¿Qué ocurriría con la geopolítica de la energía en un sistema dominado por las renovables?, ¿proporcionaría más seguridad energética?, ¿otorgaría ventajas o, por el contrario, desventajas estratégicas? Si así fuese: ¿cuáles? ¿bajo qué condiciones y cómo gestionarlas? ¿supondría una alteración fundamental de los equilibrios políticos regionales y globales? Todas ellas son preguntas relevantes y de difícil respuesta, que vienen siendo analizadas desde dos ámbitos: las estrategias de seguridad energética y la literatura académica. Aunque la literatura académica no constituye un cuerpo teórico sólido, contiene suficientes elementos como para diseñar los contornos de una aproximación geopolítica a las energías renovables, derivar algunas de sus implicaciones estratégicas y enriquecer las estrategias de seguridad energética convencionales.
Dichas estrategias, en cambio, están más sistematizadas, pero el tratamiento de las energías renovables no está integrado de manera consistente en el análisis. Por ejemplo, tanto las estrategias europea y española de seguridad energética presentan a las renovables como energías limpias no sólo en términos de emisiones sino también de riesgos geo-estratégicos, básicamente por reducir la dependencia energética. Lejos de favorecer a las energías renovables, estas simplificaciones no permiten elaborar una reflexión estratégica sobre sus implicaciones geopolíticas ni articular un relato consistente de los beneficios globales de la transición energética; de hecho, pueden incluso resultar contraproducentes, pues la narrativa de la independencia energética basada en recursos autóctonos puede discurrir por muchos caminos, como los de la energía nuclear o los recursos no convencionales.
En un artículo incluido en la publicación “Energía y Geoestrategia 2017” del Instituto Español de Estudios Estratégicos y el Comité Español del Consejo Mundial de la Energía se desarrolla una doble argumentación: primero, que las energías renovables, adecuadamente gestionadas, pueden no sólo mejorar la seguridad energética, sino además (y tal vez más importante) proyectar poder blando (y eventualmente duro) y proporcionar instrumentos a la acción exterior; segundo, que la mejor defensa de las renovables es la que evita la tentación tanto de obviar como de exagerar sus connotaciones geopolíticas, identificando sus vulnerabilidades de la manera más objetiva posible y proponiendo estrategias destinadas a minimizar sus riesgos y optimizar sus eventuales ventajas estratégicas.
El artículo argumenta la necesidad de llevar a cabo una reflexión estratégica más elaborada que la mera apelación a la reducción de la dependencia energética para integrar nuevos vectores de proyección exterior. Para ello, se exploran conceptos y marcos teóricos que abordan la complejidad de la renovación geopolítica que implican las energías renovables, concluyendo que las renovables tienen implicaciones geopolíticas y geo-económicas mucho más complejas que la mera reducción de la dependencia energética: nuevos riesgos y vulnerabilidades a gestionar, y potenciales ventajas estratégicas que merecen ser exploradas.
Si además se consideran las proyecciones a medio y largo plazo de un mix energético global donde los hidrocarburos seguirán manteniendo un peso importante, la creciente penetración de las renovables supone añadir un elemento adicional: una geopolítica con renovables mantiene la mayor parte de los elementos tradicionales de la geopolítica de la energía, pero añade sus propias implicaciones estratégicas y las de su interacción con las fuentes convencionales. Así, con la consideración de las renovables la geopolítica de la energía se hace más compleja, obligando a renovar la reflexión para incluir nuevas pautas de interdependencia y competencia estratégica.
En el caso de España, se refuerza la relevancia de las interconexiones con la Unión Europea y superar las reticencias de Francia, pero también se alerta del riesgo de caer en el “mercantilismo renovable” con nuestros vecinos del sur y de no aprovechar las externalidades estratégicas que podrían procurar las comunidades de red que caracterizan a las renovables. Se insiste además en la necesidad de articular la gestión de las nuevas geografías de la seguridad energética impulsadas por la penetración de las renovables y su potencial de proyección ideacional, presentando un panorama al tiempo más geo-estratégico y de mayor peso del poder normativo. En suma, la consideración de las renovables supone un aumento de la complejidad de la geopolítica de la energía, no su desaparición.