¿Qué podemos esperar de las elecciones en Estados Unidos? 

Rockefeller Center en la ciudad de Nueva York en la noche las elecciones midterm elections de noviembre 2016

Estados Unidos, como muchos otros países, está viviendo un periodo de convulsiones políticas casi sin precedentes en la historia moderna del país. Por vez primera se cuestiona la solidez del sistema democrático y cada vez hay más preocupación sobre su futuro democrático. EEUU está presenciando un número vertiginoso de ataques a la democracia, desde prohibiciones draconianas del aborto a prohibiciones de libros. Una encuesta reciente del New York Times/Siena College Research Institute mostraba que un 71% de los Republicanos respondían que se sentían cómodos votando a un candidato que afirma que la elección del 2020 fue robada (también afirmaban lo mismo un 37% de los independientes y, aún más preocupante, ¡un 12% de los Demócratas!). No es sorprendente por ello que muchos de los políticos que difunden mentiras y tratan de deslegitimizar las elecciones del 2020 vayan a ganar elecciones que en muchos casos les van a permitir controlar la maquinaria electoral del país.

En este contexto van a tener lugar el martes 8 de noviembre una de las elecciones legislativas más reñidas de la reciente historia de EEUU en las que mucho está en juego. Una victoria del Partido Republicano en una o dos de las cámaras del Congreso, actualmente controladas por el Partido Demócrata, dará un vuelco político al país que se vería sumido en los próximos dos años en una parálisis institucional, porque los Republicanos trataran no sólo de revertir la agenda progresista del presidente Biden, sino que también bloquearán cualquier iniciativa que surja de la Casa Blanca, iniciarán investigaciones contra la Administración Biden para deslegitimizarlo y desprestigiarlo e incluso cabe la posibilidad, como exigen muchos candidatos Republicanos, de que inicien un proceso de destitución (impeachment) contra Biden. Por ello hay tanto interés en tratar de pronosticar el posible resultado que a una semana de las elecciones sigue incierto.

Estas elecciones son un referéndum sobre el partido en el poder, así como una oportunidad para tomar la temperatura política del país y visualizar las ansiedades y esperanzas de los votantes estadounidenses. Para los demócratas, mantener el control del Congreso (el Senado y la Cámara de Representantes), así como la Casa Blanca significaría desafiar décadas de historia ya que es una “regla de hierro” en la política estadounidense que el partido del presidente incumbente pierda escaños en las elecciones intermedias: desde la Segunda Guerra Mundial el partido que controla la Casa Blanca ha perdido un promedio de 26 escaños en la Cámara de Representantes y una media de cuatro escaños en el Senado. George W. Bush perdió 31 escaños en la Cámara de Representantes en 2006; Barack Obama, cuatro años más tarde, sufrió una victoria Republicana de 63 escaños; y, en 2018 con Donald Trump, los Demócratas obtuvieron 41 escaños adicionales. Los pronósticos y las encuestas reafirman esa tendencia histórica para la próxima semana y se espera que los Demócratas pierdan la Cámara de Representantes y posiblemente el Senado donde las encuestas siguen siendo muy estrechas.

Sin embargo, nada está decidido. Por un lado vivimos en un momento histórico sin precedentes en que el país está saliendo de una pandemia, en medio de una crisis económica con tasas de inflación que no se vivían desde los años 80, con unos niveles de polarización casi sin precedentes en la historia moderna de EEUU, con una Corte Suprema controlada por jueces nombrados por presidentes Republicanos que acaba de tomar una decisión sobre el aborto que es de las más controvertidas en la historia del tribunal y con gran parte de un partido que se niega a condenar la insurrección y el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y cuestiona la victoria del presidente Biden en las elecciones de 2020. Es muy difícil hacer predicciones en un contexto tan volátil e impredecible.

Por otro lado, los últimos meses han sido una montaña rusa. Pese a que las encuestas más recientes sugieren que los Republicanos están ganando impulso para retomar una o ambas cámaras del Congreso, las cosas parecían muy diferentes hace tan sólo un par de meses. Ahora mismo, según las encuestas, las elecciones más competidas para el Senado, excepto la de Georgia, están inclinándose hacia el lado Republicano e incluso en distritos donde los Republicanos rara vez han sido competitivos, están más cerca que nunca en los sondeos. Esto no son buenas noticias para los Demócratas y muestran una vez más que las elecciones legislativas en los distritos electorales tienden a ir en la misma dirección que las tendencias nacionales y que los candidatos rara vez pueden superar las tendencias políticas a nivel nacional, particularmente con un presidente Biden muy impopular con tasas de apoyo por debajo del 50%.

Sin embargo, no era así hace tan sólo unos meses, cuando los temas que ocupaban las portadas de los periódicos y las mentes de los estadounidenses eran el aborto, las armas y los retos a la democracia, temas que favorecían a los Demócratas. Pero esto ha cambiado muy rápidamente. Según un artículo y encuesta[1] del New York Times/Siena College Research Institute publicada hace dos semanas, la proporción de votantes estadounidenses que mencionaron la economía, la inflación, el crimen o la inmigración (todos temas que favorecen a los Republicanos) como el “problema más importante” que afronta el país, aumentó al 52%, 14 puntos más que en la versión de julio de la encuesta. Por el contrario, la proporción que mencionaba temas como el aborto, la democracia o las armas (todos favorables a los Demócratas) cayó del 26% al 14%.

