Introducción

Desde principios de 2011 se están sucediendo las protestas democráticas en el mundo árabe, que reclaman el final de las dictaduras teocráticas y la instauración de la democracia y el Estado de Derecho. Comenzaron Túnez y Egipto, siguieron Libia y Yemen, en un proceso que sigue abierto. Sin duda se trata de un proceso de transformación comparable a la Caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento del bloque soviético, quizá incluso con un alcance geopolítico mayor, en opinión de muchos analistas.

Desde el punto de vista del análisis de las opiniones públicas occidentales, hay que subrayar que han venido a ofrecer otra cara del mundo árabe, después de una década presidida por las sombras de al-Qaeda y el terrorismo Islamista. Si al-Qaeda era integrismo islámico, las revoluciones son modernidad; si la primera era religiosa ultra-ortodoxa, las segundas tienen un marcado componente laico. Así las cosas, no es extraño que muchos analistas hayan interpretado los cambios como la reacción modernista frente al movimiento neoconservador islamista.

Por todo lo anterior, de entrada las reacciones en la opinión pública occidental, incluida la española, tenían que ser positivas. Como se verá, en línea con lo esperado, esto también sucede en España. Pero una serie de factores empañan la imagen exterior de los procesos y hacen que la alegría de los españoles –y occidentales, en general– no pueda ser completa.

En primer lugar, está la incertidumbre sobre el proceso. En los titulares de los medios occidentales y/o por parte de los líderes europeos o norteamericanos se han venido sucediendo las etiquetas: unas veces se habla de revoluciones; otras, de revueltas. A veces se presenta como un proceso inevitable; otras como un avance ciego, sin unas consecuencias claras.

Todo lo anterior se produce sobre el trasfondo de las imágenes del escenario en el que se están produciendo las transformaciones. El desconocimiento hace que se hable del mundo árabe, musulmán, etc. Los estudios sobre la opinión pública española demuestran que, a pesar de instituciones como Casa Árabe, sigue siendo una región envuelta en el misterio y los tópicos, que el terrorismo islamista reforzó.

Por otra parte, un tercer factor de incertidumbre se deriva de las mismas consecuencias no queridas: ascenso del islamismo, emigraciones masivas, etc. Son efectos que, convenientemente aireados por la prensa y analistas conservadores europeos, también producen ruido y distorsiones.

Y, finalmente, tampoco se pueden olvidar las actitudes y las políticas de los propios gobiernos occidentales. Se han producido reacciones variadas, cuando no abiertamente, contradictorias, incluso en el seno de la UE, que desde luego no han contribuido a aclarar las posiciones de sus opiniones públicas.

Como no podía ser menos, había que sondear la opinión de los españoles sobre los procesos de democratización que se están produciendo en el mundo árabe. Con este fin, en el BRIE 26[1] se incluyeron preguntas sobre las causas, pero también sobre las consecuencias y el papel que pueden jugar los actores internacionales, incluyendo España.

En este documento se extractan los resultados fundamentales. Además de las valoraciones del ciudadano medio español, también se desgranan los resultados según dos variables que de entrada resultan de interés: la edad y la ideología política.

Como es sabido, muchos de los cambios han sido promovidos por jóvenes. Su papel fue muy visible en el caso de Túnez y Egipto. Por lo tanto, a priori parecía apropiado sondear la opinión de los jóvenes españoles.

Por otra parte, como se está hablando de transformaciones políticas de primer orden, más que en otros casos interesa saber cómo fluctuaba la valoración con la ideología y las preferencias partidistas. Como ya hemos subrayado, los líderes de opinión y la prensa conservadora en Occidente han cargado las tintas sobre las consecuencias negativas, como los regímenes islamistas o las oleadas de emigraciones ilegales y masivas. Así que, de entrada, también se podía anticipar que la ideología política del entrevistado introdujese matices en la valoración.

En consecuencia, en el trabajo se analiza la percepción y la valoración de los cambios en la opinión pública española, prestando una especial atención a las variaciones que introducen la edad y la ideología del entrevistado/a.

