Resumen

Este análisis estudia la evolución del terrorismo yihadista en España después de los atentados del 11 de marzo en Madrid. Para ello se ha seleccionado una muestra formada por las 28 operaciones antiterroristas más relevantes efectuadas desde entonces, sin incluir las relacionadas exclusivamente con el 11-M. A partir de esos datos se analiza el origen de los detenidos y su distribución geográfica, las funciones realizadas por las redes desarticuladas, con especial atención a nuevos planes terroristas, la vinculación de esas redes con organizaciones yihadistas superiores y los sistemas de movilización y reclutamiento empleados.

Introducción

Este documento de trabajo tiene como objeto ofrecer un análisis detallado de la evolución experimentada por el yihadismo en España con posterioridad al 11-M. Para ello, se examinan los resultados de las actuaciones policiales realizadas desde entonces, seleccionando una muestra de 28 operaciones.

A la hora de seleccionar la muestra de estudio no se han contabilizado las detenciones relacionadas con la investigación del 11-M, tanto las de individuos presuntamente vinculados de manera directa con los atentados (y que permitieron desarticular al comando), como las de personas que tuvieron una implicación presuntamente menor con la trama (por ejemplo, la operación Saeta en abril de 2005 y Sello I en junio de 2005). También se han obviado algunas operaciones policiales de carácter muy particular –por ejemplo, la detención de sujetos que estaban meramente de paso en España o la de un español-palestino, de dudosa salud mental, que supuestamente diseñó cohetes para Hamás–. Tampoco se han contabilizado las detenciones efectuadas por razones judiciales de individuos ya detenidos en operaciones policiales previas al 11-M –por ejemplo, algunos de los detenidos en la operación Lago en enero de 2003–. Sin embargo, sí que se han incluido en la muestra de estudio las operaciones Tigris y Sello II (en junio de 2005 y enero de 2007 respectivamente) donde, además de arrestar a sujetos presuntamente vinculados con los atentados de Madrid, se desarticularon dos redes activas de captación y envío de voluntarios a Irak.

El resultado final nos ofrece una muestra de estudio de 28 operaciones. A partir de ese material nuestro trabajo analiza las siguientes características de las redes desarticuladas: (1) el origen de sus miembros; (2) su localización geográfica; (3) las funciones realizadas; (4) los objetivos que perseguían; (5) la relación que mantenían dichas redes con el entramado yihadista global; y (6) los sistemas de movilización y reclutamiento.

Procedencia nacional de los detenidos y distribución geográfica

El primer hecho observable es que el 70% de los detenidos proceden de Argelia y Marruecos,; lo cual coincide con análisis previos sobre perfiles de los yihadistas en España, realizados con muestras más amplias y que incluyen a los detenidos con anterioridad a los atentados del 11-M.[1] La procedencia mayoritariamente magrebí no resulta sorprendente ya que Marruecos es el principal país de origen de los inmigrantes musulmanes en España (seguido a distancia por Argelia) y los yihadistas dirigen preferentemente su proselitismo radical a ese segmento de la población.

Por otra parte, las actividades de los grupos yihadistas argelinos y marroquíes en materia de propaganda y reclutamiento tampoco son una novedad en nuestro país. La presencia en España de redes yihadistas argelinas se remonta a principios de los 90, tras el inicio de la violencia civil en aquel país, y la captación de marroquíes por redes yihadistas en territorio nacional también cuenta con más de una década de historia. Además, en una proporción relevante de los casos se constata que las redes se formaron una vez que los individuos residían en España y muchos de ellos se radicalizaron después de emigrar. La preeminencia de las redes magrebíes en el mapa del yihadismo en España constituye por tanto de una tendencia firme que con probabilidad se mantendrá a lo largo de al menos una década, y que previsiblemente también afectará a ciertos sectores de la segunda generación de inmigrantes.

La tercera nacionalidad en importancia es la paquistaní, con 23 detenidos desde 2004. Este grupo resulta especialmente inquietante, ya que se encontraban integrados en dos redes que presuntamente estaban realizando labores de vigilancia y de preparación de atentados terroristas en Barcelona (una en septiembre de 2004 y otra en enero de 2008). Las redes radicales paquistaníes son muy herméticas. A la diferencia y especificidad lingüística se une el cierre comunitario, lo cual dificulta la obtención de información operativa y judicializable sobre su entidad real, actividades y contactos en el exterior. Por otra parte, los radicales paquistaníes también podrían utilizar a su favor el tránsito frecuente de personas que van y vienen de Pakistán por motivos legítimos (de hecho, la comunidad paquistaní en España está pidiendo la apertura de una línea de vuelos directa entre Barcelona y Pakistán, sin necesidad de tener que pasar por el Reino Unido), para enviar y hacer venir a operativos propios por razones no tan inocuas. En Pakistán existen campos de entrenamiento terrorista frecuentados por radicales procedentes de Europa, y algunos de ellos con el fin explícito de adquirir habilidades técnicas para atentar a su regreso.[2]

En cuarto lugar están los españoles autóctonos. En este punto hay que matizar los datos; catorce de los diecinueve individuos de origen español detenidos, residían (y posiblemente nacieron) en Ceuta y Melilla pero sus padres eran de origen marroquí y fueron educados como musulmanes, por lo que no encajan en la categoría de conversos. Los otros cinco detenidos sí son conversos españoles: tres de ellos eran a su vez parejas de yihadistas arrestados también en las operaciones policiales. Por otra parte, no se han contabilizado en el estudio los delincuentes de origen español que colaboraban con las redes yihadistas por razones económicas, sin compartir su ideología ni sus creencias religiosas.

En cuanto a la localización geográfica de las redes desarticuladas, en más de la mitad de los casos (al menos 16 de los 28 casos estudiados) los presuntos integrantes de una misma red vivían en distintas comunidades autónomas, a veces a cientos de kilómetros de distancia unos de otros. La comunicación y coordinación interna se realizaba a través de teléfono, Internet y viajes. Respecto a su distribución territorial, Cataluña ha sido la comunidad autónoma donde se ha llevado a cabo un mayor número de operaciones antiterroristas (16 de las 28, y 14 de ellas en la provincia de Barcelona). Las siguientes comunidades autónomas por orden de importancia han sido: Andalucía (10), Comunidad Valenciana (6) y Madrid (5), seguidas en número menor por otras como las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, y las comunidades autónomas del País Vasco, Murcia, Castilla y León, etc.

