Presentación

“México, las Américas y el mundo” es un proyecto de investigación de la División de Estudios Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) que se dedica a estudiar la opinión pública mexicana con respecto a temas de política exterior y relaciones internacionales [1]. El proyecto consiste en una encuesta periódica diseñada con el fin de recabar información sobre las opiniones, actitudes, percepciones y valores de los mexicanos con respecto al mundo. A partir de 2004 la encuesta se realiza cada dos años a una muestra representativa de la población nacional y a un grupo de líderes de México. Es un proyecto único en su tipo porque se especializa en el análisis de actitudes sociales sobre temas internacionales; tiene un enfoque integral que cubre una amplia gama de temas, recaba datos sobre percepciones generales –no sobre opiniones de coyuntura– e incluye tanto a la población general como a los líderes.

El objetivo central de este estudio es contribuir a llenar un vacío de información empírica, objetiva y rigurosa en un área estratégica donde los datos independientes y confiables son escasos y dispersos. El cuestionario se compone de 10 áreas temáticas: (1) Interés; (2) Contacto; (3) Conocimiento; (4) Identidad; (5) Confianza y Seguridad; (6) Papel de México y Política Exterior; (7) Reglas del Juego Internacional; (8) Relaciones con América Latina; (9) Relaciones con EEUU; y (10) Relaciones con Otros Países y Regiones del Mundo. Este documento de trabajo presenta algunos de los resultados de la tercera edición de la encuesta “México, las Américas y el mundo 2008” y muestra y analiza los valores y actitudes políticas de la población y los líderes con respecto al comportamiento internacional del país, así como el impacto de factores internacionales como la globalización y la internacionalización de normas sobre la cultura política de la población y sus líderes. El trabajo está estructurado en torno a tres grandes preguntas de las que se ocuparán las siguientes secciones: (1) quiénes son los mexicanos en su relación con el mundo; (2) qué esperan de la realidad internacional y de la política exterior; y (3) cómo se ubican en la geopolítica mundial y regional.

Toda la información de la encuesta, incluyendo bases de datos e informes completos se encuentran en la página de Internet http://mexicoyelmundo.cide.edu.

¿Quiénes son los mexicanos?

Identidades colectivas: entre la patria y la “matria”
La identidad que predomina en la mayoría de la población mexicana es la de ser mexicanos (59%). Sin embargo, en los últimos cuatro años el sentimiento de identidad local aumentó 10 puntos, del 30% al 40%, en tanto que la identidad nacional pasa del 64% al 59%.

México se ha vuelto un país más heterogéneo y diverso en el que las “matrias” avanzan como espacio de identificación en detrimento de la patria. El cambio más notable es que en ambas fronteras del país la identidad local ha crecido. Aunque a diferencia de lo que ocurre en el sur, la identidad nacional en el norte sigue siendo mayoritaria frente a la local, hubo un descenso de 11 puntos en el número de norteños que se sienten primordialmente mexicanos (del 68% al 57%). En síntesis, hay elementos para pensar que las brechas regionales se están profundizando rápidamente.

Gráfico 1. Identidad nacional

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En lo que se refiere a los patrones de identificación de la población con las regiones del continente americano o el mundo en su conjunto, se confirman tres hallazgos de las ediciones anteriores: (1) que los mexicanos se sienten primordialmente latinoamericanos (55%); (2) que son muy pocos los que se consideran norteamericanos (sólo el 7%) o centroamericanos (6%) a pesar de la cercanía geográfica a ambas regiones; y (3) que uno de cada cuatro (24%) se identifica a sí mismo como “ciudadano del mundo”. Hay pues en la población mexicana más latinoamericanos y cosmopolitas que norteamericanos y centroamericanos. Particularmente entre los jóvenes el porcentaje de cosmopolitas (25%) es más alto que en el grupo de mayores (18%). El mapa de identidades subnacionales y supranacionales de los jóvenes es también más diverso que el de los mayores. En cuanto a los líderes, el 51% se siente latinoamericano, el 40% ciudadano del mundo y el 5% norteamericano. El cosmopolitanismo de las elites es 16 puntos más alto que el del público pero comparten el mismo fuerte sentimiento de identidad latinoamericana y la débil identificación con Norteamérica (5%), dato relevante dado el intenso nivel de contacto que mantienen con EEUU.

Gráfico 2. Identidad regional

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El laberinto del nacionalismo mexicano
Esta auto-identificación regional, así como las actitudes de aceptación o rechazo frente a los extranjeros y otras lenguas, religiones y costumbres de otros países, constituyen la dimensión simbólica y cultural del nacionalismo. Como se verá, el nacionalismo mexicano aparece principalmente en asuntos simbólicos como el orgullo nacional y se desvanece cuando está en juego el bienestar o la seguridad de las personas.

Los líderes, en cambio, suelen ser mucho más abiertos que la población en lo que respecta a las influencias culturales y económicas del exterior, pero son notablemente más cerrados en asuntos políticos relacionados con la soberanía nacional.

¿Un país xenófobo o desconfiado?
Así, a pesar de los niveles de identificación regional que los une a otros países del continente y del mundo, los mexicanos consideran que para contar con derechos políticos plenos y ser admitido en igualdad de condiciones se requiere ser mexicano de nacimiento. El 79% del público se opone a la posibilidad de que un extranjero nacionalizado pueda ser elegido miembro del Congreso y el 80% rechaza que se abra esta posibilidad a las personas con doble nacionalidad. Cuando se trata del cargo del presidente, el nivel de rechazo se eleva al 84%.

Estas actitudes de rechazo hacia los extranjeros por parte del público no coinciden con la percepción de los líderes, quienes por lo general se muestran más dispuestos a otorgar derechos políticos a extranjeros: el 78% de los líderes está de acuerdo, por 41% del público. Sin embargo, los líderes comparten la opinión mayoritaria del público en el rechazo (66%) a que una persona con doble nacionalidad pueda ser elegida presidente de la República, así como el rechazo mayoritario (entre el 66% y el 76%) al libre ingreso de extranjeros de cualquier nacionalidad para trabajar en el país.

