Mucho se está hablando sobre la actual situación en Yemen y la relación que ello puede tener con Al Qaeda, ¿por qué?
No es porque Al Qaeda esté detrás de las movilizaciones de protesta que desde el pasado mes de enero se han reiterado en un país empobrecido y ya de por si inestable, sino porque lo que ocurra en Yemen no será indiferente para Al Qaeda. Yemen, que ha sido escenario del terrorismo global desde los años noventa, es donde actualmente tiene su base y desde donde opera una de las principales extensiones territoriales de dicha estructura terrorista, denominada Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA). Esta organización se constituyó en 2003 y, tras perpetrar una serie de atentados en Arabia Saudí, fue prácticamente desmantelada por las autoridades de Riad, que respondieron contundentemente a la ejecución de actos de terrorismo dentro de su propio territorio. Pero Al Qaeda en la Península Arábiga consiguió empezar a reorganizarse desde 2006, bajo el liderazgo de terroristas yemeníes que ese mismo año se fugaron de prisión, en su propio país de origen, donde la precaria autoridad estatal, las fracturas tribales y la misma orografía resultaban condiciones mucho más favorables que en Arabia Saudí. Una facción yemení de Al Qaeda se convirtió de este modo en el componente principal de la reconstituida AQPA, con la que se ha fusionado también un grupo saudí análogo. Así lo anunciaron en enero de 2009.
Pero, ¿es Al Qaeda en la Península Arábiga una organización terrorista con capacidades y apoyo social en Yemen?
Al Qaeda en la Península Arábiga ha incrementado significativamente tanto sus recursos materiales y humanos como sus capacidades operativas desde, al menos, 2009. Cuenta con terroristas entrenados en Somalia y mantiene relaciones con Al Shabab, organización terrorista asociada con Al Qaeda en esa zona del Cuerno de África, además de estar incorporando militantes retornados de Irak y no pocos de los centenares de convictos o sospechosos de terrorismo yihadista que por unos u otros motivos, razonablemente discutibles, han sido excarcelados por el debilitado Gobierno de Sana en los últimos años. Además, las principales corrientes salafistas en Yemen, aparentemente respetuosas con la autoridad establecida y críticas con Al Qaeda, han evidenciado ambivalencias y contradicciones favorables al avance del salafismo yihadista. Ello, unido a una narrativa popular que intenta beneficiarse de la tradicional desconfianza tribal hacia el Gobierno, una cultura de venganza combinada con la mayor tasa de armas ligeras respecto a la población en el mundo, lamentables oportunidades vitales para la juventud de un país empobrecido y el desarrollo de la propaganda en Internet, ha propiciado la penetración de AQPA en la sociedad yemení e incluso en sectores de las fuerzas de seguridad del país, en cuyo seno no son extraños los simpatizantes de los yihadistas.
Entonces, ¿la agitación política que se vive en Yemen podría estar beneficiando a Al Qaeda en la Península Arábiga?
Al Qaeda en la Península Arábiga lleva tiempo intentado establecer una zona segura en Yemen. Por otra parte, la propia Al Qaeda, su matriz central de referencia, ambiciona trasladarse a la Península Arábiga. Yemen sería una alternativa al santuario del que aún dispone en las zonas tribales de Pakistán. Teniendo eso en cuenta, resulta muy preocupante que las operaciones contraterroristas en Yemen se hayan deteriorado muy considerablemente, o quizá suspendido en la práctica, a raíz de los disturbios antigubernamentales. Muchos efectivos de las agencias de seguridad implicadas han abandonado sus puestos, numerosos soldados han desertado y otros han sido trasladados a Sana. El todavía presidente Saleh no esta permitiendo actuaciones estadounidenses contra AQPA, limitando extraordinariamente la cooperación que existía a ese respecto. Todo ello está permitiendo que AQPA se desenvuelva con mayor facilidad y le ofrece la oportunidad de consolidar su situación en Yemen. En particular, en algunas provincias o gobernaciones donde sus miembros se benefician de la protección proporcionada por tribus locales. En ellas se ha incrementado en las últimas semanas la frecuencia de los atentados contra blancos de las fuerzas de seguridad yemeníes. Incluso se advierte la llegada de yihadistas y cuadros de Al Qaeda, procedentes de otras zonas de conflicto, para unirse a AQPA.
¿Qué consecuencias podría acarrear este estado de cosas sobre la amenaza que el terrorismo yihadista supone para el mundo occidental?
Respecto a la amenaza del terrorismo yihadista, la tumultuosa situación en Yemen constituye un problema muy serio. En primer lugar, para el propio país, pero no únicamente. En segundo lugar, para el inmediato contexto regional de la Península Arábiga y otros países ribereños del Golfo de Adén. En tercer lugar, incluso para los países del mundo occidental, principalmente pero no sólo Estados Unidos. Cabe recordar que, desde Yemen, Al Qaeda en la Península Arábiga planificó y preparó el fallido atentado suicida contra una aeronave comercial estadounidense cuando se aproximaba al aeropuerto de Detroit el día de Navidad de 2009. Igualmente, esa misma fue la organización responsable, en octubre de 2010, de introducir explosivos en el interior de cartuchos de impresora, que iban a ser trasladados a Chicago mediante aviones dedicados al transporte de mercancías. AQPA publica desde 2011, a través de Internet, una revista en lengua inglesa, titulada Inspire, en cuyas páginas emite sus proclamas un influyente doctrinario yihadista de origen yemení, pero nacido en Estados Unidos, Anwar al Awlaki, Es decir, AQAP ha pasado en estos últimos años de desarrollar atentados en Yemen a implicarse en actividades terroristas fuera del país y contribuir a la radicalización yihadista de musulmanes en distintos lugares del mundo, especialmente entre los de habla inglesa.