¿Volverán los refugiados sirios a su país de origen tras la caída del régimen totalitario de Bashar al-Assad?

Una mujer vestida de negro avanza por un campo de personas refugiadas durante la noche. La escena está iluminada por una luz roja que proviene del exterior de la malla metálica. Al fondo, se aprecian tiendas de campaña cubiertas con lonas. refugiados
Una mujer refugiada camina por un campo de personas refugiadas durante la noche. Foto: © European Union, 2016 - European Parliament (CC BY-NC-ND 2.0).

Más de 13 millones de sirios han sido desplazados por el régimen totalitario de Bashar al-Assad y la guerra civil que comenzó en 2011; aproximadamente la mitad se ha desplazado dentro del país y la otra mitad ha tenido que dejar Siria[1]. Tras la caída del régimen una cuestión importante es qué va a hacer esa población que durante todos estos años ha huido del país y de la represión. A este respecto, la Unión Europea (UE) busca dar una respuesta coordinada mientras algunos países presentan sus propuestas para el retorno voluntario para los aproximadamente un millón de refugiados sirios residentes en el continente. Algunas experiencias del pasado indican que sólo un porcentaje menor regresan, por ejemplo, alrededor de un 10% en el caso de Kosovo. Pero ese porcentaje depende de diferentes factores cuya incidencia, en algunos casos, es aún es muy pronto para aventurar cómo afectarán. Sin duda, es prematuro incluso pensar en ese proceso de retorno de mucha de la población desplazada porque la estabilización del país está por realizarse.

‘’En Europa, que acoge sólo un 15,2% de los sirios que ha salido de su país, más del 90% de las solicitudes de protección han sido resueltas positivamente desde que comenzó su huida en 2011, bien concediéndoseles protección temporal o bien reconociéndoles el estatuto de refugiados’’.

Desde que se conoció la caída del régimen de Bashar al-Assad, el pasado día 8 de diciembre, se han visto imágenes de la llegada a Siria de coches con familias enteras provenientes de los países vecinos, o que se reasientan dentro del país, pero esos son sólo unos pocos entre los millones de refugiados sirios repartidos por todo el mundo a causa del régimen totalitario. En 2021, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) registraba 6,6 millones de sirios forzados a abandonar el país y otros 6,7 millones desplazados internamente. Los que han salido de Siria están repartidos entre 130 países, aunque la mayoría (5,5 millones) vive en Turquía (3,6 millones) y también en el Líbano, Jordania, Irak y Egipto. Su situación en Turquía ha sido especialmente difícil, de hecho durante 2023 el gobierno turco reaccionó contra algunos de ellos y expulsó a parte de los desplazados hacia el norte de Siria, lo que redujo la población siria en el país a 3,3 millones, además de impedir el paso de forma muy violenta a nuevas personas por la frontera.

En 2023 pidieron asilo en Europa 186.375 personas y, aunque las de nacionalidad siria son las mayoritarias en peticiones de asilo desde 2013 hasta 2023 (un 14% del total), la población siria en Europa es mucho menor que en los países cercanos ya mencionados. Algo más de un millón de personas entre solicitantes de asilo y refugiados, según datos de Eurostat, vive en la UE. La mayoría se concentra en Alemania (560.000, el 59%) y Suecia (11%). Austria, Grecia, los Países Bajos y Francia acogen entre el 2% y el 5% del total y el resto de países menos del 2%. España recibió el 2% de las solicitudes de sirios en la UE durante la primera mitad de 2024 y, desde 2011 hasta 2023, ha tramitado un 1,4% del total de solicitudes de protección internacional de ciudadanos sirios en la Unión, es decir, una media de casi 2.000 solicitudes anuales que nos lleva a las algo más de 23.000 totales.

En Europa, algunos países han comenzado a anunciar la suspensión de la tramitación de solicitudes de protección internacional de ciudadanos sirios, ese fue el caso de Austria, Italia, Alemania y el Reino Unido y a ellos se han ido sumado otros países como Bélgica, Grecia, Suecia y Dinamarca. Según la Agencia de Asilo de la Unión Europea (EUAA) hay cerca de 101.000 solicitudes de asilo pendientes en los países europeos. El ministro del Interior austriaco, Gerhard Karner, ha ido un poco más allá anunciando también la suspensión del programa de reunificación familiar y un nuevo “programa de repatriación ordenada y deportación”, que se aplicaría a cerca de 40.000 sirios que han recibido protección en el país durante los últimos cinco años. La idea de un retorno de ciudadanos sirios residentes en Europa ya estaba sobre la mesa, especialmente respaldada desde julio, con la presidencia rotatoria de Hungría, que comenzó a pensar en la forma de organizar un retorno voluntario de ciudadanos sirios aún con Bashar al-Assad en el poder.  

En este momento, Filippo Grandi, alto representante de ACNUR ha llamado a la “paciencia y vigilancia”, mientras líderes europeos, como el canciller austriaco, animan a los sirios a volver y contribuir en la reconstrucción del país tras la caída del régimen de Assad. En este contexto, la rápida suspensión de la tramitación puede tener cierto sentido jurídico, ya que las solicitudes basadas en la persecución por parte del régimen de Assad no tendrían fundamento, pero, por otro lado, deja a esos ciudadanos en una situación legal incierta, a la vez que en un “limbo jurídico”, ante la imposibilidad de considerar Siria como un país seguro al que volver a corto plazo.

