El escaso seguimiento que a día de hoy han tenido entre los marroquíes instalados en España las actividades coordinadas por la Red Democrática Marroquí de Solidaridad con los Pueblos –constituida tras los acontecimientos en Túnez y Egipto-, conocida también como Coordinadora del 20 de Febrero, tímida incluso en las redes sociales, es algo reseñable.
Las diferentes convocatorias de la Coordinadora no han sacado a la calle a los marroquíes instalados fuera del país, salvo algunas decenas, apenas unos cientos, en algunas capitales europeas. ¿Significa ello apatía o desgana frente a los asuntos del país de origen? ¿Influyen en ello las condiciones sociales y de instalación de estos inmigrantes? ¿Son los emigrantes marroquíes un pilar de la monarquía como en su día fueron los fellah o campesinos?¿Están satisfechos con su suerte? Posiblemente hay algo de verdad en todo ello.
Si bien los más jóvenes están conectados al día a día de lo que sucede en Marruecos gracias a las nuevas tecnologías y a innumerables foros de internet, esos canales no están siendo utilizados por los responsables asociativos que encuentran dificultades para conectar con sus bases por esta vía –la brecha digital es una realidad para buena parte de los marroquíes instalados en Europa-.
Por otra parte, la política de Marruecos hacia los emigrantes ha propiciado la creación de una serie de plataformas a nivel europeo que quieren trabajar de modo concertado, lo que, sin duda, ralentiza también su capacidad de respuesta. El discurso de Mohamed VI el 9 de marzo fue recibido también fuera del país con expectación y una de estas redes, el Foro Civil de Marroquíes de Europa, reaccionó celebrando una reunión en Bruselas pocos días después. En su comunicado -difundido inicialmente sólo en árabe- saludaban la iniciativa de reforma constitucional propuesta por el rey y aprovechaban para denunciar la inoperancia del Consejo para los Marroquíes en el extranjero creado por éste, al tiempo que insistían en la necesidad de garantizar de modo efectivo la plena participación política de los marroquíes residentes fuera del país. Su llamada a participar en las manifestaciones convocadas para el 20 de marzo no tuvo gran eco.
Parece, además, difícil encontrar una unanimidad sobre la estrategia que se debe seguir. Mientras el Foro mantenía ese discurso de cautela-vigilancia, uno de los líderes del Movimiento de los Demócratas Marroquíes en el extranjero y miembro también de la plataforma Daba 2012 por el voto para los marroquíes residentes fuera del país, ha ido más allá en su propuesta llamando a la desobediencia civil como elemento de presión para conseguir una reforma constitucional profunda. Entre sus argumentos baraja la importancia económica de las remesas, el estrangulamiento que puede suponer en el sistema bancario marroquí la retirada de los ahorros de los emigrantes y la pérdida de capital humano que puede significar para el país que estos se alejen definitivamente de él por falta de participación.
En la calle, sin embargo, más allá de los elementos comunes con otras acciones de apoyo al pueblo egipcio o tunecino, lo que destaca es la presencia de banderas berberistas y no marroquíes, que se unen a las proclamas sobre el Estado de derecho y al respeto de los derechos humanos.
Diferentes estrategias, diferentes discursos.