Resumen
Los movimientos migratorios son una constante en la historia del continente, más aún, constituyen una forma de vida para muchas de sus culturas, que tienen un alto componente nomádico y trashumante. Desde el exterior la percepción general es que el objetivo primero de los migrantes africanos es abandonar el continente, pero en realidad la mayoría se queda en África. Si bien la iniciativa de migrar forma parte de la normalidad africana, los motivos que empujan a hacerlo han cambiado enormemente por la incorporación de nuevos factores que configuran un mapa lleno de variables. Este Documento de Trabajo analiza el componente intra-africano de los flujos migratorios actuales en el continente, indica los patrones comunes de la migración africana contemporánea, traza los flujos migratorios por regiones y expone las iniciativas de las instituciones africanas continentales, regionales y nacionales respecto a la gestión de la migración.
Introducción
A pesar del incesante goteo de noticias que nos hablan de avalanchas de emigrantes africanos dispuestos a pagar hasta con su vida para llegar a Europa, los flujos migratorios subsaharianos son más intra-regionales e intra-continentales que extra-continentales. Ciertamente cada vez con más frecuencia los africanos miran hacia Europa, Oriente o EEUU, pero en la actualidad su destino principal sigue siendo la propia África.
Antes de continuar, es conveniente advertir que la ausencia de datos demográficos actualizados en la mayor parte de los países africanos hace que los estudios de población del continente tengan un alto componente especulativo. Los principales problemas son el grave déficit de registros censales de población, el escaso control fronterizo o los elevados niveles de organización informal de la sociedad.
Pese a estas dificultades para proyectar una fotografía más o menos nítida de la realidad migratoria africana, al menos parecen claros una serie de elementos que ayudan a definirla.
Haciendo un escueto repaso histórico, en la época pre-colonial los movimientos poblacionales eran en general de carácter espontáneo y se desarrollaban de forma circular, estacional y nomádica: movimientos pastorales o agrícolas ligados a los cambios de estación, e incluso a cambios climáticos.
Por su parte, la colonización no sólo configuró la ordenación geopolítica del continente, también estableció importantes alteraciones en la disposición socio-económica y estructural de las sociedades africanas: construcción de carreteras, vías de ferrocarril y nuevas rutas marítimas que facilitaron el tránsito de población; implantación de una nueva estructura comercial; introducción de los impuestos; desarrollo de plantaciones y explotaciones mineras, etc. Si bien estos cambios marcaron el inicio de las primeras desigualdades regionales, también incidieron de forma determinante en los nuevos patrones de los flujos migratorios. Los principales movimientos migratorios de la época colonial se dirigían a labores temporeras agrícolas o a explotaciones mineras. Ya entonces era un miembro del grupo el que partía como emigrado, dejando atrás a una familia o una comunidad rural que dependía de sus remesas.[1]
El colonialismo transformó para siempre el despejado mapa geográfico del continente y lo fraccionó con trazos fronterizos altamente arbitrarios que, a pesar de que dividieron regiones étnicas o de lengua común, sufrieron escasas modificaciones después de la independencia. De hecho, las parcelaciones geopolíticas impuestas fueron prácticamente aceptadas en su totalidad, generando la aparición de una cincuentena de Estados nuevos; sin embargo, no parecen haber calado con la misma fuerza en una gran parte de población, que sigue teniendo un concepto de territorio ajeno a la idea de frontera.
Una vez alcanzada la independencia, se incorporaron nuevos factores al patrón intra-regional de migración. El más importante, por lo dramático y por las dimensiones que ha llegado a alcanzar, es el de las corrientes de refugiados que huyen de los violentos conflictos que asolan sus zonas. Es el caso de los países del Este y Oeste de África en los años 80, 90 y 2000, o los conflictos actuales del cuerno de África, o de la zona de los grandes lagos, que han provocado y siguen provocando grandes movimientos forzados de población. Con todo, la agrupación del continente en ligas económicas y regionales como la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS, en inglés),[2] la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC, en inglés),[3] el Mercado Común del Este y del Sur de África (COMESA, en inglés),[4] o la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (UEMOA),[5] ha favorecido el mantenimiento de las rutas migratorias intra-regionales.
Las pautas actuales de los flujos migratorios en África son muy diversas: migración económica; migraciones forzosas para huir de conflictos, guerras, persecuciones étnicas o religiosas; feminización de la migración; grandes flujos de tráfico ilegal de personas, especialmente mujeres y niños; transformación de los flujos laborales de emigración en flujos comerciales; diversificación de los destinos migratorios; fuga de cerebros y de personal cualificado; e incluso migración entre las elites más acaudaladas que buscan diversificar fuentes de ingresos.
Geográficamente, los tipos de migración varían según las distintas regiones: migración laboral que se desplaza desde África Occidental y Central hacia países desarrollados o hacia la zona petrolera del Golfo Pérsico y las grandes explotaciones agrícolas del Sahel; flujos de refugiados en África del Este, África Central y –cada vez en menor medida– en África Occidental; y migración laboral de países del Este de África y de África Austral a Sudáfrica.
La migración preocupa cada vez más en el continente, donde crecen iniciativas de gestión e investigación por parte de instituciones africanas. Si embargo, en muchos casos las administraciones no se han enfrentado de forma coherente a esta cuestión y han tomado medidas improvisadas e incluso contraproducentes. Así lo demuestran las severas órdenes de expulsión de emigrantes llevadas a cabo en Nigeria en los años 80 y Costa de Marfil en los 90 y 2000, y los frecuentes brotes de xenofobia que surgen en los países de mayor acogida de emigrantes.
Falta de datos: cifras y censos
Cualquier análisis sociológico o demográfico en el continente africano se enfrenta a un gran obstáculo de base, la falta de datos actualizados. Esta escasez de información se debe, fundamentalmente, a tres factores: (1) el grave déficit de registros censales de población; (2) los elevados niveles de organización informal de la sociedad, que hacen aún más complicado contabilizar el flujo de trabajadores que se mueven dentro de ella; y (3) la prácticamente nula demarcación de las fronteras internacionales africanas, así como la falta de infraestructuras fronterizas y el escaso equipamiento y formación de las fuerzas de vigilancia, que eximen a estos flujos migratorios de cualquier tipo de control.
A pesar de ello, la herramienta más útil para trazar el complejo mapa de los flujos de migración africanos son los censos de población, que, al especificar el lugar de nacimiento de los ciudadanos, muestran si han emigrado de su país al menos una vez. Pero en África Subsahariana muchos de los censos son extraordinariamente antiguos, de los 56 países que integran el continente, 19 no tienen información alguna en sus censos sobre la población migrante.[6] Además, numerosos censos mezclan las cifras de población migrante con las de refugiados, dando lugar a conclusiones erróneas. En la mayor parte de los casos tampoco hay datos, ni siquiera estimaciones, sobre la cantidad de migrantes sin papeles, que a menudo conforman el grupo más amplio. Los migrantes de larga duración suelen estar reflejados, mientras que los de corta duración (temporeros, etc.) en demasiadas ocasiones no aparecen. En este contexto confuso, la Unión Africana (UA) se ha propuesto dar prioridad al problema de la falta estadísticas fiables y ha planteado una serie de medidas, como la puesta en marcha de leyes en el ámbito nacional para la recogida y difusión de datos sobre migración, una mayor coordinación entre los diferentes ministerios e? instituciones, y la creación de una unidad de recogida y coordinación de datos específicos sobre migración, adscrita a la propia UA.
