Sumario ejecutivo
La denominada Cuarta Revolución Industrial (4RI) comprende un conjunto amplio de tecnologías de naturaleza disruptiva para los procesos, productos y modelos de negocio de la industria tradicional. Su implantación ofrece retos y oportunidades a la prosperidad de los países, empresas e individuos de una magnitud igualmente disruptiva.
Para afrontarlos, gobiernos y empresas, por separado o en cooperación, han elaborado estrategias, planes, medidas y recursos para adaptar su tejido tecnológico e industrial a la nueva era en la que se ha entrado, para aprovechar sus posibilidades de crecimiento e inclusión y reducir sus desafíos de empobrecimiento y desigualdad. Son iniciativas para que los actores implicados tomen conciencia de los retos tecnológicos y culturales que se avecinan y mejoren sus niveles de digitalización, innovación y talento.
En este sentido, el presente Documento de Trabajo revela un desfase en la adaptación española respecto a nuestros principales competidores o la media europea en casi todos los requisitos necesarios para afrontar con garantías la 4RI. El desfase comienza por el nivel estratégico, donde todavía no se dispone de un Marco Industrial o una Estrategia Digital para orientar la acomodación estratégica de empresas y particulares, a pesar de que se encuentran en avanzado estado de elaboración. Continúa por la insuficiencia de las inversiones públicas y privadas en Investigación, Desarrollo e Innovación, donde la caída sostenida de las partidas y ejecuciones presupuestarias restan a los Gobiernos el efecto tractor que precisa la inversión privada. Y termina por la escasez del talento necesario para aprovechar las oportunidades laborales de las nuevas tecnologías. En conjunto, las carencias anteriores representan un reto sistémico para la industria española que, de no remediarse a tiempo, dañará gravemente la prosperidad nacional.
El sector tecnológico e industrial no es el único que contribuye a la economía nacional ni el único que se verá afectado negativamente por el entramado de cambios disruptivos, pero es un sector que –bien preparado– podría aprovecharlos positivamente por su efecto multiplicador. Desde una perspectiva de oportunidades, una buena adaptación a la nueva revolución industrial aumentará su aportación de valor bruto añadido, el número de empleos de alta cualificación, la calidad y tecnología de sus exportaciones y la productividad y competitividad del tejido productivo español. Por el contrario, y desde la expectativa de riesgos, una mala adaptación reduciría la contribución industrial a la riqueza nacional y destruiría empresas, puestos de trabajo y centros de investigación.
Aparte de los elementos de seguridad económica mencionados, este Documento de Trabajo llama la atención sobre la necesidad de que el crecimiento y la prosperidad se vinculen con la inclusión, de forma que participen en sus beneficios la mayor cantidad posible de ciudadanos y que el crecimiento económico alivie la exclusión y desigualdad social. En ese sentido, un fracaso en la adaptación a los cambios tecnológicos e industrial acelerados que se avecinan conduciría a un doble problema de prosperidad, porque disminuiría la contribución del sector industrial a la riqueza nacional, y de seguridad, porque el incremento de la desigualdad y la exclusión favorecerá la desestabilización social.
La gravedad de esta combinación de inseguridad económica y social para España a medio plazo obliga a enfocar la transformación tecnológica e industrial de una forma diferente. Para ello, este Documento de Trabajo propone un enfoque similar al de seguridad nacional aplicado a riesgos graves para la seguridad y la prosperidad nacional por su alta probabilidad de ocurrir y por la importancia de su impacto. Es un enfoque apropiado para gestionar agendas complejas, transversales, transformacionales, plurianuales y participativas, que permite adoptar medidas preventivas y reactivas para afrontar los retos y oportunidades de la 4RI.
Este nuevo modelo de gobernanza debe gestionarse mediante un sistema que integre políticas, capacidades e iniciativas públicas y privadas bajo la supervisión presidencial en los tres niveles básicos: estratégico, operativo y de ejecución. Debe contar con un responsable único, al mayor nivel jerárquico posible y con el respaldo ostensible de la Presidencia del Gobierno, apoyado en sus decisiones estratégicas por un Consejo similar a los actuales consejos del sistema de Seguridad Nacional. Debe contar con un organismo de carácter operativo y naturaleza mixta pública-privada, similar a los comités especializados del mismo sistema y con un órgano de ejecución especializado dentro de la Administración. También se propone arropar a los anteriores con un sistema de inteligencia económica adecuado al nuevo escenario tecnológico e industrial.
Félix Arteaga
Investigador principal, Real Instituto Elcano | @rielcano