Explicaciones y atribuciones causales

Comenzando por el análisis que de los cambios hacen los españoles, y en particular por las causas que en su opinión subyacen, entre los dos factores más relevantes en la caída de Mubarak el 73% de los entrevistados apuntan a la revuelta juvenil y, en segundo lugar, con un 49%, las redes sociales y las posibilidades de comunicación abiertas por Internet. El ejército es sólo mencionado por un 28%, y el apoyo de Obama por un 22%.

¿Cuál diría Vd. que han sido los dos factores más importantes en la caída de Mubarak en Egipto?

  • La revuelta juvenil
  • Las redes sociales e Internet
  • El ejército
  • El apoyo de Obama y EEUU

Figura 1. Principales factores en la caída de Mubarak, porcentaje de respuesta “mucho” y “bastante”

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Al tratarse de una pregunta de conocimiento e información, necesariamente hay que comenzar desglosando los resultados por el nivel de estudios. En línea con lo esperado, los entrevistados con menor nivel de estudios responden menos y se encuentran, por tanto, con porcentajes debajo de la media para casi todos los casos. Sólo mencionan con más frecuencia que los otros grupos el apoyo de Obama (26%).

En cambio, los universitarios, que en España siguen teniendo un mayor acceso a las tecnologías de la información, son quienes dan más importancia dan a las redes sociales, con un 61% (12 puntos por encima de la media).

Figura 2. Principales factores en la caída de Mubarak, en función del nivel de estudios

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Por edades, sorprendentemente, los jóvenes no tienden a destacar más la movilización de la juventud o el efecto de las redes sociales. Bien al contrario, son otros los grupos que destacan frente a la media:

  • Los mayores de 65 destacan con un porcentaje muy por debajo de la media de menciones a la revuelta juvenil (67%), pero más alto para las referencias al ejército (35%).
  • Los entrevistados de entre 45 y 64 años son los que más importancia atribuyen al papel jugado por las redes sociales e Internet (54%).

Figura 3. Principales factores en la caída de Mubarak, en función de la edad

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El impacto de la ideología es claro y va en el sentido esperado. No hay grandes diferencias entre izquierda y derecha en lo relativo al factor juvenil o Internet. Sí las hay en cambio en lo que atañe a las Fuerzas Armadas. Así, los entrevistados de derecha se refieren más frecuentemente que la media al ejército (35%).

Figura 4. Principales factores en la caída de Mubarak, en función de la autoubicación ideológica

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En lo referente al papel de otros países y de los organismos internacionales, las acciones de la UE en torno a estos acontecimientos obtienen el respaldo de la mayoría, con un 51% que valora su papel positivamente, aunque es superada por EEUU, con 14 puntos más de valoración positiva. En el caso de España y de Francia, la mayor parte de los encuestados no es capaz de pronunciarse sobre la postura de estos gobiernos al principio de los procesos. Por lo tanto, en la percepción de los españoles, y sin que sirva de precedente, dado el recelo de nuestra opinión pública ante la política exterior norteamericana, EEUU y Obama salen fortalecidos por su gestión de la crisis.

¿Cómo valora el papel de los siguientes países y organismos en los acontecimientos?

Figura 5. Valoración del papel de distintos países y organismos internacionales, porcentaje de respuesta “positivo” y “muy positivo”

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No hay muchas diferencias en estas valoraciones sobre EEUU o sobre la UE entre los españoles de una u otra ideología, pero, como cabía esperar, sí se encuentran en lo referente a la actitud y las acciones del gobierno español. En línea con lo que cabía suponer, el papel de España recibe más apoyo entre los votantes del PSOE que entre los del PP.

Figura 6. Valoración del papel de distintos países y organismos internacionales, en función del recuerdo de las elecciones generales de 2008: % de “positivo” y “muy positivo”

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Siguiendo con el protagonismo de los actores internacionales, la mayoría de los españoles –dos de cada tres entrevistados– parece estar de acuerdo tanto con que la Comunidad Internacional debería intervenir en Libia para derrocar a Gadafi, como con que España debería participar en esa intervención, siempre que fuera con la autorización de la ONU.

En su opinión ¿… sí o no?

  • La Comunidad Internacional debe intervenir en Libia para derrocar a Gadafi
  • España debería participar en la acción si hay un mandato o autorización de la ONU

Figura 7. ¿Qué deberían hacer la Comunidad Internacional y España?