¿Cómo de dispuestos a ceder y compartir soberanía?
Los datos revelan que el nacionalismo político en México no sólo está vigente, sino que podría estar aumentando. También confirman que en ciertas condiciones los mexicanos están dispuestos a ceder, compartir o delegar soberanía, sobre todo cuando lo que está en juego es su seguridad física y, en menor medida, su bienestar económico. El 67% de los mexicanos considera que las leyes nacionales están por encima de los acuerdos y los tratados internacionales, y el 21% piensa lo contrario. A su vez, la mayoría (67%) de los mexicanos y de los líderes coinciden en rechazar la presencia de agentes estadounidenses en los puertos de entrada y las fronteras mexicanas cuando el propósito es la agilización del tránsito de personas. Sin embargo, hay una disposición considerable por parte del 49% del público y cerca de un tercio de los líderes a aceptar la presencia de estos agentes en territorio mexicano para combatir el narcotráfico. Entre los líderes, la ideología y las simpatías partidistas tienen un peso importante: los panistas tienen una mayor inclinación por la supremacía de los tratados internacionales (47% de acuerdo, 42% en desacuerdo) mientras que la orientación nacionalista predomina en los líderes priístas y perredistas con porcentajes de desacuerdo del 58% y el 61% respectivamente.

Gráfico 3. Jerarquía de tratados internacionales y leyes nacionales

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Mayor apertura a las influencias culturales del exterior
Respecto a las mediciones de la encuesta en 2004 y 2006, se atenúan algunos de los elementos simbólicos del nacionalismo mexicano mientras que otros se mantienen con igual fuerza. En 2008, el 50% considera bueno el que las ideas y costumbres de otros países se difundan en México, aunque un tercio (33%) considera lo contrario. Hace apenas cuatro años la distribución de preferencias era exactamente la opuesta. Esta tendencia es más marcada en el sur y centro del país, donde la proporción de personas con una opinión positiva acerca de la difusión de ideas del exterior aumentó en 26 y 24 puntos porcentuales respectivamente entre 2004 y 2008. La escolaridad está asociada positivamente con el grado de apertura cultural, pues el 43% de quienes carecen de educación básica ven mala la difusión de ideas y costumbres de otros países y solo el 33% como algo benéfico. Entre los sectores más educados se invierten los resultados: el 55% de las personas con educación superior tiene una opinión positiva frente al 27% de opiniones negativas.

Gráfico 4. Ideas y costumbres de otros países

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En lo económico: nacionalistas ambivalentes y selectivos
Aunque los mexicanos tienen una buena opinión general del libre comercio y de la inversión extranjera, se confirma la fuerte oposición a la inversión extranjera en petróleo (70%) y electricidad (60%), a pesar de que el 70% nacional piensa que la inversión extranjera beneficia mucho o algo al país. Estos resultados coinciden con los de 2004 y 2006 y reflejan la importancia simbólica que tiene el sector energético para los mexicanos. Los líderes, por otro lado, son más abiertos a la inversión extranjera (el 90% cree que es benéfica para el país) y sus opiniones son más consistentes que las de la población en relación al ingreso de capital extranjero en sectores estratégicos como el petróleo y la electricidad. Sin embargo, se observa un acercamiento de la elite hacia las preferencias de la sociedad. En relación al petróleo, hay un descenso sostenido a favor de la entrada de inversión extranjera: del 76% en 2004 al 62% en 2006 y al 56% en 2008. El 97% de los líderes perredistas se oponen a la inversión extranjera, mientras que el 83% de los panistas están a favor. Los priístas se ubican en el centro del debate, con el 63% a favor de la apertura y el 32% en contra.

Gráfico 5. Inversión extranjera en sectores

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En contraste con la apertura mostrada hacia la inversión extranjera, la globalización económica nunca ha sido muy popular entre los mexicanos. En comparación con 2006, en 2008 los mexicanos se muestran más escépticos con respecto a los posibles beneficios de la globalización económica: el 38% de los entrevistados en 2008, a diferencia del 41% en 2006, la consideran generalmente buena para el país, pero un tercio (un 11% más que hace dos años) cree que es mala. Las opiniones positivas de la globalización han caído incluso en el norte del país (del 46% al 39%) y entre los líderes (del 83% al 65%), los dos sectores de población que suelen registrar actitudes más favorables. Los jóvenes tienen opiniones más positivas (43%) que negativas (31%) con respecto a la globalización. De igual forma, en el grupo de personas que reportan una buena situación económica o un ingreso suficiente para cubrir sus necesidades, el 46% cree que la globalización beneficia al país y el 34% que lo perjudica.

Gráfico 6. Globalización

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Un mundo ajeno y desconocido
El nivel de atención a las noticias sobre las relaciones de México con el exterior cayó casi 20 puntos porcentuales con respecto a 2004. En 2004 y 2006, el 40% y el 39% de los entrevistados, respectivamente, mostraban mucho interés, mientras que en 2008 el porcentaje se redujo al 22%. Entre los líderes, el 85% sigue con mucha atención las noticias internacionales, aunque incluso entre los líderes se observa un menor nivel de interés en todos los temas. Las personas con educación superior también muestran el doble de interés en las noticias internacionales (36%) que aquellas con educación básica (18%). Estos datos indican que los mexicanos se encuentran considerablemente menos interesados e informados respecto al mundo y la política exterior hoy que hace cuatro años.

Gráfico 7. Interés en la noticias

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Gráfico 8. Interés en las noticias: las relaciones de México con otros países

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Gráfico 9. Interés en las noticias: la situación política y social de México

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La desaceleración del contacto con el mundo
Es posible que el ánimo más introspectivo de la opinión pública nacional y el descenso de la curiosidad sea resultado de una disminución en la intensidad del contacto que los mexicanos tienen con el mundo y, en este sentido, estaría reflejando la percepción de una nueva realidad mundial menos favorable. Esto puede ser observado al notar que el nivel de interacción internacional de los mexicanos es menor que hace dos o cuatro años. El número de personas que reporta no haber viajado nunca fuera de México aumentó del 49% al 68%. El descenso se concentra en el sur y centro del país, donde el 81% y el 71% nunca han salido del país. En el norte, por el contrario, el 40% ha viajado al menos una vez al extranjero. Como es de esperar, los líderes mantienen un intenso contacto con el exterior (el 70% son viajeros internacionales frecuentes que reportan haber viajado al menos 10 veces fuera de México), pero incluso en este grupo hubo un descenso.

Otro dato indicativo de los cambios en la realidad material de la interacción de México con el mundo es que el número de personas que reciben remesas cae entre 2006 y 2008 del 24 al 15%. Estos datos son consistentes con la información que reporta el Banco de México y tal vez sean un efecto colateral del declive de la economía en el último año.

Gráfico 10. Número de viajes fuera de México

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¿Qué esperan los mexicanos?

Pesimismo sobre el mundo, tranquilidad sobre la región
Como hemos visto en la sección anterior, los mexicanos están más preocupados por lo que pasa en su país que por lo que ocurre en el mundo. Esto afecta las diferencias entre las percepciones de los ciudadanos y de las elites en relación al activismo que debe mantener México en política internacional y acerca de los posibles beneficios o dificultades generados por una mayor interacción con el mundo.

