Hace ahora diecisiete años que España libró “la batalla de Niza”, tal y como denominó el legendario y combativo representante permanente ante la UE Javier Elorza a aquella negociación para reformar los tratados europeos y hacer posible la ampliación al Este. El resultado fue considerado un éxito porque el presidente del Gobierno, que era José María Aznar, hizo valer la inminente pérdida de uno de los dos comisarios que correspondían a nuestro país desde 1986 para arrancar más votos en el Consejo hasta igualar prácticamente el status de los cuatro estados miembros más grandes (Alemania, Reino Unido, Francia e Italia) y, por añadidura, de la algo más pequeña Polonia que estaba a punto de adherirse. El problema es que, para conseguir aquel logro, España cedió muchos eurodiputados aceptando pasar de 64 a 50 escaños. Una cesión que no preocupó demasiado en Moncloa por dos motivos. Primero, porque en 2000 aún no se había materializado del todo la capacidad de codecisión del Parlamento Europeo en el proceso legislativo europeo de forma que se prefirió seguir primando el poder español en el órgano intergubernamental. Y en segundo lugar, porque se pensó que reducir el número de escaños perjudicaría sobre todo a los partidos pequeños (IU o nacionalistas) y por tanto apenas dañaría al partido de gobierno, fuese éste el PP o el PSOE. De hecho en las elecciones de 1999, las últimas donde rigieron las reglas previas al Tratado de Niza, nueve de los 64 escaños españoles fueron a parar a eurodiputados nacionalistas. Pero ese número se redujo a solamente tres en las elecciones de 2004, sin que los dos grandes partidos resultaran casi afectados.
La cuestión es que, para bien o para mal, lo pactado en Niza fue efímero. El mismo año en que empezó a desplegarse, Alemania y Francia impusieron un nuevo sistema de votación en el Consejo por doble mayoría basado en la población efectiva y el número de estados que acabó entrando en vigor a finales de 2009. España volvió entonces a alejarse de los cuatro países demográficamente más potentes (aunque su peso global en el Consejo tampoco sufrió tanto como se temió en un primer momento), sin que ese descenso al estatus de estado mediano-grande supusiera recuperar los eurodiputados sacrificados en 2001. Solo se pasó de 50 a 54 escaños y tal vez ese insuficiente crecimiento que dejaba a los ciudadanos españoles infrarrepresentados se debiera a que ni el PP ni el PSOE, que negociaron el Tratado Constitucional y el de Lisboa, pusieron especial celo en ese asunto. Es posible que de nuevo influyera la idea de que serían las candidaturas pequeñas quienes resultarían beneficiadas de una mayor presencia en el Parlamento Europeo.
Por eso, ahora que el Brexit va a provocar un nuevo reparto de eurodiputados entre los socios que se quedan y que España va a aumentar hasta, al menos, 59 (aunque el número más justo sería 60 o incluso 61), resulta interesante hacer algunas simulaciones para ver qué partidos son los que a priori saldrán ganando. Si se confirmase la hipótesis antes comentada, este aumento de escaños iría sobre todo a parar a las formaciones nacionalistas; tres de ellas declaradamente independentistas (ERC, PDeCAT y EH-Bildu) y que en la última legislatura se han caracterizado por sus ataques a las posiciones del Gobierno de España. Eso podría volver a desincentivar el afán negociador para arañar en las próximas semanas (o, en su caso, de cara a 2024) algún escaño adicional. Es verdad que lo ya logrado mejora mucho la situación anterior pero también es cierto que, en aplicación del cálculo matemático más acorde con la proporcionalidad decreciente exigida por el Tratado de Lisboa, España podría tener aún uno o dos representantes más.
Pues bien. En la figura 1 hemos realizado una simulación con los mismos resultados y candidaturas que en las últimas elecciones europeas, celebradas en 2014, pero asignando más escaños de acuerdo a las distintas hipótesis de aumento del número de eurodiputados. Al pasar de 54 a 59, los cinco primeros escaños se habrían repartido así: dos para el PP, dos para el PSOE, y uno para el partido extraparlamentario de derecha Vox que obtuvo entonces el 1,6% de los votos. Si hubiera un escaño más (el 60º), el partido beneficiado sería IU y si aún se añadiera otro más (61º) iría para el PP. Ningún eurodiputado adicional iría para partidos nacionalistas que seguirían con seis.
