Como colofón a la visita a Europa del presidente Xi Jinping, China publicó el pasado 2 de abril su segundo documento político sobre sus relaciones con la Unión Europea. El primer documento de esta clase fue publicado en 2003 tras el inicio de la guerra de Irak. En aquel momento Pekín albergaba grandes expectativas en su relación con Europa y miraba al viejo continente como un poderoso aliado para limitar el unilateralismo estadounidense. China ha cambiado mucho en estos últimos 11 años y también lo ha hecho su percepción de Europa, a la que ya no concibe como una gran potencia de influencia ascendente, si no como un actor que, a pesar de conservar una gran importancia estratégica, presenta enormes dificultades para actuar de forma cohesionada e independiente, además de diversos problemas económicos estructurales.
Debido al cambio en el equilibrio de fuerzas entre los dos extremos del continente euroasiático, Pekín se permite mostrar en este documento una actitud más asertiva hacia la UE, a la que conmina a realizar profundas reformas y a modificar su concepción de los Derechos Humanos. A pesar de ello, la continuidad es la tónica general entre el texto actual y el de 2003. De hecho, la inmensa mayoría de las propuestas que se recogen en el texto o son iniciativas ya planteadas en el documento anterior y que no se han cumplido, como el levantamiento del embargo de armas de la UE, o que se están cumpliendo y quieren reforzarse, como la profundización del diálogo político. Además, se ponen sobre la mesa cuestiones que en 2003 estaban fuera de la agenda debido al menor grado de madurez de la relación. Entre ellas pueden destacarse el inicio de un estudio conjunto de viabilidad de un tratado de libre comercio bilateral o la realización de acciones formativas e intercambios de experiencias sobre las misiones de paz de Naciones Unidas.
Esto es una señal enormemente positiva que evidencia la recuperación de la imagen de Europa en China, que se vio severamente menoscabada por la crisis del Euro. No hay duda de que detrás de este renovado interés de las autoridades chinas por Europa hay dos factores centrales. Por un lado, el temor a quedar aislada ante un estrechamiento de las relaciones de Estados Unidos con Europa y gran parte de los vecinos de China. Aquí destaca el efecto de las negociaciones del TTIP, que han vuelto a situar en el candelero a las principales economías del Atlántico Norte. Por otro lado, varias de las necesarias reformas económicas que están intentado impulsar los nuevos líderes chinos se beneficiarían significativamente de la tecnología, el conocimiento y el capital europeos. Las tensiones políticas que lastran las relaciones sino-japonesas y sino-estadounidenses hacen que China no tenga muchas más alternativas a la hora de buscar socios para abordar retos clave en el mantenimiento de su rápido ritmo de crecimiento económico.
En resumen, la publicación de este documento es una evidencia más del progresivo reflotamiento las complejas relaciones sino-europeas.