Ver también versión en inglés: The independence conflict in Catalonia.

Más información en el especial web El conflicto independentista en Cataluña.

Dossier anterior: El proceso independentista catalán: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?, ¿cuál es su dimensión europea? ¿y qué puede ocurrir? (Actualizado: 4 de enero de 2018)

El pluralismo territorial de España y el Estado de las Autonomías

  • La complejidad territorial e identitaria centro-periferia constituye un rasgo distintivo del sistema político español. Es una peculiaridad compartida con otras democracias plurales, como Bélgica, Canadá o Reino Unido (y, con menor intensidad, Italia o Suiza).
  • Esto no impide que España sea uno de los muy pocos casos en Europa donde se ha preservado con éxito la integridad nacional. En notable contraste con el resto del continente, las fronteras son prácticamente las mismas desde hace cinco siglos y  en los dos últimos no ha habido ni un solo cambio territorial (posesiones coloniales aparte).

Figura 1. Europa en 1519

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Fuente: Historical Atlas, W. & A.K. Johnston Ltd, 1911.
  • Las razones que explican esta paradójica combinación entre mantenimiento de la integridad y tensiones de poder e identidad entre centro y periferia tienen que ver con el desarrollo de la historia: instituciones, intereses e ideas políticas dominantes.
  • Fuera del mundo Occidental es frecuente encontrar países con alto pluralismo etnoterritorial, pero en Europa triunfó el paradigma del Estado-nación. Allí donde existían identidades periféricas alternativas (y no meras minorías), se ha tendido a preferir bien la homogenización al estilo francés, bien la desvinculación de la dependencia del Estado existente y la creación de uno nuevo. La generación de identidades mixtas y la descentralización del poder ha sido, por tanto, una rareza.
  • En cambio, ese pequeño grupo de Estados europeos que hoy no son homogéneos se caracterizan por una historia peculiar (y diferente en cada una de ellos) que les ha llevado a ser hoy muy diversos y a experimentar la complejidad que eso significa. En el caso de España, varios son los rasgos que pueden mencionarse:
    1. El origen de su construcción, hace siglos, se basó sólo parcialmente sobre la identidad y, además, tenía más contenido religioso que protonacional.
    2. Haber tenido una exitosa proyección imperial, primero, y un relativo aislamiento, más tarde, de los conflictos contemporáneos que moldearon el continente.
    3. Experimentar una construcción temprana y efectiva de su Estado (siglos XV-XVIII), pero una construcción nacional moderna mucho más tardía y turbulenta (siglos XIX-XX). Ambos procesos se hicieron bajo el liderazgo de Castilla, que tenía la posición central y la lengua mayoritaria.
    4. No obstante, el centro nunca tuvo suficiente fuerza para aplicar un proceso de homogeneización. A lo largo de ese tiempo se enfrentó a la competición de identidades alternativas en territorios periféricos. Los más relevantes serían los casos catalán y vasco, ubicados cerca de los ejes de desarrollo europeo.
  • Es también interesante señalar que, al igual que el mapa de España ha sobrevivido sin cambios durante siglos, también se mantienen las fronteras de ciertos territorios españoles con fuerte personalidad propia (en el caso de Cataluña, invariables desde mitad del siglo XVII). Eso supone un significativo contraste con Francia, Alemania e Italia, donde la planta regional ha variado con relativa frecuencia.

Figura 2. Organización regional de España durante el Antiguo Régimen

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Figura 2. Organización regional de España durante el Antiguo Régimen
  • Cataluña y País Vasco nunca fueron reinos ni Estados independientes. La mayor parte del actual territorio catalán, que al final de la Alta Edad Media constituía el condado de Barcelona, se integró en 1162 en la Corona de Aragón y, desde 1479, también  en la Monarquía Hispánica. Sus órganos de autogobierno medieval (que en 1641 se pusieron brevemente bajo soberanía de Francia) se abolieron en 1714, tras la Guerra de Sucesión, cuando España dejó de ser una monarquía compuesta para pasar a ser reino unitario al estilo absolutista.
  • Pese a su inicial sesgo conservador (opuesto al liberalismo de signo jacobino), los nacionalismos vasco y catalán se fueron asociando luego con la lucha contra las tendencias autoritarias y militares que a menudo dominaron en el centro.
  • El nacionalismo catalán tomó fuerza a principio del siglo XX sobre la doble base de la población rural y una burguesía modernizadora. La región vivió de forma simultánea dos procesos dinámicos: la renaixença cultural y una industrialización marcada por su buena posición geográfica (en un marco español de Estado débil, pero con un amplio mercado interno protegido que, además, propició las primeras emigraciones masivas a Cataluña, empezando así a conformar el pluralismo que hoy le es propio).
  • El autogobierno regional se vinculó definitivamente con las libertades en el siglo XX. La autonomía que Cataluña disfrutó en los períodos democráticos (1914-1923 y 1931-1939) fue suprimida por las dictaduras de Primo de Rivera (1923-1930) y Franco (1939-1975). El régimen franquista recentralizó todo el poder e inicialmente fue muy hostil a la lengua catalana, aunque hubo cierta tolerancia hacia su uso social a partir de los años 60, coincidiendo con el fuerte desarrollo económico.
  • Tras la transición a la democracia, la Constitución de 1978 (con un apoyo abrumador en toda España, y especialmente en Cataluña) establece que la soberanía reside en el conjunto del pueblo español, pero añade que las regiones y las “nacionalidades” tienen derecho a la autonomía política. Dos de los siete miembros de la ponencia que redactó el texto de la Constitución hoy vigente en España eran catalanes.