Ni siquiera parece haber acuerdo sobre la cantidad actual de población migrante africana.[7] Desde la UA se afirma que de los 190 millones de migrantes que la ONU estima existen en la comunidad internacional, 50 millones son africanos. Por su parte, la Organización Mundial del Trabajo los cifra en 20 millones (OIT, 2003), mientras que la Organización Internacional para las Migraciones calcula que son 16,2 millones (OIM, 2003). A todo esto hay que sumar la ausencia total de datos sobre la población que cruza las fronteras africanas y el escaso control de las corrientes de refugiados; se cree que en África viven casi 2,5 millones de los 11 millones de refugiados mundiales.
Si nos atenemos a los datos de la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (UNDESA, en inglés),[8] el número total de migrantes africanos pasó de un millón en los años 60 a más de 17 millones en 2005. Y aunque este aumento es significativo, al compararlo con el crecimiento total de la población africana durante el mismo período de tiempo supone, de facto, una disminución del 3% al 1,9%, debido al fuerte crecimiento demográfico registrado en el continente. Son, no obstante, cifras que siguen colocando a África a la cabeza de los movimientos migratorios mundiales de países en desarrollo, que en otras zonas, como el Caribe y América Latina afectan al 1,2% de su población, o en Asia al 1,4%. El incremento mayor se produjo entre 1960 y 1980, cuando la población migrante africana pasó de 9 a 14 millones. En 1990 se contabilizaban ya 16 millones, y de entonces a 2005 la cifra aumentó en un millón, lo que supone una cierta estabilidad en la progresión. También es importante destacar que en 1960, en pleno auge de los procesos de independencia coloniales, el porcentaje de migrantes internacionales en África era superior al de Europa (3,4% frente al 2,8%), mientras que en 2005 el porcentaje de migrantes internacionales europeos es más de cuatro veces superior al africano (8,7% frente al 1,9%), básicamente debido a los grandes flujos migratorios procedentes de Europa del Este. Por tanto, en los últimos 20 años no se ha producido un ascenso significativo ni en el número absoluto de migrantes, ni en su porcentaje. De cara a los próximos 40 años no se prevén grandes cambios en esta tendencia, aunque hay que tener en cuenta que se pronostica un pronunciado crecimiento de la población africana, que se triplicará.
Corrientes migratorias intra-subsaharianas actuales
En general, los países que dominan las agrupaciones regionales en las que se ha organizado el continente son quienes aglutinan el flujo migratorio de su área. Por supuesto, y a la vez que mejoran las redes de comunicación, las rutas migratorias intensifican sus movimientos dentro de los propios países y entre regiones, por ejemplo, hacia Suráfrica se dirige cada vez más población desde todos los puntos del continente y no únicamente de los países vecinos.
Si desde el punto de vista internacional subsahariano las corrientes migratorias se dirigen hacia el sur, en el ámbito intra-regional la migración se produce del campo a la ciudad. Este flujo afecta a población muy pobre, especialmente mujeres y niños, que huyen del hambre y se concentran en núcleos urbanos donde existe una total falta de infraestructura para acogerlos, en un fenómeno que se ha diagnosticado como “urbanización prematura”. En muchos casos los emigrantes de zonas rurales ocupan los puestos de trabajo de los que emprenden la diáspora fuera de África desde las ciudades, lo que se traduce en una emigración por etapas, primero de las zonas rurales a la ciudad, y después fuera del país. Este tipo de secuencia se da especialmente en Malí, Burkina Faso, Costa de Marfil, Gabón y Senegal, desde donde parten muchos trabajadores urbanos con destino a Europa. Lo mismo ocurre en Egipto, donde hay una fuerte emigración de población urbana hacia países del Golfo Pérsico. Tomando este proceso como base, se deduce, como señala el Banco Mundial (BM), que la población migrante africana a países extra-africanos proviene a su vez de los sectores más desarrollados. Ese decir, la pobreza extrema limita las posibilidades de emigrar fuera de África, a Europa sólo se aventuran los emigrantes con un cierto poder adquisitivo y formación.
Migración por regiones
Los migrantes africanos no están distribuidos de forma homogénea por el continente (véase la Tabla 2). África del Este y África Occidental destacan como las regiones con mayor número de migrantes. En concreto África Occidental –la región desde donde parte la gran mayoría de los migrantes hacia España y por ende a Europa– ha experimentado un aumento importante desde los tiempos de la independencia, aunque este aumento no ha sido constante: mientras que en la década de los 60 registraba un total de 2,5 millones de migrantes, en 1980 esta cifra se disparó hasta 6,8 millones, para alcanzar en 2005 los 7,5 millones. Por su parte, en el Este de África el número de migrantes internacionales intra-africanos aumentó de forma constante hasta 1990, pero ha disminuido en la última década y en 2005 se estimaron en 4,5 millones, casi un 10% menos que en 1980.En el Sur de África, región considerada tradicionalmente como uno de los principales focos de atracción, los migrantes, según las estimaciones –recordemos, siempre discutibles– no superaban el millón en 1960, luego aumentaron durante la década de 1980 a 1,5 millones, y la cifra no varió en los años 90, para situarse en 2005 en 1,3 millones. En África Central, la cantidad de migrantes pasó de 1,3 millones a 1,9 millones entre 1960 y 1980, pero disminuyó a 1,5 millones en 1990, y en 2005 alcanzó los 1,7 millones. En el Norte de África, la tendencia creciente que se registró entre 1970 y 1990 sufrió un descenso en la década de 1990, y en 2005 se estima que la región acogió a cerca de 1,8 millones de migrantes africanos. Por tanto y según datos de Naciones Unidas referentes a 2005, el 44% de los migrantes africanos se encuentran en África Occidental, el 26% en África del Este, el 1.07% en el Norte de África, el 1.05% en África Central y el 0.8% en África del sur.
África Occidental y Sahel
En África Occidental se muestran claramente las pautas de los flujos migratorios africanos. Por un lado, la tendencia a limitarse al marco intra-regional, en este caso la zona ECOWAS, y por otro, el escaso porcentaje de migrantes que deciden abandonar África frente a la gran mayoría que se queda.
Como ya se ha señalado, un 44% del total de migrantes africanos se encuentra en África Occidental. Lo relevante en este caso es que, según datos publicados por el Ministerio de Asuntos Exteriores francés,[9]en 2006 las migraciones intra-regionales en esta zona supusieron el 90%, es decir, superaron en nueve veces a las extra-africanas que se dirigen hacia Europa o EEUU. No deja de ser un dato significativo si se tiene en cuenta que precisamente el vértice occidental del continente es desde donde parte el conjunto de los emigrantes que se dirigen fuera de África.
Históricamente, los flujos migratorios de la región se han movido entre Nigeria, Costa de Marfil, Senegal, Gana y Gambia. Los principales países de emigración son Burkina Faso, Níger, Costa de Marfil y Malí. En Costa de Marfil, que figura, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), como uno de los primeros países de destino para los migrantes de todo el continente, viven unos 3 millones de inmigrantes, lo que supone una cuarta parte de su población.
Los movimientos migrantes en África Occidental están formados principalmente por trabajadores que se dirigen hacia las plantaciones de cacahuete de la cuenca del río Senegal; a la Office du Niger (organismo responsable de la gestión del riego de millones de hectáreas en Malí); a los campos de regadío en el Valle del Senegal; a las producciones de cacao y café de Costa de Marfil y Ghana; y a los puertos industriales de Porto Novo y Port-Harcourt en Nigeria. Hace menos de una veintena de años, esta zona del Sahel era un terreno baldío con poca o casi ninguna población. La batalla ganada al desierto gracias a la inversión en estructuras de regadío –que no se habrían podido hacer sin estos importantes movimientos poblacionales–, ha transformado radicalmente la zona. Sólo en los últimos 10 años se han recuperado 24 millones de hectáreas para la agricultura en el Sahel occidental.
