El resultado de las anticipadas elecciones generales de Kosovo celebradas el pasado 11 de junio refleja la dificultad de formar un gobierno estable capaz de enfrentarse a los problemas que llevaron a la moción de censura contra el gobierno de Isa Mustafa (la demarcación de la frontera con Montenegro, la lucha contra la corrupción y el reconocimiento de los derechos de los serbios de Kosovo), y demuestra que la sociedad albano-kosovar está perdiendo confianza en las instituciones democráticas y en la élite política (el 60% de los ciudadanos no ha votado), factor que favorece el auge del nacionalismo y del populismo.
La coalición de los 12 partidos llamados “de guerra” (por haber sido fundados por los guerrilleros del Ejercito de Liberación de Kosovo que luchó contra los serbios entre 1998 y 1999) ha ganado las elecciones con el 34,6 % de los votos. En dicha coalición destacan el Partido Democrático de Kosovo (PDK) y la Alianza para el Futuro de Kosovo (AAK), cuyo candidato Ramush Haradinaj (alias “Rambo”) figura como cabeza de lista. En segundo lugar, con el 26,75% de los votos, se sitúa el partido ultranacionalista Autodeterminación, cuyo fundador y candidato principal, Albin Kurti, ha centrado su campaña en criticar la “corrupción de la casta política” y manifestarse a favor de la unión de Kosovo con Albania. La coalición de los partidos moderados y pro europeos encabezados por la Liga Democrática de Kosovo (LDK), cercana al destituido primer ministro Mustafa, obtuvo el 25,81% de los votos. La minoría serbia votó casi en bloque por la Iniciativa Cívica Lista Serbia (5,54% de los votos). Todo indica que sus 10 escaños (de los 120 del parlamento kosovar) pueden ser claves en cualquier futuro gobierno de coalición de Kosovo.
Lo que más llama la atención de estos comicios es la victoria de los antiguos guerrilleros porque los problemas que tiene Kosovo vienen de la paz y no de la guerra. El voto a Haradinaj es de nostalgia, además de inútil, ya que tiene pocas posibilidades de formar gobierno (la tradicional coalición entre el PDK y el LDK se disolvió cuando el PDK promovió la moción de censura de Mustafa). Otro de los motivos de la inestabilidad de un hipotético gobierno de ex guerrilleros es que muchos de ellos van a ser juzgados por el recientemente creado Tribunal para los Crímenes de Guerra en Kosovo.
El auténtico ganador de las elecciones es el partido Autodeterminación, que surgió de un movimiento de “indignados”, y que hasta ahora nunca ha estado en el gobierno. Albin Kurti lo tiene difícil para lograr el apoyo de las coaliciones de dos partidos tradicionales (PDK y LDK) y convertirse así en primer ministro refrendado por una mayoría parlamentaria (si es que llegara a planteárselo, pues toda su campaña se centró en desacreditar los partidos del gobierno.)
La mayoría, el 60% de 1,8 millones de ciudadanos llamados a las urnas, no ha acudido a votar. De los que lo han hecho, los más confían en los partidos nacionalistas y radicales (PDK y Autodeterminación obtuvieron el 61,35% de los votos). El futuro gobierno kosovar –si alguno llega a formarse– será inestable y de signo nacionalista, lo que pone ya en duda su capacidad para solucionar los problemas que llevaron a la desintegración del anterior gobierno.