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La Transición española como modelo

En este contexto del análisis del papel que ha jugado o pueden jugar terceros países, parecía oportuno preguntar a los españoles si se veían como modelo de democracia en el que podían mirarse los países árabes. Una amplia mayoría, un 59%, piensa que la Transición española podría ser un buen modelo de democratización para los países árabes.

¿Y España puede ser un modelo para esos países por su Transición desde el franquismo y su democracia?

  • No

Figura 8. ¿Puede España ser un modelo?

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El resultado es aún más significativo, si cabe, puesto que la imagen de la política en España está en uno de sus momentos más bajos. La serie mensual de los Barómetros del CIS indica que la imagen de los partidos y los líderes políticos en general no puede ser peor por el efecto de la crisis y la falta de consenso en materia económica.

Los datos del BRIE también indican que según los españoles la imagen política de su país está tan deteriorada como la económica. Desde hace año y medio, cuando arreció la crisis, sólo uno de cada 10 españoles piensa que la imagen de la economía o la política española son buenas en el exterior. No parece ser éste el contexto más apropiado para postularse como modelo.

Figura 9. Evolución de la opinión sobre la imagen de España en el exterior en distintos ámbitos, BRIE 23 a 26

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Y sin embargo, cuando se piensa en la historia, en la Transición, se sigue considerando a España un modelo para los países árabes que caminan hacia la democracia. Puede que las dificultades del presente estén llevando a esta nostalgia del pasado.

Apoyo de los españoles a los cambios

Dejando el terreno de las explicaciones, de cómo entienden los españoles el cambio, es conveniente pasar ya al terreno de las valoraciones, en el que cabe esperar más oscilaciones en términos de las distintas variables (edad, ideología, etc.).

En línea con lo esperado, la mayoría de los españoles ve con buenos ojos los procesos abiertos en el mundo árabe. Hasta un 59% de los entrevistados hacen una valoración positiva de los procesos de democratización en Túnez y Egipto. Sólo un 15% afirma que su valoración es “mala” o “muy mala”.

¿Qué valoración hace de los procesos de democratización en Túnez y Egipto?

  • Muy buena
  • Buena
  • Mala
  • Muy mala

Figura 10. Valoración de los procesos de democratización en Túnez y Egipto

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Sin embargo, no se produce el efecto esperado de la edad: los jóvenes no tienen una opinión mucho mejor que los adultos o los mayores. Las valoraciones más positivas vienen de los grupos de edad medios, donde el porcentaje supera el 60%, mientras que entre los más jóvenes y los mayores de 65 apenas supera el 50%. En cualquiera de los casos, la valoración es siempre mayoritariamente positiva.

Figura 11. Valoración de los procesos de democratización en Túnez y Egipto, en función de la edad

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Sin duda este no-efecto de la edad es más chocante si cabe porque, en cambio, sí se da un claro efecto del nivel de estudios. El porcentaje de valoraciones positivas es del 50% entre quienes tienen estudios de primaria o menos, frente al 70% de quienes tienen estudios superiores.

Figura 12. Valoración de los procesos, en función del nivel de estudios

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Sin lugar a dudas, lo que hay es un enorme desinterés y desinformación de una gran masa de jóvenes españoles sobre los cambios. Esto es lo que explica que no reaccionen de forma más favorable, al menos en relación con las expectativas que generan su edad y nivel de estudios.

Por ideología, son claramente los entrevistados que se ubican en el centro y la izquierda de la escala ideológica los que más apoyan estos procesos de democratización, con un 65% que afirma que su opinión es “buena” o “muy buena”, como media en ambos casos, porcentaje que desciende hasta el 50% entre los que se ubican en la derecha.

Figura 13. Opinión de los procesos, en función de la auto-ubicación ideológica

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Reforzando este efecto, los cambios también encuentran más aceptación entre los votantes del PSOE, con un 61%, que entre los del PP, con un 55%, aunque la diferencia no es tan significativa como en el caso del nivel de estudios.