La mayoría de los mexicanos son pesimistas con respecto a la situación actual: el 66% cree que hoy el mundo está peor que hace 10 años, mientras que el 19% afirma que está mejor. Son menos pesimistas en el norte (54%) que en el centro (69%) y en el sur (70%). Además, hay una relación positiva entre la situación económica y el optimismo. Así, el 24% de los que están en una buena situación económica dicen que el mundo está mejor, mientras que un 14% de los que tienen grandes dificultades piensa lo mismo. Sin embargo, los mayores contrastes se aprecian al estudiar a las elites según su simpatía hacia los partidos políticos. En tanto que el 58% de quienes muestran afinidad con el PAN y el 52% de los que la declaran hacia el PRI creen que el mundo está mejor, tan sólo el 26% de los simpatizantes del PRD comparten esta opinión optimista. Por sectores: son más optimistas los empresarios (53%), el gobierno (52%) y los políticos (46%), mientras que el pesimismo predomina en los líderes de medios y la academia (48%), así como en miembros de organizaciones no gubernamentales y sindicatos (53%).

Sobre el futuro del mundo hay diferencias por región, aunque domina el pesimismo. Quienes peor lo perciben son los del centro (62%) y del sur (60%), mientras que en el norte están las opiniones más equilibradas: un 41% cree que estará peor y un 34% que estará mejor. Destaca que la relación esperada entre situación económica, nivel educativo y optimismo no se cumple. Todos piensan lo mismo sin importar su situación económica ni su nivel educativo y el pesimismo predomina entre todas las afiliaciones partidistas, particularmente el PRD (72%), seguidos por el 52% del PRI y el 51% del PAN. De nuevo, entre la elite son importantes las diferencias según su afiliación partidista. Los líderes afines al PAN son mucho más optimistas sobre el futuro que los de otros partidos, pues el 69% afirma que el mundo estará mejor en 10 años; lo mismo declara el 58% de los cercanos al PRI y el 19% de los que lo están al PRD. De la misma manera, la mayoría del gobierno (65%), los políticos (57%) y los empresarios (63%) son optimistas en comparación con la actitud pesimista que predomina en los medios de comunicación y entre los académicos (48%), y en las organizaciones no gubernamentales y los sindicatos (46%).

Las amenazas son menos graves que hace cuatro años
A pesar de que la mayoría considera que el mundo está peor hoy que hace 10 años, la percepción sobre la gravedad de las amenazas es menor actualmente que hace cuatro años. Para todos los casos que podemos comparar se registra una disminución sobre la percepción de la gravedad de amenazas percibidas por parte de la población. No así en los líderes, que en cuatro variables consideran que la amenaza es más grave hoy.

En 2004, un 86% de los encuestados consideraba las crisis económicas en el mundo como una amenaza grave para México, mientras que en julio de 2008 (antes de la crisis financiera internacional) un 69% pensaba lo mismo. Algo similar sucede con el terrorismo internacional, pues en 2004 era considerado una amenaza grave por el 81% de los encuestados, mientras que en 2008 solo el 63% opina de la misma forma. Las armas nucleares presentan un caso parecido, pasando del 86% al 64%. En estas variables hay caídas de entre 15 y 25 puntos porcentuales respecto de las encuestas anteriores. Incluso en el caso del narcotráfico y el crimen organizado hay un descenso de 10 puntos (del 89% al 79%) en la percepción de amenaza grave por parte de la población en general.

De las amenazas exploradas por la encuesta, existen cuatro casos en los que las percepciones de los líderes registran una tendencia opuesta (creciente) respecto de la población (decreciente): (1) las crisis económicas en el mundo, que como amenaza grave aumenta de un 42% a un 69%; (2) la política migratoria de EEUU sube del 57% al 66%; (3) el calentamiento global se incrementa de un 65% a un 81%; y (4) el crimen organizado y narcotráfico pasa de un 84% a un 88%.

Tabla 1. Amenazas graves

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Todas las respuestas pueden agruparse en tres segmentos, de acuerdo con el nivel de gravedad que se percibe: (1) aquellas consideradas graves por más del 70%; (2) las intermedias, que se encuentran entre el 50% y el 70%; y (3) las menos graves, aquellas que quedan por debajo del 50%.

En el primer grupo encontramos: narcotráfico y crimen organizado (público 79% y líderes 88%), calentamiento global (público 77% y líderes 81%), epidemias como el SIDA (público 75%, líderes 45%), pobreza en el mundo (público 73%, líderes 75%) y escasez y carestía de alimentos (público 73%, líderes 77%). Es notorio el caso de las epidemias como el SIDA, en la que se observa una diferencia de 30 puntos entre la población y las elites.

En el segundo grupo se ubican: las crisis económicas en el mundo (público 69%, líderes 69%), las armas nucleares (público 64%, líderes 37%), el terrorismo internacional (público 63%, líderes 53%) y la política migratoria de EEUU (público 51%, líderes 66%). Destaca la reducción del terrorismo como amenaza grave, que en el caso de la población queda ubicada en el 8º lugar y en los líderes en el 7º.

Finalmente, en el tercer grupo las que presentan mayor similitud en la calificación dada por la población y los líderes son: cortes en el suministro de energía eléctrica (público 43%, líderes 40%), liderazgos populistas (público 37%, líderes 36%) y conflictos violentos, étnicos o religiosos (público 37%, líderes 31%).

Desempeño gubernamental: entre la crítica y la demanda de participación
Considerando las amenazas, bien identificadas por la población y las elites y el pesimismo generalizado respecto a la situación interna y mundial que existe en el país, es importante saber si consideran que el gobierno ha sabido reconocer estas amenazas y cómo ha actuado para resolverlas. En ese sentido, hay una percepción crítica del trabajo realizado por el gobierno mexicano que varía en función de la política que se juzga. Mientras que en el público la mayoría (55%) está algo o muy en desacuerdo con la política económica y el 39% de acuerdo, en los líderes es al revés: un 62% está de acuerdo y un 37% en desacuerdo. El 45% del público aprueba la política exterior y el 39% la desaprueba, en tanto que la mayoría de los líderes (73%) está de acuerdo con ella. La política educativa tiene mayor aceptación entre el público (53% de acuerdo, 43% en desacuerdo) que entre las elites (41% de acuerdo, 57% en desacuerdo).

