Cuando el presidente Barack Obama accedió –a regañadientes- a abanderar la intervención militar en Libia que le propusieron Francia y el Reino Unido, se vio atrapado ante un Congreso que le exigía cuentas y unos aliados que no asumían sus responsabilidades. Les dejó por imposibles (¡Jo, qué eurotropa!) y acuñó su nuevo estilo de liderazgo ante futuros embrollos: dirigir desde atrás (leading from behind). No todos los destinatarios comprendieron el mensaje y siguieron (bussines as usual) pidiéndole al presidente que liderara otra intervención militar en Siria. Las presiones de sus aliados árabes y europeos, de los republicanos y de los intervencionistas de su Secretaría de Estado y de su Consejo de Seguridad Nacional le llevaron a cometer el error de trazar las líneas rojas.
Uno de sus predecesores en la presidencia, Ronald Reagan, se saltó en Berlín las líneas de un discurso y acabó la Guerra Fría pidiendo al Sr. Gorbachov que tirara el muro. Para sorpresa de sus speechwriters, el presidente Obama se saltó el guión y se comprometió a utilizar la fuerza en caso de empleo de armas químicas, sin reparar en que corría el riesgo de tener que cumplir su palabra. El casus belli se hizo pronto realidad y el presidente se vio otra vez arrastrado a tomar una decisión que no quería.
Entonces descubrió lo que ninguno de sus asesores le había prevenido (¡Jo, qué ala Oeste!): que el personal de a pié en Estados Unidos tampoco quería el ataque y que sus representantes lo sabían. No tratándose de una amenaza inminente a la seguridad nacional ni estando seguro de las consecuencias de los ataques recurrió a escudarse detrás de los representantes del Congreso y del Senado para compartir su responsabilidad (¿resiliencia preventiva?). Pero los mismos congresistas y senadores que mostraron una adhesión incondicional al presidente Bush tras el 11 de septiembre de 2001, –y que en Libia dieron la espalda al presidente Obama– se han puesto ahora de perfil (electoral) para poder decirle al presidente en su momento: “te lo dije” si todo va mal.
Se lleve a cabo o no el ataque, el presidente Obama ha vuelto a acuñar un nuevo estilo de actuación como Comandante en Jefe: leading from behind the Congress and the Polls, que es un estilo ya implantado en muchos de los países europeos que han obligado a sus dirigentes a pasar por los parlamentos antes de enviar sus tropas al extranjero. El primer ministro británico ha sucumbido al contagio continental y el presidente Hollande todavía se resiste pero la Asamblea ya le pide que se cobije tras ella para marchar todos juntos tras las encuestas. Así que, ¡no se pierda nuestro próximo post: Conduire derrière le Congrès et les sondages!