El Bharatiya Janata Party ha alcanzando la mayoría absoluta en las elecciones generales que acaban de celebrarse en India, asestándole al gobernante Partido del Congreso la mayor derrota de su historia. Por tanto, Narendra Modi, apoyándose especialmente en el voto de los jóvenes y las clases medias, será desde el próximo 21 de mayo el nuevo primer ministro de la democracia más populosa del planeta.
Modi es un político tremendamente controvertido, tanto por su nacionalismo hindú como por su estilo personalista y autocrático. Desde muy joven ha estado vinculado con la Rashtriya Swayamsevak Sangh, organización paramilitar que propugna la conversión del hinduismo en religión de estado en India. En este hipotético proceso de hinduización el resto de religiones, profesadas por unos 200 millones de indios, tendrían un papel subordinado. Es más, Modi era gobernador del estado de Gujarat durante el progromo de 2002, que se cobró la vida de unos 800 musulmanes, lo que, junto a numerosas críticas, le valió el ostracismo del Reino Unido y la imposibilidad de viajar a Estados Unidos. A esto hay que añadir una imagen de hombre fuerte y autoritario, que gobierna un estado en el que se intimida a los medios de comunicación y a la oposición.
¿Por qué ha recibido un apoyo masivo alguien tan polémico?
Hace apenas una década India irrumpía como un país enormemente prometedor, una superpotencia en ciernes, que podía hacer sombra a China en la vanguardia de los países emergentes. La economía, la clase media y el consumo crecían a un ritmo vertiginoso. En ese contexto comenzó la década al frente del gobierno del primer ministro saliente, Manmohan Singh, cuyos últimos años han sido un calvario. Aunque ampliamente respetado por su honestidad y su competencia como economista, Singh ha acabado siendo tachado de demasiado blando por una población cansada de ver como su incapacidad para impulsar reformas y reducir la corrupción han arrastrado a India a un nuevo parón. Tras alcanzar un aumento superior al 10% en 2010, la economía india ha crecido por debajo del 5% durante los dos últimos años, mientras que la inflación lo hace casi al doble. Consciente de esta situación, Modi ha centrado su campaña en dos ideas: desarrollo económico y lucha contra la corrupción.
¿Reactivará Modi la economía india?
Desde que se postuló como candidato del Bharatiya Janata Party, NaMo, así es como llaman a Modi sus seguidores, no se ha cansado de presentarse como el salvador de la economía india, apoyándose en su historial al frente de Gujarat. Bajo su mandato, iniciado en 2001, la economía de Gujarat ha crecido por encima del 10% anual, en gran parte gracias a su excelentes relaciones con el empresariado indio, la diáspora india y los inversores extranjeros. Además, ha sido capaz de contener la corrupción y de reducir la pobreza por encima de la media del país. Su desafío ahora es traducir esto a escala nacional, potenciando la competitividad y las exportaciones indias. Para ello, siguiendo los pasos de China, país que ha visitado un par de veces, quiere desarrollar sustancialmente las infraestructuras, que son un auténtico cuello de botella para la economía india. Se esperan por tanto inversiones millonarias en el sector energético, el transporte, las telecomunicaciones, etc.
¿Cómo será la política exterior del nuevo gobierno?
Modi es un defensor a ultranza del desarrollo del programa nuclear indio y de la necesidad de que India asuma un mayor protagonismo dentro de la comunidad internacional. Esto hace previsible que se refuerce la presión de Nueva Delhi para ganar presencia en los espacios de gobernanza global, por ejemplo, a través de un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, o de un candidato a la presidencia del Banco Mundial o a la dirección del Fondo Monetario Internacional.
Más preocupantes son los reiterados comentarios de Modi contra Paquistán y China, que podrían aumentar la tensión en una zona del mundo especialmente volátil. Por ejemplo, en una entrevista concedida a finales de abril, el próximo primer ministro indio afirmó que podría autorizar operaciones secretas en Pakistán y apenas unas semanas antes había criticado a Pekín por su conducta expansionista, exhortando a las autoridades chinas a centrarse en su desarrollo interno y a adoptar un perfil internacional más bajo. En cualquier caso, dado que el principal objetivo del gobierno de Modi será relanzar la economía india, es de esperar que mantenga una política exterior pragmática que favorezca el mantenimiento de la paz.
¿Qué puede esperar Europa de Modi?
Aunque en Bruselas habrá quien vea con preocupación la elección de Modi por los riesgos que entraña de polarización interna y de tensión regional, el cambio de gobierno en India debe interpretarse en Europa fundamentalmente como una oportunidad. Un liderazgo más receptivo al comercio y a la inversión internacional favorecerá una mayor presencia empresarial europea en India y el avance en las conversaciones para suscribir un tratado de libre comercio que lleva negociándose desde 2007.