Entre quienes hacen una valoración positiva del desempeño del gobierno mexicano, el grado de acuerdo es moderado. El porcentaje del público que está muy de acuerdo con el desempeño gubernamental nunca pasa del 20%. Según su afiliación, el 50% de los simpatizantes del PAN está muy o algo de acuerdo con la política económica, en tanto que el grado de acuerdo de aquellos del PRI es del 45% y del 33% para los del PRD. Con respecto a la política de seguridad pública, están de acuerdo el 48% de los afines al PAN, el 49% de los que lo son al PRI y el 41% de quienes apoyan al PRD. El nivel de acuerdo con la política exterior es del 51% para los de inclinaciones panistas, del 48% para los que se decantan por el PRI y del 42% para los que lo hacen por el PRD. En política educativa, los de afectos priístas y panistas tienen un grado de acuerdo mayor (el 61% y el 59%, respectivamente) que los próximos al perredismo (el 49%).

Entre las elites, las divergencias entre inclinaciones partidistas son más marcadas. Así, están de acuerdo con la política económica el 92% de los líderes afines al PAN, el 72% de los afectos al PRI y el 6% de los que lo son al PRD. Se observan diferencias similares en el grado de acuerdo con la política de seguridad (el 86% de los simpatizantes al PAN, el 50% de los del PRI y el 9% de los del PRD) y con la política educativa (el 69% de aquellos con inclinaciones panistas, el 40% de los de afinidades priístas y sólo el 6% de aquellos afectos al perredismo). Las diferencias entre las elites con respecto a la política exterior del gobierno son menores: el 97% de los afines al PAN, el 78% de los que lo son al PRI y el 37% de los que apoyan al PRD están muy o algo de acuerdo con el desempeño del gobierno en esta materia.

Gráfico 11. Desempeño del gobierno en política exterior

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Política exterior activa pero selectiva
La baja aceptación del desempeño gubernamental en materia de política exterior habla de un desfase entre las políticas oficiales recientes y las preferencias de la población y las elites. La mayoría de los mexicanos prefiere que México participe activamente en los asuntos mundiales (69%) a que se mantenga distante (20%). La preferencia por una participación activa aumentó en 13 puntos con respecto a 2006, y la opción aislacionista disminuyó en 10. El incremento del activismo tuvo lugar en todas las regiones, pero fue más acentuado en el centro (donde pasó del 55% al 70%) y en el sur (del 53% al 65%). Cuanto mayor es el nivel educativo y mejor la situación económica de los entrevistados, aumenta su proclividad a pensar que México debe tener una participación activa en asuntos mundiales.

Una manera de comprobar si la opinión pública efectivamente apoya un nivel más alto de actividad internacional por parte de México, es mediante el análisis de cuántos recursos se cree que deben invertirse (en forma de consulados y embajadas) con el fin de tener presencia en el extranjero. Tanto público (40%) como líderes (43%) consideran que el número de embajadas en África debería aumentar mientras que el 37% y el 46%, respectivamente, consideran que se debería mantener tal como está. Únicamente el 10% de la población y el 5% de los líderes creen que se deberían reducir el número de embajadas en África. Asimismo, se observa que a medida que aumenta el nivel educativo y la situación económica de los encuestados, existe mayor acuerdo en mantener el número de embajadas en África y una política exterior activa.

Ahora bien, ¿cuáles deben ser las prioridades de la actividad de México en el mundo? En el primer grupo de objetivos (más del 70% los considera muy importantes) aparecen cinco temas: (1) combate al narcotráfico y al crimen organizado (público 81%, líderes 91%); (2) proteger los intereses de los mexicanos en el exterior (público 76%, líderes 85%); (3) proteger el medio ambiente (público 76%, líderes 94%); (4) promover la cultura mexicana (público 73%, líderes 77%); y (5) promover la venta de los productos mexicanos en el exterior (público 71%, líderes 85%).

Tabla 2. Importancia asignada a los objetivos de política exterior 2008

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En las respuestas a los 15 objetivos seleccionados se puede apreciar una clara prioridad de los temas “duros” de seguridad así como de algunos temas económicos y sociales. En los temas de seguridad el más importante es el narcotráfico, que ocupa un lugar prioritario para el público (81%) y es el segundo para los líderes (91%); le siguen la protección de las fronteras terrestres y marítimas (público 65%, líderes 69%), el combate al terrorismo (público 61%, líderes 58%) y la prevención de la proliferación de armas nucleares (público 56%, líderes 59%). Los líderes, en comparación al resto de la población, otorgan mucha más importancia a las soluciones que implican la interacción con el exterior. Esta diferencia podría explicarse por la mayor familiaridad de las elites con la globalización.

Cuando se pregunta sobre lo que debería hacer México frente a las violaciones de los derechos humanos en otros países, la preferencia apunta al impulso de organismos como la ONU para que censuren estas violaciones (41%), frente a la opción de romper relaciones (17%) o de no entrometerse en asuntos de otros Estados (33%). En el caso de los líderes, las posiciones son mucho más radicales, pues el 70% está a favor de impulsar acciones en la ONU y sólo el 2% apoya la ruptura de relaciones.

Los mexicanos son coherentes entre las amenazas que perciben y los objetivos a los que dan prioridad. Por ejemplo, el 86% de aquellos que consideran al narcotráfico y al crimen organizado como una amenaza muy grave, dicen que combatirlos es un objetivo muy importante. Hay un menor nivel de coherencia en materia de controles a la migración: el 43% de quienes están más preocupados por la entrada de indocumentados a territorio mexicano creen que la protección de las fronteras terrestres y marítimas es un objetivo muy importante.

¿Quién y cómo debe encargarse del orden mundial? Entre el multilateralismo y la multipolaridad
Se hicieron varias preguntas para conocer el papel que deberían desempeñar las grandes potencias y las organizaciones multilaterales en el sistema internacional.Puede afirmarse que hay una preferencia por un mundo multipolar donde varias potencias ejerzan su liderazgo. También hay una orientación multilateralista en favor de los organismos internacionales. Sin embargo, el compromiso de los mexicanos con el multilateralismo tiene límites, pues condicionan su disposición a participar en ellos y acotan sus decisiones dependiendo de las circunstancias.

En relación al primer punto, una forma de medir la preferencia por una distribución multipolar del poder internacional, es averiguar cómo es de positiva o negativa la percepción del crecimiento económico de China frente al de EEUU. Mientras que el 46% de la población percibe el crecimiento económico de China como un hecho positivo para el mundo, el 59% de los líderes opina lo contrario. Si analizamos la visión negativa al interior de las elites por afiliación partidista, notamos que la percepción negativa sobre el crecimiento económico de China es mayor entre los simpatizantes del PRD (68%) que entre los otros partidos (PAN 60% y PRI 56%).