En este sentido, y según el informe Perspectivas a Largo Plazo para África Occidental (WALTPS),[10] durante las últimas décadas se ha logrado nivelar el aumento de la población en la zona con el de las explotaciones agrícolas, gracias principalmente al crecimiento de los núcleos urbanos, que ha estimulado a su vez la demanda de alimentación.
Aparte de la importancia del sector agrícola, en África Occidental hay otros elementos que actúan como motores de las migraciones internas o externas: comercio a larga distancia (senegalés hacia Europa y hacia el resto de África), búsqueda de pastos, aumento de la urbanización y por ende de los centros administrativos que atraen a un gran número de usuarios, demanda de mano de obra desde las explotaciones mineras e industriales, así como conflictos armados, sequías y la miseria rural. Según WALTPS, más de 30 millones de africanos occidentales cambiaron de país de residencia entre 1960 y 1990, y se estima que alrededor de un tercio de los africanos occidentales vive fuera de su distrito o aldea de nacimiento, lo que supone un porcentaje altísimo de migración.
Otros factores, en este caso de índole política, han contribuido a cambios de patrón en los flujos migratorios de esta zona. En primer lugar, las expulsiones de inmigrantes procedentes de Ghana en 1969, Nigeria en 1983 y 1985, y la violencia contra los extranjeros en Costa de Marfil en los 90 y en 2002 (esta última provocó un desplazamiento de más de 1 millón de personas).[11] En todos estos casos el retorno de grandes masas de población a sus países de origen –la mayoría de ellos vecinos– tuvo consecuencias desastrosas en términos de pérdidas de vidas y agravamiento de la pobreza. En segundo lugar, los conflictos, sobre todo en Liberia y Sierra Leona, han hecho que África Occidental se constituya como una de las principales áreas de movimientos de refugiados, a pesar de que se han producido ya importantes campañas de regreso, tanto a los dos países mencionados como a otros que han sufrido conflictos internos como Togo, Malí y Guinea-Bissau.
Como vemos, en los últimos 15 años la migración en África Occidental se desarrolla en dos frentes: por un lado, el extra-continental hacia Europa, sobre todo desde Mauritania hacia España; de Senegal y Malí hacia Francia; de Nigeria hacia Gran Bretaña; de Ghana hacia Alemania, etc; y, por otro lado, la intra-regional, Burkina Faso o Malí hacia Costa de Marfil, de Guinea hacia Senegal, de Ghana y Níger hacia Nigeria. En algunos puntos de África Occidental, la situación es más compleja y menos estable, por ejemplo, Senegal, que en otros tiempos era un país destino de inmigrantes, es ahora un país productor de emigrantes tanto intercontinentales como intra-continentales. Y al mismo tiempo Senegal se ha constituido como importante zona de tránsito de emigrantes procedentes de otros Estados africanos, generalmente vecinos, así como de una cada vez mayor cantidad de asiáticos que utilizan el territorio senegalés como puerto de salida del continente, por barco o avión, con destino a América y Europa.[12]
África del Este
Si hay un factor esencial a tener en cuenta en África del Este son los numerosos y cruentos conflictos que han provocado movimientos masivos de refugiados desde la década de 1980. La migración forzada ha afectado especialmente a Tanzania, Kenia y Uganda, como países de asilo, que aún hoy cuentan con importantes cantidades de refugiados. Los flujos a gran escala partieron principalmente de Sudán (hoy en pleno conflicto), Chad, la República Centroafricana, Uganda (también en conflicto), Etiopía, Ruanda, Burundi y la República Democrática del Congo. Según datos del Alto Comisionado de la ONU de Ayuda al Refugiado (ACNUR) en África se registraron en 2007 2.271.200 refugiados, de los cuales 1.915.200 provienen de África del Este y África Central, concretamente del Cuerno de África (815.200) y la región de los Grandes Lagos (1.100.000).[13] Después del regreso de los refugiados ruandeses a finales de 1996, se han producido otros retornos a países que han logrado pacificar su vida política, así, en 2006 regresaron un total de 107.761 refugiados, principalmente a Burundi (48.144) y Sudán (42.258). Pero el problema de los refugiados sigue siendo grave en esta zona, especialmente en Sudán (686.311 sudaneses siguen refugiados fuera del país), Somalia (hay 464.038 refugiados somalíes), Burundi (396.541) y la República Democrática del Congo (401.914).
En cuanto a la migración laboral, al igual que en el resto del continente, en África Oriental hay una grave escasez de datos oficiales: en Kenia, uno de los países más desarrollados de la zona, el último censo disponible data de 1989.
Los movimientos migratorios han sido habituales históricamente en África Oriental. En la era colonial los movimientos más frecuentes eran de índole temporero entre los países vecinos, y se dirigían sobre todo hacia las plantaciones agrícolas (algodón y café en Uganda), explotaciones mineras (República Democrática del Congo y Uganda) o se trataba de pastores y ganaderos trashumantes (comunidades de pastores en Uganda, Tanzania y Kenia). En la era poscolonial se suman los desplazamientos forzados, al tiempo que se produce un aumento de la migración rural-urbana. Sin embargo, tanto las tasas de urbanización como los niveles de migración son más bajos en África Oriental que en otras regiones de África.
A pesar de la falta de estadísticas, lo que sí aparece documentado en África del Este son los procesos de migración que parten del entorno rural. Estudios del Internacional Institute for Environment and Development (IIED)[14] sostienen que el acto de la migración está generalmente consensuado por los miembros de la comunidad, que se sirven de ello para diversificar fuentes de ingresos y reducir previsibles daños causados por sequías y otros desastres naturales. De esta forma, las familias rurales tienden a aumentar sus medios de subsistencia mediante una combinación de migraciones a largo y corto plazo por parte de ciertos miembros de la comunidad que son “destinados” a diversos puntos. En el Oeste de Kenia la decisión de emigrar está sujeta a una especie de “contrato de migración” intergeneracional entre el migrante y sus progenitores, de forma que el emigrado envía sus remesas con la esperanza de ser nombrado heredero principal de los bienes de la familia o comunidad; en el norte de Tanzania es frecuente que los hombres emigren para poder salvar y mantener las comarcas rurales de origen; mientras que el sur de Tanzania es un foco importante de emigración de mujeres marginadas.Todos estos patrones tienen en común que no desplazan a familias enteras, sino sólo algunos de sus miembros que parten en principio con la idea de regresar, aunque tarden en hacerlo.[15] Otra de las características singulares de los fenómenos migratorios de África Oriental es que en gran parte son de índole circular. Se trata de procesos temporales o semi-permanentes de migración entre zonas rurales o a un área urbana, que terminan con el regreso al lugar de origen. Estos modelos circulares tienen profundas raíces ancestrales (viejas rutas trashumantes), pero también proceden de la era colonial y de los patrones de movimientos circulares de migración impuestos a los africanos a través de leyes laborales. En la época colonial se crearon “zonas de producción” y “zonas de reproducción”, y se confinaron a las familias africanas en reservas desde donde se reclutaba mano de obra –eminentemente masculina– para trabajar en la ciudad o en las plantaciones. El resto de la familia quedaba confinada en las reservas y sobrevivía mediante la plantación de pequeñas huertas mientras esperaba las remesas de los que habían sido reclutados. Un patrón que concuerda con los estudios anteriormente citados, según los cuales en la actualidad el perfil de actuación sigue siendo similar: la comunidad sobrevive gracias en gran parte a las remesas que recibe de la emigración consensuada de uno o varios de sus miembros.
