relacionados con la actividad de embajadas y consulados y con la seguridad. En general, la respuesta respecto a la eventualidad de aumentar el gasto militar es sistemáticamente negativa y lo mismo ocurre, aunque en menor medida, con las representaciones diplomáticas. Las políticas exteriores que reciben apoyo general al aumento de sus presupuestos son la de cooperación, la de ayudas a la exportación, la presencia cultural y (más recientemente) la promoción de la imagen de España.

En cuanto al gasto de defensa o militar y el gasto en embajadas y consulados, aunque siguen siendo muchos más los que proponen reducirlo que los que proponen aumentarlo, se ha producido en los últimos años un cambio hacia un porcentaje sustancialmente mayor de entrevistados que proponen mantener estos gastos tal y como son en la actualidad. En el caso de la promoción de la imagen internacional de España, imagen que sufrió un deterioro en los peores años de la crisis económica, ha disminuido el peso de los que creen que los gastos destinados a esta tarea deben aumentar.

8. Empresas multinacionales en España

Uno de los signos del cambio experimentado por la sociedad española en estos cuarenta años es la casi desaparición de las reticencias hacia la presencia en España de empresas multinacionales. En los primeros años de la democracia las actitudes positivas y negativas hacia estas empresas estaban casi igualadas, en lo que era probablemente un residuo del nacionalismo y el proteccionismo económico del franquismo, mientras que ahora una gran mayoría de la población considera que su presencia es positiva para el país. Las diferencias ideológicas en este terreno son pequeñas, pese a ser las únicas relevantes, con la izquierda en una posición más crítica que la derecha.

II. Unión Europea

Tras más de 30 años de pertenencia a la Unión Europea, el grado de información de los españoles sobre su funcionamiento, sus instituciones y sus líderes sigue siendo bajo. En la actualidad, sólo el 18% de los entrevistados ha recordado el nombre del presidente de la Comisión Europea, un porcentaje bastante menor que el de los que lo recordaban en 2014 (30%), cuando el presidente era Durão Barroso. Esta diferencia puede deberse al hecho de que Durão Barroso estaba en su décimo año como presidente de la Comisión cuando se hizo la encuesta de 2014, mientras que Juncker lo ha sido durante cuatro años. Los hombres responden correctamente a esta pregunta con mucha más frecuencia que las mujeres y, como era esperable, lo mismo ocurre con los titulados universitarios en comparación con el resto.

1. Conocimiento e información sobre la Unión Europea

En conjunto, la gran mayoría de los españoles considera que está poco o nada informado sobre la Unión Europea, aunque aquí se detecta una cierta mejoría respecto a la consulta realizada por el BRIE unos meses antes de las últimas elecciones al Parlamento Europeo, en el otoño de 2014. El grado de conocimiento (auto-declarado) sobre la Unión Europea es mayor entre los universitarios y las personas de mayor edad.

Ni siquiera la PAC, que junto con los fondos regionales, constituye una de las grandes políticas europeas que ha tenido más impacto en España, es conocida entre los españoles. Menos de una cuarta parte de los entrevistados saben qué es la PAC, aunque el porcentaje es algo mayor en Andalucía y en el “resto de España” (excluyendo Madrid, Cataluña y Andalucía).

El sentimiento de pertenencia y de identificación respecto a la Unión Europea es más bajo en Cataluña que en las demás áreas del país y, como ya mostraron anteriores BRIE, es mayor entre la derecha y el centro que en la izquierda.

Si en los comienzos de la España democrática muchos ciudadanos expresaban dudas sobre la conveniencia de integrarse en la Unión Europea, dadas las transformaciones internas que esa integración exigía, la historia de esa integración ha sido un completo éxito en términos de opinión pública. Hoy la evaluación que hacen los españoles sobre su pertenencia a la Unión Europea es muy positiva, con sólo una pequeña minoría del 13% que la considera negativa.

Por segmentos, la opinión positiva sobre el impacto de la pertenencia a la Unión Europea en la vida española es mayor entre los de mayor nivel educativo, entre los de más edad y en la derecha.

En esa minoría del 13% que considera perjudicial para España su pertenencia a la Unión Europea aparece una gran dispersión y falta de concreción de las causas del descontento, con sólo un aspecto que destaca claramente, el impacto económico de la pertenencia al euro.

En coincidencia con los resultados de encuestas anteriores, este BRIE vuelve a mostrar que los logros de la Unión Europea más apreciados por los españoles son la libertad de movimientos y la posibilidad de trabajar en otros Estados de la Unión. En este terreno España se diferencia de otros países como Alemania y Francia (en los que el Real Instituto Elcano ha hecho esta misma pregunta) y donde “La paz entre los Estados” aparece como el principal logro de la Unión Europea. Esta diferencia está obviamente relacionada con las distintas historias nacionales y, específicamente, con la no participación de España en las dos guerras mundiales del siglo XX.

