Desde comienzos de este siglo el turismo se está afianzando como uno de los principales motores económicos a nivel global. La mayor oferta de transporte y alojamiento junto a la expansión de las clases medias ha propiciado que el número de turistas internacionales se haya doblado en los últimos 18 años hasta alcanzar los 1.400 millones según datos de la Organización Mundial del Turismo.
España no ha sido ajena a este fenómeno, y mientras en 2001 la visitaron 48,6 millones de turistas extranjeros, en 2018 las llegadas se incrementaron hasta los 82,8 millones. Los motivos por los que nuestro país se ha consolidado como el segundo destino favorito únicamente por detrás de Francia son diversos, aunque cabrían destacar la conjunción de elementos tradicionales como el atractivo natural y cultural, con la de otros tales como la seguridad y las infraestructuras. No en vano, España ha liderado el ranking de competitividad turística del Foro Económico Mundial en sus dos últimas ediciones, y desde 2010 ha aumentado en 4,7 puntos su valoración como “país para visitar” en el informe “La reputación de España en el mundo”. Igualmente, esta explosión turística está siendo acompañada de nuevas tendencias que están empezando a transformar el perfil del visitante extranjero.
Por primera vez desde el inicio de los registros estadísticos, británicos, franceses y alemanes han supuesto menos de la mitad de los turistas extranjeros, siendo especialmente acusada la caída en el peso de estos últimos: del 21% en 2001 al 13,8% en 2018. Por el contrario, algunos de los países que más han contribuido al dinamismo de los últimos años han sido Estados Unidos, Brasil, Argentina o Rusia; en los dos últimos casos con incrementos de más del 300%.No obstante, si hubiera que señalar un origen geográfico emergente ese sería Asia, hasta el punto de que mientras en 2001 FRONTUR solamente contabilizaba separadamente a los japoneses (los cuales tuvieron una cuota del 0,5%), en 2018 los turistas procedentes de China, Japón, Corea del Sur, India y Filipinas aglutinaron el 2,4%. Además, una característica especialmente relevante de este grupo es su elevado gasto diario per cápita durante su estancia, el cual en 2017 fluctuó entre los 292 euros del visitante chino y los 597 del filipino, más de cuatro veces el promedio total de 146 euros.
Al igual que las fronteras turísticas externas, las internas también se están modificando a través de los nuevos destinos elegidos dentro de España, constatándose un interés creciente por las ciudades y el campo. Así, mientras se observan síntomas de saturación en algunos lugares de la costa, especialmente en las islas, destinos de interior son cada vez más demandados: desde 2001 Extremadura ha triplicado las visitas foráneas, mientras que La Rioja las ha cuadruplicado.En resumen, puede decirse que la mayor diversificación de la oferta y la demanda del turismo español está modificando paulatinamente la postal de las visitas a nuestro país, de tal manera que la típica estampa de británicos tomando el sol en la playa va dejando poco a poco sitio a la de chinos catando vinos en viñedos.
Viñedos cerca de La Estrella, La Rioja (España). Foto: Robert McIntosh (CC BY-NC 2.0).