Sur de África
Los violentos enfrentamientos xenófobos que se produjeron en Suráfrica en mayo de 2008[16] ilustran los problemas a que se enfrenta la migración en el cono sur del continente: una población ya angustiada por el paro y la pobreza arremete contra unos inmigrantes que provienen de un entorno aún peor. Estos enfrentamientos son, por cierto, frecuentemente azuzados por los propios líderes políticos africanos, que buscan demonizar al emigrante para ganar apoyo popular. Suráfrica, la potencia más importante del continente –registra el 83% de la producción total africana–, tiene 49 millones de habitantes y una población inmigrante de entre 3 y 5 millones, procedente mayoritariamente de Zimbabue, Mozambique y Nigeria. Esto supone una enorme presión para un país como el sudafricano, donde el desempleo roza el 38% y el 50% de población vive bajo el umbral de la pobreza. La mayoría de las víctimas de aquella ola de violencia procedían de Zimbabue, que está virtualmente desahuciado tras años de abusos políticos y económicos del régimen de Robert Mugabe. Se calcula que unos 3.000 zimbabuenses cruzan diariamente a Suráfrica en busca de trabajo.
El fin del Apartheid en la década de los 90 abrió nuevas perspectivas para la inmigración hacia Suráfrica por parte de población del resto de África Subsahariana. Hasta entonces la entrada al país estaba altamente restringida y la población migrante –procedente de Lesoto, Malawi, Mozambique y Suazilandia– era contratada con estrictos criterios para trabajar en las explotaciones mineras de oro y carbón.
En 1996 el gobierno de Nelson Mandela desarrolló un proceso de regularización para los inmigrantes que habían tenido hijos en Suráfrica o que llevaban trabajando más de cinco años en el país, que benefició a más de 350.000 personas. Pero estas primeras acciones a favor de la integración de los trabajadores extranjeros en Suráfrica no tuvieron continuidad en el siguiente gobierno sudafricano de Thabo Mbeki, que paralizó los procesos de normalización de migrantes, en gran parte porque eran abiertamente rechazados por la opinión pública. En la actualidad las regulaciones sobre inmigración –Immigration Bills– se centran en el control de los flujos y en el refuerzo de la seguridad de los cerca de 3.000 km de larga y porosa frontera terrestre.
Si bien la fortaleza de la economía sudafricana atrae a inmigrantes de todo el cono sur, los conflictos internos en Estados vecinos son también un factor de expulsión de emigrantes. Las guerras civiles de Angola y Mozambique, así como el régimen de Robert Mugabe en Zimbabue, hundieron las medianamente estables economías de estos países, provocando grandes movimientos de refugiados y migrantes hacia Sudáfrica y Botsuana. Actualmente el fin de las hostilidades en Angola y Mozambique ha generado roces internacionales en la zona, por la exigencia de los territorios de acogida de iniciar la repatriación de unos refugiados que, por otro lado, aún no se sienten seguros para regresar.
Los países de África Austral se pueden dividir entre productores de emigrantes (Mozambique, Malawi, Lesoto y Zimbabue) y receptores de emigrantes (Suráfrica y Namibia); otros, como Botsuana y Suazilandia, se encuentran en ambas categorías; Tanzania y Zambia, han experimentado un flujo principalmente de refugiados, pero no son ni emisores ni receptores de grandes masas migrantes laborales.[17] En cuanto a especialidades laborales, los movimientos migrantes de personal cualificado se dirigen sobre todo hacia Suráfrica y son extra-regionales, es decir proceden del Oeste y centro de África. Están formados esencialmente por personal técnico proveniente de Nigeria y Ghana, muy integrado en las universidades sudafricanas, y por comerciantes, principalmente de Senegal y Malí. En la década de los 90 se produjeron olas de emigrantes llegados desde Hungría, Polonia y la antigua Alemania Democrática, pero el Gobierno del Congreso Nacional Africano limitó esta inmigración cualificada, percibida como un aumento de la población blanca de Suráfrica.
En las dos últimas décadas los movimientos migratorios en la zona se han intensificado. Por ejemplo, Suráfrica ha pasado de tener cerca de 1 millón de “visitantes” a principios de los 90, a entre 3 y 5 millones en 2006. Y aunque los gobiernos de la zona se han propuesto mejorar el control de fronteras, se ha avanzado poco en este terreno. La corrupción es además endémica en las áreas fronterizas, lo que dificulta las maniobras de control. La situación es grave, ya que Sudáfrica y Botsuana empiezan a atraer con fuerza a población no sólo de los países vecinos, sino de todo el continente.
Según estudios de la Southern África Migration Project (SAMP), la migración “circular” es uno de patrones predominantes en África Austral, aunque a veces el viaje se prolongue más de lo esperado. Los migrantes confirman en su mayoría una clara intención de regresar al lugar de origen, y se consideran a sí mismos como migrantes temporales. Desde la perspectiva nacional, estos estudios resaltan la opinión negativa de los nacionales hacia los inmigrantes. Una gran parte de la población sudafricana les culpa de usurpar sus puestos de trabajo, considera que son transmisores de enfermedades (especialmente del SIDA) y les responsabiliza del aumento de la criminalidad. En consecuencia, la política imperante en el área es más de control y expulsión, que de regulación o integración, y los papeles de residencia o los permisos de permanencia son extraordinariamente difíciles de conseguir en la mayoría de los países receptores de emigrantes (Botsuana o Suráfrica), aunque estas trabas se aligeran significativamente cuando se trata de emigrantes cualificados.
Tendencias actuales de la migración intra-africana.
Emigración entre países vecinos
La mayoría de los migrantes africanos se dirige a los países colindantes con el suyo, en un tránsito facilitado por la porosidad y la falta de legitimidad de las fronteras: en muchos casos la población considera que cruzar la frontera es igual que moverse dentro del país. Gran parte de estos flujos de migración intra-africanos se realizan en movimientos circulares destinados a trabajos agrícolas temporeros o a actividades ganaderas en busca de pastos.
Feminización de la migración
Otra característica importante es el ascenso de la migración femenina. Según datos de UNDESA, la migración femenina ha pasado del 42% en 1960 al 49% en 2005. Esta subida puede obedecer a dos factores, uno negativo que reflejaría el agravamiento del problema del tráfico ilegal de mujeres, y otro positivo, que indicaría la incorporación con fuerza de la mujer al trabajo y, por tanto, a los flujos migratorios. Lo cierto es que el nivel de mujeres migrantes en África supera en varios puntos a la proporción que se contabiliza globalmente. Las cifras de migración femenina registradas en los años 60 representaban el nivel más bajo registrado globalmente: 42%, frente al 46% de América Latina y el 43% en Asia.[18] Casi 50 años después, la mujer africana migrante ha superado en proporción a las asiáticas y latinoamericanas, y ha llegado a alcanzar en algunos puntos de África hasta el 50%. Tradicionalmente la migración femenina es menor en el Sur de África, fundamentalmente porque la demanda de trabajo está en la minería y la industria. En el Este de África la migración femenina ha pasado del 42% en los años 60, al 48% en 2005; en África central el índice apenas ha cambiado desde los años 60 y permanece en torno al 46%; en África Occidental ha aumentado del 41% en los años 60, al 48% en 2005; mientras que en el norte de África ha descendido del 49,5% en los 60, al 43% en 2005.[19]
Migración forzada[20]
A pesar del gran número de personas que se ven obligadas a realizar una migración forzada en África (según ACNUR, en África en 2006 había un total de 2.607.000 refugiados y más de 252.00 solicitantes de asilo), la cantidad de migrantes voluntarios sigue siendo superior. Por ejemplo, Uganda es uno de los países que cuenta con mayor número de refugiados, 250.000, y sin embargo acoge a más de 500.000 inmigrantes económicos.
