EEUU, Francia y el Reino Unido han disparado una salva de misiles contra la infraestructura militar siria que ha propiciado el empleo de armas químicas para acabar con los últimos focos de resistencia que le quedan al Gobierno de Bashar al-Assad. La salva ha puesto a salvo la palabra de los presidentes Trump de EEUU, Macron de Francia y de la primer ministra May que anunciaron su voluntad de hacer pagar al régimen sirio el empleo de armas químicas contra las fuerzas rebeldes y los civiles que les acompañaban en Duma, Guta Oriental apenas una semana antes. Algo que no hicieron sus predecesores, Obama, Hollande y Cameron en abril de 2013 cuando se traspasaron las mismas líneas rojas que ahora.
“Sea porque los depósitos de armas químicas no se vaciaron entonces o porque se han vuelto a llenar en los últimos meses, Rusia comparte la responsabilidad moral de su empleo con el Gobierno sirio”
El presidente Al-Assad y sus fuerzas armadas han escapado impunes al uso reiterado de unas armas prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario. Lo hicieron en 2013 cuando la diplomacia rusa blanqueó su uso organizando un simulacro de desarme químico supervisado por la Organización Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) que concluyó con la aparente destrucción de la capacidad química siria. Sea porque los depósitos de armas químicas no se vaciaron entonces o porque se han vuelto a llenar en los últimos meses, Rusia comparte la responsabilidad moral de su empleo con el Gobierno sirio del que ha sido fiador, valedor y parapeto antes las acusaciones de la comunidad internacional. Así que bastaría que la investigación que la OPAQ y Naciones Unidas están desarrollando sobre el terreno, para que Siria y Rusia asuman la responsabilidad objetiva de su empleo, ya que no pueden certificar su responsabilidad directa, tal y como han hecho los servicios de inteligencia de los tres países atacantes.
La salva ha servido como represalia, pero no servirá como disuasión al empleo de las armas químicas en el futuro. Al igual que ocurrió en 2017, cuando el presidente Trump lanzó otra salva de misiles (59) contra la base aérea de Shayrat tras el empleo de armas químicas en Khan Shaykhun, el Gobierno sirio podrá reponer en poco tiempo los medios y los vehículos de lanzamiento que se han perdido con el impacto de los misiles. Además, y como ha ocurrido ahora, dispondrá de un tiempo de preaviso entre el momento en que los dirigentes occidentales anuncian la represalia y el momento en que la llevan a cabo. Durante ese tiempo, pueden poder a cubierto lo que se pueda retirar de los blancos probables en la seguridad de que cualquier nueva salva volverá a ser ocasional (one-time-shot), discriminada para no poner en riesgo la población civil o los contingentes rusos y proporcionada para evitar una escalada del conflicto. El Gobierno sirio y los que le apoyan tienen ahora la certeza de que tienen las manos libres y de que todo lo más que pueden esperar de una intervención occidental, incluso tras usar armas químicas contra su propia población, es una acción puntual, pulcra, limitada y con preaviso.
La salva, además del honor, ha salvado a los dirigentes occidentales de una situación complicada que se les hubiera presentado si cualquier fallo en el planeamiento o en la ejecución hubiera producido efectos no deseados. Ya que la salva ha sido oportuna, discriminada y proporcional, no subirán el tono las voces que acusan al presidente Trump de no pedir al Congreso y al Senado la autorización para utilizar la fuerza, tal y como interpretan ellos que lo exige la Constitución de EEUU. Tampoco se alzarán las mismas voces críticas contra la primera ministra May en el Parlamento británico que se alzaron contra su predecesor Cameron cuando se le ocurrió consultarle al respecto. El presidente Macron no tiene obligación de hacer esa consulta, salvo que desee declarar la guerra o prolongar la intervención, pero al presidente francés le bastará alegar la eficacia de la acción y la demostración de su poder militar para relativizar los reparos de legitimidad o a la legalidad que le pueda plantear la oposición de la acción militar francesa.
“Acabada la salva, y salvada la honra, todo sigue como estaba en Siria. Rusia, Irán y Turquía continuarán aprovechando el conflicto para ganar influencia”
Acabada la salva, y salvada la honra, todo sigue como estaba en Siria. Rusia, Irán y Turquía continuarán aprovechando el conflicto para ganar influencia regional o global. El régimen continuará consolidando su control sobre una gran parte de su territorio anterior con el apoyo de sus aliados rusos e iraníes. Las fuerzas rebeldes sirias se ven entre la espada de las fuerzas gubernamentales y una pared que no les protege de nuevos ataques químicos si no se rinden o se retiran con la urgencia que demandan sus sitiadores, por lo que continuarán abandonando sus posiciones y armas para combatir y dejarán de fiarse de sus apoyos occidentales y árabes. Éstos se retirarán del escenario sirio cuando finalicen las operaciones contra Daesh. EEUU, salvas aparte, ya ha anunciado la retirada de sus últimos 2.000 soldados. Francia, el Reino Unido, la OTAN y la UE seguirán especulando sobre cómo intervenir en Siria, pero no lo harán porque las intervenciones, a diferencia de las salvas, se sabe cuándo empiezan pero no cuándo acaban. Mientras se consuma el fin de esta primera guerra civil, y mientras se prepara la siguiente por los territorios no controlados desde Damasco, las milicias iraníes van tomando posiciones en la frontera siria con Israel y los combatientes de Hezbolá retornan a sus posiciones en Líbano con más armas y experiencia de combate. Un escenario caliente donde se van acumulando fuerzas y armamento para disparar nuevas salvas y esta vez no serán para salvar la honra ni para rendir honores de ordenanza.