Los datos del comercio exterior de España en 2019, publicados hace unos días, muestran una tendencia hacia la desaceleración tanto de exportaciones como de importaciones, confirmando la evolución de los últimos años. La concentración geográfica de las exportaciones no se reduce, sino que incluso aumenta ligeramente. Las perspectivas de cara al futuro se presentan inciertas, dada la desaceleración del comercio internacional y la aplicación de medidas de política económica que en principio no favorecerán la competitividad de las empresas españolas.
En este post voy a resumir algunas de las principales tendencias del comercio exterior en 2019:
- Se intensifica la desaceleración de las exportaciones, que han sido un motor fundamental para salir de la crisis económica en los últimos años. Estas fueron de 290.098 millones de euros, con un crecimiento de sólo el 1,8%, confirmado la tendencia a la desaceleración de los últimos años (crecimiento del 7,7% en 2017, y del 3,3% en 2018). Esta evolución podría justificarse en parte por la desaceleración general que se está produciendo en el comercio mundial. Ahora bien, las exportaciones españolas han crecido menos que las del conjunto de la Unión Europea (un 2,2%), e incluso algo menos que las de la zona euro (1,9%). España pierde por tanto cuota de mercado en las exportaciones europeas. Un dato preocupante.
- Se produce también una fuerte desaceleración en las importaciones, que solo crecen el 1% (frente a un crecimiento del 5,7% en 2018). La desaceleración del PIB y de la demanda doméstica no parece en principio suficiente para justificar una caída tan fuerte (el crecimiento del PIB en términos interanuales ha pasado del 2,1% en el cuarto trimestre de 2018 al 1,8% en el cuatro trimestre de 2019). Otros factores han podido contribuir a la caída de la tasa de crecimiento de las importaciones. En primer lugar, la propia desaceleración de las exportaciones. Hoy en día, con las cadenas globales de valor, las exportaciones incorporan una parte importante de productos importados. La desaceleración de las exportaciones acarrea pues una desaceleración de las importaciones. Otro factor que puede explicar el freno en las importaciones es el abaratamiento de los productos energéticos, el valor de cuyas importaciones ha disminuido un 7%.
- Como consecuencia de la evolución de importaciones y exportaciones, el déficit comercial registró una mejoría, un 5,5% menos que en 2018.
- Una característica importante de la exportación española que es su fuerte concentración geográfica y empresarial, cuya reducción es un objetivo de la política económica desde hace años, se ha mantenido e incluso reforzado en 2019 .Las exportaciones a la Unión Europea representaron el 65,7% del total de las exportaciones, una décima más que en 2018; y las exportaciones a destinos extracomunitarios absorbieron un 34,3% del total, una décima menos que en 2018.La exportación española ha reforzado su concentración en los países desarrollados. Entre los países europeos (incluyendo los no comunitarios) y los de América del Norte, se concentró en 2019 el 76,9% de las exportaciones españolas (frente a un 76,4% en 2018).En cuanto a destinos geográficos, un dato positivo de 2019 es el fuerte aumento de la exportación a Asia (7,4%), liderado por China (+8,4%). Un dato negativo lo tenemos en la caída de las exportaciones a América Latina (-1,1%).
- En cuanto a la concentración empresarial, apenas se reduce. Las 5.000 principales empresas exportadoras (de un total de 203.990 empresas que exportaron) contribuyeron el 87,7% de las exportaciones (un 87,9% en 2018). Desde 2013, este porcentaje apenas se ha reducido en cuatro décimas.La dualidad de las empresas exportadoras españolas, es decir, la coexistencia de una amplia masa de empresas que exportan muy poco y de forma irregular, junto a un grupo mucho más reducido de empresas que exportan de forma regular y que concentran el grueso de la exportación, es una característica estructural de nuestra exportación que está costando mucho modificar. Un dato positivo es que se mantiene la tendencia al aumento de los exportadores regulares (aquellos que han exportado durante los últimos cuatro años) hasta una cifra de 52.949, un 2,3% más que en 2018. Estos exportadores regulares representaron la práctica totalidad de la exportación (el 95,1% del total).
Las perspectivas a futuro no se pueden considerar en principio optimistas. Por un lado, el comercio mundial está mostrando signos desaceleración, con graves incertidumbres como las guerras comerciales y el impacto del coronavirus, entre otras. El Barómetro de la OMC sobre el Comercio de Mercancías, publicado el pasado 17 de febrero, apunta a un debilitamiento del comercio mundial de mercancías en estos primeros meses de 2020.
Por otra parte, y quizás más preocupante, las medidas de política económica que se están adoptando en España van a suponer incrementos de impuestos y reducción de la flexibilidad laboral. Son medidas que aumentarán los costes de las empresas, y previsiblemente dañarán su competitividad, lo que influirá negativamente sobre la exportación.
Por otra parte, por el momento no se están adoptando medidas que promuevan reformas estructurales que favorezcan la competitividad y la productividad. El Club de Exportadores e Inversores ha llamado la atención al respecto en una nota en la que comenta los datos de comercio exterior de 2019:
el Club “considera que se ha agravado la desaceleración del sector exportador, y cree necesario que se adopten nuevas medidas para revitalizar la competitividad internacional de las empresas españolas. En este contexto, el Club de Exportadores precisa que en ningún caso conviene dar marcha atrás a la reforma laboral ni aumentar la presión fiscal sobre las empresas”.