Fuga de cerebros
De los 3,6 millones de africanos que viven en Europa, más de 100.000 son profesionales cualificados: médicos, ingenieros, técnicos, etc. Se calcula que unos 23.000 licenciados universitarios africanos y 50.000 ejecutivos emigran cada año fuera del continente, y que 40.000 africanos con títulos de posgrado viven fuera de África. Por otro lado, las agencias internacionales establecidas en África dan trabajo a unos 100.000 trabajadores cualificados no africanos, que representan un coste anual de 4.000 millones de dólares, lo que para algunos (Adepoju, 2006)[21] supone, de hecho, un proceso de ayuda condicionada, puesto que muchas agencias obligan a los gobiernos africanos a contratar trabajadores de los países donantes[22]. Según Naciones Unidas, en la próxima década África necesitará 1 millón más de profesionales de la salud de los que está generando.
El problema de la fuga de cerebros preocupa cada vez más en el seno del continente y crecen las iniciativas para paliarlo. Desde la UA se insiste en la necesidad de mejorar la educación del tercer ciclo, así como de facilitar la circulación de estudiantes y profesores entre países africanos para ampliar las oportunidades laborales y evitar en lo posible la fuga a países no africanos. Entre estas iniciativas también figura la Universidad Virtual Africana, fundada por el Banco Mundial en 1997, que opera en 17 países y ha formado a 24.000 estudiantes. Pero el mayor problema sigue siendo cómo hacer que los trabajadores cualificados africanos regresen al continente. Para lograrlo se proponen políticas específicas destinadas a mejorar los centros de trabajo a los que estos profesionales no quieren regresar (hospitales, universidades, laboratorios de investigación), así como solicitar a Europa y EEUU que flexibilicen la concesión de visados para que los expertos que se han formado allí puedan volver regularmente a actualizar su especialización.
Diversificación de destinos
Aunque el principal patrón del flujo migratorio intra-africano sigue concentrándose entre países vecinos y el extra-africano va hacia las antiguas metrópolis, en los últimos años las migraciones africanas se han hecho más variadas.[23] La inestable situación económica africana está provocando un aumento de la migración circular o temporal, incluso hacia áreas que no tienen vínculos históricos, geográficos o lingüísticos con el país de origen.
Redes
En gran parte de África Subsahariana la decisión de emigrar no es una iniciativa individual, sino una empresa colectiva de la comunidad rural de origen o del propio núcleo familiar.[24] Es una forma de asegurar la presencia de un grupo familiar o comunitario en el lugar de destino para intentar garantizar un cierto apoyo al recién llegado. En muchos casos es la comunidad quien facilita el sustento financiero necesario para el viaje y ese patrocinio se devuelve en forma de remesas o de regalos provenientes de los emigrados. Por su parte, los familiares o la comunidad se ocupan de mantener los derechos de propiedad que el emigrado ha dejado atrás. Se crea así una red consolidada de dos direcciones, que explica la formación de grupos de una misma aldea o pueblo en los países de destino y favorece que se generen flujos continuos de emigración.
Gestión institucional de la migración
La migración preocupa cada vez más en las instituciones africanas tanto continentales como regionales, aunque los avances políticos han sido escasos. La descoordinación entre instituciones de ámbito continental –NEPAD– y las agrupaciones regionales –ECOWAS, SADC o COMESA– es manifiesta. Por otro lado, las limitaciones para promover mecanismos y aplicar sobre el terreno las medidas adoptados sobre migración son enormes.[25]
Desde el punto de vista continental, la postura del NEPAD es muy ambiciosa: conseguir a largo plazo la libre circulación de personas en todo el continente. En este sentido la UA estableció en 2004 un marco estratégico para la creación de una política sobre migración, asignado a la Dirección de Asuntos Sociales de la UA. Los objetivos del programa son hacer frente a las causas internas de la migración internacional y a sus desafíos. Asimismo, se pretende alcanzar la cooperación entre países, siempre con vistas a un futuro acuerdo continental de libre circulación de personas. Pero el proyecto es demasiado ambicioso y no se ha concretado hasta la fecha. Lo cierto es que el fenómeno de la migración tiene un lugar importante en la agenda de la UA, como lo demuestra la organización bajo su auspicio de reuniones monográficas periódicas para analizarlo (Addis Abeba, 2004, y Árgel, 2006).
La SADC aspira a promover la integración en su región y ha desarrollado diversos protocolos de actuación en ese sentido, como el Protocolo para el Libre Comercio, ratificado por todos sus miembros en 2000. Pero mientras la determinación de los países SADC de avanzar hacia la integración en materia comercial parece clara, los intentos para lograr acuerdos sobre la libre circulación de personas en la región no han dado hasta ahora ningún resultado. El primero de ellos –el Protocolo SADC para la Libre Circulación de Personas, de 1995– era demasiado ambicioso y fue abiertamente rechazado por Suráfrica, Botsuana y Namibia. En 1997 se presentó otra propuesta más moderada, el Protocolo para Facilitar el Movimiento de Personas, que se encuentra paralizado,[26] aunque se siguen produciendo reuniones periódicas para tratar su aprobación. Lo cierto es que, hoy por hoy, los problemas vinculados con la gestión de la migración se solventan únicamente en el ámbito nacional y no existe una coordinación regional.
La posición respecto a la migración dentro de COMESA, institución a la que pertenecen también un gran número de países de la SADC, es más favorable. De hecho, en su tratado fundacional se defiende el derecho a la libre circulación de personas, algo que se puede comprender más fácilmente si se tiene en cuenta que el principal polo de atracción de inmigración, Suráfrica, no es miembro de COMESA. Pero no está claro hasta qué punto se está aplicando el tratado.[27]
ECOWAS es la única organización regional africana que ha dado pasos para regular el movimiento poblacional transfronterizo. Se han tomado medidas para controlar las estancias cortas de los visitantes en los países miembros, pero aún no se han negociado acuerdos económicos a largo plazo para facilitar el derecho de sus ciudadanos a circular y trabajar libremente dentro de su ámbito territorial, a pesar de que este punto aparece en la agenda de ECOWAS desde que en 2003 se llegó a un acuerdo formal para la libre circulación de personas y el derecho al trabajo de los extranjeros.[28]
Por su parte, la Conferencia de Ministros del África Austral para la Población y el Desarrollo (SAMCPD, en inglés) empezó a considerar la migración como una prioridad en 1999, y a partir de entonces se promueven trabajos de investigación sobre el tema. La SAMCPD celebra conferencias periódicas cada vez más centradas en la migración, y en particular en migración de zonas rurales a urbanas, migraciones internacionales y feminización de la migración.
En la esfera nacional, la libertad de migrar está reconocida en algunas constituciones africanas, y en general hay pocas restricciones al respecto. Sin embargo, las políticas de inmigración son débiles.[29] Pocos Estados tienen organismos gubernamentales destinados al control y legislación de la migración. La falta de planificación en este terreno ha llevado a muchos gobiernos africanos a aplicar medidas más o menos improvisadas en momentos de declive económico, llegando a efectuar expulsiones masivas de emigrantes con consecuencias desastrosas. El caso de Isla Mauricio, donde existe un control y un programa específico de inmigración, que clasifica a los inmigrantes en dos grupos, los inversores y los más cualificados, por un lado, y los menos cualificados, por otro, es excepcional.
Once países africanos han firmado la Convención Internacional de los derechos de los Trababajadores Migrantes auspiciado por el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de Naciones Unidas. Por su parte la Organización Internacional del Trabajo ha creado, en colaboración con el NEPAD la Iniciativa para Promover Políticas sobre Migración en África.
Expulsiones, xenofobia y explotación
La sociedad africana tiene una larga tradición de movimientos de personas por territorios que antes de la era colonial no tenían fronteras establecidas, y en ella el concepto de hospitalidad está muy arraigado. Si embargo, las cosas están cambiando a gran velocidad. Las dificultades económicas de los países que acogen masivas olas de emigrantes, la falta de previsión, y, lo que es peor, la táctica de no pocos políticos africanos de demonizar a los emigrantes para ganarse el favor de sus ciudadanos, ha invertido radicalmente la situación.