Hace dos años, el 67% de los líderes pensaba que era positivo que la economía china creciera hasta ser tan grande como la de EEUU y el 22% lo veía como algo negativo. Hoy, el 25% tiene una opinión positiva. Mientras que el público ve con buenos ojos el crecimiento económico de China, los líderes lo ven con temor.

Las percepciones del público sobre cada uno de los cinco países que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU varían mucho según la región, pues todo indica que, en general, los mexicanos tienen una opinión más positiva de países europeos y asiáticos con mayor peso económico que de países con los que tienen mayor afinidad cultural como los de América Latina. El público, además, muestra especial simpatía por la ONU.

Al preguntar a cuál de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU se le tiene menos confianza para mantener la paz internacional, resulta contundente la falta de confianza en EEUU. Para el 58% de los líderes es el país que menos confianza genera. Tanto el público (21%) como los líderes (11%) sitúan a EEUU detrás de Francia. A China le concede más confianza el público (16%) que los líderes (4%), pero menos que a Francia (19% la población y 41% los líderes) y más que al Reino Unido (4% la población y 11% los líderes).

Gráfico 12. Países que generan más y menos confianza para mantener la paz

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Hoy la opinión pública es más favorable a la participación de México en operaciones de mantenimiento de la paz que hace dos años, mientras que los líderes se muestran más reacios. En el público el apoyo subió del 49% al 60% si bien en los líderes bajó del 49% a 35%. La posición de las elites es mucho más cercana a la posición de las instituciones militares mexicanas y la política oficial, que en principio se oponen a cualquier tipo de participación de México en operaciones militares.

Gráfico 13. Fuerza de paz de la ONU

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Cuando se pregunta quién debería representar a América Latina en el Consejo de Seguridad en caso de que se abriera un nuevo asiento para la región, la mayoría de las elites (61%) y del público (65%) coinciden en que México debería ocuparlo. Esta respuesta puede interpretarse más en relación a la importancia que le conceden los mexicanos a su propio país que a la decisión de participar en asuntos de seguridad internacional, temas en los que, al menos en las dos últimas décadas, Brasil ha sido mucho más activo y ha adquirido más compromisos que México.

¿Dónde se ubican los mexicanos?

Afinidades selectivas
La posición de México en asuntos de política y relaciones internacionales puede verse reflejada en sus relaciones con otros países, particularmente en la opinión que se tiene de estos. Siendo así, cabe preguntarse: ¿Cuál es la opinión que tienen los mexicanos respecto a otros países? En una escala de 0 a 100, donde 100 representa una opinión muy favorable, 50 implica neutralidad y 0 es una opinión muy desfavorable, los mexicanos revelaron sentir el máximo nivel de afinidad con Canadá (público 71 puntos; líderes 84). La afinidad hacia EEUU ha perdido 12 puntos y 6 posiciones respecto a 2006. Si comparamos estos resultados con los de 2004, el cambio es notable: EEUU estaba en primer lugar empatado con Japón (68 puntos) y Canadá estaba en el tercer lugar (65 puntos). EEUU ha pasado de la primera posición de 2004 a la segunda en 2006 y a la séptima en 2008.

Después de Canadá, los países en mejor posición son España (público 66 puntos; líderes 76), Alemania (público 65 puntos; líderes 80), China (público 65 puntos; líderes 70) y Japón (público 64 puntos; líderes 79). Los países peor valorados por la población y los líderes son Venezuela (47 y 49 puntos) e Irán (46 para ambos).

Gráfico 14. Resumen: medias en los termómetros de países

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Respecto a 2006, también disminuye la afinidad hacia Cuba, pero se mantienen casi constantes los sentimientos hacia el resto de América Latina. El primer país de la región que aparece en la lista de preferencias de los mexicanos, Brasil, lo hace en 5º lugar, con 64 puntos (y los líderes lo sitúan en 5ª posición, con 76 puntos). Lo siguen, en los lugares 8º, 10º, 13º y 14º, Argentina, Chile, Colombia y Guatemala, con 60, 58, 51 y 51 puntos, estando los dos últimos muy cerca del nivel de la neutralidad. Los líderes muestran afinidades algo mayores hacia América Latina en términos absolutos (Argentina, 63 puntos; Chile, 76; Colombia, 61; Guatemala, 58), aunque en términos relativos no hay grandes divergencias con la población general, con la excepción de Chile, con quien hay una mayor cercanía. El posicionamiento de los países de América Latina no es muy diferente al de 2006, con las excepciones de Brasil y Cuba: el primero subió cinco lugares y 7 puntos, mientras que el segundo bajó ocho lugares y 11 puntos.

Una parte de la valoración que se hace a un país está determinada por la evaluación de sus líderes. Por ejemplo, se asocia a Felipe Calderón con México, a Hugo Chávez con Venezuela y a José Luis Rodríguez Zapatero con España. Por esta razón, siguiendo la misma escala aplicada para la evaluación de los países, se preguntó la opinión sobre 12 líderes políticos, exclusivamente norte- e hispanoamericanos. Entre los que conocen a los gobernantes existe una variación muy importante. Para el público, los tres líderes mejor valorados son Felipe Calderón (68 puntos), el brasileño Luis Inazio Lula da Silva (60) y José Luis Rodríguez Zapatero (61). Por su parte, los peor valorados son el cubano Raúl Castro (47), George W. Bush (45) y Hugo Chávez (36). Para los líderes, los mejor valorados son Lula da Silva (78), la chilena Michelle Bachelet (78) y Calderón (67). En los peor valorados coinciden con la población: Chávez (36) y Bush (45).

Al observar las calificaciones registradas tanto por países como por sus líderes, podría aventurarse que los sentimientos de los mexicanos hacia otros países reflejan más un reconocimiento al éxito económico (países desarrollados de América del Norte, Europa, Asia y Oceanía, o bien nuevas economías con gran dinamismo, como China y la India) que una simpatía por lo más parecido a México en términos económicos y culturales (América Latina y particularmente Centroamérica).

Gráfico 15. Resumen: medias en los termómetros de líderes

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Calificando las relaciones: amigos, socios, rivales o amenazas
¿Cómo integrar afinidad y percepción? Cuando se pide calificar la calidad de la relación con 14 países seleccionados, entre amigos, socios, rivales y amenazas, queda claro que afinidad no necesariamente implica una relación estratégica. En el caso del público, los principales amigos son los países latinoamericanos –Perú (59%), Chile (58%) y Argentina (57%)–, mientras que los principales socios son EEUU (51%), Canadá (44%) y Japón (34%). La Tabla 3 muestra el mismo comportamiento en la opinión de las elites, las cuales ven como amigos a Perú (76%), Guatemala (72%) y Argentina (69%), y como socios a EEUU (78%), Canadá (73%) y Japón (61%).

