El Partido Republicano llegó a las elecciones de mitad de mandato de 2022 con la expectativa de una victoria aplastante. Una altísima inflación, un presidente impopular y el pesimismo sobre el rumbo del país apuntaban a una “típica” victoria en las elecciones de medio mandato para el partido que no ocupaba la Casa Blanca. Pero los republicanos han obtenido menos ganancias de las anticipadas y a los demócratas les ha ido mejor de lo esperado. Parece que el Partido Demócrata limita sus pérdidas en la Cámara de Representantes y consigue importantes victorias en las elecciones a gobernadores. Sin embargo, el recuento sigue en marcha y todavía hay posibilidades de que los republicanos puedan hacerse no solo con el control de la Cámara, sino también con el Senado.
Lo que sí parece claro es que se pasaron por alto otros aspectos que empiezan a pesar cada vez más en la política estadounidense, una serie de realidades estructurales que hacen que la posibilidad de que haya elecciones en las que una parte “arrolle” a la otra son cada vez menores.
En primer lugar, cada vez hay menos personas dispuestas a “desertar” y cambiarse de bando, incluso cuando no están contentas con el statu quo, lo que lleva a elecciones más reñidas y a cada vez menos “mareas”. Trump y Biden llegaron a sus primeras elecciones de mitad de mandato con índices de aprobación similares (alrededor del 44%). Pero, según las encuestas, entre los que desaprobaban “algo” de Biden, el 49% votó por el demócrata. En 2018, los que desaprobaban “algo” de Trump votaron mayoritariamente por el candidato demócrata (63%).
En segundo lugar, cuando cada elección es una cuestión existencial como parece ser la tendencia –a cada una de las partes les cuesta reconocer la legitimidad de la otra– son cada vez menos los votantes que se quedan en casa, algo que era lo común en las elecciones de medio mandato con una caída importante de los electores. Por último, los acontecimientos y las respuestas de los políticos ya no tienen la capacidad de remodelar de forma profunda y fundamental la política. Recordemos las “barbaridades” que salían de la boca de Donald Trump o, más recientemente, el asalto a Paul Pelosi. Hace cinco o seis años habría dado lugar a una unánime condena por parte de toda la clase política estadounidense, pero lo que ha ocurrido es que ha llevado a una espiral de teorías de la conspiración por parte de la derecha y, de alguna manera, ha normalizado una situación extraordinaria y sin implicaciones políticas.
Al final, no para todos los votantes ha sido un referéndum al presidente, ni la economía el factor decisivo, a pesar de los sondeos. Muchos candidatos demócratas han podido transformar los comicios en un choice elections, donde se trataba más bien de escoger entre candidatos y donde la calidad de estos ha sido crucial. Incluso el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, mostró su preocupación por esa calidad de muchos de los candidatos republicanos y por su alto coste para el partido. Algunos de ellos, como Herschel Walker en Georgia, Blake Masters en Arizona, Mehmet Oz y Doug Mastriano en Pensilvania, no tienen experiencia política, se han visto envueltos en escándalos, defienden posturas políticas de extrema derecha y que carecen de la seriedad de otros candidatos republicanos.
A todo ello hay que añadir un grupo de votantes anti-MAGA (Make America Great Again) que ya se empezaron a hacer notar en 2018 y 2020. Mientras estos votantes acudan a las urnas, los demócratas seguirán siendo competitivos en los estados y distritos más disputados. Y las audiencias del 6 de enero han servido a algunos para recordar a la gente que Trump existe y que es peligroso. Esto, combinado con la anulación de la decisión del caso Roe v. Wade, ha movilizado a los demócratas en unas elecciones en las que, en teoría, el mayor entusiasmo correspondía a los republicanos.
A pesar de que no se han cumplido las expectativas para los republicanos, también hay que señalar dos grandes ganadores, Ron DeSantis y Brian Kemp. A principios de 2021, el gobernador Brian Kemp era considerado el titular republicano más vulnerable del país y uno de los pocos republicanos que sobrevivió a la ira de Trump. Y ha ganado la reelección con facilidad con el 54% de los votos. En Florida, Ron DeSantis, que entró por muy poco en el cargo en 2018, ha derrotado al demócrata Charlie Crist con casi el 60% de los votos. Es el rival más potente de Trump, que ha visto además cómo muchos de sus candidatos caían derrotados.
