El marco para la internacionalización de la economía y de las empresas está experimentando cambios importantes en los últimos tiempos. En este post se repasan brevemente algunos de los desarrollos y tendencias que configuran este nuevo marco para la internacionalización al que deben enfrentarse empresas y Administraciones.
Ascenso del proteccionismo
Prácticamente todos los organismos internacionales están alertando en los últimos meses contra el aumento de las tendencias proteccionistas, en el contexto de un creciente rechazo contra la globalización. No se avecinan buenos momentos para la liberalización de los intercambios comerciales.
El TTIP, cuyo objetivo era dar un impulso a la liberalización del comercio y las inversiones entre Europa y Estados Unidos, y el TTP, con un objetivo similar entre una serie de países americanos y asiáticos, están seriamente tocados, enfrentándose a una fuerte oposición popular y política. Es bastante probable que no salgan adelante.
Los responsables políticos han tomado conciencia de que no han prestado la suficiente atención a los “perdedores” de la globalización, buena parte de los cuales están dando su apoyo a partidos y candidatos populistas (como Donald Trump).
Un reto clave es afrontar e invertir esta reacción contra la globalización. La evolución del comercio y las inversiones, la internacionalización en suma, depende de que se contenga la marea antiglobalización.
Impacto de la digitalización
La forma en que se comercia y se invierte internacionalmente se está modificando rápidamente con la digitalización (como ocurre con todos los aspectos de la economía y de la vida en general). Empresas y gobiernos deben adaptarse a los nuevos requisitos de la internacionalización digital.
En especial la digitalización puede favorecer la internacionalización de las pequeñas y medianas empresas, que han tropezado normalmente con un problema de falta de recursos para abordar los mercados internacionales. La digitalización permite un abaratamiento de los costes de la actividad internacional, la posibilidad de acceder con relativa facilidad a clientes de todo el mundo, a través de marketplaces como Alibaba o Amazon.
Internet y las redes sociales ofrecen una vía para obtener información sobre mercados exteriores, o desarrollar labores de marketing, a una fracción del coste que estas actividades suponían antes a través de los canales tradicionales. Las empresas que no incorporen la digitalización se quedarán atrás.
El reforzamiento del capitalismo de Estado
El “fin de la Historia” tenía una equivalencia en la economía, que era el triunfo del liberalismo económico, de la economía de mercado. Los gobiernos, sin embargo, están reforzando su intervención en la economía, y en particular en las relaciones económicas internacionales.
El caso de China es sin duda el más relevante. Las grandes empresas privadas no actúan con independencia del gobierno del Partido Comunista Chino. Aparte, las empresas estatales chinas mantienen un papel determinante en la economía.
La intervención gubernamental se produce también en economías consideradas como liberales. Hace pocas semanas el gobierno australiano, por ejemplo, ha vetado la compra de una empresa eléctrica por parte de una empresa china, por razones de seguridad. Los fondos soberanos, que canalizan cientos de miles de millones de euros en inversiones, son otra manifestación destacada del intervencionismo de los gobiernos. Los condicionantes políticos e institucionales de la actividad económica internacional vuelven a ser con frecuencia determinantes.
Aumento del riesgo político
Las tensiones geopolíticas, los conflictos militares, la inestabilidad política en muchos países, han favorecido el retorno del riesgo político como uno de los mayores riesgos que deben afrontar las empresas.
En la última edición (2016) de uno de los principales estudios que se publican sobre la actitud de las empresas cara a las inversiones internacionales, el A. T. Kearney Foreign Direct Confidence Index, los dos riesgos principales mencionados por los directivos empresariales cara al inmediato futuro son “el aumento de las tensiones geopolíticas” y “la inestabilidad política en un mercado emergente”.
Los riesgos políticos vuelven a ser una variable clave en la actividad internacional de las empresas, que deben dedicar los recursos necesarios para analizarlos y para cubrirse contra ellos. Los gobiernos, muchos de los cuales aseguran el riesgo político de las actividades empresariales, están también obligados a monitorizarlos con cuidado.
Menor elasticidad del comercio respecto al PIB
Antes de la crisis, la tasa de crecimiento del comercio internacional era aproximadamente el doble que la tasa de crecimiento de la economía. En estos últimos años, sin embargo, comercio y PIB mundial han tenido una tasa de crecimiento similar. Empleando términos económicos, la elasticidad del comercio exterior respecto al crecimiento ha disminuido, y se ha situado en torno a 1.
Aunque esto puede deberse a algunos factores coyunturales, que pueden revertir en el futuro –como: diferentes tasas de crecimiento en países con diferentes intensidades de comercio exterior; cambios en la composición de la demanda, con un menor crecimiento de componentes que tienen una mayor intensidad de importaciones como la inversión; o el ascenso de las medidas proteccionistas–, también actúan factores estructurales. Entre ellos el más destacado sin duda es retroceso en la extensión de las cadenas globales de valor.
La reducción de las diferencias de costes entre países emergentes y países desarrollados, la automatización, la digitalización, han hecho que disminuyan las ventajas de fragmentar los procesos de producción y dividirlos entre diferentes localizaciones. El comercio mundial, pues, no crecerá en el futuro al mismo ritmo que antes. Como señala el Banco Central Europeo en su Boletín Económico 6/2016, “De cara al futuro, no parece probable que los factores estructurales vayan a revertir a medio plazo (…) no se prevé que los factores estructurales que favorecieron el comercio en el pasado -la disminución de los costes de transporte, la liberalización del comercio, la expansión de las cadenas globales de producción y el desarrollo financiero- impulsen el comercio en la misma medida a medio plazo. Como tal, la «nueva situación normal» en lo que respecta a la elasticidad del comercio a medio plazo probablemente sea similar al reducido nivel observado, en promedio, en los últimos años”, con una elasticidad cuyo valor estará por tanto en torno a la unidad.
Multipolaridad institucional
El viejo orden institucional de Bretton Woods ha empezado a ser sustituido por un nuevo orden, más multipolar, en el que nuevos actores reclaman un papel acorde a su nueva importancia económica.
El G-20, que se puso en marcha en 1999, es el nuevo gran foro de debate internacional, sustituyendo a foros que en el pasado fueron dominantes, como el G-7.
De manera destacada, China ha desafiado la primacía del Banco Mundial y otros bancos multilaterales con la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (más conocido por sus siglas en inglés, AIIB).
También al margen del orden institucional “tradicional” China ha lanzado la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, que puede suponer en los próximos 15-20 años cientos de miles de millones de euros en proyectos e inversiones.
Por su parte, la UE ha entrado en un periodo de crisis, que se traducirá probablemente en una pérdida de influencia. Y en Estados Unidos tenemos la gran incertidumbre de las próximas elecciones, con la amenaza de un Trump proteccionista y aislacionista.