La distribución geográfica de las redes desarticuladas coincide en gran medida con las zonas de España donde se concentra la inmigración de origen magrebí. Sin embargo, no es fácil explicar a qué se debe la concentración de redes en Cataluña. En las provincias de Barcelona y Tarragona hay una elevada presencia de oratorios salafistas que de manera indirecta quizá podrían preparar el terreno para el reclutamiento radical, pero con la información disponible no se puede establecer una relación directa entre ambas variables. Es posible que la cercanía de Cataluña con la frontera también sea un factor relevante a la hora de elegir el lugar de implantación pues permitiría comunicaciones rápidas, económicas y sin necesidad de mostrar documentación con países como Francia e Italia, donde también operan redes radicales magrebíes. Por último, otra razón que podría explicar el elevado número de operaciones en Cataluña sería la capacidad de regeneración de las redes argelinas y marroquíes en un mismo lugar. Por ejemplo, la red de Merabet Fahsi, desarticulada en enero de 2006, tenía conexiones con las desarticuladas en la operación Lago en enero de 2003 y con la dirigida por Abdeladim Akoudad (detenido en octubre de 2003) y posteriormente con la desarticulada en la operación Tigris (junio de 2005). A su vez, miembros de la red de Fahsi también tenían relación con integrantes de redes desarticuladas posteriormente en la operación Sello II (enero de 2007) y en otras efectuadas en junio y octubre de 2008.

Funciones realizadas por las redes yihadistas

La mayor parte de las operaciones policiales han tenido como objeto redes (completas o, en algunos casos, miembros de redes con la mayoría de sus miembros en el extranjero) que realizaban tareas de carácter logístico; una función que vienen desempeñando este tipo de redes desde su implantación en España a principios de los años 90. Con posterioridad al 11-M, la principal actividad ha consistido en el apoyo logístico, el reclutamiento y el envío de voluntarios para combatir en Irak (12 redes desarticuladas), que en algunos casos simultaneaban su actividad con el envío de voluntarios a Argelia para eventualmente marchar después a Irak. Por otra parte, el reclutamiento en beneficio directo de al-Qaeda en el Magreb aparece en tres operaciones del año 2007.

Aunque el total de individuos reclutados y enviados desde España a frentes de yihad quizá podría contarse en decenas, no existen datos contrastados sobre su número exacto. Sí se conocen algunos casos concretos, como el del argelino Belgacem Bellil, que fue captado por una red en Cataluña y que posteriormente cometió un atentado suicida contra un cuartel italiano en Nasiriya en noviembre de 2003; o el de otros enviados por la red de Abdeladim Akaouad en Vilanova (Barcelona), como Ahmed Said Hssisni, Hassan Mourdude y Saffet Karakoc (todos ellos interceptados antes de infiltrarse en Irak). Pero, por lo demás, existe un notable vacío de información en las fuentes abiertas sobre este punto.

Gráfico 1. Funciones realizadas por las redes desarticuladas

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Nota: el reclutamiento y la propaganda en Internet también son tareas logísticas y aparecen contabilizadas en el total de redes que llevaban a cabo funciones de dicha naturaleza. No obstante, en este gráfico hemos preferido desagregarlas y mostrar también sus valores en dos barras diferentes. El otro tipo de funciones logísticas contabilizadas en el grafo se corresponden con financiación y obtención de documentos, muchas veces falsificados.
Fuente: elaboración propia.

Además de reclutamiento, las fuerzas de seguridad han detenido al menos seis células del Grupo Salafista por la Predicación y el Combate (GSPC) –renombrado al-Qaeda en la Tierra del Magreb Islámico (AQMI) en enero de 2007– que proporcionaban documentación falsa o dinero a dicha organización. En todos los casos, la financiación era a través de delitos como el fraude de tarjetas de crédito y el robo en domicilios. Hay un caso que se sale de los métodos comunes: una célula del GSPC, desarticulada en diciembre de 2005, que estaba invirtiendo en la apertura de un local de prostitución en la costa de Málaga con el fin de obtener ingresos estables para enviar a Argelia.[3]

Al mismo tiempo, ha aumentado el número de grupos que pretendían atentar de nuevo en España. Existe constancia de al menos siete planes terroristas, la mayor parte de ellos en fase muy temprana de preparación. A ellos habría que añadir dos actividades de vigilancia sospechosa por parte de individuos detenidos por su vinculación a grupos yihadistas: la grabación de videos sobre edificios destacados en Barcelona por parte de una célula de paquistaníes en 2004 y la detención de dos marroquíes con una cámara de fotos en las cercanías de una central nuclear en Guadalajara también en 2004.[4]

En casi todos los casos se habría tratado de ataques contra objetivos civiles multitudinarios con el propósito de provocar decenas de muertes indiscriminadas: sistemas de transporte, como el metro en Madrid y Barcelona o el ferry que une Ceuta con Algeciras, y zonas comerciales. Las dos ciudades que más se repiten en la lista de presuntos objetivos son Madrid y Barcelona, incluso por células terroristas compuestas por individuos que residían a cientos de kilómetros de ambas ciudades, como por ejemplo los detenidos en la operación Gamo en noviembre de 2005 en Alicante, Granada y Murcia, que supuestamente estaban ideando atentar en Madrid.[5] Dicha selección de objetivos y de lugares geográficos demuestra el interés de los terroristas por realizar ataques en centros urbanos que garanticen una atención mediática de alcance mundial.

Tabla 1. Presuntos proyectos terroristas abortados en España después del 11-M

 Plan terroristaNacionalidad de origen de los detenidosFecha de detención
1Presunta organización de una campaña de atentados suicidas en Madrid contra la Audiencia Nacional, estaciones de tren y metro, y estadio de fútbol del Real MadridMayoría de marroquíes y argelinos, más algunos individuos de otras nacionalidadesOctubre/noviembre 2004
2Intento de obtención de explosivos y sustancias radioactivas para realizar un atentado en un lugar indeterminado de EspañaMarroquíesDiciembre 2004
3Presunto plan terrorista contra el ferry que enlaza Ceuta y AlgecirasMarroquíMarzo 2005
4Preparación de un atentado (o atentados) en Madrid. Según los terroristas, una “acción grande”. Para ello intentaron adquirir ilegalmente explosivos en minas de la provincia de Granada y también se interesaron por algún tipo de sustancia radioactivaArgelinosNoviembre 2005
5Preparación de un atentado contra objetivos civiles multitudinarios en CeutaMarroquíes, la mayoría con nacionalidad españolaDiciembre de 2006
6Detención en Girona de un individuo procedente de Toulouse con el coche cargado con bombonas de butano y material pirotécnico Llevaba un comunicado del Ejército Islámico de Irak alabando el martirioFrancés de origen marroquíOctubre de 2007
7Detención de una célula compuesta por doce individuos que presuntamente pretendían realizar un atentado suicida en el metro de Barcelona. Estaban vinculados al Movimiento Talibán de PakistánPaquistaníes e indiosEnero de 2008

Fuente: elaboración propia a partir de las notas de prensa de la Dirección General de Relaciones Informativas y Sociales del Ministerio del Interior.

