Una reflexión sobre la mentalidad mediterránea

Una reflexión sobre la mentalidad mediterránea

Los casos de Egipto y Túnez tienen que ser motivo de reflexión por parte de los economistas para  contestar a la pregunta ¿están las protestas árabes basadas en factores económicos o político-sociales? Ninguno de los dos países, en la década anterior han tenido comportamientos negativos con respecto al crecimiento económico. Egipto con la renta p.c $ de, Túnez con un incremento económico  del 6% de 2000 a 2010, aunque esto no es un fenómeno extraño ya que  ninguna revolución histórica como la rusa de 1917, ni la francesa de 1796 ocurrieron en épocas de recesión económica. Las recientes olas democráticas de Huntington también  han seguido está misma pauta antes de las protestas en los países habían ocurrido mejoras económicas, sin embargo otra de las características de los países donde ocurren estas nuevas protestas  es la incapacidad de los mercados de trabajo de absorber las entradas de jóvenes en el mercado laboral, lo que crea un sentimiento de frustración y humillación entre los jóvenes, enfrentándolos a un mundo sin esperanzas.

El paro juvenil no puede solucionarse nada más que con un fuerte crecimiento económico pero este tiene que estar basado en una economía manufacturera de alta intensidad de mano de obra como es el sector de  los textiles y confección, este es uno de los sectores más activos en el norte de África especialmente el basado el textil de algodón. No obstante este sector está teniendo una fuerte competencia por parte de China aunque  principalmente con textiles sintéticos pero también de Rumania. El Magreb podría también aprender de la experiencia Asiática dónde asimilaron con facilidad  tecnología de los países industrializados  estableciendo acuerdos con corporaciones extranjeras. En esta dinámica los asiáticos introdujeron mejoras en las tecnologías de producción de manufacturas lo que significó una disminución significativa de los costes. No obstante  la introducción de empresas y capital extranjero no es vista con buenos ojos por el mundo árabe donde el recuerdo de la colonización está aún fresco en su mente y es percibido como una intervención imperialista. Más aún esta dinámica manufacturera requiere mano de obra bien entrenada en cuestiones técnicas por el contrario  tradicionalmente el sistema educativo del mundo  árabe enseña derecho y teología. El mundo árabe es escéptico hacia la globalización y ve con inquietud “la inversión” del extranjero en su territorio. Arabia Saudí y Argelia son dos ejemplos puntuales uno religioso y otro laico de este rechazo del extranjero infiel, de nuevo el recuerdo de la colonización. Sin duda las élites domésticas son más favorecidas en este sistema. El mundo árabe prefiere el capitalismo de estado que genera “el capital nacional” en un sistema protegido y propenso a la corrupción.

En este ambiente las reformas económicas que son necesarias introducir no encuentran la atmósfera ni el ambiente adecuado para desarrollarse. Las reformas necesitan el apoyo interno de los sectores económicos, así como la voluntad política de acometerlas y ninguna de estos es evidente que exista.

Para poner las cosas más difíciles en algunos países árabes existen altas rentas del petróleo por lo que los ingresos  del estado que provienen  de la fiscalidad es baja más aún la motivación para establecer de instituciones públicas de control tanto de fiscalidad como de gasto es baja por parte del estado según nos enseña la experiencia. No es sólo los países productores de petróleo son rentistas, países como Egipto poseen también rentas importares  en forma de ayuda extranjera de EEUU, que representa del 2 a 3% de su PIB y por valor de más de 3MM$. Otras  rentas importantes son  las que le provee el canal de Suez y el turismo. Las remesas que envían los emigrantes desde extranjero también pueden considerarse rentas que aunque no reviertan directamente en la caja del Estado, este hace bien  poco  para obtenerlas, además de que es un muestra de la incapacidad de su gobierno para proveer de trabajo  a todos aquellos, fundamentalmente jóvenes,  que tienen que buscarlo fuera de sus fronteras. Las remesas son el fruto de esos jóvenes y de su trabajo fuera de su país. Todas estas rentas representan 2/3 de los ingresos que  provienen del extranjero.

Los países rentista tienen  poco incentivo en la creación de instituciones del Estado que ofrezcan servicios públicos a sus ciudadanos. Es la iniciativa privada que  a pesar de  una pesada burocracia,  que constituye un  freno  al funcionamiento de un sistema económico ágil, quien ofrece los servicios que debería hacer el Estado. Es curioso  observar como estas circunstancias típicas de mundo árabe no aparecen en el mundo asiático lo que ha sido uno de los motivos por lo que el crecimiento se haya dado con tanta fuerza en Asia  en  las últimas décadas. El mundo árabe va a tener que destruir todos estos frenos al desarrollo y ofrecer puestos de trabajo a los jóvenes y para ello tendría que analizar el mundo asiático, cuya experiencia de desarrollo es positiva.

Para ello va a  tener que cambiar de mentalidad. El desarrollo es un proceso en donde la mentalidad del emprendedor es de gran importancia y en donde la enseñanza técnica es básica para la creación de capital humano, sin el cual no existe posibilidad de desarrollo. La antigua mentalidad económica árabe “el vendedor de alfombras” tiene que cambiar por la “mentalidad del emprendedor”. La reforma del sistema educativo es primordial en este objetivo. En el campo de la educación la UE podría ser de ayuda en la transición económica. El incremento y fortalecimiento  de programas como Erasmus Mediterráneo y la actividad de la Universidad Mediterránea serían una buena ayuda. Para ello el sistema de visas tendría que ser revisado. Programas ágiles como la formación permanente y cursos cortos de especialización tendrían que multiplicarse y vencer el mito del mundo árabe por  la obtención de un título universitario, la mayor parte de las veces poco útil para obtener un puesto de trabajo en el mercado como lo muestra la experiencia de todo el Mediterráneo. El mediterráneo tendría que  prestar más atención al mercado y prescindir del mito del prestigio  social que ofrece el título universitario.

Al final el desarrollo económico es un proceso en el que la voluntad política, la actitud personal, la motivación de superación es tan o más importante que el factor económico. El mediterráneo debería de aprender del pueblo japonés y de su voluntad y determinismo al enfrentarse con adversidades. También entender que esto es  posible porque ya a principios del siglo XX este país tenía un índice de analfabetismo  de 2 %. La decisión de pelear frente a la adversidad es totalmente distinta, que la de luchar con un arma en la mano frente al que odio, y yo diría que mas difícil puesto, que se necesita una determinación inteligente. Esta lucha por conseguir libertades y bienestar son difíciles en una atmosfera de “estado rentista” con un “complejo de ser rico” porque tengo rentas. Esta posición mental me lleva a sentarme, tomar el sol, beber té  y disfrutar el partido de futbol y de dejar que el Estado rentista o las remesas del inmigrante resuelvan los problemas. Es esta la mentalidad que es necesaria eliminar y sustituirla por la mentalidad del emprendedor. Ello requiere un mayor examen de conciencia al que el Mediterráneo está poco habituado. Para e Mediterráneo  la culpa la tienen los demás, no está en mi comportamiento, ni en mis ideas y valoraciones y esto es así porque  “poseo la verdad”. Por algo las dos religiones con vocación universalistas: cristiana y musulmana han crecido a orillas del Mediterráneo.