Tabla 3. Percepción de relaciones con otros países (público)

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Tabla 4. Percepción de relaciones con otros países (líderes)

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Existe un mayor consenso al identificar países como rivales o amenazas. Según el público, los rivales son Venezuela (13%), Cuba (12%) y Colombia (10%) y las amenazas son Venezuela (28%), Colombia (10%), Cuba y EEUU (cada uno un 8%). Para las elites también hay una coincidencia, con los principales rivales siendo China (25%), Venezuela (13%) y Brasil (10%), mientras que las amenazas son Venezuela (28%), China (17%) y Cuba (10%). Tanto el público como las elites saben diferenciar los conceptos de amistad y sociedad, así como los de rivalidad y amenaza.

Anclados en el continente: entre América del Norte y América Latina
Mostrando congruencia con las expresiones de afinidad, la intensidad de las relaciones de México con los países del continente es muy superior a las mantenidas con el resto del mundo. Tanto la población como los líderes consideran que las regiones del mundo a las que México debe prestar más atención son América Latina (37% y 33%) y América del Norte (30% y 28%). En lugares más distantes se encuentran Europa (10% y 14%), África (5% y 1%), Asia (3% y 15%) y Oceanía (1% y 0%). Esto se debe a que la actividad económica, política y diplomática del país se encuentra muy concentrada en el continente, por lo que México se inmiscuye poco en los asuntos más allá de éste.

México está geográfica y económicamente en América del Norte pero histórica, geopolítica y culturalmente tiene mucho más afinidad con América Latina. A la vez, parece existir la percepción de un agotamiento en la relación con América del Norte, en concreto con EEUU. Esta percepción se puede atribuir al estancamiento del proceso de integración regional y del aumento del peso específico de la seguridad dentro de la política exterior estadounidense tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Ante esta situación los mexicanos perciben como opción principal acercarse e integrarse con América Latina. En términos de identidad regional, hay una clara preponderancia de lo cultural sobre lo económico: el 58% del público y el 62% de los líderes considera que México es más latinoamericano que norteamericano, el 28% del público y el 23% de los líderes piensan lo contrario, y sólo el 6% y el 8% de ambos, respectivamente, creen que son simultáneamente norteamericanos y latinoamericanos. Congruente con su ubicación geográfica, la población del sur considera más latinoamericano al país (70%) que los norteños (47%).

Gráfico 16. México: ¿norteamericano o latino americano?

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La gran mayoría cree que en el futuro se profundizará la integración económica con América Latina (73%) y con América del Norte (71%). Los líderes lo creen con un poco de mayor intensidad con respecto a Latinoamérica (89%) que a Norteamérica (85%).

Ante la eventual profundización de la integración con ambas regiones, ¿cuál consideran los mexicanos que debe ser la prioridad para el país? No existe una clara tendencia entre la población y los líderes sobre qué región debe tener prioridad con respecto a la integración. El país está dividido en tercios: el 35% de la población y el 37% de los líderes prefieren que se integre con América Latina, mientras que el 30% del público y el 27% de las elites lo prefieren con América del Norte. Por último, un 22% de la población y un 31% de los líderes opinan que debe buscarse una mayor integración con ambas regiones.

Consistente con su ubicación geográfica, la mayor preferencia de los habitantes del norte (36%) es la integración con América del Norte, mientras que los del sur (45%) optan por la integración con América Latina. También hay un sesgo partidista muy evidente. La mayoría de los que se identifican con el PAN (47%) eligen la integración con Norteamérica, mientras que el 77% de los simpatizantes del PRD optan por Latinoamérica. Los afines al PRI se distribuyen casi por igual entre las tres opciones.

Las diferencias en las elites son más evidentes. La mayoría de los de orientación panista (47%) y priísta (32%) prefieren la integración con América del Norte. En cambio, los de preferencias perredistas optan por América Latina (77%). Quienes trabajan en el sector público (47%) también optan por América del Norte, los empresarios (41%) por ambas y los políticos (43%), medios de comunicación y académicos (45%), así como ONG y sindicatos, (51%) prefieren la integración con América Latina.

Los límites de la asociación con EEUU
La relación de México con EEUU es ambivalente. En este sentido, las reacciones de los mexicanos con su vecino del norte son eminentemente pragmáticas, pues se reconocen las relaciones económicas existentes y se percibe que en el futuro serán todavía más importantes, aunque también se siente un relativo agotamiento en el proceso de integración con este país.

En 2006, la mayoría de los mexicanos pensaba que la vecindad con EEUU era para el país más una ventaja (público 52%, líderes 85%) que un problema (público 39%, líderes 13%), contrariamente a la conocida frase: “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. En 2008, el escepticismo va en aumento, siendo ligeramente más quienes lo ven como problema (46% contra 45%) que como ventaja entre la población, mientras que la identificación como problema aumenta del 13% al 26% entre los líderes. Las diferencias regionales también son patentes en este rubro: en el norte, la mayoría (64%) lo ve como ventaja, mientras que en el sur (47%) y el centro (51%) lo ve como un problema. A pesar de estas diferencias regionales, entre 2006 y 2008 tanto en el norte como en el centro se reduce en 8 y 9 puntos la percepción de ventaja.

Gráfico 17. Vecindad con EEUU: ¿ventaja o problema?

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En 2006, el 54% de los mexicanos declaró que estaba muy o algo de acuerdo con que México y EEUU formen un solo país si esto significara una mejor calidad de vida para ellos; en 2008, esta postura se redujo al 45%. Si únicamente se pregunta por la integración en un solo país sin incluir el factor de mejoramiento en calidad de vida, el 36% estaría de acuerdo en la unión política. Al 61% que estuvo en desacuerdo se le permitió reconsiderar su posición condicionando dicha unión al mejoramiento en su calidad de vida: el 35% de ellos cambió de opinión y el 59% mantuvo su negativa a la integración. Así, pareciera que el pragmatismo desbordado hacia EEUU empieza a matizarse ante lo que se identifica como un agotamiento en las posibilidades de crecimiento en esta relación. Lo que es más, en la relación México-EEUU predomina la desconfianza, la cual ha aumentado en los últimos años. Para el público, ha pasado del 43% en 2004 al 53% en 2006 y al 61% en 2008, mientras que para las elites ha crecido del 41% en 2006 al 64% en 2008. Es importante destacar que existe una gran diferencia regional: cuanto más lejos se esté de la frontera norte más se desconfía de dicho país (45% en el norte, 62% en el centro y 72% en el sur). Esta desconfianza es mayor entre los votantes del PRD (65%), que entre los del PRI (31%) y del PAN (20%).