En esta edición del BRIE se confirma de nuevo el optimismo de los españoles respecto al futuro de la Unión Europea. Dos tercios de los entrevistados son optimistas, aún más entre la derecha.

Dada la cercanía de las próximas elecciones al Parlamento Europeo, se han repetido en este BRIE las preguntas hechas en 2014 relativas a esta institución. Los resultados muestran un aumento de la percepción entre los ciudadanos sobre la importancia de esta institución, medida como su capacidad de influencia en la vida de los individuos. Existe una clara relación entre la edad y esta percepción: a menor edad más consciencia sobre la influencia del Parlamento Europeo.

La evolución de la importancia dada por los españoles a las elecciones al Parlamento Europeo es notable. Desde las primeras elecciones, celebradas en España en 1987, hasta el presente, los que creen que esas elecciones son muy importantes se han duplicado, pasando del 16 al 33%. Sin embargo, todavía una cuarta parte de los entrevistados cree que estas elecciones son poco o nada importantes. Los dos extremos de edad (los más jóvenes y los de mayor edad), la derecha y los madrileños destacan por su valoración de la relevancia de estas elecciones.

2. La influencia de España en el mundo

Los españoles imaginan su influencia en el mundo como la de una potencia media, semejante a la que tiene Italia, superior a la de Polonia o México, pero inferior a la de Francia, Rusia o Canadá.

Respecto al pasado, la mayoría cree que esa influencia ha aumentado, frente a una minoría (22%) que considera que es menor. Cuando comparamos esta respuesta con la de años muy anteriores, aparece ahora una mayor sensación de permanencia o estabilidad respecto al peso de España en el exterior. Cuando los entrevistados comparaban la situación del momento (años 90) con la de los últimos años del franquismo, el salto que se percibía era enorme. Ahora, con ya más de 30 años dentro de la Unión Europea, el contraste con el pasado es menor.

III. La OTAN y la ONU

Tras el referéndum sobre la pertenencia de España a la OTAN celebrado en 1986, este tema dejó de estar presente en los debates públicos de la sociedad española. Pocos años después se produjo el desmantelamiento del Pacto de Varsovia y el fin de la Guerra Fría y, con ello, apareció un cuestionamiento sobre la utilidad de esta organización. En esta ocasión el BRIE ha indagado sobre la percepción de los españoles respecto a la utilidad de esta organización, la OTAN, con un resultado que muestra tibieza. La opinión media está ligeramente escorada hacia la respuesta positiva (la OTAN es útil), pero entre la izquierda la respuesta es negativa y entre la derecha la utilidad de la OTAN, aunque valorada positivamente, no alcanza el notable.

A pesar de esas dudas sobre su utilidad, la opinión de la gran mayoría, tres cuartas partes de los entrevistados, es que España debe seguir siendo miembro de la OTAN. Esta respuesta es mayoritaria en todos los segmentos, aunque las personas de izquierda, las que viven en Cataluña, los desempleados y amas de casa y los de un menor nivel educativo son los que más a menudo expresan la opinión contraria.

Comparando estos resultados con los obtenidos por el CIS en 1993, unos años después del referéndum sobre la OTAN, comprobamos que la aceptación de la pertenencia de España a esta organización ha crecido muy sustancialmente. En ese año, sólo el 43% de los entrevistados (CIS 1993, estudio n. 2071) decían aprobar la pertenencia de España a la OTAN, frente a un 29% de rechazo y un alto porcentaje de indecisos.

La opinión sobre la capacidad de la ONU para resolver conflictos internacionales no es mucho mejor que la opinión sobre la utilidad de la OTAN. La puntuación media es de 5,8 en la escala 0-10, algo mayor entre las mujeres y entre los jóvenes.

Como en años anteriores, este BRIE ha vuelto a testar el apoyo de la opinión pública al uso de la base aérea de Morón y el puerto de Rota por Estados Unidos. Los resultados siguen mostrando una opinión muy dividida, con una gran diferencia entre la derecha y la izquierda, con un apoyo mucho menor entre las mujeres y entre los jóvenes, y mucho mayor en Andalucía.

Como quizá sepa Ud. el Gobierno español ha autorizado a Estados Unidos a usar la base aérea de Morón de la Frontera, en Sevilla, y el puerto de Rota, en Cádiz. ¿Está usted de acuerdo con esta decisión del Gobierno español?

IV. España antes y después de la Constitución

Hayan o no vivido el período previo a la Constitución de 1978, los españoles, de forma muy mayoritaria, consideran que España es ahora un país mejor de lo que era entonces. De hecho, las diferencias por edad son mínimas al respecto. Sí las hay, sin embargo, por varios otros factores, como la ocupación, la ideología, la educación y la región de residencia. En general, la satisfacción con la España actual comparada con la anterior a 1978 es mayor entre los más educados, entre los ocupados y los estudiantes, entre la izquierda y en Madrid. Los menos satisfechos son los parados, las amas de casa, los de menor nivel formativo, los de derechas y los residentes en Cataluña.

