El sagrado mes del Ramadán ha sido aprovechado de manera muy distinta por los diferentes actores que continúan combatiendo en Yemen. Algunas cosas no han cambiado en absoluto, y así se ha sumado un nuevo fracaso en las negociaciones para llegar a una solución pactada, al igual que se ha repetido el incumplimiento de un nuevo acuerdo para el cese de hostilidades, previsto inicialmente al menos hasta la celebración del Eid al-Fitr. Del mismo modo, como se ha vuelto a comprobar esta misma semana con la muerte de más de 100 personas en Dar Saad (localidad cercana a Adén) por el bombardeo de la aviación saudí, se ha mantenido el castigo indiscriminado contra la población civil (los eufemísticamente denominados “daños colaterales”), como resultado de la mayor intensidad del combate en poblaciones.
Lo que sí ha cambiado, como muestra visiblemente la situación en Adén, es la relación de fuerzas en combate y la situación en algunos frentes. A tenor de lo ocurrido en estas últimas semanas parece claro que el tiempo corre en contra de los rebeldes huthi y de sus coyunturales socios, las fuerzas leales al ex presidente Ali Abdulá Saleh. Ya antes del inicio del Ramadán resultaba evidente que su ofensiva no solo se había estancado, sino que cada día les resultaba más difícil conservar las posiciones alcanzadas en su avance hacia el sur, fuera de sus feudos tradicionales en la provincia de Sadaa. Aun siendo capaces de resistir en su propio territorio del norte y hasta de lanzar esporádicos ataques en territorio saudí, el empuje de la alianza conformada por las fuerzas fieles al actual (aunque solo formalmente) presidente Abdo Rabu Mansur Hadi y el grupo de milicias suníes agrupadas bajo la denominación genérica de Resistencia Sureña ha empezado ya a surtir efecto.
Así, por ejemplo, hoy Adén es ya prácticamente una ciudad bajo control de las fuerzas de Hadi (que inmediatamente ha enviado allí a sus representantes para escenificar su vuelta a la escena nacional, aunque personalmente siga en territorio saudí). Lo que más ha posibilitado ese cambio es el nuevo armamento (vehículos acorazados y blindados, así como misiles contracarro y antiaéreos) que Resistencia Sureña ha recibido seguramente de Arabia Saudí y de Emiratos Árabes Unidos. Eso le ha permitido aumentar su efectividad en combate, como lo demuestra el hecho de que unidades tan señaladas como la Brigada Acorazada 39 y otras de la Guardia Republicana se hayan visto forzadas a abandonar el aeropuerto y la base militar aledaña, facilitando el avance de sus adversarios que, finalmente, dominan ya prácticamente todos los distritos de la que se había convertido circunstancialmente en capital estatal (una vez que Hadí tuvo que huir de Sanaa tras su toma por parte de los huthi).
Pero eso no significa que la guerra haya terminado o que esté a punto de hacerlo. Por una parte, porque los huthi y sus aliados todavía conservan una notable capacidad de combate y aún pueden crear muchos problemas en zonas como Taiz, Abyan y otras más próximas a su región natural en el norte. Con vistas a futuras negociaciones o acuerdos, entienden que el control de parte del territorio yemení es su mejor baza de negociación y, por tanto, se esforzaran hasta el límite de sus fuerzas para conservarlo. Por otra, porque los que ahora acaban de recuperar Adén se sentirán mucho más inclinados a continuar la ofensiva en otros frentes, pensando en recuperar el control total del país, que a iniciar unas negociaciones que les obligarían a ceder en sus pretensiones maximalistas (recuperar el poder sin ceder nada sustancial a sus enemigos). Probablemente por esa misma razón en las conversaciones que actualmente están manteniendo en El Cairo los representantes de Saleh con enviados de Estados Unidos, Gran Bretaña y Emiratos Árabes Unidos, no hay presencia de emisarios de Hadi.
Por si eso no fuera suficiente, conviene no olvidar que tanto al-Qaeda en la Península Arábiga como las huestes de Daesh están interesadas en el “cuanto peor, mejor” y procurarán aprovechar la pérdida del monopolio de la fuerza por parte del Estado para seguir adelante con su estrategia violenta. Y lo mismo cabe pensar que harán los secesionistas del sur, liderados por Al Harak al Yanubi.
En definitiva, más de lo mismo en un país que, junto a Libia, se ha añadido desgraciadamente al listado de los Estados fallidos.