Figura 3. Referéndum constitucional de 1978

ElectoresParticipaciónVotos SÍVotos NOBlancos/nulos
ESPAÑA26.632.18067,1%87,9%7,8%4,2%
Cataluña4.398.17367,9%90,5%4,6%4,9%
Fuente: Ministerio del Interior.

Fuente: Ministerio del Interior.

  • Aunque el deseo de autogobierno era generalizado en casi toda España, las fuerzas políticas catalanas (nacionalistas y federalistas) tuvieron un especial protagonismo en el impulso y desarrollo del Estado de las Autonomías. Los Estatutos catalán y vasco (1979) fueron los dos primeros en aprobarse a través de referéndum con gran respaldo popular (en el caso catalán, del 88,15%).
  • Entre 1980 y 1983 el resto de regiones también se dotaron de Estatutos de autonomía, con alto nivel competencial pero algo inferior al vasco y catalán.
  • A diferencia del lento y tímido proceso de devolución regional que ha caracterizado al Reino Unido, Italia y, desde luego, Francia, la organización territorial española transitó en sólo cinco años del hipercentralismo a una federación de facto. España sería el segundo país europeo, después de Bélgica, que más ha descentralizado su estructura estatal en el último medio siglo.

Figura 4. Puntuación de España en el Índice de Autoridad Regional, 1950-2010

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Fuente: Sánchez de la Cruz (2017) con datos de L. Hooghe et al. (2016), Measuring Regional Authority, Oxford University Press, Oxford.
  • Según el Índice de Autoridad Regional (RAI), el Estado autonómico sería hoy el segundo más descentralizado del mundo, sólo por detrás de Alemania.

Figura 5. Índice de Autoridad Regional, 2010

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Fuente: Sánchez de la Cruz (2017).
  • Otros índices de autogobierno regional comparado (por ejemplo, Dardanelli, 2019) incluso sitúan el poder de las comunidades autónomas españolas al mismo nivel o por delante de los Länder alemanes (y sólo ligeramente por detrás de los cantones suizos, las regiones belgas o casos específicos como las Islas Feroe en Dinamarca).
  • Las competencias del Estado autonómico no son sólo amplias desde el punto de vista institucional y legal (garantizadas por el Tribunal Constitucional), sino que se trasladan de modo efectivo a las distintas políticas y a un amplio gasto público.
  • No obstante, algunos rasgos del modelo de organización territorial pueden haber limitado la autonomía real. El uso que hace el poder central de la financiación y la legislación básica genera conflictividad y puede llegar a erosionar las competencias regionales. La inoperancia del Senado como cámara  territorial  supone  además que el alto autogobierno (self-rule) apenas se proyecte en la participación de las Comunidades Autónomas en las decisiones estatales (shared rule).
  • A pesar de esa escasa shared rule teórica, Cataluña y el País Vasco han desarrollado una vía indirecta de poder en la gobernanza del Estado, debido al papel jugado por los partidos nacionalistas subestatales en el parlamento central.
  • Ese mecanismo de poder indirecto (y muy imperfecto, pues no recae en las instituciones sino en determinados partidos) ha generado agravios en el resto de España y contribuido a consolidar una asimetría de poder informal en ciertas áreas a favor del País Vasco, Cataluña y, en menor medida, otras regiones grandes.
  • En financiación, sin embargo, Cataluña tiene un sistema de ingresos similar al resto de las Comunidades Autónomas de régimen común. Aunque aproximadamente aporta según su riqueza y recibe conforme a su población, algunos de sus dirigentes ambicionan disfrutar del régimen de concierto que tienen el País Vasco y Navarra (también ricas, pero menos contribuyentes).

Figura 6. Índice de descentralización en Europa occidental, 2015

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Fuente: Colino (2019) basado en P. Dardanelli (2019), “Conceptualizing, measuring, and mapping state structures”, Publius, nº 49, pp. 271-298.