Figura 14. Valoración de los procesos, en función del recuerdo de voto de las elecciones generales de 2008

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Incertidumbre

Uno de cada dos entrevistados se muestra de acuerdo con que la democratización de los países árabes es irreversible.

Dígame si está de acuerdo o en desacuerdo con: “la democratización de los países árabes es irreversible, no hay marcha atrás”.

Figura 15. ¿Es irreversible la democratización de los países árabes?

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Paradójicamente, los jóvenes son los más escépticos sobre el alcance de los cambios. Es el grupo de edad que piensa en menor medida que los cambios son irreversibles. En definitiva, los jóvenes españoles parecen más escépticos.

Figura 16. Acuerdo con “la democratización de los países árabes es irreversible”, en función de la edad

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En cambio, la visión discontinuista de que se está en presencia de un cambio histórico aumenta de manera lineal con el nivel de estudios, pasando del 45% al 56%, de los españoles menos formados a los universitarios.

Figura 17. Acuerdo con “la democratización de los países árabes es irreversible”, en función del nivel de estudios

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A pesar de que despiertan la aprobación de la inmensa mayoría de los españoles, y de que se consideran irreversibles, los procesos están rodeados de una enorme incertidumbre y/o desconocimiento, que lleva a la cautela. El acuerdo con que los “los cambios de ahora son sólo un comienzo” es aún mayor y alcanza el 79%.

Dígame si está de acuerdo o en desacuerdo con: “los cambios de ahora son sólo un comienzo: hay que ser cautelosos”

Figura 18. “Los cambios de ahora son sólo un comienzo: hay que ser cautelosos”

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La cautela aumenta con el nivel de estudios es considerable: pasa del 70% entre quienes tienen estudios de primaria al 91% entre quienes tienen estudios superiores.

Figura 19. Acuerdo con “los cambios de ahora son sólo un comienzo: hay que ser cautelosos”, en función de su nivel de estudios

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Quizá por la incertidumbre que rodea los procesos, uno de cada tres españoles no acierta a hacer una valoración del avance en los procesos de democratización. El porcentaje que opina que la democratización en Túnez va bien (22%) es ligeramente inferior al que opina lo mismo en el caso de Egipto (29%). En cualquier caso, es necesario destacar que los porcentajes de valoraciones negativas del estado actual doblan los de las positivas.

En su opinión, ¿cómo va del proceso de democratización en? % de respuesta positiva.

Figura 20. ¿Cómo va el proceso de democratización?

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La mayoría de los entrevistados opinan que es probable que las rebeliones se extiendan a otros países árabes: un 74% lo encuentra probable en el caso de Argelia, un 72% en el de Libia (antes) y un 70% en el de Marruecos. Los porcentajes bajan sensiblemente para Jordania (62%) y para la Autoridad Palestina (56%), pero aún sobrepasan ampliamente el 50%. La cuestión cambia fuera de la región y sólo un 28% ve probable que se extendiesen a Cuba, y aún menos, un 19%, a China.

¿Cree Vd. que en los siguientes países pueden producirse rebeliones de esta naturaleza?

Figura 21. Opinión sobre la probabilidad de que las rebeliones se extiendan a otros países, porcentaje de respuesta “mucho” y “bastante”

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Consecuencias anticipadas

Entre las consecuencias más probables para los españoles estarían, sin duda, en primer lugar, las migraciones masivas (75%). Es un efecto colateral que, por lo tanto, los españoles tenían muy presente ya antes de que se produjese la crisis de Lampedusa, el rifirrafe entre Francia e Italia, etc.

Sin embargo, la oleada migratoria no es el único –diríase– “efecto perverso” que perciben los españoles. En el BRIE se preguntó por una serie batería de problemas que podrían derivarse de los cambios. Además de la extensión de las revoluciones a otros países árabes (64%), que como ya se vio se consideraba probable para casi todos por los que se preguntó anteriormente, y la extensión del islamismo en los países afectados (60%), más del 50% también piensa que es posible que se produzcan guerras civiles (54%) y conflictos con países vecinos (52%).

Los españoles parecen sentirse abrumados por este aluvión de catástrofes hipotéticas, mientras que, en cambio, es mucho menor el porcentaje que ve la luz al final del túnel. Sólo un 44% piensa que se producirá una consolidación de las democracias en esos países.

