Introducción y metodología
Un año más, el objetivo de esta edición del SIDIR es mostrar la diferencia entre la realidad española y la evaluación de España realizada por la opinión pública internacional, con especial interés en identificar aquellos aspectos en los que la realidad del país es mejor que la imagen proyectada al exterior.
Este análisis permite medir la distancia entre la posición de España en los rankings internacionales de imagen y su posición en los rankings elaborados con datos objetivos, relativos a las 55 primeras economías del mundo: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, EEUU, México, Perú, Venezuela, Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Finlandia, Grecia, Países Bajos, Irlanda, Italia, Noruega, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rusia, Rumanía, Suecia, Suiza, Arabia Saudí, Australia, Corea del Sur, China, Filipinas, India, Indonesia, Irán, Irak, Israel, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Pakistán, Catar, Singapur, Taiwán, Tailandia, Turquía, EAU, Argelia, Egipto, Nigeria, Sudáfrica, Bangladés y Vietnam; estos dos últimos países han sustituido a los que ocupaban en la edición anterior los puestos 54º y 55º, Kazajistán y Ucrania.
La fuente utilizada para medir la imagen externa de España es la encuesta anual que desde 2009 elabora el Reputation Institute en colaboración con el Real Instituto Elcano, el llamado Country RepTrak. En concreto, se utiliza la imagen proyectada por España en los países del antiguo G-8 (EEUU, Canadá, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Rusia y Japón), de tal manera que la valoración obtenida por España en estos ocho países se compara con la obtenida por los otros 54 países sometidos a evaluación.
La imagen de España, tal y como resulta convertida en variable operativa en las clasificaciones de dicha encuesta, se compone de 24 elementos de valoración: 17 de ellos miden el grado de acuerdo, en una escala de 1 a 100, con frases que indican posibles aspectos positivos de un país (“es un país hermoso”, “es un país que valora mucho la educación”, “es un país seguro”, etc.), y los siete restantes recogen recomendaciones de los encuestados tales como “recomendaría ese país para estudiar”, “para trabajar”, “para vivir”, o “para visitar”. En conjunto, los 24 elementos abordan los principales aspectos relevantes en la configuración de la imagen de un país, desde el aspecto político-institucional al económico y tecnológico, pasando por el cultural, el educativo o el relativo a la calidad de vida. En base a los resultados obtenidos en las encuestas, los 55 países son clasificados por orden de valoración media en cada uno de los elementos en evaluación. Como ejemplo, bajo estas líneas puede observarse la clasificación de los países según la valoración que recibieron en función de lo recomendable que es visitarlos. En este caso España aparecía en 2019 en la séptima posición en un ranking encabezado por Nueva Zelanda.
La posición de España en estas 24 clasificaciones es el indicador utilizado para la variable “imagen” que va a compararse con la realidad española obtenida a través de diversas fuentes estadísticas internacionales. Esa comparación plantea varios desafíos: (1) definir las variables objetivas que pueden considerarse equivalentes en la realidad al elemento que se valora en la encuesta; (2) identificar fuentes estadísticas en las que se recojan datos para todos los países valorados en la encuesta sobre imagen; (3) simultanear en el tiempo las mediciones de imagen y realidad; y (4) identificar la evolución española al margen de su posición en los rankings.
Definir las variables objetivas que pueden considerarse equivalentes en la realidad al elemento valorado en la encuesta
En ocasiones este ejercicio es sencillo, como sucede en el caso de la posición de España según el número de turistas que recibe. Esta es una variable sobre la que existe información fiable y que puede compararse con la imagen de España como país atractivo para el turismo, recogida en la pregunta “¿Recomendaría este país para visitarlo?”. En este caso, la posición de España en la variable de imagen es la 7ª mundial, mientras que en el indicador objetivo, que recoge el número de visitantes recibidos, España es la 2ª potencia mundial, sólo por debajo de Francia. Sin embargo, en otras ocasiones la identificación de una variable objetiva ha resultado imposible porque el elemento que se valora es intrínsecamente subjetivo. Por ejemplo, este sería el caso del atributo “la gente de ese país es simpática”, pues no existe ninguna medición objetiva que permita conocer el grado de “simpatía” de los individuos de un país. De la misma forma, tampoco existen estadísticas internacionales respecto a la “calidad de productos y servicios” o la “confiabilidad de la población”. En relación con este último atributo existen encuestas que miden hasta qué punto los ciudadanos de cada país confían los unos en los otros, pero eso no equivaldría a un indicador que mostrase hasta qué punto cumplen su palabra y dicen la verdad (y por tanto son confiables). Por estas razones, cinco de los ítems que componen la imagen han tenido que ser excluidos de la comparación con variables objetivas, los tres nombrados más el “uso eficiente de los recursos públicos” y “ocio y entretenimiento”, quedando el listado final reducido a 19 elementos frente a los 24 recogidos en la encuesta de imagen.