Respecto al método que planeaban utilizar en los atentados, todos ellos iban a recurrir a explosivos. En cuatro casos pensaban adquirir explosivo industrial sirviéndose de delincuentes (de modo similar a como sucedió en el 11-M) y en los otros tres presuntamente iba a tratarse de explosivos caseros. Al parecer, en cuatro de los siete casos se preveía el empleo de suicidas.

Por lo que se ha podido conocer, las razones que se encontraban detrás de aquellos planes eran la venganza contra la acción antiterrorista española y la presencia de tropas españolas en Afganistán, además de la más general de atacar a los infieles en su territorio. Este último es un motivo que va más allá de lo meramente retórico y que aleja cualquier posibilidad de acomodo político con los radicales yihadistas. A título de ejemplo, resulta ilustrativo el siguiente párrafo extraído del Auto de Procesamiento 18/2007 de 7 de junio de 2007, correspondiente a la operación Tigris:

“Asimismo Abdelmalik Abdeselam Amar, Mustafa Mohamed Abdeslam y Aomar Mohamed habrían comentado en sus encuentros su disposición a castigar a los no creyentes y a sus colaboradores en cualquier lugar, realizando, si fuera necesario, una acción de martirio, ya que para conseguir la ansiada tierra del Jihad hay que utilizar la violencia. También comentaban que mientras los seguidores de la Salafia Jihadia permanezcan unidos, no habrá infieles en Ceuta”.

En este sentido, tampoco es descartable que en el futuro la “liberación” de Al Ándalus o, más en concreto, de Ceuta y Melilla se convierta en una motivación añadida que impulse la preparación de atentados en España. El análisis de contenido de una amplia muestra de material yihadista difundido en Internet (2.232 documentos) revela que 16, de un total de 50 documentos donde se menciona a España, lo hacen lamentándose de la pérdida de Al Ándalus. Aunque en general se trata de un recurso retórico, conviene no olvidar que en el imaginario yihadista la Península Ibérica es antigua tierra del islam que algún día tendrá que ser liberada. Así lo afirmaba en 2006 Ayman Al Zawahiri: “La yihad busca la liberación de Palestina… y liberar cualquier territorio que alguna vez fue territorio del islam, desde España a Irak.[6] Mucho más preocupante es el hecho de que ocho de esos 50 documentos contengan llamamientos a la “liberación” de Ceuta y Melilla. La primera mención a ambas ciudades se produjo en 2005, hubo dos más en 2006, otras dos en 2007 y tres menciones a lo largo de 2008.[7]

Gráfico 2

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Fuente: Manuel R. Torres Soriano, “Las menciones a España en la propaganda yihadista”, Athena Intelligence Assessment, nº 10/2008, p. 11.

Relación de las redes con organizaciones yihadistas

Una cuestión que actualmente es objeto de debate en los estudios especializados sobre terrorismo es el nivel de estructuración del yihadismo global.[8] En nuestro análisis los grupos desarticulados se corresponden mayoritariamente a una de las dos categorías que se exponen a continuación:

Redes integradas en una organización superior
Las organizaciones yihadistas como al-Qaeda, el GSPC o el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), han poseído desde sus orígenes un organigrama interno con diversos niveles de liderazgo y funciones especializadas. Al mismo tiempo, dichas organizaciones han combinado la jerarquía con elevadas dosis de flexibilidad, pragmatismo y apoyo en redes sociales de carácter informal, especialmente desde que la presión antiterrorista aumentó de manera sustancial en Europa tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Al mismo tiempo, la labor de dirección sobre las redes que operan en el Continente europeo se caracteriza por dejar un elevado grado de autonomía a los líderes locales, actuando muchas veces los líderes regionales a modo de impulsores, intermediarios, facilitadores y coordinadores entre redes yihadistas, que operan en gran medida por cuenta propia, en beneficio general de la causa yihadista global, y de la organización mediante la que se coordinan, en particular.

Este modo de proceder plantea serios problemas a la hora de determinar con absoluta certeza la pertenencia o no de una red a una determinada organización yihadista. En este análisis se proponen dos criterios para considerar a un determinado grupo integrante de una organización superior: comunicación frecuente y acción coordinada estable con la organización yihadista superior. Es decir, que el líder u otros miembros destacados de la red mantengan contacto habitual con operativos de la organización, y que, de manera relativamente continuada, dicha red desempeñe ciertas tareas cooperando con otras redes, relacionadas a su vez con dicha organización. La coordinación puede ser horizontal y directa entre las diversas redes o mediada a través de determinados individuos que ejerzan la función de coordinadores. Ejemplos de actividades coordinadas serían: reclutamiento y envío de voluntarios, transferencia de dinero y documentos falsos, preparación de atentados siguiendo las directrices de la organización superior, etc. Todo ello conferiría al entramado yihadista la capacidad de realizar funciones especializadas, una característica propia de cualquier organización.

Se trata, por tanto, de criterios meramente funcionales, no de carácter formal. Es decir, para incluir a una red en esta categoría no se requiere que el líder de la célula haya hecho un juramento de fidelidad al emir de la organización superior, o que los integrantes del grupo se consideren y denominen miembros de dicha organización.

Al mismo tiempo, es posible que una misma red se coordine con otras redes e intermediarios de más de una organización; por lo que se podría considerar que la red estaría integrada en ambas, al margen de que exista o no una alianza formalizada entre los líderes estratégicos de ambas organizaciones. Esa relación múltiple hace muy difícil saber con exactitud en qué organización se encuentra integrada la red en el momento de su desarticulación. Por ejemplo, en nuestra muestra de estudio nos encontramos con varios casos donde existe coordinación con al-Qaida en Irak, pero al mismo tiempo varios de los miembros del grupo tenían su origen y mantenían contacto con el GSPC o el GICM.