Como consecuencia de los cambios acaecidos hasta ahora, ¿piensa Vd. que se pueden producir?

  • Guerra civil en los países
  • Islamismo en los países
  • Conflictos con países vecinos
  • Extensión de las revoluciones a otros países árabes
  • Transformación final en democracias
  • Migraciones masivas

Figura 22. Opinión sobre la probabilidad de distintas consecuencias de las rebeliones, porcentaje de respuesta “mucho” y “bastante”

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Se puede especular sobre por qué impera este clima de pesimismo. Desde luego, la propia incertidumbre que rodea los procesos, derivada en parte de la reacción en cadena que se espera, no invita al optimismo, dado el factor islámico, que también coadyuva.

Por otra parte, la opinión pública española tampoco pasa por el mejor de sus momentos. El pesimismo producido por la crisis económica puede estar irradiando también las percepciones del exterior.

En todo caso, no es menos cierto que todas estas posibles amenazas están muy presentes en la opinión pública por la misma agenda de los medios y la clase política europea, que airean estos fantasmas. Este efecto de la información se confirma cuando se analizan los datos por nivel de estudios. Son aquellos que tienen un nivel de estudios intermedio-superior quienes destacan más la extensión de las rebeliones (74%) o su consolidación como sistemas democráticos (49%), aunque también afirman más a menudo que es posible que deriven en guerras civiles (63%) y en conflictos con los países vecinos (60%).

Figura 23. Opinión sobre la probabilidad de distintas consecuencias de las rebeliones, comparación secundarios/media, % de “mucho” y “bastante”

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En definitiva, el público más informado, acaso por su sobre-exposición a los medios, tiene una visión más compleja, en la que se subrayan los logros –consolidación democrática– pero también los riesgos que entrañan los procesos –guerras civiles, conflictos, etc.–.

En términos de edad, es curioso que sean los jóvenes quienes tengan una visión más alarmista. En comparación con otros grupos de edad, ven más probable que se produzcan guerras civiles (66%) y conflictos con los países vecinos (62%).

Figura 24. Opinión sobre la probabilidad de distintas consecuencias de las rebeliones, comparación 18-29, % de “mucho” y “bastante”

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Por recuerdo de voto, vemos que los votantes del PP consideran más probable que los del PSOE la extensión del islamismo (65% frente a 61%) y las guerras civiles (59% frente a 54%). Por lo tanto, se confirma el alarmismo de la derecha, que subraya los efectos perversos, frente al mayor optimismo de la izquierda sobre el desenlace de los procesos.

Figura 25. Opinión sobre la probabilidad de distintas consecuencias de las rebeliones, en función del recuerdo de voto de las elecciones generales de 2008, % de “mucho” y “bastante”

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Democracias musulmanas y actitud ante los partidos islamistas

Como se ha visto, la media de los ciudadanos españoles parece especialmente preocupada por una serie de problemas que se pueden derivar de los cambios, comenzando por el éxodo masivo de emigrados y refugiados. Tampoco parece menor la amenaza de la llegada de regímenes islamistas ¿Por qué es la opinión pública española tan pesimista?

Dos de cada tres entrevistados por el BRIE apoyan la afirmación de que es necesario que cambie la “cultura musulmana conservadora” para que pueda funcionar la democracia. La pregunta se formuló de esta forma tan “huntingtoniana” intencionadamente, esperando encontrar pronunciamientos en contra. Pero los resultados confirman los prejuicios de la cultura musulmana como conservadora, machista, etc. Los resultados de BRIE anteriores apuntaban ya en esa dirección.

Por lo tanto, el pesimismo de los españoles respecto a la consolidación de la democracia en el mundo árabe se nutre:

  • De la incertidumbre sobre el proceso.
  • De los estereotipos –otros dirán, percepciones reales– de los países musulmanes como conservadores, autoritarios, etc.

Dígame si está de acuerdo o en desacuerdo con: “Mientras no cambie la cultura musulmana conservadora no puede haber democracia”.

Figura 26. “Mientras no cambie la cultura musulmana conservadora no puede haber democracia”

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Es un argumento claramente conservador. Apoyan más esta afirmación los votantes del PP (70%) que los del PSOE (64%), entre quienes aumenta ligeramente la no respuesta.

