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Resumen
El interés en el activismo islámico no ha dejado de aumentar desde el inicio del “despertar árabe” que, desde finales de 2010, se extiende por el norte de África y Oriente Medio. Inicialmente, sorprendió el papel secundario que jugaron los movimientos islamistas en el derrocamiento de algunos dictadores. Sin embargo, tras la celebración de elecciones y la llegada de partidos islamistas al poder en un contexto de creciente polarización social y dificultades económicas, el interés inicial se ha convertido en temor por la posible aparición de regímenes religiosos autoritarios, o por la radicalización de sectores islamistas tras ser apartados del poder. Este capítulo se centra en la diversidad creciente dentro del activismo islámico, con la aparición de formas no tradicionales y la erosión gradual de las jerarquías centralistas, y cómo eso puede impactar en los procesos políticos.
Introducción
¿A qué nos referimos al hablar de islamismo? ¿Es el islamismo un fenómeno monolítico y estable o es diverso y dinámico? ¿Se trata de un debate académico o tiene implicaciones prácticas y directas? ¿Qué consecuencias tiene la llegada de islamistas al poder tras las revueltas antiautoritarias árabes, tanto para ellos como para sus países y su vecindario? ¿Cómo puede afectar a ese vecindario el golpe llevado a cabo contra el gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto?
En este documento se intenta arrojar luz sobre un fenómeno complejo y, a menudo, estereotipado como es el activismo islámico en sus distintas variantes y manifestaciones. Para ello, se hace especial hincapié en las transformaciones sociales, ideológicas y culturales de las sociedades del norte de África y Oriente Medio, así como las nuevas formas que está adquiriendo el islam político y que suelen pasar desapercibidas en los análisis que se hacen desde fuera de la región. Más allá del activismo político de grupos como los Hermanos Musulmanes, cada vez están más presentes en el ámbito del islam político grupos de orientación salafista, predicadores religiosos carismáticos o, incluso, jóvenes sin adscripción partidista que se consideran a sí mismos activistas islámicos.
Existe una creciente diversidad de islamismos, con frecuencia difusa y sin una jerarquía clara. Una consecuencia de ello es que las formaciones islamistas tradicionales están perdiendo el monopolio que tuvieron en otros tiempos como consecuencia de la aparición de nuevas formas de religiosidad, lo que hace que el campo religioso se haya hecho más plural. Esto está provocando tensiones internas y conflictos a distintos niveles (estructurales, generacionales, organizativos, etc.) que no harán más que aumentar en el corto y medio plazo.
En el mundo árabe se están produciendo movimientos tectónicos a nivel social y político, cuyas consecuencias aún no se pueden vislumbrar en toda su magnitud, pero donde la religión –y la religiosidad– juegan un papel central. Por ello, se hace necesario superar la visión que, durante décadas, se ha tenido de los movimientos islamistas. En el nuevo contexto sociopolítico, hay que tener en cuenta cómo muchos ciudadanos de la región están adaptando las pautas ideológicas y de comportamiento creadas por islamistas en otras épocas con el fin de adecuarlas a sus necesidades en el mundo que los rodea. Las nuevas tecnologías de información y comunicación están permitiendo que esas transformaciones se produzcan con suma rapidez y con un creciente grado de complejidad.
Haizam Amirah Fernández
Investigador principal de Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano y profesor de Relaciones Internacionales en el Instituto de Empresa.
[1] Este documento apareció originalmente en el volumen titulado Islamismos en (r)evolución: movilización social y cambio político, publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos, Cuaderno de Estrategia, nº 163, diciembre de 2013, pp. 43-70.