El Financial Times del día 6 de junio urge al gobierno español a solicitar financiación al fondo de rescate de la UE y al FMI. Subraya que la “La negativa del presidente a pedir ayuda está perjudicando a España. Una dosis de reformas estructurales impuesta desde el exterior es justo lo que necesita para avanzar en la crisis”.
Más allá de que sea cierto que España necesita fondos externos para recapitalizar algunos de sus bancos porque se ha optado por no dejar caer a ninguna institución existen importantes justificaciones de economía política que explican la resistencia del gobierno español a no aceptar un rescate como los que han tenido Grecia, Irlanda o Portugal. Primero, los países rescatados, además de perder su soberanía económica, se han visto forzados a realizar ajustes procíclicos (es decir, a recortar gastos y subir impuestos en un contexto de caída del crecimiento) de forma demasiado rápida, por lo que sus ratio deuda/PIB, lejos de estabilizarse, han seguido creciendo. Ello ha llevado a los inversores a sacar sus capitales de estos países porque son conscientes de que la única forma de reducir la deuda, además de no pagarla (como en Grecia), es mediante el crecimiento. Segundo, los programas de ajuste diseñados explícitamente en el exterior han contribuido a generar un sentimiento anti europeo que no favorece una solución cooperativa a la crisis del euro, que es precisamente lo que hace falta.
Lo que España necesita es un rescate limitado a algunos de sus bancos que no la saque de los mercados financieros internacionales y que no le imponga una draconiana condicionalidad macroeconómica que reduzca su crecimiento y genere sentimientos anti-europeos en la opinión pública. El gobierno español está plenamente convencido de que necesita llevar a cabo reformas estructurales y ha demostrado su voluntad y capacidad política para hacerlo. El problema es que esas reformas tardarán en surtir efecto, especialmente si la demanda se contrae todavía más por un exceso de austeridad a corto plazo que agrave aún más los problemas del sector financiero y demore la reactivación del crédito.
Por ello, la solución que parece estar vislumbrándose, que sea el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) quien reciba fondos para, a su vez, traspasárselos a las entidades financieras que lo necesiten, aparece como la más acertada (además es admisible bajo las actuales reglas del fondo de rescate). Permitiría a España continuar financiándose en los mercados de deuda (posiblemente a un menor precio una vez que se despejen las dudas sobre Grecia y las necesidades finales de recapitalización del sistema bancario español); generaría un contagio mucho menor hacia Italia que un rescate de mayor cuantía para el conjunto del estado Español; y sería un primer paso en la creación de la necesaria Unión Bancaria europea en la que la Comisión ya está trabajando.
Además, si se logra alcanzar esta fórmula, Alemania (que en principio pedía a España que solicitara un rescata completo “a la griega”), habría mostrado que es capaz de ser flexible y pragmática cuando la situación lo requiere, algo que contribuirá a generar confianza en la capacidad de la UE de encontrar soluciones a la crisis.