En pocos días comenzarán los juegos olímpicos de verano de 2016 en la ciudad brasileña de Río de Janeiro. Desde su renacimiento a finales del siglo XIX (incluso, quizás, desde sus primeras ediciones en la antigua Grecia), las olimpiadas han representado una forma blanda de relación entre estados (o ciudades-estado, en su caso). Se trata de un terreno pacífico de competición entre países lo que lo convierte en, quizás, la forma de presencia blanda más antigua de nuestro Índice Elcano de Presencia Global. De hecho, fue una de las formas más visibles de encuentro y choque entre los bloques capitalista y comunista durante la Guerra Fría.
Como epicentro del imperio comunista, incluso en su declive, la Unión Soviética batió el record en el medallero olímpico de los juegos de Seúl de 1988, logrando un total de 132 medallas (sumando las de oro, plata y bronce). Con este resultado, no es de extrañar que se situara en el 2º puesto del ranking en la variable de deportes del Índice Elcano de Presencia Global en 1990 (primer año para el que se calcula dicho índice) (gráfico 1). Tampoco es de extrañar entonces que en el podio de la presencia en deportes se situaran también la entonces Alemania occidental y Estados Unidos.
Tras la caída del muro de Berlín y a medida que se diluían las fronteras entre los dos bloques, los juegos olímpicos fueron perdiendo parte de su relevancia (al menos mediática, en comparación con otras formas de la globalización). Rusia, en el 3er puesto de la clasificación por deportes desde que China la desbancara del 2º puesto entre 2005 y 2010, ha mantenido esta más que digna 3ª posición hasta la actualidad. No obstante, la importancia relativa de esta faceta de su proyección exterior, en relación con otras, no ha hecho más que decrecer en los últimos 25 años.
Si en 1990 los deportes explicaban casi la mitad de la proyección blanda de la Unión Soviética (gráfico 2), en la actualidad esta proporción se reduce hasta una cuarta parte (gráfico 3).
Así, aunque limitada a no más del 4% de su presencia global agregada –dado que el 6,9% de aportación de los deportes a la presencia blanda rusa se reparte entre el medallero olímpico y los puntos FIFA–, la exclusión de Rusia de la competición olímpica del próximo mes de agosto afectará, sin duda, a su presencia global, particularmente en su faceta blanda. Independientemente de que algunos deportistas rusos logren competir en Río o no, la prohibición de competir al país, tras las acusaciones de dopaje institucional, marcarán sin duda la presencia global rusa en la próxima edición del índice.