Con cada vez más frecuencia los dirigentes subsaharianos utilizan el discurso de la etnicidad, la identidad y la invasión de extranjeros para conseguir votos, como ha ocurrido en Suráfrica, Costa de Marfil y Nigeria. Estos dirigentes temen, entre otras cosas, que la presencia de amplias colonias de extranjeros de diferentes etnias puedan alterar los resultados electorales. En muchos países no se ha dudado en estigmatizar a los extranjeros y culpabilizarlos de la crisis económica, el desempleo o la criminalidad, e incluso alentar desde las instituciones actitudes violentas contra los inmigrantes.
Nigeria, un país fuente de acogida de emigrantes durante décadas, cambió de forma drástica debido a la crisis económica de los 80 –provocada en gran medida por los ajustes estructurales impuestos por los países donantes– y procedió a la expulsión de más de 2 millones de inmigrantes en 1983, la mayoría procedentes de Ghana. Miles de ghaneses murieron en el camino de regreso y otros tantos perecieron de hambre al llegar a su país. Lo mismo ocurrió en Costa de Marfil en los años 90, cuando las medidas tomadas por el gobierno para deportar a los inmigrantes sin papeles generaron fuertes brotes de violencia, que llevaron a más de 350.000 burkineses a abandonar el país; y en 2002, de nuevo brotes xenófobos basados en acusaciones conspiratorias por parte del gobierno de Costa de Marfil, provocaron el regreso masivo de cientos de miles de migrantes a Burkina Faso.
La sobreexplotación de la mano de obra migrante es otro de los grandes problemas, especialmente cuando se trata de migrantes sin papeles, más vulnerables a todo tipo de abusos. Más grave aún es la explotación sexual y el tráfico de mujeres y niños. En algunos casos la situación de estas mujeres es absolutamente desesperada y, al carecer de papeles, ni siquiera cuentan con ayuda de las autoridades del país en que se encuentran: numerosos centros sudafricanos de acogida a mujeres maltratadas o explotadas exigen permisos de residencia para admitirlas.
Todo este tipo de actividades ilegales que rodean la emigración se hacen especialmente difíciles de contabilizar, aunque las estimaciones indican que las cifras de abusos son astronómicas en toda África Subsahariana. Por ejemplo, gran parte de las mujeres que emigran de Etiopía a Oriente Medio están sometidas a redes ilegales de tráfico de personas y ni siquiera aparecen en las estadísticas. Según un informe de la Organización Mundial del Trabajo [30] se estima que entre 10.000 y 15.000 niños malíenses de entre 9 y 12 años han sido vendidos a plantaciones de algodón, café y cacao en Costa de Marfil, y que prácticas similares se están desarrollando en Benin y Togo. Para prevenir en lo posible este tipo de abusos, se ha creado un programa de acción entre Benin, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Gabón, Ghana, Malí, Nigeria y Togo. Dicho programa propone el lanzamiento de campañas de concienciación, proyectos regionales específicos de protección y reinserción infantil, programas para reforzar la actuación judicial, así como la disposición de alternativas para los niños en riesgo de ser vendidos por sus padres. También se han producido algunas iniciativas por parte de gobiernos africanos para paliar el tráfico ilegal infantil, como en Burkina Faso y Malí, donde desde 2002 se exige que los menores viajen en compañía de un adulto. Otros países, como Etiopía, han tomado diversas medidas para controlar la explotación de mujeres y niños migrantes.
Conclusión
Las migraciones forman parte de la historia del enorme y poco denso continente africano, muchos de cuyos grupos de población tienen tradición nómada. Historiadores apuntan a la “opción salida” como una de las particularidades africanas, lo que implica que la opción de migrar se contemplaba ya desde la antigüedad, cuando la población se encontraba ante problemas políticos, sociales o económicos.[31] Esta prevalencia de la opción salida ha afectado a la formación del Estado africano y a la evolución étnica y cultural de sus comunidades, y se trasluce, en opinión de numerosos africanistas, en la dificultad de proyectar el poder del centro hacia la periferia, en la proliferación de múltiples soberanías y en la gran diversidad de comunidades étnicas y culturales escasamente integradas. La fragmentación cultural y lingüística en África es muy alta: únicamente el 35% de los Estados africanos contemporáneos tienen un grupo étnico que represente a más del 50% de su población, y esta fragmentación étnica es un escollo para alcanzar la cohesión política y social.
A pesar de la escasez de datos, y por tanto, del riesgo de error con el que se abordan los fenómenos demográficos en África, se puede afirmar con certeza que la migración africana se desarrolla principalmente dentro del continente y no hacia fuera. Muchos países africanos son fuente de emigrantes intra-africanos, al mismo tiempo que destino de inmigrantes y zonas de transición de unos y otros. Los flujos de población dentro de África son diversos, e incluyen tanto la inmigración económica de alta y baja cualificación, como a los desplazados y refugiados, los estudiantes o las mujeres y niños víctimas del tráfico ilegal de personas. Uno de los aspectos novedosos del fenómeno migratorio actual africano es la incorporación de la mujer, que ocupa ya casi la mitad de los migrantes. Otra de sus características es la facilidad con la que la población ha cruzado y sigue cruzando unas fronteras establecidas en la colonización que con frecuencia aún hoy no tienen significado para muchos. Esto unido a la falta de vigilancia fronteriza y a los escasos medios con que cuentan las administraciones africanas, hace que el fenómeno sea difícil de conocer y mucho menos de controlar.