A este respecto, el análisis de redes sociales aplicado al terrorismo yihadista facilita una comprensión más exacta de las relaciones entre individuos, células y organizaciones. Las redes sociales atraviesan los grupos establecidos. Son más dispersas, más difusas, llegan a más sitios.[9] Desde esta perspectiva no tiene sentido contemplar las organizaciones yihadistas como grupos monolíticos e infranqueables, y de ahí la dificultad de categorizar con precisión la afiliación organizativa de las células desarticuladas en España. Existe una comunicación y coordinación frecuente entre las diversas redes dentro del entramado yihadista. Dicha interacción es posible por el hecho de que los simpatizantes con el yihadismo comparten una identidad colectiva reforzada y por el uso que hacen de los avances tecnológicos en materia de comunicaciones.

Al mismo tiempo, la coordinación entre los distintos grupos confiere heterogeneidad al conjunto, lo cual permite que el entramado yihadista abarque muchos de los aspectos que necesita cubrir: propaganda, financiación, reclutamiento, ingreso en países como Irak o Argelia a través de fronteras controladas, entrenamiento, preparación de atentados, etc.

En el Gráfico 3, que utilizamos simplemente como ejemplo,[10] se puede advertir la sustancial imbricación de las relaciones entre individuos pertenecientes a distintas redes y organizaciones. Dentro de esa gran red social sería posible identificar sujetos que coordinan las acciones de diferentes redes (otras además de las que aparecen en el gráfico) desde un nivel estratégico, es decir, a través de directrices genéricas que afectan a aspectos sustanciales de las organizaciones a las que pertenecen (por ejemplo, las ya mencionadas de reclutamiento, comunicación con otras organizaciones yihadistas, planeamiento de atentados, etc). En un nivel inmediatamente inferior encontraríamos a sujetos que están en contacto y coordinan la actividad de varias redes con el fin de alcanzar los objetivos estratégicos. Esta figura (que por analogía con el vocabulario militar denominamos coordinadores del nivel operacional) no es indispensable ya que en algunos casos puede existir comunicación y coordinación directa entre el líder estratégico y los mandos tácticos. Por último, tenemos los jefes de red o líderes tácticos que mantienen cohesionado al grupo y coordinan sus actividades con el fin de contribuir a los objetivos estratégicos.

Pues bien, si analizamos el ejemplo de las operaciones policiales realizadas contra varias redes de apoyo a los yihadistas en Irak, comprobaremos rápidamente la dificultad que entraña establecer fronteras nítidas entre organizaciones, así como las posibilidades que ofrece el análisis de redes sociales a la hora de comprender las relaciones entre unos grupos y otros, especialmente si se realiza un estudio longitudinal de la historia dichos vínculos. En este caso nos encontramos con figuras como Filali Ouali, un individuo estrechamente relacionado con el también marroquí Abdeladim Akoudad. A su vez, Akoudad era un operativo del GICM que coordinaba las actividades de la red de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) hasta que fue detenido en octubre de 2003. Tras la huída de España de Ouali en noviembre de ese mismo año, otro individuo, Merabet Farsi, se hizo cargo del grupo y coordinaba sus acciones con el marroquí Omar Nakcha. Por su parte, Nakcha mantenía relación con dos líderes de alto nivel del entramado yihadista magrebí. Por un lado Mushin Khaiber, antiguo operativo del GICM que por aquel entonces coordinaba desde Siria el envío de voluntarios a Irak, y que al mismo tiempo se encontraba estrechamente relacionado con la organización de Abu Musab Al Zarqawi en Irak. Por otro lado, Nakcha también se coordinaba con el misterioso Khalid Abu Bashir, un mando de alto nivel del GSPC argelino, que a su vez coordinaba las relaciones entre esta organización y al-Qaeda.

Las investigaciones policiales realizadas en España sobre este tipo de redes permiten constatar la existencia de comunicación frecuente y de acción coordinada entre ellas. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos no es posible conocer los pormenores de dicha relación, ya que los detenidos no han reconocido su culpabilidad y mucho menos han confesado los detalles sobre sus actividades y vínculos con otras redes yihadistas. No obstante, en dos documentos judiciales españoles se mencionan, por ejemplo, los contactos de los detenidos con el ya mencionado Khalid Abu Bashir.[11] Bashir jugó un papel relevante en la historia de la red de Khaled Azig y Mohamed Reha: una célula desarticulada en Marruecos en noviembre de 2005 y sobre la que existe información más precisa ya que ambos líderes realizaron una confesión muy detallada a las autoridades marroquíes.[12] En ese relato se aprecia como Bashir coordinaba las actividades de diversas células en Europa, Marruecos y Siria comunicándose con los líderes de esos grupos mediante correo electrónico y llamadas telefónicas. Azig y Reha afirman que ninguno de ellos se reunió personalmente con él ni vieron nunca su foto.

Gráfico 3. Relaciones entre redes de apoyo al envío de voluntarios a Irak

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Nota: se desconoce la identidad de los individuos que aparecen marcados como miembros de la célula de Dahmani.
Fuente: Fernando M. Mañas, Análisis de redes aplicado a la actividad yihadista en España, pendiente de publicación. Realizado con información procedente de fuentes abiertas, principalmente los autos de procesamiento de las redes desarticuladas que aparecen en el gráfico.

Una vez conceptualizada la categoría, se puede afirmar que de las 28 operaciones policiales analizadas en nuestro estudio, al menos 22 casos se corresponden con la categoría de red integrada en una organización superior. Es decir, la mayor parte de las redes yihadistas desarticuladas en España con posterioridad al 11-M se coordinaban de manera efectiva con otras redes relacionadas con organizaciones superiores, dentro y fuera de nuestro país, y no eran por tanto grupos aislados de meros simpatizantes con el yihadismo que actuaban de forma completamente autónoma.

En un número importante de casos las redes objeto de nuestro estudio estaban integradas en el GSPC/al-Qaeda en el Magreb. Nuestra estimación es de al menos 12 redes. En otros ocho casos también habría vinculación con las organizaciones yihadistas en Irak, y en casi todos ellos también relación simultánea con GSPC/AQMI. En cuatro casos hay indicios que apuntan a una integración en el GICM. Por su parte, en la célula de paquistaníes desarticulada en septiembre de 2004 la vinculación sería posiblemente con la organización Jaish-e-Mohammed y en la de paquistaníes de enero de 2008 con Tehrik-e-Taliban en Pakistán. De todos modos, estos datos deben ser contemplados con cautela, más como hipótesis fundadas y orientativas que como hechos totalmente contrastados.

