Los visados suponen una barrera a la internacionalización de las economías y las empresas, con efectos negativos sobre los flujos de comercio, el crecimiento y en general el bienestar. Los visados se establecen por diversos tipos de consideraciones, normalmente no económicas, pero estos efectos se pueden reducir con una gestión más eficiente y proactiva por parte de las Administraciones de los países, que con frecuencia no le prestan al tema la atención que merece.
La incidencia de los visados en el comercio internacional ha sido objeto de análisis en un trabajo (“Do Visas Hinder International Trade in Goods?”) de Camilo Umana-Dajud publicado recientemente por el centro francés CEPII (Centre d’Etudes Prospectives et d’Informations Internationales).
Los visados son una barrera comercial no arancelaria, que afecta negativamente al comercio por dos motivos. El primero es la relevancia que tiene en el comercio internacional el contacto personal: “Existe una evidencia empírica reciente de la importancia del contacto cara a cara en el comercio internacional (…) Los visados pueden así reducir el comercio internacional obstaculizando las exportaciones de empresas cuyos directivos o propietarios no pueden viajar para realizar negocios. Una reciente encuesta realizada por Oxford Economics muestra la importancia de las reuniones personales para las empresas que se dedican a la exportación”.
Relaciones personales y negocios internacionales
Se podría añadir aquí a lo señalado por Umana-Dajud que la relevancia de los encuentros personales se explica fundamentalmente porque, en la mayor parte de los países, la relación personal juega un papel importante en los negocios. La relación personal es el medio para construir un marco de confianza entre las partes, que es a su vez fundamental para el desarrollo de negocios.
Umana-Dajud cita en su trabajo un estudio según el cual “el porcentaje de clientes potenciales que se convierten en clientes reales casi se triplica cuando tiene lugar una reunión en persona”.
El segundo motivo es que, “al imponer un coste adicional a las empresas, tanto en términos de tiempo como de recursos, los visados pueden hacer que las empresas sean menos competitivas en comparación con empresas de países cuyos nacionales no necesitan visados para entrar en un mercado determinado”. Estos costes pueden ser mayores cuando las empresas no están localizadas en las capitales en las que se encuentran los consulados.
Los visados, además, suponen una profunda asimetría: “El número de destinos libres de visados para nacionales de un país dado está fuertemente correlacionado positivamente con la renta per cápita. En otras palabras, los visados parecen ser una carga mucho más pesada para los países más pobres”.
Muchas empresas que operan en los mercados internacionales podrían mencionar numerosos casos en los que se han enfrentado con problemas de visados: para invitar a clientes extranjeros, para enviar a un país a técnicos que van a participar en el desarrollo de un proyecto (y que son nacionales de un país al que se requiere visado), para recibir en sus instalaciones a técnicos que vienen a formarse en función de un contrato, etc.
Un tratamiento diferenciado
Los visados están ahí, y van a seguir existiendo: como he indicado al principio, son necesarios por razones de diversa índole. Pero sí se podrían hacer algunas cosas para paliar sus efectos. Lo primero es ser consciente del problema, de que estamos ante un obstáculo a la internacionalización al que hay que prestar atención. En muchas embajadas la gestión de los visados recibe una atención secundaria. Las embajadas, sin embargo, tienen que estar mentalizadas sobre la importancia que los viajes de empresarios tienen sobre las actividades de internacionalización de las empresas de su país, y dedicar a esta tarea la atención y recursos necesarios.
En segundo lugar, lo anterior debe llevar a dar un tratamiento diferenciado a los visados de negocios, en especial para viajes en los que empresas nacionales tienen un interés en su realización. Esto significa que las empresas de un país puedan transmitir, por un canal institucionalizado y regular, su interés claro por la visita de los representantes o técnicos de una empresa, o de funcionarios de la Administración, procedentes de un país en el que están negociando o ejecutando una operación. Y que estos visados se tramiten de una forma diferenciada. Por poner un ejemplo, si una empresa extranjera que ha invertido en España quiere traer un técnico para trabajar durante un tiempo, su visado no se debería tramitar como el de cualquier trabajador inmigrante que quiera venir a España, sino por un canal especial.
En suma, la gestión de visados tiene una incidencia sobre la internacionalización de la economía y la empresa que hasta ahora ha sido minusvalorada –en primer lugar, en la propia literatura económica: no hay muchos estudios sobre el tema. Existe un amplio recorrido de mejora en esta gestión.