El reino de Arabia Saudí no es el país más conocido por su respeto a los derechos civiles de las mujeres, ni el que ostenta los primeros puestos en materia de igualdad (habiendo obtenido el puesto 131, de 135 países considerados, en el Gender Gap Index 2012). Una de las desigualdades más polémicas en la actualidad es la prohibición a las mujeres de conducir, cosa por la cual este sábado las saudíes, gracias a toda una campaña de movilización online, están convocadas a salir a la calle este sábado 26.
No es la primera vez que se hace una campaña de esta índole, pero sí pretende ser la más contundente. El 26 de octubre es la fecha elegida por la campaña Saudi Women To Drive y la plataforma oct26driving (hashtag oficial #women2drive) para que mujeres de Riad y otras ciudades cojan sus coches y se graben a sí mismas conduciendo, colgando dicha actuación en un canal de YouTube para conseguir un mayor impacto.
No existe ley que expresamente prohíba conducir a las mujeres, ni humana ni divina, como el Sheikh Abdulatif al-Sheikh, cabeza de la policía religiosa, recientemente reconoció ante Reuters. Pero las mujeres están excluidas de facto de gozar de este privilegio masculino, no pudiendo obtener licencias de conducción y siendo arrestadas en caso de ser sorprendidas al volante.
Esto hace que las mujeres dependan del marido, de algún familiar o de la contratación de conductores varones, desconocidos, generalmente procedentes de otros países, para el transporte a sus lugares de trabajo y estudio (dada la falta de transporte público). Ello conlleva un gasto económico para las familias, una pérdida de tiempo esperando al chófer, y, por qué no, más volumen de tráfico en las calles y más emisiones.
Lo cierto es que en Arabia Saudí, una mujer es tratada como un menor de edad, necesitando el permiso de un tutor varón para la mayoría de las decisiones importantes que tomen en su vida, desde estudiar en el extranjero hasta buscar un empleo. Esta actitud contrasta con la condición de Arabia Saudí de país signatario (aunque con reservas) de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (o CEDAW por sus siglas en inglés), adoptada en 1979 por la Asamblea General de Naciones Unidas.
Cierto es que se han tomado ciertas decisiones en pos de la inclusión muy tímida de la mujer. Algunas de las más recientes son el nombramiento de una mujer como viceministra de Educación en 2009, la incorporación de 20 mujeres al máximo órgano de consultivo saudí, el Consejo de la Shura, en 2013, o la decisión histórica de permitir a mujeres participar y presentarse en las próximas elecciones municipales, en 2015. Toda una gran concesión si no fuera porque, en primer lugar, habrá que ver si se acaba cumpliendo y, en segundo, ni las propias candidatas serían capaces de acudir conduciendo su propio coche a un acto de campaña.
Pero estas novedosas medidas pueden interpretarse en clave de gesto del rey Abdalá para apaciguar los ánimos de una sociedad saudí cada vez más “inquieta”. De esta forma, se sumarían a los paquetes de medidas de índole económica – ayudas, subvenciones e incremento de salarios y empleo público, con un valor estimado de 130 mil millones de dólares para los próximos 5 años-.
Y es que la erupción de las masivas protestas árabes en 2011 es, por razones obvias, un motivo de gran preocupación para la monarquía de Arabia Saudí, país donde las protestas están prohibidas. Así, el ciberactivismo se ha erigido como la alternativa más viable para la comunicación, organización y protesta, ya no sólo desde el ámbito feminista, sino también desde otro amplio abanico de grupos, liberales o islamistas.
Está por ver el impacto que esta campaña de “Mujeres al volante” tendrá este sábado 26 de octubre, pero lo que sí es seguro es que una considerable parte del sector femenino de la sociedad saudí se suma al descontento de otros sectores de ciudadanos, empleando redes sociales como Facebook, Twitter, YouTube y la blogosfera como alternativas a los medios de comunicación tradicionales (fuertemente controlados por el gobierno) como canales de movilización y protesta, obteniendo crecientes niveles de penetración en la sociedad.
Todo ello, sumado al clima “primaveral” del vecindario, la oleada de transformaciones políticas en sociedades árabes no tan lejanas como Túnez, Egipto o Libia, y la creciente voz de las demandas en países mucho más cercanos como Bahrein o Kuwait, no son las noticias más tranquilizantes posibles en un país que intenta mantener su régimen autocrático, gerontocrático y paternalista a flote.
¿Podrían las mujeres ser una de las chispas que enciendan el motor del cambio en Arabia Saudí y, por extensión, al resto de países del Golfo?