Redes de base
Por redes de base nos referimos a aquellos grupos que actúan por cuenta propia, sin comunicación continuada ni coordinación con organizaciones superiores, aunque eventualmente puedan tener vínculos limitados con miembros de otras redes u organizaciones. Se trataría, por tanto, de una categoría similar a lo que Marc Sageman denomina bunch of guys, y a la que el informe elaborado por el King’s College de Londres para la Comisión Europea en diciembre de 2007 se refiere como self-starters.[13] Pero al margen de la etiqueta utilizada para denominarlos, lo realmente importante es su delimitación conceptual. Se trataría de grupos que dependen de sí mismos en términos de financiación, reclutamiento, entrenamiento y planificación y que no pueden ser considerados como parte integrante de una organización superior.

Por tanto, el criterio para diferenciar entre una red integrada y una red de base sería de carácter funcional; es decir, la existencia o no de coordinación a la hora de realizar sus actividades. Subrayamos este aspecto porque lo normal es que los miembros de las redes de base mantengan relación personal con individuos pertenecientes a redes integradas en organizaciones yihadistas, relación que muchas veces tuvo algo que ver en su proceso de radicalización. Esto se aprecia, por ejemplo, al aplicar el análisis de redes sociales a los grupos que dieron lugar a la red del 11-M.

Gráfico 4. Redes sociales previas a la red del 11-M

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Realizado con la información contenida en el Sumario y en las Sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo sobre la red terrorista del 11-M.
Fuente: Fernando M. Mañas, Análisis de redes aplicado a la actividad yihadista en España, pendiente de publicación.

En el Gráfico 4 se aprecian tres grupos denominados por las zonas de Madrid donde se reunían o residían: Villaverde, Lavapiés y domicilio de la Calle Virgen del Coro. Los tres incluían algunos individuos que habían mantenido relación con el grupo de Abu Dahdah, una red integrada en al-Qaeda desarticulada en Madrid y Granada en noviembre de 2001. Por otra parte, también se observan vínculos personales con una red del GICM afincada en Bélgica y liderada por Abdelkader Hakimi, un veterano de Afganistán y Bosnia, cuya principal actividad consistía en el envío de voluntarios y dinero a Irak.

Posteriormente, algunos de los componentes de estos grupos fueron confluyendo hasta configurar la red que ejecutó los atentados de Madrid, descrita en el Gráfico 5. Aunque es posible que se mantuvieran los contactos con la red social de Hakimi a través de individuos como Youssef Belhadj, la información disponible sobre las relaciones y la actividad interna de lo que finalmente fue la red del 11-M no nos permite concluir que dicha red se coordinara con el GICM en términos de planificación, entrenamiento, obtención de recursos y ejecución de los atentados. Como consecuencia, con los datos a nuestra disposición habría que concluir que se trató de una red de base.[14]

Gráfico 5. Red social del 11-M

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Realizado con la información contenida en el Sumario y en las Sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo sobre la red terrorista del 11-M.
Fuente: Fernando M. Mañas, Análisis de redes aplicado a la actividad yihadista en España, pendiente de publicación.

De los 28 casos que componen la muestra de nuestro estudio sólo es posible contabilizar cinco redes base. Esto demostraría que este tipo de grupos son más una excepción que la regla en el panorama del yihadismo en España posterior al 11-M. De hecho, no se puede descartar que alguno de los casos analizados se corresponda con una red integrada en una organización superior, y que lo hayamos clasificado como red de base por falta de información conocida.

Por último, entre los 28 casos analizados hay uno que podría responder a la categoría de “lobo solitario”; es decir, un operativo que actúa de manera independiente al margen de cualquier organización o red de base.

En septiembre de 2007 los Mossos d’Esquadra detuvieron en Girona a un individuo francés de origen marroquí que viajaba en coche desde Toulouse (Francia). El sujeto llevaba consigo dos bombonas de gas, material pirotécnico y –lo más desconcertante– una espada ninja ajustada en posición horizontal, apuntando desde el asiento trasero a la espalda del conductor. El individuo declaró que pretendía suicidarse en un lugar solitario como consecuencia de un desengaño amoroso y negó que fuera a cometer un atentado terrorista. Sin embargo, un examen más pormenorizado desveló indicios que apuntaban al radicalismo yihadista: el individuo se había cortado las uñas, se había afeitado el pecho y llevaba en el coche un comunicado impreso del Ejército Islámico de Irak, alabando las acciones de martirio.

No parece creíble que una persona recorra cientos de kilómetros con esos objetos en el coche buscando un lugar para suicidarse a solas. Es probable que se dirigiera a Barcelona para estrellarse contra algún objetivo. La presencia del sable en el asiento trasero, apuntando a su espalda, sería un claro indicio de ello. Posiblemente, el individuo se inspiró en el atentado de Glasgow en junio de 2007 (donde dos yihadistas estrellaron contra el aeropuerto un coche en llamas, cargado de latas de combustible) y para evitar morir quemado, colocó la espada de tal forma que le matase rápidamente al estrellar el coche. El sujeto no era conocido por los servicios de seguridad franceses y estos no han sido capaces de vincularlo a ninguna red yihadista en el país. Se trataría así de un intento de atentado muy poco sofisticado y planeado posiblemente en solitario pero que, de haber tenido éxito, habría causado víctimas mortales y una notable atención mediática.

Resulta interesante cruzar los datos entre las categorías de grupos y las funciones realizadas. De las 22 redes coordinadas con una organización superior, sólo dos casos planificaban atentados en España, mientras que 21 se dedicaban a tareas logísticas (la desarticulada en la operación Gamo habría realizado ambas funciones). Sin embargo, de las cinco redes de base, cuatro presuntamente planeaban atentar y una se dedicaba a la elaboración y difusión de propaganda en Internet. Como acabamos de señalar, la red que ejecutó los atentados de Madrid (y que no ha sido contabilizada en este estudio, a pesar de que hayamos utilizado su análisis como ejemplo) también respondería, con la información disponible, a la categoría de red de base.

Gráfico 6. Funciones realizadas por categoría de grupos

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Fuente: elaboración propia.