Los principales motivos de satisfacción con la situación actual (en comparación con la anterior a 1978) son puramente políticos (hay más libertades, vivimos en democracia…) y lo mismo ocurre con el principal motivo de descontento (mala calidad de los políticos). Los aspectos más relacionados con los resultados del sistema político (economía, empleo, educación, bienestar, etc..) son mencionados en segundo lugar, lo que indica una adhesión a los principios democráticos por sí mismos y no por los resultados que producen en la calidad de vida de los individuos.

V. Efectos en la vida cotidiana de los cambios tecnológicos

En el BRIE de 2017 detectamos que uno de los principales temores de los españoles ante el futuro es la disminución del empleo disponible, la idea de que no existirán puestos de trabajo para todos. Se trataba de una pregunta abierta de respuesta espontánea, en la que los entrevistados no explicaban las causas de su temor a un mayor paro en el futuro. Dada la difusión actual de alarmas en torno al impacto del cambio tecnológico sobre el futuro del empleo hemos querido saber hasta qué punto esa alarma ha influido en la población española y, en general, en su actitud hacia el cambio tecnológico. 

Los resultados muestran expectativas muy negativas: los cambios tecnológicos provocarán la disminución del empleo, harán aumentar la desigualdad entre los españoles, perjudicarán o disminuirán las pensiones que reciban los jubilados, disminuirán los salarios y afectarán muy negativamente a la privacidad de los individuos y en menor medida a la comunicación entre personas. Sin embargo, los cambios tecnológicos serán positivos para la sanidad o la educación y para la calidad de vida. Es de suponer que los entrevistados, en estas últimas respuestas, están pensando en las posibilidades técnicas que pueden hace la vida más cómoda o la intervención médica más eficaz, sin un razonamiento intermedio respecto a cómo sufragar servicios públicos en un mundo sin trabajadores o cómo pagar por el uso de nuevos aparatos en el hogar cuando se está en paro.

Las respuestas son llamativamente homogéneas respecto a la mayoría de los posibles efectos de los cambios tecnológicos, sin diferencias importantes por segmentos. Sólo destacan dos excepciones, la de los estudiantes, mucho menos pesimistas (o más optimistas) que el resto y la de los desempleados, mucho más pesimistas. Sí aparecen otras diferencias significativas en las respuestas sobre el efecto de las nuevas tecnologías en la comunicación entre las personas, en función del sexo, la edad y el nivel educativo: los hombres, los más jóvenes y los más educados son mucho más positivos respecto a ese efecto.

VI. Marca España

Desde su creación en el año 2012, y pese a los muy escasos recursos que ha podido movilizar, la llamada Marca España ha conseguido una muy sustancial difusión sobre su existencia y una creciente aprobación de su labor. Este resultado está en consonancia con la relevancia dada por los españoles a este aspecto, la mejora de la imagen internacional de España, no sólo en respuesta sugerida (prioridades de la política exterior española), sino también de forma espontánea en la pregunta sobre satisfacción con esa política.

VII. Series

1. Valoración de líderes

Angela Merkel sigue encabezando el ranking de prestigio de líderes políticos, seguida por Emmanuel Macron. Como ya se ha detectado en anteriores oleadas, la valoración de cualquiera de los líderes aumenta entre los entrevistados de derecha y disminuye entre los de izquierda.

2. Valoración de países

En cuanto a la valoración de países, los españoles siguen dándose a sí mismos una nota baja en comparación con la que dan a otros países europeos: un 5,3 (un aprobado bajo) frente a un 7,1 para Alemania, un 6,3 para Francia o un 6,9 para Holanda. Además, la diferencia por ideología en la valoración sobre España es muy pequeña, se trata de un juicio unánimemente bajo. Sin embargo, la variable izquierda-derecha sí desempeña un papel relevante en la evaluación que se hace de otros países, sobre todo en el caso de Alemania y Estados Unidos, donde la izquierda puntúa a esos países muy por debajo de lo que lo hace la derecha.

En la valoración de España entre los españoles tiene un peso significativo la variable regional: los residentes en Cataluña otorgan a España una puntuación media de suspenso alto (4,6), frente al 5,6 que le dan los residentes en Madrid o Andalucía.

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1 Se ha considerado de “derechas” a los individuos que en la escala de autoposicionamiento ideológico de 0 a 10, en la que 0 es la extrema izquierda y 10 la extrema derecha, se sitúan en las posiciones 7 a 10. Se clasifica como de “izquierdas” a los que se colocan en las posiciones 0 a 3. El centro, por tanto, está formado por las posiciones 4, 5 y 6. En ese centro está situada casi la mitad de la muestra (49%), con un 29% en la izquierda y un 20% en la derecha.