En otras ocasiones, la definición del atributo es tan amplia e internamente heterogénea que dificulta la elección de un único indicador objetivo para su comparación. A este respecto, en anteriores informes del SIDIR dicho problema era solventado incluyendo varios indicadores objetivos para cada uno de estos atributos, duplicándose, triplicándose e incluso cuadruplicándose las comparaciones imagen-realidad correspondientes. Así, en la pasada edición del SIDIR la valoración internacional de España en lo relativo a los atributos “entorno económico”, “responsabilidad internacional”, “cultura”, “sistema educativo” y “ocio y entretenimiento” eran comparados en cada caso con más de una variable objetiva.
Por ejemplo, el atributo “Ese país valora la educación: tiene universidades de gran calidad y un sistema educativo excelente” era comparado con cuatro indicadores: porcentaje del PIB destinado al sistema educativo, resultados de los alumnos españoles en las pruebas PISA, presencia de universidades españoles en los primeros niveles de los dos principales rankings internacionales y presencia de los MBA españoles en el ranking internacional que mide su calidad.
Por su parte, el atributo “Ese país es un participante responsable en la comunidad global; apoya buenas causas, y sus líderes son personas respetadas internacionalmente” se comparaba con los datos de inversión en ayuda al desarrollo, con los de presencia de fuerzas militares españolas en misiones de paz multinacionales y, en la anterior versión del SIDIR, con la emisión de gases de efecto invernadero (CO2).
Esta comparación de un atributo (imagen) con varios indicadores objetivos daba lugar en ocasiones a resultados poco claros porque ocurre en algunos casos que España se encuentra en los rankings de imagen por encima de su realidad en uno de los elementos internos del atributo, pero por debajo en otros. Por ello, para mejorar la claridad y sencillez de la comparación, en esta séptima edición del SIDIR se ha optado por comparar esos atributos internamente heterogéneos, es decir, “educación”, “responsabilidad internacional”, “cultura” y “entorno económico”, con sólo un indicador objetivo, eligiendo aquel que se ha considerado que lo refleja mejor; mientras que el atributo “ocio y entretenimiento”, como ya se ha indicado anteriormente, ha sido excluido de la comparación al estimarse que ninguna de las variables disponibles lo refleja de manera suficientemente fiel.
No obstante, en el Anexo se han incorporado los datos correspondientes a esos indicadores objetivos ahora excluidos del cuerpo central del informe, para permitir a los interesados seguir su evolución temporal en relación con las ediciones anteriores del SIDIR.
Existen dos atributos en los que un mismo indicador es utilizado como contraparte objetiva: “lo recomendaría como país para vivir” y “lo recomendaría como país para trabajar”. Aunque es importante saber que España resulta más atractiva como país para vivir que como país para trabajar, no existen dos indicadores objetivos diferentes para comparar ambos atributos, puesto que trabajar en un país exige generalmente vivir en él y, análogamente, muchos de los que deciden trasladarse a vivir en un país necesitan trabajar en él para poder mantenerse. En este caso el indicador utilizado es la tasa de migración neta per cápita, definida como la diferencia entre el stock de inmigrantes y de emigrantes (incluyendo a los individuos inactivos) con respecto a la población total del país.
Por otra parte, en algunos casos es inevitable que la fuente utilizada como variable objetiva tenga un componente significativo de percepción subjetiva o esté básicamente construida sobre ella. Así, para los atributos relativos al “entorno político e institucional” y al “entorno económico” se han utilizado como fuente los Worldwide Governance Indicators del Banco Mundial, que a su vez se elaboran a partir de la opinión de expertos. Esto es debido a la falta de fuentes objetivas que midan estos aspectos con criterios y metodología similares para el conjunto de países incluidos en la muestra. Como ocurre con otros índices que intentan medir fenómenos difícilmente cuantificables (como por ejemplo el de Transparencia Internacional sobre corrupción), la percepción de individuos bien informados por su posición social, económica o política es lo más cercano que puede encontrarse a una medición objetiva.