Una posible interpretación de estos datos sería la siguiente: aunque las organizaciones yihadistas emplean una retórica amenazante contra España, en la práctica las redes integradas en ellas y presentes en nuestro territorio prefieren concentrar sus esfuerzos en actividades de carácter logístico ya que resultan más beneficiosas en términos materiales para la organización en su conjunto. Posiblemente consideren que ejecutar un nuevo atentado en España tendría como consecuencia un aumento muy considerable de la presión policial, haciendo más difícil la vida de sus miembros y el desarrollo de las tareas de apoyo. De ese modo, al-Qaida en el Magreb se puede permitir el lujo de utilizar una dialéctica encendida al mencionar a nuestro país e incluso de planificar atentados contra españoles presentes en el norte de África pero por el momento no parece que pretenda atentar en nuestro suelo. Sin embargo, esto no debe llevar a bajar la guardia. El 11-M demostró que los cambios de estrategia y la evolución interna de los grupos pueden resultar dramáticamente impredecibles.

Por su parte, la agresividad comparativamente superior de las redes de base (y del posible “lobo solitario”) sería coherente con la doctrina elaborada por Mustafa Setmarian (también conocido como Abu Musab al-Suri) en su libro La Llamada a la Resistencia Islámica Global. Setmarian anima a que los partidarios del yihadismo contribuyan con la causa realizando acciones terroristas espontáneas de manera autónoma.[15] La agresividad de las redes de base también se explicaría por el hecho de que, al tratarse de grupos que actúan por cuenta propia, no tienen facilidad para realizar acciones logísticas, salvo la difusión de propaganda radical a través de Internet o el envío de voluntarios a zonas de yihad para que, una vez allí, traten de entrar en contacto con organizaciones yihadistas por sus propios medios. En consecuencia, la principal actividad que hace sonar las alarmas de las agencias de seguridad y desencadena su detención es la preparación de atentados.

Por fortuna, las redes de base que presuntamente preparaban atentados carecían de suficiente profesionalidad, y esto les hizo vulnerables e ineficaces. Sin embargo, el plan terrorista que posiblemente tenía más posibilidades de éxito iba a ser ejecutado por una célula integrada en una organización superior. Fue el caso de la red paquistaní, vinculada a Tehrik-e-Taliban en Pakistán (TTP), que presuntamente preparaba una serie de atentados en el metro de Barcelona a comienzos de 2008. Afortunadamente, la célula fue detectada gracias a que dentro de ella había un infiltrado de los servicios de inteligencia franceses. Al parecer, el grupo tenía conocimientos para fabricar explosivos caseros, contaba con seis candidatos a suicidas y ya había elegido los blancos que iba a atacar.[16] Tras los atentados, Baitullah Messud, líder del TTP, pretendía hacer público un comunicado exigiendo la retirada de los países europeos de Afganistán.[17]

Sistemas de reclutamiento y movilización

El informe presentado por el King’s College de Londres a la Comisión Europea en diciembre de 2007 titulado Recruitment and Mobilisation for the Islamist Militant Movement in Europe identifica una serie de escenarios y actores que son habituales en los procesos de radicalización y reclutamiento.[18] En este último apartado de nuestro análisis vamos a aplicar el esquema utilizado por el informe del King’s College a los 28 casos de estudio seleccionados.

En primer lugar, el informe identifica tres categorías de espacios donde se lleva a cabo el reclutamiento yihadista: (1) mezquitas y oratorios; (2) prisiones; y (3) otros lugares.

Mezquitas y oratorios
En los años 90 los radicales que actuaban en Europa trataron de hacerse con el control de mezquitas con el fin de convertirlas en espacios seguros donde desarrollar su actividad logística, recaudar fondos, atraer a simpatizantes con la causa yihadista e integrarlos en la estructura del movimiento. Dicha dinámica cristalizó en ejemplos como la mezquita de Finsbury Park en Londres, el Centro Cultural Islámico de Milán y la mezquita Al Quds en Hamburgo. Sin embargo, el aumento de la presión policial desde el 11-S y la tolerancia cero de muchos responsables de mezquitas hacia el proselitismo radical han reducido sensiblemente la actividad manifiesta de los reclutadores y propagandistas en esos lugares de oración y encuentro. En la actualidad los radicales asisten de manera discreta a determinados oratorios y allí tratan de descubrir y contactar nuevos simpatizantes, a los que posteriormente invitan a encuentros privados.

En las operaciones que componen la muestra de nuestro estudio el oratorio/mezquita islámico sólo aparece en dos ocasiones como centro de la actividad yihadista de los grupos; es decir, como lugar controlado por los radicales y utilizado con fines de captación. Se trataría de las operaciones policiales Génesis-Chacal y Duna.

La primera de ellas tuvo lugar en enero de 2006. En el transcurso de la operación fueron detenidas nueve personas relacionadas con la mezquita El Forkan, en la calle Contxita Solé de Vilanova i la Geltrú (Barcelona). Dicha mezquita era la sede de la Asociación Cultural Islámica de Vilanova i la Geltrú. La Junta Directiva de la asociación estaba vinculada directamente con la red desarticulada. Además del líder del grupo, Mohamed Mrabet El-Fahsi, la Guardia Civil detuvo al imán de la mezquita, al portavoz, Mustafa Fawzi, y a quien hacía de imán sustituto, Mustafa El Satty.[19] Desde la mezquita se pedían oraciones por los muyahidín que combatían en Irak y se recaudaba dinero para pagar los viajes de los voluntarios que eran reclutados y enviados a aquel país.

En la operación Duna, efectuada en diciembre de 2006, la policía detuvo a 11 individuos por su presunta relación con el terrorismo yihadista en el barrio del Príncipe en Ceuta. Los líderes del grupo utilizaban la mezquita Atawba como lugar de reunión y captación de nuevos simpatizantes. Según el testimonio de algunos de los vecinos del barrio, la gente dejó de frecuentar dicho oratorio poco después de que los radicales se hicieran con el control. De hecho, el cambio de nombre (inicialmente se llamaba Al Harrak y la elección de Atawba proviene de un pasaje del Corán que puede ser interpretado violentamente) ya fue considerado por algunos como un indicio que algo siniestro estaba sucediendo.[20]

Esta práctica constituye, por tanto, una excepción en el panorama del yihadismo en España con posterioridad al 11-M, una práctica imprudente que posiblemente facilitó la detección, vigilancia y desarticulación de ambos grupos.