Tablas
Tabla 1. Población y migración en África: 1990 y 2000[32]
Estimación de la población total en millones de personas | Número estimado de migrantes internacionales en miles de personas | Porcentaje de migrantes internacionales respecto a la población total | ||||
1990 | 2000 | 1990 | 2000 | 1990 | 2000 | |
AFRICA | 622,443 | 795,671 | 16,221 | 16,277 | 2.61 | 2.05 |
África Este | 194,849 | 252,515 | 6,087 | 4,515 | 3.12 | 1.79 |
Burundi | 5,609 | 6,267 | 333 | 77 | 5.94 | 1.23 |
Comoros | 527 | 705 | 17 | 18 | 3.16 | 2.61 |
Yibuti | 528 | 666 | 59 | 28 | 11.14 | 4.22 |
Eritrea | 3,103 | 3,712 | 12 | 13 | 0.39 | 0.35 |
Etiopia | 48,856 | 65,590 | 1,153 | 660 | 2.36 | 1.01 |
Kenia | 23,585 | 30,549 | 146 | 327 | 0.62 | 1.07 |
Madagascar | 11,956 | 15,970 | 58 | 61 | 0.49 | 0.38 |
Malaui | 9,456 | 11,370 | 1,157 | 280 | 12.23 | 2.46 |
Mauricio | 1,057 | 1,186 | 9 | 8 | 0.83 | 0.66 |
Mozambique | 13,465 | 17,861 | 122 | 366 | 0.91 | 2.05 |
Reunión | 604 | 723 | 59 | 106 | 9.75 | 14.66 |
Ruanda | 6,775 | 7,724 | 73 | 89 | 1.07 | 1.15 |
Seychelles | 71 | 79 | 4 | 5 | 5.38 | 5.74 |
Somalia | 7,163 | 8,720 | 634 | 22 | 8.85 | 0.25 |
Uganda | 17,359 | 23,487 | 550 | 529 | 3.17 | 2.25 |
Tanzania | 26,068 | 34,837 | 574 | 893 | 2.20 | 2.56 |
Zambia | 8,200 | 10,419 | 323 | 377 | 3.94 | 3.62 |
Zimbabue | 10,467 | 12,650 | 804 | 656 | 7.68 | 5.18 |
África Central | 71,053 | 92,960 | 1,464 | 1,490 | 2.06 | 1.60 |
Angola | 9,340 | 12,386 | 34 | 46 | 0.36 | 0.37 |
Camerún | 11,661 | 15,117 | 174 | 150 | 1.49 | 0.99 |
R. Centroaf. | 2,943 | 3,715 | 56 | 59 | 1.90 | 1.58 |
Chad | 5,822 | 7,861 | 17 | 41 | 0.29 | 0.52 |
Congo (Brazz.) | 2,494 | 3,447 | 108 | 197 | 4.32 | 5.71 |
RD Congo | 37,370 | 48,571 | 938 | 739 | 2.51 | 1.52 |
Guinea Ecuat. | 354 | 456 | 3 | 1 | 0.77 | 0.31 |
Gabón | 953 | 1,258 | 128 | 250 | 13.40 | 19.84 |
Sao Tomé | 116 | 149 | 7 | 7 | 6.01 | 4.91 |
África Norte | 142,995 | 173,615 | 2,336 | 1,945 | 1.63 | 1.12 |
Argelia | 25,017 | 30,245 | 274 | 250 | 1.10 | 0.83 |
Egipto | 55,768 | 67,784 | 176 | 169 | 0.31 | 0.25 |
Libia | 4,306 | 5,237 | 457 | 570 | 10.63 | 10.88 |
Marruecos | 24,564 | 29,108 | 41 | 26 | 0.17 | 0.09 |
Sudán | 24,927 | 31,437 | 1,261 | 780 | 5.06 | 2.48 |
Túnez | 8,207 | 9,519 | 38 | 38 | 0.46 | 0.40 |
Sahara Occ. | 207 | 285 | 88 | 113 | 42.48 | 39.63 |
África Sur | 42,028 | 50,448 | 1,451 | 1,544 | 3.45 | 3.06 |
Botsuana | 1,354 | 1,725 | 27 | 52 | 2.03 | 3.01 |
Lesoto | 1,570 | 1,785 | 7 | 6 | 0.45 | 0.31 |
Namibia | 1,409 | 1,894 | 119 | 143 | 8.46 | 7.53 |
Suráfrica | 36,848 | 44,000 | 1,225 | 1,303 | 3.32 | 2.96 |
Suazilandia | 847 | 1,044 | 73 | 42 | 8.57 | 3.97 |
África Occ. | 171,517 | 226,133 | 4,884 | 6,782 | 2.85 | 3.00 |
Benin | 4,650 | 6,222 | 75 | 101 | 1.62 | 1.62 |
Burkina Faso | 8,921 | 11,905 | 438 | 1,124 | 4.91 | 9.44 |
Cabo Verde | 349 | 436 | 9 | 10 | 2.56 | 2.38 |
Costa de Marfil | 12,505 | 15,827 | 1,953 | 2,336 | 15.62 | 14.76 |
Gambia | 936 | 1,312 | 118 | 185 | 12.62 | 14.11 |
Ghana | 15,277 | 19,593 | 507 | 614 | 3.32 | 3.13 |
Guinea | 6,122 | 8,117 | 407 | 741 | 6.65 | 9.13 |
Guinea-Bissau | 1,016 | 1,367 | 14 | 19 | 1.37 | 1.41 |
Liberia | 2,135 | 2,943 | 81 | 160 | 3.79 | 5.42 |
Malí | 9,046 | 11,904 | 60 | 48 | 0.66 | 0.40 |
Mauritania | 2,030 | 2,645 | 94 | 63 | 4.62 | 2.36 |
Níger | 7,650 | 10,742 | 114 | 119 | 1.49 | 1.11 |
Nigeria | 86,018 | 114,746 | 447 | 751 | 0.52 | 0.65 |
Sta Helena | 5 | 5 | 1 | 1 | 10.71 | 18.91 |
Senegal | 7,345 | 9,393 | 293 | 284 | 3.99 | 3.02 |
Sierra Leona | 4,054 | 4,415 | 112 | 47 | 2.76 | 1.06 |
Togo | 3,455 | 4,562 | 162 | 179 | 4.69 | 3.92 |
Tabla 2. Número estimado de migrantes internacionales en África 1960-2005[33]
Número estimado de migrantes internacionales (millones) | Población (millones) | |||||||||
Región | 1960 | 1970 | 1980 | 1990 | 2005 | 1960 | 1970 | 1980 | 1990 | 2005 |
África | 9.4 | 9.7 | 14.4 | 16.2 | 17.0 | 277 | 357 | 470 | 622 | 905 |
África del Este | 3.1 | 3.2 | 5.1 | 6.1 | 4.5 | 83 | 108 | 144 | 195 | 287 |
África Central | 1.3 | 1.8 | 1.9 | 1.5 | 1.79 | 32 | 41 | 53 | 71 | 109 |
África del Norte | 1.5 | 0.9 | 1.5 | 2.3 | 1.83 | 67 | 86 | 111 | 143 | 190 |
África del Sur | 1.0 | 1.0 | 1.1 | 1.5 | 1.38 | 20 | 26 | 33 | 42 | 54 |
África Occidental | 2.5 | 2.7 | 4.8 | 4.9 | 7.5 | 76 | 97 | 128 | 172 | 263 |
% por regiones | ||||||||||
África del Este | 33 | 33 | 35 | 38 | 26 | 30 | 30 | 31 | 31 | 31.7 |
África Central | 14 | 18 | 13 | 9 | 1.05 | 12 | 11 | 11 | 11 | 12 |
África del Norte | 16 | 10 | 10 | 14 | 1.07 | 24 | 24 | 24 | 23 | 20.9 |
África del Sur | 10 | 11 | 8 | 9 | 0.8 | 7 | 7 | 7 | 7 | 5.9 |
África Occ. | 27 | 28 | 33 | 30 | 44 | 27 | 27 | 27 | 28 | 29 |
Fuentes: Naciones Unidas, “World Population Prospects: The 2006 Revision”, vol. I: Comprehensive Tables, E.03.XIII.6, 2003; United Nations, “Trends in Total Migrant Stock: 1960-2005”, 2006 Revision, POP/DB/MIG/Rev.2003, 2003.
