En algo más de 5 meses tendrán lugar en EEUU las elecciones midterm, que el 6 de noviembre elegirán, entre otros, a 33 senadores, los 435 miembros de la Cámara de Representantes, y a los gobernadores de 39 Estados.
De estas elecciones a mitad del mandato presidencial podrían derivarse varios cambios de calado, que sin embargo aún están por ver. En primer lugar, un eventual cambio de mayorías, tanto en la Cámara de Representantes (actualmente en manos de los republicanos, con 241 representantes frente a los 194 demócratas), como en el Senado (donde los republicanos cuentan con 51 escaños, frente a 47 de los demócratas, más 2 independientes).
También (aunque no será fácil) podrían traducirse en una mayor presencia de mujeres en las instituciones, en un país muy alejado de la paridad en el poder político. Con tan solo 84 mujeres en la Cámara de Representantes (el 19% del total) y 20 senadoras (el 20%), el progreso en las últimas décadas ha sido muy escas. Adicionalmente, aún hay 11 Estados que no cuentan con ninguna representante en la Cámara, y solo 4 de los 50 gobernadores son mujeres, apenas un exiguo 8%.
En estas elecciones, las candidaturas de mujeres y los cambios de mayorías podrían tener una relación directa. Así, para volver a tener mayoría en la Cámara, los demócratas necesitan, entre otros, ganar en Pensilvania (uno de los Estados representado en la Cámara solo por hombres). Esa victoria estará en manos de las mujeres, pues un total de 7 mujeres demócratas y 1 republicana ganaron las elecciones primarias la pasada semana.
Aún es pronto para afirmar que las elecciones representarán un incremento relevante en el número de escaños ocupados por mujeres, pero lo que sin ninguna duda han logrado ya es traducir la fuerte movilización social del primer año Trump en una participación política de las mujeres que ha batido records: según los datos más recientes, un total de 476 mujeres se han presentado como candidatas a la Cámara de Representantes. No obstante, y para poner las cifras en contexto, las mujeres aún representan menos de una cuarta parte del total de los candidatos a la Cámara de Representantes. De ellas, 427 siguen en la carrera de las primarias y/o han sido confirmadas como candidatas (321 demócratas y 106 republicanas). Comparativamente, en 2016 solo 123 mujeres demócratas, y 48 republicanas se postularon como candidatas a lograr un escaño en la Cámara. Se ha doblado, por tanto, el número de candidaturas de mujeres desde las últimas midterm, la gran mayoría de ellas del partido demócrata.
También en las elecciones a los 39 gobernadores de los Estados hay perspectivas de contar con más mujeres compitiendo pues, según los datos más recientes, a día de hoy son candidatas un total de 65 mujeres (43 demócratas y 22 republicanas).
Además del cambio cuantitativo, hay que subrayar también un cambio cualitativo. En estas elecciones gana terreno la diversidad, y no solo de género. Las candidaturas de mujeres incluyen más mujeres de color que en años electorales anteriores, así como más mujeres latinas, y también jovenes o mujeres solteras, rompiendo así los esteriotipos del candidato/a tradicional. En Idaho, por citar un buen ejemplo, Paulette Jordan ganó a su oponente moderado convirtiéndose en la primera mujer candidata a gobernadora, y la primera nativo-americana. Si gana las elecciones el 6 de noviembre, se convertirá no solo en la primera mujer gobernadora de ese Estado, sino también en la primera gobernadora nativa americana del país.
Perspectivas de las candidatas en las elecciones midterm
¿Por qué no será fácil, a pesar del notable aumento de mujeres candidatas, que este cambio se traduzca en victorias electorales el 6 de noviembre? Son varios los motivos, y a ellos hay que sumar que, a pesar de la coyuntura generada por las decisiones antifeministas de la administración Trump, las candidaturas de mujeres no llevan aparejadas un plus de simpatía ligado al género, pues el voto sigue deciéndose, en muy buena medida, en función de factores de identificación partidista. Tampoco cabe pensar, por el mismo motivo y teniendo presente el comportamiento del voto de las mujeres en las elecciones presidenciales de 2016, en un voto “único” de las mujeres. Aunque la brecha de género del voto alcanzó el 11% en las elecciones presidenciales, y el 54% de las mujeres votaron a Hillary Clinton, frente al 41% de mujeres que votaron a Donald Trump, hay que recordar que el voto mayoritario de las mujeres blancas (53%) fue para Trump (frente al 43% que votó a Clinton, quien obtuvo sin embargo el 94% del voto de las mujeres afroamericanas, y el 68% del de las mujeres latinas).
