Durante su último discurso sobre el estado de la Unión, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, intentó disipar las dudas que han levantado algunos candidatos a la presidencia del Partido Republicano, señaladamente el polémico Donald Trump, a propósito de la fortaleza económica del país norteamericano.
El catastrófico “fin de ciclo” que pronostican los conservadores se fundamenta en la incertidumbre generada por la débil recuperación del empleo y de la producción, y en la aparente erosión del liderazgo internacional de EEUU. La nación más poderosa del mundo, afirman con inquietud, ya no lo es del todo; su mercado interno no repunta, los estadounidenses viven peor y los países emergentes disputan su poder económico y político. Frente a la retórica de la desconfianza, el Presidente Obama sostiene que la idea del declive económico no es más que una ficción y que pese a las turbulencias nacionales e internacionales, la estadounidense sigue siendo la primera economía del mundo. Habría que preguntarse, a la luz de esta discusión, qué relato se ajusta a la realidad.
¿Han perdido los EEUU su protagonismo en la escena mundial o acaso sigue siendo este país el líder indiscutible? El Índice Elcano de Presencia Global podría servir para responder, en parte, a esta cuestión en lo que se refiere a la dimensión internacional del liderazgo estadounidense: a mayor presencia global, mayor capacidad para moldear la gobernanza global, e incluso el propio proceso de globalización.
1 punto para Obama: Estados Unidos ha liderado, lidera (y posiblemente liderará en el medio plazo) en presencia global
Con una presencia global de cerca de 1.100 puntos en 2014, Estados Unidos es el país con mayor proyección exterior de los 80 para los que se calcula. Además, esto es así en todos y cada uno de los años de los que hay registros (desde 1990 hasta la actualidad) (gráfico 1).
En 2014, la diferencia respecto del Reino Unido, que ocupa el 2º puesto, es de cerca de 700 puntos: Estados Unidos más que duplica la presencia global de su ‘competidor’ más cercano por lo que, previsiblemente, Estados Unidos conservaría este primer puesto en los próximos años.
1 punto para Trump: Estados Unidos pierde cuota de liderazgo
A pesar de ostentar el primer puesto indiscutible, Estados Unidos ha estado perdiendo cuota de presencia global en este ‘espacio de la política exterior’ que resultaría de la suma de la presencia global de cada uno de los países para los que se calcula. Aunque con ciertas fluctuaciones, la pérdida de cuota entre 1990 (23%) y 2012 (15%) alcanza 8 puntos (gráfico 2).
No obstante, cabe señalar, en primer lugar, que se produce una recuperación de cuota global entre 2012 y 2014 (aunque tan sólo de 13 décimas). En segundo lugar, y quizás más importante, es que la mayor parte de las potencias occidentales (incluso Alemania) siguen esta misma tendencia a perder cuota. Este fenómeno es en cierto modo el resultado aritmético de un proceso de globalización al que se va sumando un número creciente de países, ocupando ‘parcelas’ de presencia global. En el caso de las economías emergentes, y particularmente de las asiáticas y aún más particularmente de China, el rápido incremento de su proyección exterior supone un claro trasvase de presencia de los decadentes a los emergentes.
Por último, si acotamos este análisis al ámbito económico, en el que centra su lectura Trump, podemos observar un comportamiento muy similar al que se produce a nivel global (gráfico 3). Hay un aumento de cuota de presencia económica en los años 90 (de 14,75% a 16,31%), tras la caída del muro de Berlín; que se revierte en los 2000, con la irrupción de China en el mercado mundial (bajando la cuota a un mínimo de 10,63% en 2012). La tendencia a la recuperación de los últimos años, que se observa a nivel global, también se reproduce en su dimensión económica.
Estados Unidos lidera la escena global tanto en términos absolutos como en relativos. Sin embargo, su cuota global tiende a caer. Así, el debate entre republicanos y demócratas no se puede zanjar en favor de un lado u otro, ya que sus observaciones son correctas e incluso complementarias. El liderazgo estadounidense, al menos en cuestión de presencia global, es un hecho incontestable, pero también lo es el avance del proceso de globalización, la causa primera del retroceso aritmético de Estados Unidos. La cuestión no es entonces si Estados Unidos ha dejado de ser el líder como consecuencia de su proyección exterior, sino cómo debe participar la nación líder en una escena mundial donde los jugadores emergentes tienen una presencia política y económica cada vez mayor.