Cuando se pregunta a los españoles qué aspectos positivos destacarían de su país, nadie señala uno que, sin embargo, es una importante ventaja de España: la seguridad. Según los datos que recoge la ONU, España es el sexto país más seguro del mundo, en una lista en la que se mide la inseguridad en función del número de muertos por asesinato. Sólo nos adelantan en esto Singapur, Japón, Indonesia, Suiza y Suecia. En términos europeos y midiendo el riesgo de sufrir cualquier tipo de delitos, violentos o no, España es el cuarto país más seguro de la UE-15. Un amigo extranjero me comentaba lo extraño que resulta que los “botellones” españoles no terminen en heridos, cuando en la mayoría de los países una concentración semejante de varones jóvenes y alcohol produciría probablemente peleas y daños.
De modo que, en contra del viejo estereotipo de país violento, los españoles somos notablemente pacíficos y, gracias a ello, disfrutamos de uno de los entornos más seguros del mundo. ¿Por qué, entonces, no lo apreciamos? Las sociedades organizadas producen muchos bienes colectivos, algunos tangibles, como la infraestructura de transporte o los colegios, y otros intangibles, como el cuidado del medio ambiente o la seguridad. El problema de algunos de estos bienes es que la mayoría de las personas sólo los aprecian cuando disminuyen. Dicho de otra forma, su existencia sólo se hace notoria cuando se deteriora. Si se mantienen en un nivel aceptable, son invisibles. Sin embargo, la seguridad es el primer bien colectivo, el más valioso, sin el cual ninguno de los otros bienes colectivos podría existir: nadie enviaría a sus hijos al colegio si temiese que allí fueran raptados o se atrevería a usar las carreteras si sospechara que lo detendrían asaltantes de caminos. Pero el que está acostumbrado a vivir en una ciudad en la que puede pasear por la noche sin temor a ser atracado ni agredido no suele pararse a pensar que eso sea algo valioso. Por otra parte, ni los españoles ni los extranjeros son conscientes del alto puesto que ocupa España en el ranking de los países más seguros del mundo, como muestra el Sistema de Indicadores de la Distancia entre Imagen y Realidad (SIDIR).
Esta baja percepción de la seguridad como un bien se aplica no sólo a la llamada “seguridad ciudadana”, sino también a la seguridad internacional. La encuesta que ha realizado el CIS para el IEEE del Ministerio de Defensa muestra que sólo el 31% de los españoles cree que existe algún conflicto internacional que pueda amenazar la seguridad y los intereses de los españoles, en claro olvido de los conflictos en Oriente Próximo (Siria, Irak, Estado Islámico) a los que acuden yihadistas españoles que, al volver al país, se convierten en una grave amenaza. A su vez, la ignorancia de los peligros externos tiene como consecuencia la baja prioridad que los españoles otorgan –y no sólo en época de austeridad- a los gastos de defensa, un clima de opinión difícil de cambiar ante el poco interés que la mayor parte de la población española muestra frente a la realidad internacional.