A finales del pasado mes de marzo el Departamento de Defensa (DoD) estadounidense detallaba el presupuesto de 2015, en el que la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA) dispondrá de unos fondos cercanos a los 3.000 millones de dólares para investigación, desarrollo e innovación de nuevas tecnologías para uso militar.
Desde que en 1957 la Unión Soviética pusiese en órbita el Sputnik – el primer satélite artificial construido por el hombre – la prioridad de los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos ha sido garantizarse su superioridad tecnológica frente a potenciales enemigos. A finales de los años 1950 y principios de 1960 se crearon un conjunto de agencias – entre las que destacan la NASA y DARPA – cuyo objetivo era lograr ventaja competitiva en el ámbito espacial y tecnológico en el corto-medio plazo.
Desde que la Revolución en los Asuntos Militares (RMA) en la década de 1990 pusiera en el epicentro de todos los debates estratégicos la vertiente tecnológica de aplicación militar, la obtención de la superioridad tecnológica sobre los aliados y potenciales enemigos con independencia de su naturaleza y en todas las dimensiones del entorno operativo (Tierra, Mar, Aire, Espacio y Ciberespacio) es uno de los objetivos principales de la Estrategia de Defensa de los Estados Unidos, máxime cuando esta supremacía ha comenzado a erosionarse en algunas áreas como el espacio o el ciberespacio debido a las políticas de las grandes potencias mundiales.
En gran medida, la obtención de la supremacía tecnológica ha sido posible porque las sucesivas administraciones estadounidenses han aprobado e implementado políticas inclusivas que han dinamizado la industria nacional de defensa, acompañadas de importantes partidas presupuestarias para el I+D+i de nuevas tecnologías destinadas al uso militar. Muchas de ellas han traspasado su vertiente militar y forman ya parte esencial de la vida de la inmensa mayoría de la población mundial, siendo Internet el caso más relevante.
Durante las guerras de Irak y Afganistán, las Fuerzas Armadas estadounidenses han utilizado en el campo de batalla algunas de las tecnologías desarrolladas durante la última década por DARPA. Gran parte ellas podrían parecer destinadas a la guerra del futuro pero se usan en las guerras del presente. A continuación, algunos ejemplos de desarrollos tecnológicos que han sido o serán utilizados en el corto-medio plazo:
- El US Army y el US Marine Corps están librando la guerra biométrica en Afganistán con el objetivo de desentrañar las redes insurgentes que operan a lo largo y ancho de todo el país, mediante la recopilación de los identificadores biométricos – principalmente huellas dactilares, iris, reconocimiento facial en 2D y 3D – de buena parte de la población afgana.
- Los proyectiles guiados, de precisión e inteligentes son una de las primeras áreas de desarrollo de las fuerzas armadas del país. Éstos ya no sólo se limitan a las bombas o los misiles lanzados desde el aire como pudimos observar hace más de dos décadas durante la Operación Tormenta del Desierto (1991), sino también a todo el inventario militar del país: artillería, obuses, morteros e incluso armamento individual.
- La evolución hacia una nueva generación de sistemas no tripulados en cualquiera de sus modalidades – terrestres, acuáticas o aéreas – es una de las prioridades principales del Pentágono. En la actualidad, los sistemas no tripulados están siendo utilizados principalmente en operaciones complejas y peligrosas. A pesar de sus capacidades, la actual generación aun se encuentra lejos del rendimiento operativo esperado.
- Aunque pueda parecer algo lejano, la robótica es una realidad con muchas décadas de historia. La actual generación de robots, al igual que ocurre con los sistemas no tripulados, distan de poder satisfacer las necesidades operativas del mando. DARPA está trabajando para lograr avances en áreas como computación, big data, inteligencia artificial, miniaturización o sistemas de generación de energía que permitirán dotar a los robots de mayor autonomía, así como de la capacidad de replicar el comportamiento humano en muchas situaciones. Además, los robots podrán desempeñar misiones que hasta ahora, por su complejidad o peligrosidad, no han podido ser llevadas a cabo por el hombre.
- A nadie se le escapa que el ciberespacio es un dominio crítico de las operaciones militares de EEUU y su protección es un asunto de seguridad nacional. Todos los aspectos arriba enumerados y desarrollados tienen de una manera u otra cierta interrelación con el ciberespacio, de manera que el Pentágono ha encargado al DARPA el desarrollo e implementación del Plan X, un programa de guerra cibernética que deberá proporcionar al DoD “tecnologías revolucionarias para la comprensión, la planificación, gestión y ejecución de la ciberguerra en tiempo real, a gran escala y en entornos de red dinámicas”.
En los tiempos que vivimos la tecnología avanza a una velocidad imparable y la lucha por la superioridad tecnológica es una realidad. Por tanto, y aunque resulte una obviedad, la superioridad tecnológica no se podrá alcanzar si no se dispone de una industria nacional de defensa impulsada y protegida por un conjunto de políticas inclusivas. Aquellos países que no dispongan de una industria nacional de defensa con un grado razonable de madurez están abocadas a depender crónicamente de un tercero y, por lo tanto, al consiguiente menoscabo de la soberanía nacional.