En otro caso, la variable objetiva de la comparación está formada, a su vez, por un conjunto de encuestas. Se trata del atributo “el país ofrece un estilo de vida atractivo, la gente disfruta viviendo allí”. Aquí se trata de medir el disfrute o la felicidad de los individuos de cada país, y, siendo la felicidad por definición un estado de ánimo y por tanto subjetivo, la única comparación posible es la que puede realizarse con los datos que miden esa felicidad a partir de encuestas a los individuos. En este caso se han utilizado los datos del World Happiness Report elaborado por la ONU, que se basa a su vez en varias encuestas internacionales.
Identificar fuentes estadísticas en las que se recojan todos los países valorados en la encuesta sobre imagen
Este requisito implica, por ejemplo, desechar las numerosas fuentes estadísticas que se refieren sólo a la UE o sólo a los países de la OCDE. En los casos en que la fuente estadística utilizada recoge la mayoría del resto de los 54 países de la encuesta, pero deja fuera a algunos de ellos, éstos últimos han sido eliminados también de la clasificación de imagen para hacer comparables ambas escalas. El caso más destacado es el de Taiwán, que aparece recogido en el Country RepTrak pero que está ausente en numerosas estadísticas internacionales dado su limitado reconocimiento internacional.
Simultanear en el tiempo las mediciones de imagen y realidad
Aunque la última oleada de la encuesta de imagen internacional se ha realizado en el año 2020, la publicación de estadísticas internacionales suele sufrir un retraso de al menos un año respecto al momento al que hacen referencia los datos. Ello obliga a utilizar la encuesta del Country RepTrak 2019, realizada a comienzos de ese año, para simultanear la comparación de sus datos con los de las estadísticas disponibles más recientes (por lo general de 2018).
Mostrar la evolución anual de la imagen y de la realidad españolas al margen de su posición en los rankings
El objetivo del SIDIR es proporcionar, para cada momento, la medición de la distancia entre la posición de España en el ranking de imagen y su posición en los rankings basados en datos objetivos. No obstante, al tratarse de la medida de una distancia, su evolución en el tiempo puede deberse tanto a cambios en la posición en el ranking de valoración subjetiva como a cambios en la posición en los rankings de indicadores objetivos. Por tanto, la lectura e interpretación de la evolución de la distancia debe ser muy cuidadosa, ya que la posición en un ranking internacional puede alterarse a raíz de cambios experimentados por terceros países. De tal manera, España podría mejorar en cualquier atributo y, sin embargo, ver disminuida su posición en el ranking porque otro país ha mejorado más o porque nuevos países con un resultado mejor que el español han sido incluidos en la encuesta.
Por ello, para medir específicamente el avance o retroceso de la distancia entre imagen y realidad españolas de año en año, se realiza una comparación entre el porcentaje de aumento o retroceso de la puntuación obtenida por España en cada uno de los atributos en la encuesta (en una escala de valoración 0-100) y el porcentaje de aumento o retroceso en los indicadores objetivos. Esta comparación permite medir la evolución de la distancia entre la imagen de España y su realidad, al margen de cuál haya sido la evolución de los demás países. Es decir, no mide los cambios de posición en un ranking internacional, sino únicamente la evolución nacional. Este resultado es útil para medir la eficacia de las políticas dedicadas a la mejoría del prestigio de España y lo español.
En algunos casos la fuente utilizada para conocer los datos objetivos ha introducido ciertos cambios metodológicos que impiden una comparación adecuada. En esos casos no se presentan los datos de evolución temporal.
Carmen González Enríquez
Directora del Observatorio de la Imagen de España, Real Instituto Elcano
José Pablo Martínez Romera
Ayudante de investigación, del Observatorio de la Imagen de España, Real Instituto Elcano | @jpmromera
Imagen de la bandera de España en el Palacio Real. Foto: Caribb (CC BY-NC-ND 2.0)