Figura 1. Simulaciones con datos de las elecciones al Parlamento Europeo de 2014
Partido | Votos | 54 | H = 59 | H = 60 | H = 61 |
---|---|---|---|---|---|
Partido Popular | 4.074.363 | 16 | 18 | 18 | 19 |
PSOE | 3.596.324 | 14 | 16 | 16 | 16 |
La Izquierda Plural (IU) | 1.562.567 | 6 | 6 | 7 | 7 |
Podemos | 1.245.948 | 5 | 5 | 5 | 5 |
UPyD | 1.015.994 | 4 | 4 | 4 | 4 |
Coalición por Europa (CiU + PNV) | 850.690 | 3 | 3 | 3 | 3 |
ERC | 629.071 | 2 | 2 | 2 | 2 |
Ciudadanos | 495.114 | 2 | 2 | 2 | 2 |
LPD (EH Bildu + BNG) | 324.534 | 1 | 1 | 1 | 1 |
PE (Compromís + Equo) | 299.884 | 1 | 1 | 1 | 1 |
Vox | 244.929 | 0 | 1 | 1 | 1 |
PACMA | 176.237 | 0 | 0 | 0 | 0 |
‘Escaños en Blanco’ | 115.308 | 0 | 0 | 0 | 0 |
Otros | 642.324 | 0 | 0 | 0 | 0 |
Total votos válidos | 15.630.626 | 54 | 59 | 60 | 61 |
No obstante, y teniendo en cuenta que desde hace cuatro años la política española ha cambiado mucho, hemos realizado también una simulación con los resultados de las elecciones generales de 2016. Los datos se ofrecen en la figura 2 que recoge ya la conformación de Unidos Podemos (y sus confluencias), el ascenso de Ciudadanos y presume que los partidos nacionalistas repetirían la pauta de coalición del 2014. En ese caso, al pasar de 54 a 59, los cinco primeros escaños se habrían repartido así: dos para el PP, uno para el PSOE, uno para Unidos Podemos y uno para Ciudadanos. Si hubiera un escaño más (el 60º), el partido beneficiado sería Unidos Podemos y si aún se añadiera otro más (61º) iría para el PSOE. De nuevo, ningún eurodiputado adicional iría para partidos nacionalistas que en esta simulación solo obtendrían tres debido al mejor resultado obtenido por los cuatro grandes partidos estatales en las generales.
Figura 2. Simulaciones con datos de las elecciones generales de 2016
Partido | Votos | H = 54 | H = 59 | H = 60 | H = 61 |
---|---|---|---|---|---|
Partido Popular | 7.941.236 | 19 | 21 | 21 | 21 |
PSOE | 5.443.846 | 13 | 14 | 14 | 15 |
Unidos Podemos + confluencias | 5.087.538 | 12 | 13 | 14 | 14 |
Ciudadanos | 3.141.570 | 7 | 8 | 8 | 8 |
Coalición 1 (CDC + PNV + CC) | 863.098 | 2 | 2 | 2 | 2 |
ERC | 632.234 | 1 | 1 | 1 | 1 |
PACMA | 286.702 | 0 | 0 | 0 | 0 |
Coalición 2 (EH Bildu + BNG) | 229.965 | 0 | 0 | 0 | 0 |
‘Recortes Cero – Grupo Verde’ | 51.907 | 0 | 0 | 0 | 0 |
UPyD | 50.247 | 0 | 0 | 0 | 0 |
Vox | 47.182 | 0 | 0 | 0 | 0 |
Otros | 99.149 | 0 | 0 | 0 | 0 |
Total votos válidos | 23.935.195 | 54 | 59 | 60 | 61 |
Por supuesto, los resultados de 2019 volverán a ser distintos. Los sondeos apuntan a un fuerte aumento de los apoyos para Ciudadanos y es muy posible que haya nuevas candidaturas. Pero lo que sí muestran estas dos simulaciones es que, en contra del pensamiento instalado desde el año 2001, no serían los partidos nacionalistas los que se beneficiarían de ese posible aumento de escaños. Las razones son dos: en primer lugar, porque el sistema de partidos ha cambiado mucho en los últimos años pasando del bipartidismo a un nuevo esquema con cuatro partidos por encima del 15%. La aplicación de la fórmula D’Hondt con cuatro partidos grandes beneficia a los cocientes más altos, por lo que los partidos pequeños tienen menos posibilidades de obtener un escaño adicional frente a los grandes. En segundo lugar, porque en 2014 hubo una movilización diferencial en Cataluña –motivada por el proceso soberanista– que permitió tanto a ERC como a la que era todavía CiU obtener un diputado más de lo que le hubiera correspondido si la pauta de abstención entre los votantes catalanes hubiese sido la habitual. Es posible que en 2019 esa mayor participación no exista, de modo que los nacionalistas incluso bajen en escaños a cuatro o cinco y, en el caso de que continúe, no supondría pasar de los seis que ya tienen.
En definitiva, puede que la circunscripción única sea la mejor aliada de los partidos pequeños pero ese efecto se reduce cuando los grandes son cuatro en vez de dos. Con las previsiones más realistas parece poder afirmarse que subir de 54 a 61 eurodiputados supondría aumentos de representación que solo beneficiarían a los cuatro partidos de ámbito estatal: PP, PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos. Un crecimiento que oscilará entre uno y tres escaños más para cada uno de ellos dependiendo de su rendimiento electoral de aquí al año próximo. Aunque puede ya considerarse todo un logro que España pase a tener cinco diputados más tras el Brexit (los borradores de verano solo le otorgaban cuatro y las negociaciones de este tipo son muy complicadas), lo cierto es que la justicia matemática apuntaría más bien a seis o siete. Tal vez las simulaciones contenidas en este texto sirvan como dato que anime al presidente del Gobierno Mariano Rajoy a no conformarse con los 59, y pelear esos dos escaños adicionales (hasta 61) en el próximo Consejo Europeo que ha de aprobar la composición del Parlamento para las elecciones de 2019. Y, si por realismo no es posible ahora, pelearlo para 2024.