No será fácil traducir las candidaturas en victorias electorales en primer lugar porque, de las candidatas que siguen en la carrera, la mitad de ellas compiten en distritos donde tienen muy difícil ganar. En segundo lugar, porque más de la mitad de las candidatas compiten en distritos con los/las actuales congresistas/senadores (incumbents), cuya tasa de reelección ha estado consistentemente por encima del 80% durante más de 50 años. En tercer lugar, porque un gran porcentaje de las candidatas compite en distritos que favorecen al candidato del otro partido. A esto hay que sumar que muchas candidatas se agrupan en los mismos distritos, y por tanto serán eliminadas en las primarias de esta primavera y del verano. Adicionalmente, en estas elecciones hay un número inusualmente alto de 13 mujeres titulares en la Cámara que se jubilan o se postulan a otros puestos, lo que representa un 15% de las 84 mujeres que componen dicho órgano legislativo.
Las recientes elecciones primarias en Ohio, Virginia Occidental, Indiana y Carolina del Norte son buenos ejemplos para ilustrar las dificultades: 27 mujeres (más de la mitad) ganaron sus candidaturas a la Cámara, de las que 16 competirán con los titulares el 6 de noviembre, y 15 de ellas lo harán en distritos que favorecen firmemente a sus oponentes.
En términos globales, del total de las mujeres candidatas a la Cámara, el 55% competirá con actuales congresistas, mientras el 29% lo hará para escaños “vacantes”. En el Senado, con 49 mujeres candidatas, el 55% competirá contra actuales titulares, y el 18% por asientos vacantes.
Es poco probable, por tanto, que haya una correlacion entre el notable aumento de candidatas y un aumento igual de notable en la representación política de las mujeres el 7 de noviembre. Adicionalmente, alcanzar la paridad de género en la política en EEUU requerirá de una mayor representación de las mujeres en ambos partidos, y no solo en el demócrata, que no podrá llevar solo el peso de avanzar en esa dirección.
De hecho, un efecto que podría derivarse de estas midterm es el aumento de la brecha existente entre las mujeres demócratas y republicanas en la Cámara (donde el partido demócrata ya cuenta con, aproximadamente, tres veces más mujeres que los republicanos), ya que, aunque el número de candidatas ha aumentado en ambos partidos, los demócratas cuentan también con tres veces más candidatas que los republicanos. Si bien esto responde a que la composición del Partido Demócrata incorpora a más mujeres que el partido republicana, lo cierto es que los demócratas han sido más proactivos y cuentan con mejor infraestructuras para apoyar y ayudar a la elección de mujeres, como el potente Comité de acción política Emily’s list (el principal PAC de apoyo a las mujeres demócratas, que ha recaudado más de 500 millones de dólares en sus 33 años de historia), mientras los PAC de las mujeres republicanas como Maggie’s list, creado en 2010, tienen aún un largo recorrido para avanzar.
No obstante, la presencia de mujeres en la Cámara de representantes (de 435 miembros) es muy escasa, como también la progresión en los últimos diez años.
Cámara de representantes total mujeres demócratas / mujeres republicanas
2007 | 2009 | 2011 | 2013 | 2015 | 2017 |
---|---|---|---|---|---|
52 / 20 | 56 / 17 | 49 / 24 | 61 / 19 | 62 / 22 | 61 / 23 |
Estas elecciones plantean algunas preguntas adicionales. En primer lugar, si un mayor número de candidatas y su mayor diversidad podrían tener un impacto en las percepciones de los estadounidenses respecto a la igualdad de género, que hoy reflejan una fuerte división en el país, motivada por “la ruptura partidista que impregna los valores y la cultura americana en estos tiempos”, según un estudio del Pew Research Center.
O si una mayor presencia de mujeres en las instituciones el 7 de noviembre podría impulsar políticas públicas en favor de la igualdad de género. Según los datos del Pew, mientras un 69% de los demócratas considera que el país no ha progresado lo suficiente en garantizar la igualdad de derechos a las mujeres, sólo el 26% de los republicanos considera que hay que hacer más, mientras que un 54% cree que la situación es buena. Ademas, el porcentaje de mujeres republicanas que considera que no se ha avanzado lo suficiente sólo llega al 33% (frente a un 20% de hombres republicanos que comparten esta opinión). Adicionalmente, el 22% de los hombres republicanos y el 14% de las mujeres republicanas creen que el país ha ido “demasiado lejos” en materia de igualdad.
Sin ninguna duda, estas elecciones midterm 2018 han puesto de manifiesto que es necesario superar la brecha de género en términos de candidaturas que existe entre los dos partidos, pues ésta va en detrimento del aumento del número de mujeres en las instituciones. Incrementar el número de mujeres en el Senado, la Cámara y como gobernadoras de los Estados es un reto pendiente en el país. Un reto bipartidista que, sin embargo, no parece que pueda dar un enorme salto cualitativo el 6 de noviembre. Pero, como ya están señalando algunas fuentes de ambos partidos, “no es el fin de la historia”, sino que puede ser el comienzo. La conversación sobre la igualdad de género en el país ha empezado a cambiar.