Versión en inglés: Thirty years of EU-Mediterranean Policies (1989-2019): an assessment.
Introducción
Desde la perspectiva de la Unión Europea (UE), 1989 fue un annus mirabilis. La caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría representaron acontecimientos de gran importancia histórica y geopolítica, no sólo para las relaciones internacionales, sino, más concretamente, para las relaciones entre la UE y el Mediterráneo. Esto no quiere decir que se hubiera ignorado a la orilla sur del Mediterráneo, pero la Guerra Fría había eclipsado muchos de sus problemas y desafíos. El sur del Mediterráneo tan sólo había ejercido como “tablero” para las políticas y estrategias de EEUU y la Unión Soviética. Desde una perspectiva occidental, el sur del Mediterráneo no se consideraba como una región per se, sino simplemente como una línea de comunicación y una ruta para el comercio y los flujos de petróleo que podría verse amenazada por la presencia de la Unión Soviética. En pocas palabras, el Mediterráneo fue percibido simplemente como un teatro secundario del antagonismo entre las superpotencias.
A principios de los años 90, la UE o algunos de sus estados miembros estaban involucrados en políticas multilaterales (Política Mediterránea Renovada) o en iniciativas de cooperación más pequeñas (Diálogo 5+5 y Foromed), o incluso en el Diálogo Mediterráneo de la OTAN. Sin embargo, con el fin del sistema bipolar, la UE cambió su foco de atención hacia la brecha Norte-Sur. Consideró que la Política Mediterránea Renovada no era lo suficientemente ambiciosa como para evitar una posible desestabilización derivada de las disparidades sociopolíticas y económicas. Como consecuencia de ello, se planteó la necesidad de forjar una política más integral hacia el Mediterráneo. Este cambio de interés se produjo en un momento en que algunos pensadores políticos polémicos pero influyentes, como Samuel Huntington, plantearon la cuestión de la dimensión cultural de la seguridad, argumentando que el “choque de civilizaciones”2 ocurre motivado por la militancia de inspiración religiosa contra los valores occidentales.
Dicha tesis es particularmente perniciosa porque se basa en viejos estereotipos y los refuerza bajo el disfraz de la erudición crítica. De hecho, la idea de confundir el fundamentalismo islamista con el islam como religión no es nueva. Ya en 1979, Edward Said, en su libro de referencia, Orientalismo, observó que “las imágenes negativas del islam son mucho más prevalentes que cualquier otra, reduciendo al islam no a lo que ‘es’ […] sino a lo que sectores prominentes de una sociedad en particular consideran que es”.3 Pero el momento de la publicación del artículo de Samuel Huntington en la revista Foreign Affairs en 1993, justo después del colapso de la Unión Soviética, fue sin duda un factor que contribuyó a la propagación mundial de la tesis del “choque de civilizaciones”, donde el “islam” (y no sólo los grupos islamistas) es presentado como una especie de chivo expiatorio para todo lo que a Occidente no le gusta en los ámbitos políticos, sociales y económicos mundiales.
Preocupada por la falacia de tal tesis, la UE sintió la urgencia de demostrar los peligros que pueden derivarse de un diagnóstico tan simplista que hace demasiado hincapié en la noción de choque de civilizaciones. Para la gran mayoría de los europeos, estaba claro que muchas de las preocupaciones relacionadas con la seguridad en el sur del Mediterráneo no eran de índole militar ni tenían una base cultural, sino que son principalmente “problemas de seguridad blanda”4, como las disparidades económicas, la brecha demográfica, los flujos migratorios y la persistencia de regímenes autoritarios. La idea de una “nueva asociación” surgió en este contexto de visiones conflictivas en torno a la seguridad en el Mediterráneo.
Este documento de trabajo busca presentar una visión crítica de las últimas grandes políticas mediterráneas de la UE, analizando el contexto, el texto y el pretexto de cada una de estas políticas.
Bichara Khader
Profesor emérito de la Universidad Católica de Lovaina y fundador del Centro de Estudios y de Investigaciones sobre el Mundo Árabe Contemporáneo (CERMAC)
Haizam Amirah Fernández
Investigador principal de Mediterráneo y Mundo Árabe, Real Instituto Elcano. Profesor de Relaciones Internacionales en IE School of Global and Public Affairs | @HaizamAmirah
1 Este documento de trabajo ha sido publicado como capítulo en J.M. Beneyto Pérez (dir.), J. Maillo González-Orús y B. Becerril Atienza (coords.) (2020), Tratado de Derecho y Políticas de la Unión Europea, Tomo X: “Las relaciones de la Unión Europea con áreas regionales y terceros Estados”, Editorial Aranzadi, enero.
2 S. Huntington (1993), “The clash of civilizations?”, Foreign Affairs, vol. 72, nº 3, verano, pp. 22-49.
3 E. Said (1981), Covering Islam: How the Media and the Experts Determine How We See the Rest of the World, Pantheon Books p. 144. Véase también E. Said (1979), Orientalism, Vintage Books.
4 S. Stavridis y N. Fernández-Sola (coords.) (2009), Factores políticos y de seguridad en el área euro-mediterránea, Prensas de la Universidad de Zaragoza.
Imagen satélite del mar Mediterráneo. Imagen: NASA (Dominio público)