Se pueden contemplar tres tipos de “soluciones duraderas” para las personas que en algún momento huyeron de sus países de origen, una vez que cesan las situaciones de persecución, guerra o genocidio que las obligaron a desplazarse: (1) los refugiados pueden ser repatriados de manera voluntaria; (2) reasentarse en un país diferente, si la protección temporal se revoca, y no quieren o no pueden volver a su país de origen; y (3) pueden integrarse y quedarse definitivamente en los países que los acogieron. Naciones Unidas, ha dado preferencia al retorno voluntario, asistido o no por organizaciones humanitarias, organizaciones internacionales o países de acogida. Esta última se perfila como la opción preferida de los países europeos, como ha destacado Antonio Costa, presidente del Consejo Europeo: una acción coordinada para el retorno de los sirios. Por su parte, Alemania ha adelantado que está diseñando un plan de ocho puntos para el “retorno seguro y digno” que discurriría en paralelo con la estabilización humanitaria, política y económica del país, promovida por la creación de un grupo de países “Amigos de Siria” que empujaría en ese sentido.

En Europa, que acoge sólo un 15,2% de los sirios que ha salido de su país, más del 90% de las solicitudes de protección han sido resueltas positivamente desde que comenzó su huida en 2011, bien concediéndoseles protección temporal o bien reconociéndoles el estatuto de refugiados. En su mayoría recibieron el estatuto de refugiados por lo que el retorno sólo puede realizarse de forma voluntaria, ya que es una norma permanente cuya revocación no está planteada en los instrumentos internacionales. La protección temporal, por el contrario, sí puede revocarse o no renovarse, por lo que las personas en estas circunstancias podrían verse obligadas a volver a Siria si los países que han concedido esa protección temporal la retiran o no la renuevan.

Según nos enseñan algunos precedentes históricos, muchos factores, unos materiales y otros no, inciden en esas decisiones de retorno voluntarias de los refugiados y todos tienen que ver con los costes y beneficios del retorno en relación con la situación en el país de acogida. Cuatro factores han sido destacados en esos casos anteriores: las características y situación familiar, las oportunidades económicas, la duración del desplazamiento y la experiencia traumática de salida.

Respecto a las características de los hogares de los refugiados en los países de acogida, un factor determinante es el tiempo de estancia en este nuevo lugar. Para aquellos refugiados que salieron de Siria en el inicio de la guerra civil en 2011, o incluso antes huyendo de la represión del régimen, el acomodo en el país de acogida es normalmente mayor. El tiempo juega a favor de la integración y de la desvinculación con el país de origen. Si además durante esos años han formado su hogar en estos países las posibilidades de retorno disminuyen.

Este tiempo de permanencia también correlaciona positivamente con los logros obtenidos en el país de llegada. Aunque al principio la situación económica pudo ser precaria e incluso depender de la asistencia del país, con el paso del tiempo su situación económica y laboral puede haber mejorado hasta hacer que el retorno al país de origen, en una situación de precariedad económica tras el conflicto, sea poco ventajosa o conveniente.

Por lo tanto, la duración del desplazamiento se relaciona tanto con el arraigo familiar como con las condiciones económicas. El tiempo que ha pasado también puede haber contribuido a sanar los traumas vividos y el recuerdo de dicha experiencia o el deseo de volver al lugar donde se produjo es otro factor que opera en contra de la tasa de retorno.

A favor de la decisión de retorno juega la cercanía geográfica entre el país de acogida y el de origen, así como la persistencia de vínculos en y con el país de origen. Para los jóvenes los vínculos serán menores con el país de origen que para las personas de más edad. En este caso concreto, por ejemplo, y aunque la información aún es anecdótica, están llegando noticias de que se están devolviendo propiedades expropiadas por Assad, lo que conduciría a mantener un vínculo o recuperarlo, pero es importante observar también la evolución del país y su recuperación económica, así como sus progresos en términos políticos y de seguridad. La devolución de propiedades también ha sido destacada en otros casos como el de Sri Lanka.

Aunque aún es pronto para plantearse ese retorno ya que, como ha indicado Kaja Kallas, alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidenta de la Comisión, debe priorizarse la seguridad de la región, sería deseable apostar no sólo por un retorno voluntario sino por medidas que favoreciesen la circulación y las prácticas transnacionales de la diáspora siria en Europa, lo que produciría efectos positivos tanto en las comunidades de acogida como en las de origen y daría mayores oportunidades a los ciudadanos sirios. Este tipo de medidas podría incidir en la tasa de retorno, haciendo que éste, que no suele ser la norma sino la excepción (alrededor de un 10% de los refugiados que salieron de un conflicto retorna) sea mayor.

Sin duda, una baja tasa de retorno debe interpretarse como un éxito de las políticas de acogida de los países receptores que han permitido progresar y enraizar a los solicitantes de protección internacional que huyeron de la represión de regímenes totalitarios como el de Bashar al-Assad. En este sentido, el reto de estas políticas y medidas de retorno es encontrar la mejor solución, pensando en el beneficio de los refugiados y de Siria, y evitando utilizar esta cuestión electoralmente desde una retórica antiinmigrante.


[1] Ambos autores han publicado recientemente una investigación sobre el sistema de asilo y de acogida en España: “Beyond the asylum-applications growth. The limits of the Spanish refugee reception program”, 2024, .