¿Por qué la revolución libia está afectando más a los precios del petróleo que la egipcia o la tunecina?
Libia es el primer país al que han llegado las revueltas del mundo árabe que exporta hidrocarburos de forma significativa. Esto explica que, ante las revueltas contra el régimen de Gadafi, los precios del crudo hayan crecido mucho más que con las revoluciones tunecina y egipcia. Libia posee el 4,5% de las reservas mundiales de petróleo y produce más del 2% del crudo mundial. Esto lo convierte en el noveno productor mundial y en uno de los principales suministradores de Europa. Además tiene importantes reservas de gas natural todavía no explotadas y produce algo menos del 1% del gas natural mundial. Por el contrario, Túnez no es un actor relevante en el mercado energético mundial y las revueltas en Egipto causaron preocupación sobre todo por la importancia estratégica del Canal de Suez, no por la producción egipcia, que es poco significativa (sobre todo en términos de exportaciones).
¿Qué está reflejando el aumento de precios?
Dos son los factores están empujando al alza unos precios del petróleo que ya estaban subiendo en los últimos meses por el crecimiento de la demanda en los países emergentes y el exceso de liquidez global generado por la Reserva Federal. Primero, el hecho de que un productor como Libia seguramente reducirá temporalmente su producción, lo que supondrá menor oferta y elevará el precio. Como los mercados anticipan esta situación el precio está subiendo incluso antes de que el recorte de oferta se produzca. Segundo, que la prima de riesgo geopolítica se ha incrementado porque las revueltas han afectado directamente a un productor y exportador de hidrocarburos, lo que hace pensar a los inversores y empresas del sector que el contagio podría afectar también a otros países de Oriente Medio, que son incluso mayores exportadores que Libia.
¿Qué riesgos suponen los mayores precios para la economía mundial?
Si los incrementos del precio del petróleo se vuelven permanentes podrían generar efectos muy negativos para la economía mundial. Por una parte, si las empresas entienden que el shock petrolero implica mayores costes estructurales, subirán los precios de los bienes, lo que llevará a los trabajadores a exigir mayores salarios y podría dar lugar a una espiral inflacionista como la que vivimos en los años setenta. Esto es lo que los economistas llaman efectos de segunda vuelta y son los que pueden resultar más peligrosos porque, al ser permanentes, obligarían a los bancos centrales a elevar los tipos de interés, lo que podría truncar la débil recuperación económica de los países avanzados, incluida España.
Por otra parte, un crudo más caro tendría también un efecto al alza sobre el precio de las materias primas y los alimentos, ya que es un input tanto para su producción como para su transporte. Y dicha escalada se sumaría al boom de commodities en el que nos encontramos y que puede tener efectos políticos y sociales desestabilizadores que lleven a nuevas revueltas en los países árabes y en otras partes del mundo.
Todo esto podría evitarse si otros productores y exportadores mundiales, sobre todo los miembros de la OPEP y Rusia, optan por incrementar su producción para compensar la caída de la producción libia. Pero hasta que no se despeje la incertidumbre geopolítica en el mundo árabe el precio del crudo incorporará una prima de riesgo asociada a las tensiones de la región.