Figura 27. Acuerdo con “mientras no cambie la cultura musulmana conservadora no puede haber democracia”, en función del recuerdo de voto de las elecciones generales de 2008

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Entre los españoles que tienen una opinión formada, la mayoría estaría a favor de impedir la llegada de partidos islamistas al poder: el 44%, frente al 25% que no lo impediría.

Dígame si está de acuerdo o en desacuerdo con: “se debe impedir la participación de los partidos islamistas en las nuevas democracias”.

Figura 28. “Se debe impedir la participación de los partidos islamistas en las nuevas democracias”

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Llamativamente, el rechazo al islamismo es mucho menor entre los más jóvenes, con sólo un 30%, frente al 50% de los otros grupos.

Figura 29. Acuerdo con “se debe impedir la participación de los partidos islamistas en las nuevas democracias”, en función de la edad

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Los jóvenes españoles: ¿desinterés o posmodernización

Hay que subrayar algunas conclusiones relativas a la base social de estas percepciones de los cambios. La primera se refiere a la “inframovilización” de la juventud española, a su falta de entusiasmo, y más si se tiene en cuenta que, como se ha visto, sí ha trascendido en España que los jóvenes han sido el motor del cambio en los países árabes.

Sin lugar a dudas, el hecho de que los cambios en el mundo árabe resuenen menos de lo esperado en la juventud española puede obedecer a la coyuntura. La incidencia del paro juvenil y la falta de expectativas respecto al futuro puede estar haciendo que los jóvenes españoles ahora mismo estén más preocupados por ellos mismos que por sus coetáneos del mundo árabe. Pero tampoco se puede infravalorar el peso de factores estructurales, en particular los relativos al cosmopolitismo y el cambio de valores.

La indiferencia que se ha detectado entre los jóvenes españoles está ligada, sin duda, a su desinformación y desinterés por las cuestiones internacionales, que los caracteriza y diferencia frente a los jóvenes de otros países europeos. Sin lugar a duda, los cambios que están sucediendo serían una buena ocasión para empezar a combatir este mal endémico, y las instituciones competentes, tanto las generales, el Ministerio de Asuntos Exteriores, como las específicas, la Casa Árabe, pueden y deben hacer más para fomentar el conocimiento del mundo árabe entre los jóvenes españoles aprovechando –y apoyando– estos cambios.

Sin embargo, la actitud de los jóvenes españoles no sólo responde al desconocimiento o al desinterés. Porque también se acaba de ver que los jóvenes están menos preocupados con la llegada de partidos islamistas al poder. Este dato es coherente con su actitud ante otro aspecto de la cultura musulmana: el velo islámico.

En el conjunto de la población española, la mayoría acepta de mayor grado el crucifijo católico que el velo islámico. La relación es de tres a uno.

Figura 30. Evolución del grado de acuerdo con que las niñas musulmanas lleven velo en el colegio y con que se exhiban crucifijos en las aulas, BRIE 14 a 26

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Hay que resaltar las diferencias por edad en estas cuestiones. Los jóvenes españoles están más en contra de los crucifijos que la media de los españoles. Por lo tanto, serían más laicos. Hasta aquí, un defensor de la secularización de la sociedad española, podría decir con toda la razón: “todo bien”.

Sin embargo, significativamente, los jóvenes españoles se muestran mucho menos intolerantes con el velo. Uno de cada tres veinteañeros lo ve bien. Se podría estar ante un síndrome de la generación posmoderna. La socialización en el “todo vale” puede aumentar la tolerancia hacia ese símbolo de dominación masculina.

También cabría hablar de un retroceso de la agenda de género en la sociedad española. Esto encajaría con las alarmas que se han encendido contra el avance del “neomachismo” en la sociedad española, y más entre la juventud, en particular.

Figura 31. Acuerdo con diversas afirmaciones relacionadas con la inmigración, comparación 18-29/media

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Puede que las actitudes de los jóvenes españoles ante el velo estén dando claves sobre su actitud ante el cambio en el mundo árabe: su indiferencia ante los cambios democráticos, su menor recelo ante el islamismo, etc. Frente a sus mayores, que sí han conocido la dictadura franquista y la importancia de la democracia, los jóvenes españoles están de vuelta de todo. Y el giro relativista posmoderno les lleva a tolerar el velo y a no cuestionar su machismo.

