El pasado 18 de octubre se celebró en la sede de la Comisión Europea en Madrid un debate sobre el Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP en sus siglas en inglés) seguido de un posterior almuerzo en el Real Instituto Elcano. En el acto participo Ignacio-García Bercero, director de Países Vecinos, EEUU y Canadá de la DG de Comercio en la Comisión Europea y negociador principal del TTIP, al que acompañaron Federico Steinberg, investigador principal de Economía Internacional del Real Instituto Elcano y Álvaro Schaweinfurth, director adjunto de Política Exterior y Relaciones Multilaterales de CEOE. El público asistente enriqueció el debate con temas diversos de repercusión en el acuerdo del TTIP.
El señor García Bercero señalo que el acuerdo pretende eliminar obstáculos al comercio y que el resultado principalmente depende del nivel de ambición al que se llegue. El TTIP no es un acuerdo comercial basado en la reducción de aranceles, ya de por si bajos entre la Unión Europea y Estados Unidos (en torno al 4 %), sino que pretende avanzar en la regulación y los estándares. Por eso mismo, los agentes implicados en la regulación a ambos lado del Atlántico son una clave esencial del proceso de negociación, teniendo además en cuenta que hoy en día el comercio va sobre cadenas de valor global. Debido a la globalización, una parte de la producción se ha trasnacionalizado y ha dado lugar a la sincronización de las cadenas de valor locales en la que participan diferentes actores económicos, llegando a ser sistemas de producción globales cuya actividad tiene repercusión en varios países.
El acuerdo debe de basarse en una agenda regulatoria que coopere de forma más eficiente en tres dimensiones. En primer lugar debe facilitar la agenda reglamentaria en todos los sectores. En segundo lugar, debe de promover el desarrollo de normas internaciones, con un marco institucional sólido y, por último debe der ser un acuerdo equilibrado y ambicioso.
El compromiso político a alto nivel es muy fuerte liderado en la parte europea por el Presidente de la Comisión Barroso y el Comisario de Comercio De Grunch, como con el Presidente Obama y el representante comercial de Estados Unidos Michael Froman a la cabeza en la parte estadounidense.
Estas negociaciones, que podrían ser la mayor alianza estratégica globales, son un hecho sin precedentes puesto que estamos hablando de un acuerdo sin jerarquía, de igual a igual, en el que los negociadores son las dos grandes potencias comerciales mundiales que está previsto que finalicen en 2015. Mientras, hay dos procesos electorales en camino: las elecciones al Parlamento Europeo en mayo de 2014 y las mid term elections en Estados Unidos en noviembre sin olvidar las elecciones presidenciales en 2016. Por tanto, la ventana de oportunidad para el acuerdo es 2015.
Las estimaciones de la Comisión Europea prevén un crecimiento adicional del PIB de 0,5% en el caso de Europa y del 0,4% en Estados Unidos si el acuerdo llega a buen puerto y es ambicioso. Además dicho acuerdo tendrá una implicación global y podría ser el impulso que necesita la Organización Mundial del Comercio para reactivarse y tener una agenda más activa que la que tiene hoy en día.
Pero no se puede olvidar que ambos lados del Atlántico proceden de culturas reglamentarias distintas lo que podría hacer de las negociaciones un complejo entendimiento. Existirán sectores que puedan alargar las negociaciones debido a sus diferencias como son la contratación pública, las normas de origen (que podría tener también efectos en tercero países como el caso de México), los productos fitosanitarios, aquellos modificados genéticamente o las empresas ferroviarias, sin olvidar la compleja normativa estadounidense que existe en cada Estado.
En el sector de la banca, se pretende una mayor cooperación regulatoria pero también siendo conscientes de los diferentes objetivos que se tienen. También es un acuerdo cuyo objetivo destacado es la protección de las inversiones. Hay interés por la contratación pública, la red ferroviaria estadounidense (importante para el mercado español), la agricultura y las compras públicas como sectores ofensivos.
El pacto que puede establecer las nuevas normas de libre comercio entre Estados Unidos y Europa supondrá crear la mayor zona de libre comercio existente entre dos grandes regiones. Estamos ante un gran acontecimiento tanto en lo político como en lo comercial, un acuerdo que puede tener grandes consecuencias para ambos lados del Atlántico. La voluntad es fuerte y ambiciosa, habrá que ver si los resultados estarán a la altura.