Europol, es decir, la agencia de la Unión Europea (UE) para la cooperación policial, publicó a finales de junio su informe anual sobre situación y tendencia del terrorismo. Aunque dicho informe, también conocido por las siglas TE-SAT, aborda distintas manifestaciones del terrorismo, como las relacionadas con el nacionalismo étnico y el separatismo, con la extrema izquierda y el anarquismo, con la extrema derecha o con otras expresiones más singulares del fenómeno, al conjunto de todas estas se dedican únicamente 11 páginas del documento, mientras que el terrorismo yihadista ocupa 25 páginas del mismo, más del doble. Esta mayor atención al terrorismo yihadista por parte de Europol refleja cuál es la variedad del terrorismo que sigue aún constituyendo la principal amenaza en el seno de UE.
Los datos referidos al pasado año, en base a los cuales está elaborado el informe, ponen efectivamente de manifiesto cómo los siete atentados terroristas perpetrados en ese ámbito –tres en Francia, dos en Países Bajos, uno en Bélgica y otro más en el Reino Unido– y que produjeron víctimas mortales –en concreto, 13 víctimas mortales– fueron todos ellos actos de terrorismo yihadista. Si a ello se añade un número de atentados yihadistas fallidos o desbaratados en 2018 que al menos duplica a esos siete ejecutados con resultados cruentos, Europol concluye que el nivel de amenaza que el terrorismo yihadista supone para la UE continúa siendo elevado. A ello cabría añadir que la movilización yihadista sin precedentes que ha tenido lugar en la UE entre 2012 y 2018 deja un preocupante poso, en términos de decenas de miles de individuos radicalizados o de combatientes terroristas extranjeros.
Ahora bien, la letalidad acumulada del terrorismo yihadista se redujo en 2018 respecto al año precedente, como por otra parte venía ocurriendo desde 2016. Tres años no son suficientes para subrayar una evolución decreciente en la letalidad del terrorismo yihadista en la UE, pero el número de víctimas mortales se aleja progresivamente, desde luego, de las 150 víctimas mortales que esa expresión del terrorismo ocasionó en 2015. El modo en que se suceden esas cifras nos dice algo sobre las dificultades que para preparar y perpetrar atentados en los países de la UE encuentran actualmente las organizaciones yihadistas que persisten en su intento de llevarlos a cabo, en particular Estado Islámico. Una parte de esas dificultades obedece al debilitamiento de sus capacidades operativas y otra parte a la eficacia de la lucha contra el terrorismo y de la cooperación internacional en relación con la misma.
A este respecto, es revelador que los aludidos siete atentados yihadistas ocurridos en la UE en 2018 fuesen ejecutados, sin excepción, por individuos que actuaron en solitario y no como parte de células o redes relacionadas de uno u otro modo con organizaciones yihadistas basadas en el exterior. Pero, de nuevo, conviene no apresurarse a hablar en este sentido de una tendencia, pues este dato contrasta con una afirmación contenida en el propio informe de Europol, de acuerdo con la cual las redes yihadistas existentes en los países de la UE apenas se dedican en estos momentos al traslado de sus miembros a zonas de conflicto y se han reorientado, por el contrario, hacia la realización de actividades dentro de la UE. Buena parte de esas redes tienen conexiones con el aparato de aquellas organizaciones a través de algunos integrantes de las primeras que en los últimos años se desplazaron a una zona de conflicto y que todavía permanecen activos.
Es asimismo reseñable que Europol destaca a la vez, en su informe, tanto un deterioro en la presencia online de la propaganda emitida por Estado Islámico como la relevancia de los mensajes que, con un contenido más pragmático y menos apocalíptico, dirigidos a audiencias europeas, difunden al-Qaeda como estructura terrorista global y sus entidades asociadas, especialmente desde las zonas donde han conseguido consolidar poder e influencia, muy en particular en el Magreb y el Sahel. Como desde el Real Instituto Elcano pusimos de manifiesto en la tercera parte del estudio Yihadismo y yihadistas en España, hay evidencia para sostener, respecto a los yihadistas movilizados desde 2012 en nuestro país al igual que respecto a otros de la UE, que los cambios de lealtades, en lo que se refiere a las organizaciones de referencia, son altamente probables dependiendo de los avatares por que unas u otras atraviesen.