Esta publicación se enmarca en un proyecto conjunto del Real Instituto Elcano y el Instituto Português de Relações Internacionais (IPRI) para elaborar un Informe sobre las relaciones bilaterales entre España y Portugal.
Las jornadas sobre “Las relaciones bilaterales entre España y Portugal: Hacia una nueva dinámica en la Península Ibérica”, organizadas los días 20 y 21 de noviembre de 2017 conjuntamente por el Real Instituto Elcano y el Instituto Português de Relações Internacionais da Universidade Nova (IPRI), permitieron un rico intercambio de ideas, incluso sobre temáticas no habitualmente abordadas. Se logró, así, el objetivo de profundizar en la perspectiva de ambos países sobre los tiempos pasados, actuales y futuros de la relación bilateral. Charles Powell y Patrícia Lisa merecen crédito por esta estupenda iniciativa y su excelente organización.
En cuanto al entorno iberoamericano, se profundizó sobre las motivaciones de la participación de Portugal en la primera Cumbre Iberoamericana de Guadalajara en 1991. Entre estas, hay que tener en cuenta elementos de naturaleza geopolítica, especialmente la importancia de la creación de un precedente para el establecimiento ulterior de la Comunidade dos Países de Língua Portuguesa (CPLP), cuyos intensos esfuerzos diplomáticos se iniciaron en 1983 y culminaron con su fundación en 1996.
Tampoco se puede excluir que la atracción portuguesa por la idea iberoamericana fuese estimulada por la voluntad de compensar el peso continental de la adhesión a las Comunidades Europeas, realizada en 1986, con una nueva vertiente atlántica de política exterior.
Asimismo, la participación portuguesa en el proyecto iberoamericano ha sido concebida ciertamente como una forma más de incrementar el perfil político y el soft power global portugués, que se demostró con la presencia de Antonio Guterres como invitado especial en la Cumbre de Cartagena de 2016, aún en calidad de secretario general designado para las Naciones Unidas. Esto está en línea con la constatación, en el transcurso de las jornadas, de que Portugal había logrado el hecho notable de incrementar su soft power en plena crisis económica.
Finalmente, es también importante señalar la prudencia en el lenguaje empleado en Guadalajara: “hemos decidido constituir la Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno” con el objetivo de “concertar la voluntad política de nuestros gobiernos para… convertir el conjunto de afinidades históricas y culturales que nos enlazan en un instrumento de unidad y desarrollo basado en el diálogo, la cooperación y la solidaridad” (Declaración de Guadalajara de 19 de junio de 1991, § 1). Sería interesante hacer una comparación con la Declaración Constitutiva de la CPLP, que habla de “Comunidad de Estados”, “realidad cultural nacional y plurinacional”, “identidad propia de los Países de Lengua Portuguesa”, “relacionamiento especial existente” y de la lengua portuguesa como “medio privilegiado de difusión de la creación cultural entre los pueblos”.
Es difícil compartir la idea, referida en las jornadas, de que la participación de Portugal en el espacio iberoamericano haya tenido un “bajo perfil político”. En los últimos años se han realizado múltiples reuniones oficiales de la SEGIB con los más altos representantes políticos portugueses, a nivel presidencial, de primer ministro e incluso parlamentario, y el número de visitas a Portugal de altos responsables de la SEGIB (dos en 2015, cuatro en 2016 y seis en 2017, hasta ahora) lo confirma. Por otro lado, la presencia de la lengua portuguesa en la SEGIB ha permitido una significativa concertación e intercambio de ideas en torno del impulso de la “lusofonía”, la última de las cuales se concretó en el primer “Simposio sobre las Lenguas Española y Portuguesa en el Espacio Iberoamericano, en un Contexto de Diversidad Lingüística” realizado en junio de 2017. A esto hay que sumar “Braga, Capital Iberoamericana de Juventud 2016” y de “Lisboa, Capital Iberoamericana de Cultura 2017”.
En contrapartida, la idea, propuesta por la profesora Nancy Elena Ferreira Gomes, de crear una iniciativa iberoamericana para las diásporas pareció muy atractiva y con posibilidad de recoger amplios apoyos entre los países iberoamericanos.
Las jornadas fueron también importantes para que se haya decidido abandonar el término “paniberismo”, utilizado por algunos investigadores españoles para hablar conjuntamente de los espacios de lengua española y portuguesa. La connotación histórica negativa de ese término resultó clara desde la intervención del profesor Juan Carlos Jiménez Redondo, que contribuyó a la concienciación del rechazo que despierta en Portugal.
Es importante compartir la idea de Iberoamérica que ha sido expuesta por la secretaria general Iberoamericana, Rebeca Grynspan, quien varias veces ha dicho que Iberoamérica nació como Cumbre y evolucionó a Conferencia, y que ahora es necesario transformar en Comunidad –precisamente en el Simposio sobre las lenguas española y portuguesa–:
“Quizá para otros espacios y foros regionales, la cultura y la lengua podrían considerarse temas secundarios, asuntos que ceden precedencia frente a los factores políticos o económicos. No es el caso de Iberoamérica. Lo que somos, lo que nos une como comunidad y lo que nos impulsa de cara al futuro, se erige precisamente sobre la cultura y sobre el universo simbólico que transmiten la lengua española y portuguesa… El bilingüismo encierra un enorme potencial para nuestros países, pero también un poderoso mensaje para la humanidad, en un entorno global fragmentado, polarizado y polarizante. Es un mensaje sobre el poder de la diversidad y la capacidad de colaborar de forma plural, abierta y horizontal. Nuestros países no aspiran a la unidad lingüística o cultural. Por el contrario, celebramos nuestra diversidad…” [No aspiramos] “a la uniformidad, sino al diálogo y al intercambio entre distintas fuerzas e influencias. Es ahí donde es posible el cambio y la innovación. Es ahí donde florece la creatividad. El ser humano no ha progresado por el encuentro con los iguales, sino con los que son distintos. Fomentar ese encuentro, asegurarnos de que sea prolífico y positivo, es una misión de gran trascendencia en el mundo de nuestros días. ‘Sé plural como el universo’, recomendaba Pessoa.”
Esta es la Iberoamérica donde nos reconocemos.