En las otras 26 operaciones analizadas resulta difícil constatar el uso de las mezquitas por parte de los radicales, aunque sea de una forma más discreta (asistiendo a ellas como cualquier otro musulmán y aprovechando allí para conocer y captar potenciales seguidores). No obstante, hay un indicio que apunta a la existencia de dicha práctica: 18 detenidos en España por su presunta relación con el terrorismo yihadista desde el año 2004 han desempeñado la función de imán o de responsable de una asociación islámica con sede en una mezquita. Salvo los dos casos mencionados no consta que utilizaran su puesto para dirigir proclamas radicales, pero es de suponer que aprovecharían las redes sociales informales que se generan en torno a los oratorios para difundir sus ideas y reclutar nuevos partidarios.

Prisiones
El segundo espacio de reclutamiento son los centros penitenciarios. El origen del riesgo sería doble: el proselitismo radical desarrollado por algunos líderes religiosos externos que atienden a los internos de origen musulmán y el reclutamiento que puedan llevar a cabo presos radicales en el interior de la prisión.

Con posterioridad al 11-M se han desarrollado dos operaciones policiales donde se ha detenido a individuos que realizaban actividades yihadistas desde el interior de las cárceles.[21] La más conocida es la operación NOVA en otoño de 2004, que desarticuló una red dirigida desde el interior de las prisiones, compuesta por yihadistas veteranos y por internos reclutados cuando cumplían condena por delincuencia común. Aunque la sentencia del Tribunal Supremo redujo las condenas a seis, de un total de casi 45 detenidos, reconoció la existencia del grupo radical y mantuvo la condena de Abderrahmán Tahiri y Saif Afif como líderes del mismo.

El otro caso, menos conocido, es la detención del marroquí Redouan Ben Fraima en la prisión de Ceuta en marzo de 2005. Presuntamente Ben Fraima estaba tratando de captar al también marroquí Redouan Ahmed Alí, y al mismo tiempo estaba relacionado con una mujer detenida poco después en la prisión de Teruel. Ben Fraima fue acusado de planear un atentado contra el ferry que une a Ceuta con Algeciras.[22]

La posible existencia de procesos de radicalización y reclutamiento yihadista en las prisiones españolas es un desafío de primer orden ya que aproximadamente un 10% de los internos proceden de países de mayoría musulmana. La administración penitenciaria está tomando medidas pero los obstáculos que se plantean continúan siendo importantes.

Los principales desafíos se derivan de la barrera idiomática. Resulta muy difícil controlar el contenido de los textos y materiales audiovisuales que circulan dentro de la prisión. No existe límite en los libros y documentos que los internos pueden recibir desde el exterior y los traductores se ven desbordados a la hora de supervisar su orientación ideológica para evitar que se introduzca propaganda yihadista. Lo mismo sucede con las charlas informales y el discurso religioso dentro de las prisiones.[23]

Por otra parte, también resulta difícil conocer el perfil ideológico de las personas que acceden a los centros penitenciarios como asistentes religiosos, ya que los internos pueden pedir que se autorice como visitante a cualquier persona que afirme serlo. Como es lógico, resulta completamente legítimo que exista esa atención religiosa –y bien orientada puede convertirse en un sistema de des-radicalización y de prevención de la radicalización de primer orden–, pero al mismo tiempo es necesario tomar medidas para evitar que los radicales se introduzcan en las prisiones a través de ese sistema. Por último, también constituye un desafío el impedir los contactos no controlados entre los internos radicalizados y el exterior, concretamente a través del uso de teléfonos móviles. A lo largo del año 2007 se incautaron en el interior de las prisiones españolas 939 teléfonos móviles y 2.032 tarjetas para los mismos. Es este un dato preocupante, ya que se estima que sólo se incauta aproximadamente el 20% de las existencias reales.[24]

Otros lugares
Además de en mezquitas y prisiones, los yihadistas pueden reclutar nuevos partidarios en una gama muy amplia de lugares, que podrían ser clasificados como espacios de encuentro (cibercafés, locutorios, carnicerías halal, gimnasios, teterías, etc) o espacios de vulnerabilidad (en caso de que el individuo se sienta aislado o marginado: centros de acogida, de enseñanza, de asistencia social, etc.).

La información disponible en fuentes abiertas acerca de las 28 operaciones analizadas resulta insuficiente a la hora de sistematizar los lugares de encuentro o de vulnerabilidad, donde las redes yihadistas han intentado captar nuevos miembros. En cuatro casos los detenidos en las operaciones policiales trabajaban o regentaban locutorios y, en otros cuatro, carnicerías halal; sin embargo, sólo consta que en dos casos se utilizasen las carnicerías halal para contactar con nuevos individuos o tener reuniones clandestinas (operaciones Génesis-Chacal en enero de 2006 y Bureba en octubre de 2007).

Tras estudiar los espacios donde tienen lugar los procesos de radicalización, el informe del King’s College analiza los agentes que intervienen en el reclutamiento. Entre ellos destacan las “organizaciones entrada”, los predicadores radicales y los activistas.

Las “organizaciones entrada” (gateway organisations) son asociaciones o movimientos que, aunque no defiendan explícitamente la violencia, pueden facilitar los procesos de radicalización proporcionando marcos cognitivos cercanos al islamismo radical o introduciendo a los individuos en redes sociales donde es posible establecer un vínculo con militantes yihadistas. El informe del King’s College menciona explícitamente la Yama’a al-Tabligh, Hizb ut-Tahrir y al Muhajiroun (una organización británica desgajada de Hizb ut-Tahrir).

En nuestros 28 casos de estudio aparece el Tabligh en dos ocasiones: en la operación La Unión en diciembre de 2005 y en la célula paquistaní desarticulada en el Raval en enero de 2008. En la operación La Unión la referencia al Tabligh se debe a la actividad del ciudadano francés Mohamed Srifi Nali, quien se radicalizó tras un viaje a Arabia Saudí, ingresó en el movimiento Tabligh al Dawa, e intentó reclutar a algunos de sus miembros. Fue detenido en Málaga en diciembre de 2005.[25] No obstante conviene subrayar que el Tabligh es un movimiento pacífico que rechaza explícitamente el uso de la violencia. Más que una organización de entrada se podría afirmar que se trata de una organización instrumentalizada en ocasiones por los yihadistas en términos de reclutamiento.[26]

La figura de los predicadores radicales, tal como se ha dado en países como el Reino Unido y Holanda, no tiene paralelismo en España. Así lo recoge el informe del King’s College y en efecto resulta fácilmente constatable. Esto no quiere decir que no se haya realizado predicación radical en nuestro país. Al tratar sobre las mezquitas/oratorios ya hemos señalado la existencia de casos puntuales, pero se trataba de actividades semiclandestinas, que eludían el espectáculo y la visibilidad mediática que durante años han empleado predicadores radicales como Abu Qatada, Abu Hamza u Omar Bakri en el Reino Unido.