Sea por desinterés o por el síndrome posmoderno, el hecho es que las actitudes ante el cambio en los países árabes están revelando un problema de fondo en la cultura política, incluso en los valores morales, de la juventud española. Sólo así se entiende que les resulten menos inquietantes los regímenes autoritarios o los velos.

Conclusiones

En términos generales, la opinión pública española da su apoyo a los cambios. Además, por lo menos en abril de 20011, imperaba el optimismo: en lo relativo a la valoración de los procesos de democratización en el mundo árabe, uno de cada dos (45%) cree que va bien en Túnez. El porcentaje es algo menor (36%) en el caso de Egipto.

Pasando a la situación en Libia, el 59% defiende que la Comunidad Internacional debe intervenir en Libia para derrocar el régimen de Gadafi. El 58% también apoya que España participe en la acción si hay un mandato o autorización por parte de la ONU.

El 70% considera probable que se extiendan a otros países musulmanes. Sin embargo, no se cree que la onda expansiva alcance a dictaduras fuera del mundo musulmán. El 70% no cree que afecte a China, ni tampoco a Cuba (60%).

Pasando de las luces a las sombras, aunque uno de cada dos españoles considera que la democratización de los países árabes es un proceso irreversible, al mismo tiempo, prevalece cierto escepticismo, pues uno de cada dos españoles cree poco probable la transformación de los países árabes en democracias como las Occidentales.

En lo relativo a las posibles consecuencias de las revoluciones en los países árabes, la más evidente para el 75% de los españoles son las migraciones masivas. Y un 60% teme que se produzca la llegada del islamismo.

En este sentido, el 45% de los españoles cree que se debería impedir la participación de partidos islamistas en las nuevas democracias árabes, frente al 26% que cree que deberían hacerlo.

En conclusión, hay que subrayar que los españoles apoyan los cambios, aunque con importantes reservas, especialmente entre los sectores más conservadores. Los “peros” están ligados al fantasma de las migraciones masivas y la amenaza potencial de los regímenes islamistas.

En lo relativo a las bases sociales de las opiniones y actitudes, se puede subrayar la “sobremovilización” de la derecha española en contra de los cambios. Aquí sin duda resuena el discurso conservador sobre los cambios, con sus dos leitmotivs fundamentales: la amenaza que supondrían para Occidente las migraciones masivas y el ascenso de regímenes islamistas.

Sin embargo, más preocupante que la sobremovilización de la derecha en contra de los cambios, es la desmovilización de los jóvenes a favor de la democracia y las libertades. El documento señala la indiferencia de los jóvenes españoles ante unos cambios que provocan más reacciones entre los mayores.

Entre las posibles explicaciones, desde luego hay que considerar la apatía de la juventud española, sumida en unos problemas como el paro y la falta de expectativas respecto al futuro, que acaso le impidan interesarse por los de los jóvenes árabes. Sin embargo, también hay que barajar el efecto posmodernizador, el síndrome de “estar de vuelta de todo”, coherente con el mayor relativismo que también se pone de manifiesto en las actitudes de los jóvenes ante el velo islámico.

Javier Noya, investigador principal de Imagen Exterior de España y Opinión Pública, Real Instituto Elcano


[1] La ficha técnica del BRIE 26 es la siguiente:
Universo: población en ámbito nacional general de 18 años y más.
Tamaño muestral: 1.200 individuos.
Entrevista: telefónica (llamada al hogar del entrevistado).
Muestreo: estratificado directamente proporcional a la distribución de la población nacional y con cuotas proporcionales a la población nacional, según sexo y edad.
Error muestral: ±2,9 para datos referidos a toda la muestra (1.200n); ±4,0 para datos referidos a submuestras de 600 (*), p = q = 0,5 y un intervalo de confianza del 95,5.
Fecha de campo: 15 de febrero a 8 de marzo.
Trabajo de campo: Gabinete de Análisis Demoscópico (GAD).