El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ha anunciado la prórroga del alto el fuego con las FARC hasta el próximo 31 de diciembre. Una decisión que, si bien produce cierto alivio después del rechazo en plebiscito del denominado Acuerdo Final, transmite cierta inquietud sobre qué pasará después en caso de no llegar, en poco más de dos meses, a un nuevo acuerdo. Aunque parece que ninguna de las partes tiene interés en detener el proceso de paz, lo cierto es que se ha perdido una oportunidad histórica de resolver un conflicto, con numerosas víctimas en ambos lados, que ha influido en la presencia de Colombia en el mundo.
Según el Índice Elcano de Presencia Global, Colombia ocupa el puesto 46 de la clasificación mundial, y el 6º en términos regionales. Es un puesto bajo en comparación con su peso en términos de PIB (30º mundial, 5º regional), aunque al mismo tiempo elevado en comparación con su importancia exportadora en el mundo (52º), lo que da indicios de un escaso tejido industrial y exportador. Y es que aunque la presencia de Colombia está sustentada fundamentalmente en su dimensión económica (más del 55% de su presencia en 2015), se concentra fundamentalmente en las exportaciones de productos energéticos (39,9%) y, en mucha menor medida, de primarios (8%). Entre éstos destacan el petróleo (primer producto de exportación siendo el 20º productor mundial), el carbón (2º y 5º, respectivamente) o el café (3er productor mundial).
Dada esta concentración primario exportadora, no es de extrañar que la presencia de Colombia haya aumentado junto con la evolución de los precios internacionales de estas materias, y descienda con las mismas. Así, desde 2000 registra una paulatina ganancia de cuota mundial de presencia, que se acelera notablemente desde 2010, y desciende en los últimos años, llegando incluso a registrar pérdidas en términos absolutos en 2015. Al descenso de los precios se unen los problemas en el sector minero y cafetero, que han provocado cierta pérdida de importancia de la dimensión económica a favor de la presencia blanda. Precisamente esta dimensión registra los mayores incrementos desde 2012, cuando ya comenzaba a resentirse la presencia económica.
Quizá sea esta dimensión blanda (que recoge indicadores como turismo, migraciones, educación o información, entre otras) la que se haya visto más afectada por el conflicto armado, y quizás, también, la más beneficiada de una posible resolución del mismo. Con todo, Colombia viene registrando un aumento de presencia blanda (pasa del 7º puesto en la clasificación regional de esta dimensión al 4º en la actualidad), empujado en los últimos años por el incremento de menciones en la prensa internacional. Y es que, dentro del indicador de Información, la mitad de la presencia está determinada por las menciones realizadas por las principales agencias de noticias internacionales, y la otra mitad por su presencia en Internet.
El gráfico 2 muestra la evolución de la presencia de Colombia en el indicador de Información y los principales acontecimientos en relación con el conflicto armado. A partir de 2012, coincidiendo con el inicio del proceso de paz durante el mandato de Santos, la presencia de Colombia en información crece notablemente, tanto por el número de menciones en presencia como por la extensión de la capacidad instalada de banda ancha –variable utilizada para medir la presencia en Internet–. En concreto el número de menciones en prensa, según la base de datos de Factiva, es mucho mayor a partir de 2013 que en los años previos en los que se producían liberaciones de rehenes o asesinatos de líderes guerrilleros, con la salvedad del año 2008, coincidiendo con la mediática liberación de Ingrid Betancourt y el escándalo de los falsos positivos (dado que nuestro índice tiene registros anuales sólo desde 2010, la línea roja del gráfico proyecta la estimación de presencia entre 2005 y ese año). La proyección en los medios del conflicto estaría alcanzando registros máximos, lo cual no es extraño dada la atención que la comunidad internacional está prestando al proceso de paz, elevando la contribución del indicador de información hasta un 28,5% de la presencia global de Colombia en 2015.
Pero el conflicto estaría afectando también a la tercera dimensión del Índice de Presencia Global, la dimensión militar. Y es que Colombia cuenta, según el Global Firepower Index, con el tercer mayor ejército de América Latina, el primero en número de militares activos. Un puesto muy superior al que ocupa en términos de presencia militar, 8º puesto regional. De este modo, el conflicto armado ha supuesto el desarrollo de importantes presupuestos militares orientados al interior, también durante el periodo en el que el ahora presidente y Nobel de la Paz ocupaba el ministerio de Defensa (2006-2009) bajo la presidencia de Álvaro Uribe. Por ello, es esperable que la resolución del mismo suponga una reducción del tamaño del ejército o bien una mayor participación en misiones en el exterior.
El tránsito de una presencia de naturaleza económica a una de mayor contenido de presencia blanda es una tendencia característica de países que van transformando su estructura económica y, por tanto, el modo de proyectarse en el mundo. Sin embargo, en el caso colombiano, buena parte de ese crecimiento de presencia blanda estaría determinado por el impacto del proceso de paz en el indicador de información mientras el resto de variables de esta dimensión mantienen una baja contribución, que, junto con la concentración primario exportadora, serían característicos de países en desarrollo o algunos emergentes (en 2015 Colombia ocupa el puesto 97º en el ranking del Índice de Desarrollo Humano). No obstante, la paz podría traer cierta dinamización en algunos indicadores de presencia blanda, por ejemplo, en llegada de turistas y estudiantes, o revertiendo la dirección de los flujos migratorios, así como en la dimensión militar. Incluso algunos informes apuntan a un impacto directo en términos de PIB.
En cualquier caso, la adopción de un acuerdo definitivo que termine con décadas de violencia se añade a los retos que Colombia, al igual que otros vecinos regionales, enfrenta en materia de inserción global y de desarrollo: la necesidad de diversificar su economía y mejorar las condiciones de vida de su población, fundamentalmente en las regiones rurales, sustrato de nacimiento de las FARC-EP. De hecho, no es de extrañar que uno de los principales puntos del acuerdo llevase por título “Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma rural integral”, y constituyese al mismo tiempo uno de los más criticados por Uribe.