Tabla 3. Disponibilidad de datos sobre flujos de migración interna en África Subsahariana[34]
Países | Censo anterior | Último censo | ¿Incluye el censo datos sobre migración interna? | Estudios sobre migración interna |
África Oriental | ||||
Somalia | 1987 | 2003 | No | No |
Etiopía | 1994 | 2004 | – | 1999 Informe fuerza laboral |
Kenia | 1999 | 2009 | Sí | No |
Eritrea | 1984 | 2003 | Sí | No |
Tanzania | 2002 | – | No | No |
Uganda | 2002 | – | Sí | No |
Ruanda | 2002 | – | Sí | No |
Burundi | 1990 | – | No | No |
Yibuti | 1983 | 2003 | Sí | No |
África Central | ||||
Congo, DR | – | – | – | – |
Camerún | 1987 | 2003 | Sí | No |
Rep. Congo | – | – | – | |
Guinea Ecuat. | 1994 | – | No | No |
Sao Tomé | 2001 | – | No | No |
Gabón | 1993 | 2003 | Sí | No |
RCA | 1988 | 2003 | Sí | No |
Chad | 1993 | 2003 | Sí | No |
África Occidental | ||||
Nigeria | 1991 | 2004 | No | Informe sobre migración interna |
Ghana | 2000 | 2010 | Sí | Migration Research Study in Ghana (1995) |
Senegal | 2002 | 2009 | Sí | No |
Cabo Verde | 2000 | 2010 | Sí | No |
Sudán | 1993 | 2003 | Sí | No |
Liberia | 1984 | 2003 | Sí | No |
Costa de Marfil | – | – | – | – |
Sierra Leona | 1985 | 2003 | Sí | No |
Togo | 1981 | – | Sí | No |
Malí | 1998 | 2008 | Sí | No |
Gambia | 1993 | 2003 | Sí | No |
Guinea | 1996 | – | Sí | No |
Guinea-Bissau | 1991 | – | No | No |
Mauritania | 2000 | – | Sí | No |
Burkina Faso | 1996 | 2006 | Sí | No |
Níger | 2001 | – | Sí | Informe sobre migración y urbanización (1993) |
Benin | 2002 | – | Sí | No |
África Austral | ||||
Suráfrica | 2001 | 2006 | Sí | University of Pretoria Project on Internal Migration |
Mauricio | 2000 | 2010 | Sí | No |
Angola | 1970 | 2004 | No | No |
Zimbabwe | 2002 | – | Sí | No |
Zambia | 2000 | 2010 | Sí | No |
Namibia | 2001 | 2011 | Sí | Informe intercensal Demográfico |
Madagascar | 1993 | 2003 | Sí | No |
Malawi | 1998 | 2008 | No | No |
Comores | 1991 | – | No | No |
Mozambique | 1997 | – | Sí | No |
Botsuana | 2001 | 2011 | Sí | No |
Seychelles | 2002 | – | Sí | No |
Suazilandia | 1997 | 2007 | Sí | Informe Demográfico |
Lesoto | 2001 | 2005 | Sí | No |
Fuente: datos recogidos de la web del Queensland Centre for Population Research,[35] http://www.geosp.uq.edu.au/qcpr/database/IMdata/Imdata.htm, publicado por Development Research Center on Migration, Globalization and Poverty.[36]
Tabla 4. Número de trabajadores africanos expatriados en la OCDE y su nivel de formación
País | Nº de expatriados en la OCDE | De los cuales tienen más de 13 años de estudios |
Angola | 195.674 | 19.6 |
Benin | 13.669 | 43.8 |
Botsuana | 4.298 | 37.4 |
Burkina Faso | 6.237 | 38.4 |
Burundi | 10.095 | 38.6 |
Camerún | 57.050 | 42.3 |
Cabo Verde | 83.291 | 6.2 |
Chad | 5.836 | 42.1 |
Congo | 100.052 | 36.6 |
Costa de Marfil | 58.843 | 27.5 |
Congo | 66.488 | 32.5 |
Yibuti | 5.359 | 29.7 |
Eritrea | 35.127 | 24.0 |
Etiopía | 113.838 | 31.2 |
Gabón | 10.951 | 35.8 |
Ghana | 150.665 | 34.0 |
Gambia | 20.923 | 16.9 |
Guinea | 19.684 | 24.5 |
Guinea Bissau | 29.449 | 12.7 |
Guinea Ecuatorial | 12.149 | 22.7 |
Kenia | 197.445 | 37.4 |
Liberia | 41.756 | 33.0 |
Madagascar | 75.954 | 32.0 |
Malí | 45.034 | 12.6 |
Mauricio | 86.410 | 28.0 |
Mauritania | 14.813 | 18.5 |
Namibia | 3.390 | 45.3. |
Níger | 4.948 | 38.0 |
Nigeria | 247.497 | 55.1 |
República Centroafricana | 9.855 | 32.7 |
Ruanda | 14.832 | 34.4 |
São Tomé y Príncipe | 11.732 | 10.7 |
Senegal | 104.715 | 23.1 |
Sierra Leona | 40.556 | 33.6 |
Somalia | 131.342 | 11.9 |
Sudáfrica | 342.947 | 47.9 |
Sudán | 42.086 | 40.5 |
Tanzania | 70.006 | 41.0 |
Togo | 18.024 | 36.3 |
Uganda | 82.232 | 39.2 |
Yemen | 32.428 | 19.3 |
Zambia | 34.825 | 49.3 |
Zimbabue | 77.345 | 43.3 |
Fuente: Dumont & Lemaître (2005),OCDE, http://www.oecd.org/dataoecd/27/5/33868740.pdf.
Fuentes de investigación
– (2006), “Views of Migration in Sub-Saharan Africa, Proceedings of an African Migration Alliance Workshop”, HRSC Press.
Adepoju, Aderanti (2000), “La migración internacional en el África Subsahariana: problemas y tendencias recientes”, UNESCO.
Adepoju, Aderanti (2004), “Changing Configurations of Migration in Africa”, Migration Information Source.
Adepoju, Aderanti (2005a), “Creating a Borderless West Africa: Constraints and Prospects for Intraregional Migration”, UNESCO.
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[1] Adebusoye (2006).
[2] ECOWAS: Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Costa de Marfil, Liberia, Malí, Mauritania, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona y Togo.
[3] SADC: Angola, Congo, Isla Mauricio, Seychelles, Botsuana, Lesoto, Malawi, Mozambique, Namibia, Suazilandia, Tanzania, Zambia y Zimbabue.
[4] COMESA: todos los miembros del SADC menos Angola, además de Burundi, Comoros, Etiopía, Kenia, Ruanda y Somalia.
[5] UEMOA: Benín, Burkina Faso, Camerún, Republica Centroafricana, Chad, Guinea Ecuatorial, Gabón, Guinea, Guinea Bissau, Costa de Marfil, Mauritania, Níger, Senegal y Togo.
[6] Zlotnik (2004).
[7] Black (2004).
[8] “World Migrant Stock: The 2005 Revision Population Database”, http://esa.un.org/migration/index.asp?panel=1.
[9] Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, “The Mobility…”.
[10] Cour y Snrech (1991).
[11] http://www.refugeesinternational.org/content/article/detail/863/.
[12] “The Mobility…”.
[13] http://www.unhcr.org/cgi-bin/texis/vtx/home/opendoc.pdf?id=478ce34a2&tbl=STATISTICS.
[14] http://www.iied.org/index.html.
[15] Southern African Migration Project (SAMP) (2006).
[16] En mayo de 2008 enfrentamientos xenófobos en varios puntos de Suráfrica se saldaron con un balance de 56 inmigrantes muertos, la mayoría de Zimbabue, que provocaron a su vez el desplazamiento de unas 100.000 personas de regreso a Zimbabue, según estimaciones de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
[17] Crush, Williams y Peberdy (2005).
[18] Zlotnik (2004).
[19] “World Migrant Stock: The 2005 Revision Population Database”, http://esa.un.org/migration/index.asp?panel=1.
[20] El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) encuadra dentro de esta definición a refugiados, solicitantes de asilo político, personas desplazadas y personas sin Estado.
[21] Adepoju (2006).
[22] Ibid.
[23] Ibid.
[24] Adebusoye (2006).
[25] Crush, Williams y Peberdy (2005).
[26] Ibid.
[27] http://www.gcim.org/attachements/RS7.pdf.
[28] Shaw (2007).
[29] Black (2004).
[30] “Forced Labour in Africa: Between Poverty and Tradition, http://www.ilo.org/global/About_the_ILO/Media_and_public_information/Press_releases/lang–en/WCMS_075494/index.htm.
[31] Mustapha., “Intra-State Challenges…”.
[32] Naciones Unidas (2004). Más datos en www.un.org/esa/population/publications/migstock/2003TrendsMigstock.pdf.
[33] http://www.migrationinformation.org/Profiles/print.cfm?ID=252.
[34] Black, Ammassari, Mouillesseaux y Rajkotia.
[35] Bell (2004).
[36] Black (2004).