El 21 de febrero llegará a Madrid el presidente argentino Mauricio Macri para comenzar una visita de Estado a España. Una visita cargada de significado. En primer lugar, se trata del primer viaje de un mandatario argentino desde 2009, cuando Cristina Fernández aterrizó en la capital española en una estadía que no dejó demasiados buenos recuerdos. En segundo lugar, por las grandes expectativas que ha despertado el triunfo electoral de Mauricio Macri en España en particular y en el mundo democrático en general. Y finalmente, por la necesidad argentina de relanzar la corriente inversora que durante años impactó fuertemente en la relación bilateral.
Ya en 2009 la agenda hispano-argentina era complicada, y el proteccionismo y el estatismo creciente de los gobiernos kirchneristas no había hecho más que complicar una relación convertida en aquellos años en algo bastante traumático. Si bien la renacionalización de YPF, en abril de 2012, marcó el punto de máximo deterioro, la sintonía de los gobiernos kirchneristas tanto con José Luis Rodríguez Zapatero como con Mariano Rajoy siempre fue muy difícil, pese a los esfuerzos de la diplomacia española por mantener los nexos bilaterales dentro de unos cauces de cierta normalidad. El acercamiento de Fernández al eje bolivariano azuzó aún más las contradicciones existentes.
Ya en la primera visita a Madrid de Néstor Kirchner, al poco de alcanzar el poder, se pudo intuir que las cosas no iban a ser nada fáciles. En aquella ocasión Kirchner se entrevistó en la sede de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales) con la cúpula de las principales empresas presentes en Argentina. En aquel caluroso julio de 2003, José María Cuevas, por entonces presidente de la organización empresarial, tras la reunión con el mandatario argentino soltó aquel famoso “nos puso a parir”, para constatar el maltrato sufrido durante la misma por los empresarios españoles. Sin embargo, y pese a las grandes dificultades económicas, especialmente tras el fin de la convertibilidad en 2001, y políticas, las principales empresas españolas apostaron por mantener sus posiciones inversoras en el país.
El triunfo de Mauricio Macri, que puso fin a los 12 largos años de gobiernos kirchneristas, fue visto por el gobierno de Mariano Rajoy como la gran oportunidad para recomponer la relación bilateral. De ahí el interés en que se materializara cuanto antes esta visita de Estado, algo que debió posponerse durante más de un año por la situación de interinidad que vivía la política española. Sin embargo, no es casual que ésta sea la primera visita de esta naturaleza que recibe el segundo gobierno Rajoy. En este sentido, una de los temas que estarán sobre la mesa es el cierre de las negociaciones entre la Unión Europea (UE) y Mercosur, algo que España siempre apoyó, incluso en los momentos en que Argentina era uno de sus principales detractores. Recuérdese que fue en la Cumbre ALC-UE (América Latina, Caribe y Unión Europea), celebrada en mayo de 2010 en Madrid, cuando se decidió relanzar unas negociaciones que habían estado aletargadas durante demasiado tiempo.
El principal objetivo del gobierno Mauricio Macri con su visita, más allá de su impulso a la normalización de la relación bilateral, es económico. La economía argentina atraviesa una fase de cierta atonía y desde las más altas instancias del poder político se apuesta por un importante relanzamiento que recupere la senda del crecimiento. La cuestión alcanza una importancia mayor a la vista de las elecciones parlamentarias del próximo octubre, que serán decisivas para el futuro del experimento macrista y para contemplar la posibilidad de que un presidente no peronista elegido democráticamente por el voto popular puede completar su mandato por primera vez en la historia.
De ahí que la comitiva presidencial esté acompañada por más de 200 empresarios argentinos, buena prueba del interés que el tema suscita a ambos lados del Atlántico. La recuperación de un umbral aceptable de seguridad jurídica es una buena señal para los inversionistas españoles, aunque muchos de ellos esperan que el horizonte político termine de despejarse. De todas formas todo hace indicar que un importante flujo inversor se canalizará hacia Argentina, aunque sin alcanzar, de momento, los elevados niveles conocidos en la década de 1990, cuando el país fue la meca de la inversión española y España el primer inversor extranjero en Argentina.
La buena sintonía personal entre Macri y Rajoy facilitará las cosas. De todos modos las sólidas bases de la relación en sus distintos niveles (político, social, cultural y científico y también económico y empresarial) son el mejor respaldo para que los lazos hispano-argentinos se sostengan más allá de complicaciones coyunturales. No en vano en Argentina vive una nutrida colonia de españoles y en España ocurre algo similar con los argentinos aquí residentes. Las imágenes cruzadas son fuertes y positivas lo que implica, como parece que ocurrirá, que las mínimas desavenencias existentes, encontrarán fácil y rápidamente cauces de diálogo institucionales para su resolución.