Introducción

La región de Asia-Pacífico, especialmente en la última década, es objeto de atención internacional por su progreso y su creciente peso en la economía y el comercio internacional. Es una región muy dinámica en materia de inversiones, desarrollo industrial, tecnología y consumo a nivel global.

Durante mucho tiempo esta zona estuvo alejada de los principales ejes de interés de la política exterior española, dando lugar a un desequilibrio con respecto a otras regiones. Es muy conveniente, por tanto, reforzar la comunicación entre España y los países de Asia para incrementar las relaciones, especialmente económicas, con esa región y evitar que España quede descolgada de los avances que ésta viene realizando en los campos mencionados.

En el caso de la República de Corea (Corea del Sur), este país ha estado tradicionalmente eclipsado por sus vecinos China y Japón. Ello es comprensible ya que estos dos países, además de ser más grandes y poblados que Corea, mantuvieron relaciones diplomáticas con España desde hace más tiempo. Sin embargo, en la actualidad Corea se ha convertido en uno de los países más avanzados económica y tecnológicamente del mundo. Corea del Sur tiene una economía próspera, con una población de 50 millones de habitantes y una renta per cápita por encima de los 34.000 dólares, lo que le da una considerable capacidad de consumo, que se refleja en el aumento de sus importaciones de productos de calidad y lujo. Por otro lado, la cultura coreana moderna está siendo cada vez más valorada internacionalmente. Todo ello hace que merezca una mayor atención.

Entre China, Japón y Corea, este último país es el que tiene más similitudes con España. Por un lado, hay evidentes paralelismos geo-económicos e históricos: PIB y población similares, la misma condición de potencias medias, el haber sufrido ambos una guerra civil en el siglo XX y el estar ambas penínsulas situadas en un extremo de sus respectivos continentes. Además, los dos países comparten otros aspectos tales como el carácter de sus gentes. Muchos ciudadanos de todo el mundo, incluidos chinos y japoneses, se refieren, a veces, a los coreanos como los “latinos” de Asia Oriental. El carácter de los coreanos es, efectivamente, similar, en términos generales, al de los españoles: temperamental, emocional y extravertido. También es paralelo el desarrollo político contemporáneo de los dos países, habiendo pasado ambos un proceso de transición pacífica de la dictadura a la democracia, en los años 70 del pasado siglo en el caso de España y en los años 80 en el de Corea.

También el idioma español es un factor importante en la percepción que los coreanos tienen de España. Para un coreano es más fácil aprender el español que para otros ciudadanos asiáticos, al menos en lo que se refiere a la pronunciación, que asimilan con rapidez. Esto, unido a la importancia del español como idioma internacional de creciente uso, no sólo literario sino también laboral, hace que cada día sean más los surcoreanos que lo aprenden.

Por todas estas razones, entre otras, a los coreanos, en términos generales, les gusta España. Y los españoles también tienen una buena imagen de Corea del Sur, si bien son pocos aún los que la visitan. Estas similitudes entre ambos países y la buena sintonía entre sus gentes son elementos positivos que contribuyen a facilitar la colaboración entre España y Corea.

Sigue siendo necesario potenciar y modernizar la imagen de España en Corea, pues el desconocimiento mutuo es uno de los principales obstáculos a la intensificación de los vínculos de cooperación entre los dos países. Este proceso sería mutuamente beneficioso al permitirles aumentar su influencia internacional y gestionar más eficazmente los asuntos internacionales que les afectan de forma más directa.

Eunsook Yang
Profesora del Centro de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Madrid

N Seoul Tower. Foto: Eugene Lim (CC BY 2.0)