Lo que puede pasar
El presidente Biden parecía ser el único en profesar optimismo hasta el final, pero en privado la Casa Blanca estaba preparando contingencias en caso de que los republicanos tomaran el control de una o ambas cámaras del Congreso, un escenario que, según el propio Biden, le haría la vida “más difícil”. Y, a pesar de que los resultados no han sido malos, habrá una reconfiguración del balance del mandato de Biden, tras dos primeros años ambiciosos, y se deberán reordenar las prioridades en la Casa Blanca.
No será una sorpresa que una mayoría republicana sea un socio menos dispuesto a llegar a compromisos con una Casa Blanca demócrata, pero en el actual clima político se perfila como combativa hasta grados extremos. En lugar de la productividad legislativa y la postura cooperativa del actual Congreso hacia la Casa Blanca, se espera un bloqueo legislativo y un uso agresivo de las herramientas del Congreso para golpear y provocar a la Administración Biden.
Es muy probable que una mayoría republicana en la Cámara Baja utilice los poderes de supervisión de la cámara de forma agresiva, lo que podría incluir vigilar de cerca el cumplimiento por parte de la administración de las leyes aprobadas en el actual Congreso. Cabría esperar que los comités controlados por los republicanos vigilen de cerca cualquier gasto supuestamente despilfarrador en el marco de la Ley de Reducción de la Inflación y, si encuentran algo que no funciona, que hagan el mayor ruido posible.
También varios representantes republicanos han dejado claro que intentarán abrir investigaciones, desde Anthony Fauci y Hunter Biden, pasando por la retirada de EEUU de Afganistán en agosto del 2021 o los inmigrantes en la frontera sur. Es fácil imaginar a los republicanos utilizando estas herramientas para la persuasión pública del electorado de cara al 2024.
Posteriormente está el “poder del dinero”. Por sí sola, la Cámara de Representantes no puede aprobar proyectos de ley, pero puede negarse a aprobarlos, a darles dinero y puede amenazar con un cierre del gobierno. El líder republicano de la Cámara Baja y su posible futuro presidente, Kevin McCarthy, ya ha amenazado con tomar como rehén el límite de la deuda en un intento de forzar recortes de gastos, que podrían incluir el recorte de programas como el Medicare, y limitar la financiación adicional a Ucrania.
Si los republicanos se hacen además con el Senado y la Cámara de Representantes, sus opciones de bloquear el gobierno se ampliarían aún más. Principalmente, podrían negarse a confirmar los nombramientos del presidente Biden, dificultando la tramitación de su agenda a través de las agencias ejecutivas y de la remodelación del Poder Judicial a nivel federal.
En el caso más extremo, podrían impulsar incluso un impeachment al presidente Biden o a miembros de su Administración. Ya se ha especulado con la posibilidad de impugnar al secretario de Homeland Security, Alejandro Mayorkas, por su gestión de la frontera sur. Aunque parece muy poco probable que los republicanos tengan la mayoría necesaria de dos tercios en el Senado para llevarlo a buen puerto.
Pero tampoco olvidemos a republicanos de más alto rango como Mike Rogers, Adrian Smith o Michael McCaul, que con toda probabilidad liderarán los comités y subcomités de Fuerzas Armadas, comercio y asuntos internacionales en la Cámara Baja y otros tantos en el Senado, que tratarán de dar continuidad y trabajar en aquellos aspectos en los que el bipartidismo aún pervive, como la crucial competencia con China.
En resumen, el mapa electoral no ha cambiado mucho, es cada vez más difícil romper el partidismo, y la calidad de los candidatos importa. Y Trump ha quedado tocado… y quizá hundido.
Tribunas Elcano
Nueva iniciativa del instituto que pretende recoger los análisis realizados por expertos/as sobre temas que están dentro del ámbito de nuestra agenda de investigación. Su publicación no está sujeta a periodicidad fija, sino que irán apareciendo a medida que la actualidad o la importancia de los acontecimientos aconsejen que acudamos en busca de la interpretación que pueda proponer la amplia comunidad académica que colabora con el Real Instituto Elcano, o miembros del equipo de investigación del Instituto.
Imagen: Cúpula del Capitolio con la bandera de los Estados Unidos. Foto: David Maiolo (Wikimedia Commons / CC BY-SA 3.0).