En la relación de socios con EEUU, el TLCAN desempeña un papel fundamental, aunque se observa un claro empeoramiento de lo que éste implica en el imaginario nacional. Poco más de dos terceras partes del público encuestado (67%) considera que se deben renegociar partes del tratado, principalmente en materia agrícola. A mayor nivel educativo, mayor es el porcentaje de apoyo para renegociar, dado que el 72% de los encuestados que no tienen ningún estudio favorece una revisión, mientras que esta cifra llega al 84% entre los universitarios.

En promedio, en una escala del 0 al 10 (donde 0 significa trabajar solo y 10 implica cooperar muy de cerca con EEUU), los mexicanos consideran que deben tener un nivel de cooperación de 6 con EEUU; los líderes se encuentran un punto por encima, con un promedio de 7. Tanto los que se identifican con el PAN como los que lo hacen con el PRI muestran una mayor disposición a cooperar con EEUU (6.2), mientras que aquellos del PRD o los que no se identifican con ningún partido se encuentran cinco décimas abajo (5.7). Existe una relación positiva de esta variable comparando la evaluación de la situación económica actual con la del año anterior: cuanto mejor se considere que ésta se encuentra, más proclive se es a cooperar con EEUU. Sin embargo, la reacción de los mexicanos es abrumadora en el sentido de no estar de acuerdo (61%) en asumir compromisos no deseados como resultado de la cooperación con su vecino del norte, mientras que el 24% estaría de acuerdo con ello. Cabe mencionar que las elites están más de acuerdo (46%) que en desacuerdo (42%) en las decisiones conjuntas. Por etiqueta partidista, el 28% de los que se identifican con el PRI están de acuerdo, frente a un 26% del PAN y un 14% del PRD.

En cuanto al tema migratorio, el 40% de los mexicanos se iría a vivir fuera de México si pudiera. La diferencia más importante se da a lo largo de líneas regionales, donde el 32% de los habitantes del sur lo harían frente al 42% y al 39% de los habitantes del centro y del norte del país. Cuanto más joven se es, también es mayor la intención de migrar. Así, en el grupo de 18 a 29 años, el 51% declara que migraría; el porcentaje disminuye conforme aumenta la edad: el 40% del grupo de 30 a 39 años, el 37% del correspondiente al rango de 40 a 49 años, el 25% del grupo entre 50 y 59 años, y también con la misma proporción los mayores de 60 años se irían a vivir fuera del país. Poco más de la mitad de los que migrarían (52%) lo haría a EEUU y un 13% se iría a Canadá.

Gráfico 18. Ira a vivir a EEUU e ir a vivir fuera de México

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Los límites de la amistad con América Latina

En los últimos años, la combinación de varios factores propició que México se distanciara diplomáticamente de América Latina. En primer lugar, el proceso de integración mexicana con América del Norte resultado del TLCAN redujo la importancia relativa de los países latinoamericanos para México. En segundo, el viraje ideológico hacia la izquierda de los principales países de la región (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Venezuela) implicó un mayor distanciamiento con los gobiernos panistas de México. En tercer lugar, el desinterés de EEUU y las crisis económicas en el Cono Sur abrieron vacíos de poder en Sudamérica, los cuales fueron llenados por Brasil como resultado del renovado activismo internacional del gobierno de Lula da Silva. Todo ello generó el creciente distanciamiento entre América Latina y México y, en particular, el aumento de la influencia relativa de Brasil en la región.

Como resultado de lo anterior, el gobierno del presidente Felipe Calderón estableció como una de sus prioridades de política exterior la reinserción de México en Latinoamérica. Para ello, se abocó a invertir el capital diplomático, político y económico necesario para posicionarse de nuevo en la región, ante el riesgo de quedar aislado de la misma. Su primer viaje al exterior fue precisamente a esta región y ha recibido las visitas oficiales de los presidentes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Uruguay. Esto refleja una recomposición de los lazos de México con los principales países del área.

En concordancia con lo anterior, los mexicanos consideran que las relaciones de México con América Latina están mejor que hace 10 años (52% tanto en el público como en los líderes) y que serán aún mejores dentro de 10 años (55% del público y 80% de los líderes).

A pesar de este consenso hacia la integración, no hay claras mayorías sobre el papel que debe desempeñar México en la región: el 46% del público y el 54% de los líderes consideran que la participación del país debe ser más cooperativa con la región, mientras que el 41% del público y el 45% de las elites creen que hay que ejercer un liderazgo regional, cifras que aumentan desde el 22% y el 23% respectivamente en 2006. Sobre este punto, hay diferencias regionales interesantes: la mayoría del norte (46%) opta por el liderazgo de México en la región. En cambio, en el centro, la mayoría (49%) prefiere la participación sin ser líder. La mayoría de priístas (47%) y perredistas (45%) optan por una participación cooperativa, mientras que la mayoría panista prefiere, por un ligero margen, el liderazgo (un 47% frente a un 44%).

Dentro de las elites, los simpatizantes del PAN (61%) y los del PRI (62%) optan por liderazgo, frente al 37% y el 38%, respectivamente, que apoya la participación coordinada. En cambio, el 71% de los perredistas prefiere la cooperación y el 29% se inclina por el liderazgo.

Gráfico 19. Papel de México en América Latina

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Gráfico 20. País latinoamericano en los últimos 10 años y en los próximos 10

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Las opiniones sobre el papel de México en la región podrían relacionarse con la percepción de la influencia relativa del país dentro del continente. Según el público, el país más influyente en la región en la última década ha sido México (22%), seguido de Brasil (18%). Sin embargo, los líderes discrepan de la población, ya que consideran que el país más influyente ha sido Brasil (64%), seguido de Chile (15%) y, en tercer lugar, México (9%). Entre el público se observan diferencias significativas por nivel educativo: cuantos más años de educación formal se tengan, mayor es el reconocimiento a Brasil como líder regional. En las elites, el 67 % de los líderes con simpatías perredistas son proclives a declarar a Brasil como el país más importante; frente al 59% de los de ideología priísta y al 57% de los de tendencia panista.