Durante el verano las portadas de los periódicos y las mentes de los estadounidenses se centraban en la decisión de la Corte Suprema de anular el caso Roe vs. Wade que legalizaba el aborto, una de las decisiones más controvertidas de la historia del tribunal. Los Demócratas confiaban que el rechazo mayoritario a esa decisión (un 61% de los estadounidenses apoyan que el aborto sea legal en todos o la mayoría de los casos) generase un tsunami de movilización en contra de los Republicanos en noviembre. Sin embargo, el efecto de esa decisión parece haberse difuminado: según la encuesta mencionada de Times/Siena, solo el 5% de los votantes respondió que el aborto era el problema más importante al que se enfrenta el país. Al mismo tiempo, otros temas que también favorecían a los Demócratas en verano como las armas (por la repulsa generada tras las matanzas en el supermercado de Búfalo y en el colegio de Uvalde, en Texas) y los retos de la democracia amplificados por las audiencias del Congreso para investigar la insurrección y el asalto al Congreso del 6 de enero de 2021, también parecen haber perdido fuelle. Por fortuna no ha habido matanzas en las últimas semanas y, pese a la repulsa generada por las imágenes y la investigación del asalto al Congreso (y la respuesta tímida del partido Republicano), hace ya semanas que se habla poco de ello. Al revés, cientos de candidatos Republicanos van a ganar cuestionando la vitoria de Biden y minimizando el asalto al Congreso.

Por el contrario, como muestra Lisa Lerer en The New York Times, los temas que están centrando los últimos días de campaña favorecen a los Republicanos: la economía, el crimen y la inmigración. Si a fines del verano bajaban los precios de la gasolina y se esperaba que la inflación estuviera controlada, los últimos datos económicos muestran que ese optimismo no era justificado: la inflación sigue al 8,2%, la bolsa sigue cayendo y los ciudadanos estadounidenses (como los del resto del mundo) estamos perdiendo poder adquisitivo a jirones. Si la pregunta es si estamos mejor que hacer dos años, millones de americanos miran la inflación y, sobre todo, los precios de la gasolina y responden que no. Las cifras de crimen también perjudican a los Demócratas: la percepción de los ciudadanos es que el crimen ha aumentado, a pesar de que las encuestas gubernamentales anuales más recientes de la Oficina de Estadísticas de Justicia no muestran un aumento reciente en la tasa de delitos violentos en EEUU. Por último, los Republicanos siguen capitalizando la oposición a la inmigración, que tan exitosamente explotó Trump, con campañas de gran impacto como el transporte de inmigrantes desde estados del sur (Florida y Texas) a los estados más liberales del norte para que se hagan cargo de ellos (el gobernador de Florida, De Santis, fletó recientemente un avión lleno de inmigrantes de Venezuela y los llevó a la isla Martha’s Vineyard, un bastión del liberalismo y lugar de vacaciones de las elites, con una gran repercusión mediática).

Por todo ello, la sensación ahora mismo es que el Partido Demócrata alcanzó sus cotas máximas de popularidad unas semanas antes de tiempo y que las últimas semanas han favorecido a los Republicanos. Pese a todo, los Demócratas tienen a su favor unos candidatos Republicanos (sobre todo al Senado) sin experiencia y poco cualificados como Don Bolduc en New Hampshire, Herschel Walker en Georgia, Blake Masters en Arizona, Mehmet Oz en Pennsylvania y J.D. Vance in Ohio que, pese a que con el apoyo de Trump ganaron sus primarias, con sus constantes errores y posiciones extremas están haciendo las elecciones al Senado más competitivas e impredecibles. El líder del Partido Republicano en el Senado, Mitch McConnell, ha reconocido que “posiblemente haya una mayor probabilidad de que la Cámara de Representantes cambie de mayoría que el Senado. Las contiendas por el Senado son simplemente diferentes… La calidad de los candidatos tiene mucho que ver con el resultado.” A una semana de las elecciones, todavía es posible que estos candidatos sigan cometiendo errores y/o que surjan nuevos escándalos que inclinen la balanza a favor de los Demócratas en esos estados.

Por todo ello, es prematuro hacer pronósticos y todo es posible todavía. Una semana en política, sobre todo en estos tiempos tan volátiles, es una eternidad y debemos prepararnos para una larga noche electoral e, incluso, semanas de incertidumbre si los resultados en las elecciones al senado de Georgia (como ya paso en 2020) obligan a una segunda vuelta en diciembre.


[1] Lisa Lerer, “The State of the Midterms,” The New York Times, 20 de octubre 2022.


Imagen: Rockefeller Center en la ciudad de Nueva York en la noche las elecciones midterm elections de noviembre 2016. Foto: Marco Verch via Creative Commons / GPA Photo Archive (CC BY 2.0).