Han pasado tres meses de la celebración de la Copa Mundial de Fútbol en Qatar; quizá sea un buen momento para hacer una reflexión sobre algunos aspectos del poder suave (soft power) del golfo Pérsico y los efectos de una de las competiciones deportivas más importantes, si no la más, del mundo.
La primera pregunta que conviene hacerse es si la inversión de recursos de Qatar en la Copa del Mundo ha sido rentable en términos de poder suave, aunque la respuesta a esa pregunta seguramente no pueda hacerse en tan corto plazo. Qatar consiguió los apoyos para acoger el Mundial de Fútbol en 2010, en una reunión de la FIFA en Zúrich, que otorgó las sedes de la máxima competición internacional de ese deporte a Rusia (2018) y Qatar (2022) y abrió una caja de truenos para la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA).
Resultados de las rondas de votación para la elección de las sedes de la Copa Mundial de la FIFA de 2018 y 2022 (2 de diciembre de 2010)
1ª | votos | 2ª | votos | 3ª | votos | 4ª | votos | |
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2018 | Inglaterra Países Bajos/Bélgica España/Portugal Rusia (Inglaterra eliminada) | 2 4 7 9 | Países Bajos/Bélgica España/Portugal Rusia | 2 7 13 | – | – | ||
2022 | Australia Japón EEUU Corea del Sur Qatar (Australia eliminada) | 1 3 3 4 11 | Japón Corea del Sur Qatar EEUU (Japón eliminado) | 2 5 10 5 | Corea del Sur Qatar EEUU (Corea del Sur eliminada) | 5 11 6 | Qatar EEUU | 14 8 |
Las investigaciones periodísticas que siguieron a las votaciones –impulsadas, supuestamente, por el rencor estadounidense y británico por no haber sido EEUU ni Inglaterra elegidas como sedes– terminaron no sólo demostrando la extensa red clientelar de sobornos que habían servido para orientar las votaciones –casi 900 millones de dólares, según el Sunday Times–, sino el papel del presidente francés, Nicholas Sarkozy, en la recogida de apoyos, en particular en una reunión celebrada en el Elíseo en noviembre de 2010, un mes antes de la votación de la FIFA y en la que participaron el actual emir (entonces príncipe heredero), Sarkozy y varios miembros de su equipo, y Michel Platini, presidente entonces de la Unión de Federaciones Europeas de Fútbol (UEFA) y aspirante a presidir la FIFA. Platini fue detenido por orden de la fiscalía francesa y apartado de sus cargos en la FIFA durante ocho años, una suspensión que alcanzó incluso al presidente de la organización, el suizo Joseph Blatter. La investigación francesa sigue activa en el Parquet National Financier (PNF) por “corrupción activa y pasiva”, “blanqueo de capitales” y “manipulación de bienes robados”, aunque hace unos meses Platini y Blatter fueron absueltos en uno de los procesos de la justicia suiza (aunque la sentencia está recurrida por la fiscalía). Las investigaciones sobre la operación qatarí en Francia incluyen la compra en mayo de 2011 del Paris Saint Germain, el mayor equipo de fútbol francés y uno de los mayores del mundo, por el fondo Qatar Sports Investments, y la inversión qatarí a finales de ese mismo año en el grupo empresarial francés Lagardère, accionista entre otros de Airbus. Muchos de los personajes de esta trama –como Platini– aparecieron, unos años después, en los Panama Papers del bufete Mossack-Fonseca desvelados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación.
La FIFA encargó una investigación interna al exfiscal estadounidense Michael J. García en 2014 que, una vez recibida, publicó sólo en forma de breve resumen (aunque finalmente debió hacerlo al filtrarse una copia al diario alemán Bild), lo que llevó a García a abandonar el encargo por discrepancias con la gestión del proceso.
El FIFA Gate se extendió a la justicia estadounidense, que actuó con la policía suiza para detener a varias personas en un hotel de lujo de Zúrich por delitos fiscales y de crimen organizado, entre ellos numerosos dirigentes del fútbol del continente americano. En 2021, la banca suiza Julius Baer admitió haber conspirado para blanquear más de 36 millones de dólares en sobornos para funcionarios de la FIFA, por lo que tuvo que pagar 79 millones de dólares en un acuerdo judicial con las autoridades estadounidenses. La investigación sigue en marcha y varios de los acusados ya han sido condenados, mientras otros siguen con órdenes de búsqueda y captura internacional.
Mientras tanto, apenas se produjeron movimientos de contestación a la celebración del mundial en Qatar, primer exportador de gas del mundo (y tercero por reservas comprobadas de ese combustible) en medio de una crisis energética global. La FIFA cambió su equipo de dirección con la elección en 2016 del suizo-italiano Gianni Infantino (mano derecha de Platini en la UEFA), que defendió vehemente el mundial qatarí y la situación del país en una rueda de prensa, en noviembre de 2022, en la que acusó de hipocresía a los medios y las ONG que apuntaban a la situación de los derechos humanos en el país:
“Entonces, ¿qué quieres hacer al respecto? ¿Quieres quedarte en casa y machacar y criticar y decir lo malos que son? ¿Estos árabes o estos musulmanes o lo que sea, porque [a ti] no se te permite ser gay públicamente? Por supuesto, creo que debería estar permitido, como presidente de la FIFA; pero pasé por un proceso, pasé por un proceso.”
Gianni Infantino
Muchas federaciones y muchos dirigentes pasaron, probablemente, por ese mismo proceso y ningún equipo faltó a la cita en diciembre de 2022. Pese a celebrarse en el otoño-invierno –no olvidemos que Qatar está en el hemisferio norte– las altas temperaturas requirieron la climatización artificial de los estadios (y su construcción). La FIFA y Qatar diseñaron una estrategia de sostenibilidad y un detallado informe de emisiones de efecto invernadero cuya credibilidad pusieron en duda varios medios internacionales y organizaciones, como Carbon Market Watch, cuyo análisis “considera que esto no representa con exactitud la huella real del torneo”.
La peor huella de la Copa Mundial es, en cualquier caso, la de los derechos humanos, como ha denunciado repetidamente Amnistía Internacional y –hace algunas semanas– varias decenas de organizaciones civiles nepalíes sobre las condiciones de los trabajadores emigrantes que pusieron en pie los estadios de la Copa del Mundo:
“Hemos acogido con satisfacción las promesas de reforma en Qatar, pero sabemos que los trabajadores siguen a merced de ruinosas tarifas de contratación y siguen sin tener garantías de que ganarán salarios decentes, trabajarán en condiciones seguras y serán tratados con dignidad. Se siguen cobrando tasas ilegales, se deniegan días libres y los cadáveres regresan sin explicación.”
El mundial de Qatar ha puesto en el escenario internacional muchas de las sombras que la sociedad qatarí sigue tratando de ocultar a la luz pública: la naturaleza autócrata de su gobierno, la ausencia de libertad de expresión, la falta de derechos de las mujeres, la penalización de la homosexualidad, la pena de muerte. Explicaba Joseph S. Nye, hace más de tres décadas, que uno de los pilares centrales del poder suave son los valores políticos de un país. Conforme vamos evaluando los resultados del mundial de Qatar habrá que ponderar en qué medida esa gran operación de poder suave ha recordado a la opinión pública internacional las contradicciones de sociedades como la qatarí.
Imagen: Lionel Messi porta la copa del mundial de la FIFA vestido con el tradicional “bisht» qatarí. Foto: Hannah Mckay – Football Pictures, FIFA World Cup 2022 vía Flickr – Dominio público.