Con respecto a los próximos 10 años, se vuelve a mostrar la divergencia entre público y elites. Hacia el futuro, el público sigue pensando en México (28%) en primer lugar, seguido de Brasil (15%) y Argentina (12%). Las elites, aunque continúan reconociendo el liderazgo brasileño (54%), son más optimistas con respecto a México (28%).

Por regiones, en el norte un 33% piensa que México tendrá más influencia en América Latina, frente al 23% del sur. De nuevo, es significativo el nivel de educación: a mayor educación, mayor es el reconocimiento de Brasil como líder regional. Las elites también están divididas en este caso: aquellos con simpatías panistas optan por igual (44%) por Brasil y México, los de extracción priísta eligen a Brasil (43%) por encima de México (37%), mientras que en los de filiación perredista Brasil (71%) supera en 7 veces a México (10%).

Tampoco existe coincidencia entre población y elites con respecto a la probabilidad de un conflicto armado en la región, ya que el 41% del público lo considera más probable y el 57% de los líderes lo estima menos probable. En caso de un conflicto armado en América Latina, pueden actuar para resolverlo diferentes actores a saber: la ONU, la OEA, un grupo de países de la región, EEUU o un grupo de países de fuera de la región. De nuevo, se hace más que patente la diferencia entre público y elites. Mientras los primeros se inclinan mayoritariamente por la ONU (60%) y por un grupo de países de la región (11%), seguidos de la OEA (10%); las elites se muestran muy divididas: un 35% opta por la OEA, un 34% por la ONU y un 23% por un grupo de países de la región.

Se observa que a medida que aumenta el nivel educativo de los encuestados toma más peso la opción de la OEA como mediador. Además, entre la elite, la mayoría de los que simpatizan con el PAN (49%) prefiere que la OEA resuelva los problemas regionales, mientras que los del PRI (43%) y los del PRD (32%) optan por la ONU. Por su parte, la mayoría del sector gubernamental (47%) y el de las ONG y los sindicatos (29%) prefieren a la OEA, mientras que los políticos (43%), empresarios (42%), medios de comunicación y académicos (36%) escogen a la ONU.

Existe consenso respecto al país que ha generado más conflictos en la región en los últimos 10 años y que los generará en la próxima década: tanto el público (23% retrospectivo y 24% prospectivo) como las elites (67% retrospectivo y 60%, prospectivo) coinciden en nombrar a Venezuela.

Finalmente, con respecto a Centroamérica, México ha considerado a esta región como su área natural de influencia, la cual depende en gran parte de su disposición a invertir recursos en el área. En general, el público no está muy dispuesto a destinar recursos económicos para desarrollar las economías de los países centroamericanos (el 15% muy a favor y el 27% algo a favor), mientras que las elites sí lo consideran una buena inversión (el 28% muy a favor y el 37% algo a favor).

Gráfico 21. Opinión sobre los migrantes centroamericanos

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Gráfico 22. Ayudar a desarrollar las economías centroamericanas

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La opinión sobre los migrantes centroamericanos se encuentra muy dividida (41% muy o algo favorable y 48% muy o algo desfavorable), replicándose lo anterior en las elites (46% muy o algo favorable y 49% muy o algo desfavorable).

Para resolver la situación de los centroamericanos indocumentados en el territorio nacional, el público (45%) y los líderes (59%) prefieren el establecimiento de un programa de trabajadores temporales sobre el establecimiento de controles en la frontera sur, como una patrulla fronteriza (público 36% y líderes 29%). Cabe destacar la reducción en la incidencia de la última opción desde 2006, cuando el 51% de la población y el 38% de las elites la preferían.

En suma, se observa un latinoamericanismo muy claro en las preferencias de los mexicanos, exaltando el papel que México puede desempeñar en la región. Sin embargo, en general no hay actitudes comprometidas ni en los líderes ni en el público, como lo demuestra el caso de la ayuda a las economías centroamericanas.

Entre las preferencias de los mexicanos hay indicios de un eventual giro de México hacia América Latina. Siendo así, cuando México encuentre el delicado equilibrio entre sus dos identidades regionales podrá entonces, eventualmente, fungir como interlocutor y puente entre América Latina y América del Norte. Para ello, sería indispensable reducir las enormes brechas entre las regiones geográficas del país y aquellas entre las elites y la población, así como entre los diferentes sectores de las elites.

Conclusión

Los mexicanos han perdido interés frente al mundo: prepondera el ensimismamiento, el pesimismo y la desconfianza, en particular con respecto a la relación con EEUU. Como resultado de lo anterior, México parece coquetear con la posibilidad de integrarse más en América Latina, región con la que culturalmente siempre ha sido más afín. Sin embargo, no parece existir consenso sobre el papel que se debe desempeñar en esta región ni sobre la manera óptima de integrarse en ella. Lo que queda claro es que los mexicanos consideran el acercamiento a América Latina como una opción mucho más deseable, aunque no necesariamente más factible, que la integración con América del Norte.

Con respecto a las divergencias internas entre los mexicanos, se constatan las crecientes diferencias de opinión entre diversos grupos. Así, en términos de opinión pública y política exterior, existen muchos Méxicos: líderes y población, norte y sur, jóvenes y mayores, líderes tradicionales y emergentes, aquéllos más afines ideológicamente al PRI y al PAN ante los cercanos al PRD, y mexicanos con altos y bajos índices de instrucción formal. En términos generales, los primeros tienden a ser más internacionalistas, realistas, multilateralistas y pragmáticos, mientas que los segundos parecen ser más aislacionistas, idealistas, unilateralistas y tradicionales.

En suma, la encuesta “México, las Américas y el mundo” nos ofrece datos duros, metodológicamente sólidos, rigurosos y representativos, que son útiles para entender mejor las opiniones, actitudes, percepciones y valores de los mexicanos en materia de relaciones internacionales y de política exterior.

Gracias a este estudio entendemos mejor no sólo cómo se ven los mexicanos frente al mundo, sino también cuáles son sus temores y aspiraciones en el contexto mundial. Identificamos un México temeroso y fragmentado, que por una parte se refugia en sí mismo y, por otra, busca una tímida inserción en el mundo sin gran claridad, estrategia o consenso. Para resolver esta situación, deben diseñarse y ejecutarse políticas públicas que reduzcan, maticen y ordenen las importantes diferencias de opinión observadas entre los diversos sectores y grupos políticos, económicos, regionales y generacionales del México contemporáneo.


[1] El equipo de investigación de “México, las Américas y el mundo 2008” está conformado por Ferrán Martínez i Coma, Guadalupe González González, Jorge A. Schiavón, Tania Islas Weinstein y Jan Roth Kanarski.