Las elecciones del 4 de julio en el Reino Unido han dado lugar a un hundimiento espectacular del partido conservador y a una abrumadora victoria de los laboristas, que recuperan el gobierno después de 17 años. El partido de Keir Starmer consigue 411 escaños y una mayoría de gobierno de 86 por encima de la absoluta que podría escalar hasta los 170 si forja una alianza con liberal-demócratas, verdes y nacionalistas escoceses. De estas elecciones se pueden sacar al menos seis conclusiones importantes.
En el fondo, se ha visto más una descomposición de la mayoría conservadora que un giro masivo del electorado hacia los laboristas.
En primer lugar, que el resultado en términos de escaños resulta engañoso. Sin menoscabar su importante victoria, los laboristas han obtenido un 34% de los votos, es decir, tan sólo 1,6 puntos más que en 2019, pero que en virtud del particular sistema electoral británico se han transformado en más de 200 escaños adicionales. En el fondo, se ha visto más una descomposición de la mayoría conservadora que un giro masivo del electorado hacia los laboristas. La ultraderecha de Nigel Farage, Reform UK, que ha captado más del 14% de los votos, no ha conseguido más que cuatro escaños. Con un porcentaje menor, de apenas un 12% de los votos (muchos de ellos en el sur del país), los liberal-demócratas han obtenido 72 escaños. Es evidente que el escrutinio mayoritario uninominal (first past the post) podrá ser un sistema muy eficaz eliminando los partidos marginales, pero arroja resultados bastante sorprendentes y desproporcionados cuando el espectro político está fragmentado en unos cuantos partidos con un porcentaje suficiente de votos.
Figura 1. Resultados electorales del Reino Unido en 2024 y comparación con 2019
2024 | 2019 | Dif. 2024/2019 | ||||
Votos (%) | Escaños | Votos (%) | Escaños | Votos (%) | Escaños | |
Laboristas | 33,8 | 411 | 32,2 | 202 | +1,6 | +209 |
Conservadores | 23,7 | 121 | 43,6 | 365 | -19,9 | -244 |
Reform UK | 14,3 | 5 | 0,0 | 0 | +14,3 | +5 |
LibDem | 12,2 | 72 | 11,6 | 11 | +0,6 | +61 |
Verdes | 6,8 | 4 | 2,7 | 1 | +4,1 | +3 |
SNP | 2,5 | 9 | 3,9 | 48 | -1,4 | -39 |
Plaid Cymru | 0,7 | 4 | 0,5 | 4 | +0,2 | +0 |
DUP | 0,6 | 5 | 0,8 | 8 | -0,2 | -3 |
Sinn Fein | 0,6 | 7 | 0,7 | 7 | -0,1 | +0 |
Resto | 4,8 | 12 | 4,1 | 4 | +0,7 | +8 |
TOTAL | 100,0 | 650 | 100,0 | 650 |
En segundo lugar, que la victoria de Keir Starmer no cabe atribuirla a un programa particularmente ilusionante ni concreto. El líder laborista ha mantenido una actitud muy discreta durante la campaña, con sorprendentes aproximaciones al lenguaje de sus adversarios como sus declaraciones contra la inmigración o la afirmación de que, “mientras él viva”, el Reino Unido no volverá a la Unión Europea (UE). Se puede decir que Starmer se ha concentrado en la campaña en no cometer errores, dejando que los conservadores le entreguen la mayoría en bandeja, pero que aún es pronto para saber cuáles serán sus actuales intenciones. Hay que reconocerle, no obstante, el mérito de haber sabido cohesionar y centrar el partido tras suceder a un líder bastante radical como Jeremy Corbyn. El nombramiento como canciller de Hacienda de Rachel Reeves, una prestigiosa execonomista del Banco de Inglaterra, es también una señal de que ha aprendido de los errores de Liz Truss y se dispone a promover una política económica que dé confianza a los mercados.
En tercer lugar, que el hundimiento conservador hay que atribuirlo a múltiples factores, como la crisis económica, la gestión de la pandemia y, cómo no, el fracaso del Brexit: de hecho, las mayores caídas en el apoyo conservador se han producido en las circunscripciones en las que hubo más votos a favor de abandonar la UE en 2016. En general, el voto conservador ha sido muy escaso en el este de Inglaterra, las Midlands, el suroeste, además de en Gales (donde han recibido apenas un 18% de los votos, el nivel más bajo desde 1918). La división conservadora, con Farage compitiendo por el mismo electorado, ha tenido mucho que ver con estos resultados.
En cuarto lugar, que han sido las primeras elecciones en mucho tiempo que no hay que interpretar en clave de Brexit. De hecho, este tema no se mencionó en absoluto durante los debates electorales. Starmer ha dicho que revisaría el Acuerdo de Comercio y Cooperación con la UE para mejorar sus condiciones de acceso, pero sin precisar el grado de profundización de las relaciones. Tan sólo los LibDems de Ed Davey han mencionado expresamente su intención de entrar en el mercado único y “a largo plazo” volver a la UE.
En quinto lugar, que el hundimiento del partido nacionalista escocés (SNP), que ha perdido 1,4 puntos y 39 escaños, hace que el referéndum de independencia de Escocia pase ahora a ser una posibilidad bastante remota.
En sexto y último lugar, que es pronto para saber qué ocurrirá con la polarización del país. La suma de votos de tories, Reform UK y DUP ha caído seis puntos, pero aún asciende al 39%, y todo depende de cómo el partido conservador británico interprete su derrota. Si piensa sólo en los resultados inmediatos y en los votos que les ha arrebatado Nigel Farage, lo más probable es que al moderado Sunak lo reemplace un tory radical que tensione aún más la política británica, el enfrentamiento con la UE y las cuestiones de inmigración. Si, por el contrario, los conservadores reflexionan más a largo plazo, se preguntan qué queda del histórico partido de Winston Churchill o Margaret Thatcher y llegan a la conclusión de que la deriva nacionalista, antieuropea y radical tan sólo ha contribuido a la decadencia del Reino Unido, quizás podremos ser testigos de una vuelta al pragmatismo de una de las grandes democracias de Europa.