Respecto a los activistas, en la mayoría de los casos analizados se constata, o al menos se intuye, la figura del activista que cumple las funciones que le atribuye el informe del King’s College: ejercer liderazgo, mantener la cohesión del grupo, gestionar las relaciones externas con otras redes yihadistas y reclutar a nuevos miembros. Como ya se ha señalado anteriormente, en 10 de los 28 casos la principal actividad de la red consistía precisamente en reclutar voluntarios para marchar a Irak o Argelia. Es decir, el ingreso en el movimiento yihadista no siempre es consecuencia exclusiva del interés y del esfuerzo de búsqueda de los simpatizantes, sino que existen reclutadores que suscitan nuevas incorporaciones.

Por último, el informe del King’s College comenta el protagonismo creciente de Internet como instrumento de difusión de ideas radicales, espacio de encuentro virtual y generador de identidad colectiva. En nuestra muestra de estudio dos redes tenían como principal función la difusión de propaganda a través de Internet (operaciones Jineta en marzo de 2007 y Bureba en octubre de 2007) pero, además de ellas, en la inmensa mayoría de las ocasiones se constata la presencia y consumo de propaganda yihadista obtenida a través de Internet.

En el caso de la operación Jineta sería posible advertir además un proceso de auto-radicalización alimentado por Internet. Uno de los detenidos era un español que administraba un foro radical y colgaba dibujos realizados por él mismo. Aunque se consideraba musulmán todo lo que había aprendido del islam era básicamente a través del ciberespacio.[27] Este individuo cooperaba al mismo tiempo con otras personas en la gestión de los contenidos radicales, dos de ellas fueron detenidas: otro español converso y un joven marroquí residente en La Palma del Condado (Huelva).

Conclusión

El análisis realizado demuestra que la presencia y actividad de las redes yihadistas se han convertido en un fenómeno estructural en España. En su mayoría se trata de grupos compuestos por individuos procedentes de Argelia y Marruecos y vinculados con el GSPC/AQMI. Los 28 casos seleccionados como muestra de estudio ponen de manifiesto la eficacia policial pero también el grado de implantación del islamismo radical en nuestra sociedad y la hostilidad de los yihadistas hacia España. Como consecuencia continuará siendo necesario el diseño e implementación de respuestas que disminuyan la entidad de dicho fenómeno en nuestro país.

Javier Jordán
Profesor de Ciencia Política en la Universidad de Granada


[1] Fernando Reinares (2006), “Hacia una caracterización social del terrorismo yihadista en España: implicaciones en seguridad interior y acción exterior”, ARI nº 34/2006, Real Instituto Elcano.

[2] Evan F. Kohlmann (2008), Jihad Networks in Pakistan and their Influence in Europe, NEFA Foundation, julio.

[3] El País, 12/XII/2005. Información contrastada por el autor mediante entrevista personal con uno de los responsables de la operación antiterrorista, en septiembre de 2006.

[4] El País, 21/IX/2004; El País, 15/XII/2004.

[5] El País, 24/XI/2005.

[6] Ayman Al Zawahiri, video sobre la intervención militar israelí en Líbano y Gaza difundido en Internet el 27 de julio de 2006.

[7] Manuel R. Torres (2008), “España como objeto de la propaganda yihadista”, Athena Intelligence Assessment, 10/2008.

[8] Fernando Reinares (2008), “El terrorismo global: un fenómeno polimorfo”, ARI nº 84/2008, Real Instituto Elcano.

[9] Felix Requena (2008), Redes sociales y sociedad civil, CIS, Madrid, p. 2.

[10] Agradezco al doctorando de la Universidad de Granada e investigador de la Fundación Athena Intelligence, Fernando M. Mañas, su amabilidad al permitirme reproducir en este análisis los Gráficos 3, 4 y 5.

[11] Se trata del Auto contenido en el Sumario (Procedimiento Ordinario) 21/2006 L contra la red desarticulada en la operación Génesis-Chacal, con fecha de 23 de octubre de 2007, y del Auto de 13 de junio de 2008 contra una presunta célula de al-Qaida en el Magreb.

[12] Daniel Lav (2007), “The Al-Qaeda Organization in the Islamic Maghreb: The Evolving Terrorist Presence in North Africa”, MEMRI Inquiry and Analysis Series, nº 332.

[13] Marc Sageman (2004), Understanding Terror Networks, University of Pennsylvania Press, Filadelfia, pp. 109-110; King’s College of London (2007), Recruitment and Mobilisation for the Islamist Militant Movement in Europe, Report Submitted to the European Commission, diciembre.

[14] Javier Jordán, Fernando M. Mañas y Nicola Horsburgh (2008), “Strengths and Weaknesses of Grassroot Jihadist Networks: The Madrid Bombings”, Studies in Conflict & Terrorism, vol. 31, nº 1, pp. 17-39.

[15] Brynjar Lya (2007), Architect of Global Jihad. The Life of Al-Qaida Strategist Abu Mus’ab al-Suri, Hurst, Londres, p. 316.

[16] Antonio Baquero y Jordi Corachán (2008), “Los 14 detenidos en BCN planeaban atentados en España y en Francia”, El Periódico de Catalunya, 20/I/2008.

[17] Marc Marginedas (2008), “Sí, nosotros les entrenamos”, El Periódico de Catalunya, 11/II/2008. El País, 18/IX/2008.

[18] King’s College, op. cit.

[19] El País, 11/I/2006.

[20] ABC, 26/XII/2006.

[21] Se han efectuado otras operaciones contra el terrorismo yihadista en las que se ha detenido a individuos que ya estaban en prisión, pero los cargos presentados contra ellos hacían referencia a actividades realizadas antes de su ingreso en la cárcel. Por ese motivo no son analizadas en este estudio.

[22] El País, 29/III/2005.

[23] Información aportada por D. José Antonio Gutiérrez, Dirección de Estudios del Sindicato de Prisiones ACAIP.

[24] Ibid.

[25] El País, 20/XII/2005.

[26] Athena Intelligence (2007), “Movimientos musulmanes y prevención del yihadismo en España: La Yama’a At-Tabligh Al-Da’wa”, Athena Intelligence Journal, vol. 2, nº 1, pp. 27-38.

[27] El Periódico de Catalunya, 12/V/2008.