No será la primera vez que la OTAN despliegue misiles Patriot en Turquía. Ya ocurrió en 1991 y 2003 durante las guerras de Irak aunque no llegaron a ser utilizados y fueron retirados apenas unos meses después de su despliegue.
Esta vez tratarán de defender la frontera turca de los ataques sirios que se vienen sucediendo desde hace varios meses. La solicitud de Ankara a la OTAN de desplegar los Patriot para aumentar sus capacidades de defensa aérea ha desatado las críticas no sólo en Siria, sino también en Irán y Rusia, como era de esperar. Para ellos no sólo es una provocación sino una manera de complicar la delicada situación. Los más audaces sospechan incluso que la verdadera intención es crear de facto una zona de exclusión aérea, a pesar de que es de sobra conocido que los Patriot no están diseñados para tales fines.
Pero además de una muestra de solidaridad aliada, el despliegue será sobretodo una evidencia de la vulnerabilidad turca. Se ha hablado mucho del creciente poder de Ankara en la región, de sus aspiraciones globales, de su crecimiento y de sus importantes fuerzas armadas. Pero los incidentes que se han sucedido a lo largo de los últimos meses en la frontera con Siria han mostrado sus límites. A pesar de haber afirmado en varias ocasiones que respondería de forma contundente y respectando el derecho internacional, Turquía no quiere iniciar un enfrentamiento armado. No se lo puede permitir porque podría poner en peligro sus principales prioridades, que son la modernización del país y el crecimiento económico, además de desestabilizar las regiones kurdas y comprometer sus amplios intereses regionales. Y seguramente Assad lo sabe muy bien.
Lo que ha hecho la crisis siria es empujar a los líderes turcos a un realineamiento estratégico apoyado en sus amigos norteamericanos y europeos, de los que acaba de recibir todo su apoyo (otro ejemplo es que ha sido Egipto y no Turquía quien ha ejercido de potencia regional en los últimos episodios de violencia en Gaza, a pesar de sus buenas relaciones con Hamás). Ankara vuelve a mirar a Occidente. Sabe que sólo con ellos puede enfrentarse a los peores escenarios posibles en Siria en los que sería uno de los principales afectados.
Ahora queda saber quién proporcionará los Patriot. Sólo Alemania, Países Bajos y Estados Unidos disponen de los avanzados PAC-3, y en el caso de que sean los países europeos los que decidan suministrarlos requerirán de la aprobación de los respectivos parlamentos. Así que, si el tiempo apremia, será de nuevo Washington quien dé la talla.