Desde el inicio del proyecto de Índice Elcano de Presencia Global, hace ya casi 10 años, prácticamente en todas las presentaciones públicas o debates se nos ha hecho, de distintas maneras, la misma pregunta o comentario. El Índice mide la medida y forma en la que los países están ‘ahí fuera’. Muy bien, ¿y cómo podemos saber dónde están?
Nuestra respuesta solía ser que en realidad no podíamos, porque eso requeriría ‘bilateralizar’ la presencia global de todos los países para los que calculamos el Índice y, ello, habría que hacerlo en cada una de sus 16 variables distribuidas en las tres dimensiones económica, militar y blanda. En el caso de muchas de las variables económicas, esto es relativamente sencillo (existen diversas bases de datos con la balanza comercial bilateral para todos los países del mundo) pero para la dimensión blanda, la tarea se nos antojaba casi imposible, particularmente en variables como la ciencia, la tecnología o la información con las que la desagregación geográfica por destinos entraña un reto incluso conceptual.
El concepto de presencia global, como ocurre con el de globalización, transmite una impresión de ubicuidad, como si esa presencia se materializase en todos los países por igual. Sin embargo, no sólo ‘lo global’ no deja de ser la suma de puntos geográficos concretos, sino que además esa proyección adquiere distinta naturaleza en función de la relación bilateral que consideremos. Sin embargo, conscientes de la pertinencia y necesidad de una herramienta analítica de estas características para informar la política exterior de los países, pensamos que un primer paso en esta dirección sería el intento de desagregación geográfica por destino de la presencia global de un solo país como España.
Este año, hemos completado la metodología que permite esta desagregación y obtenido los primeros resultados. Es decir, ya podemos saber cómo se reparte geográficamente la presencia de España, por países y regiones, durante el periodo expansivo de la economía (2005), al inicio de la crisis (2010) y en la actualidad (2016). Estos datos, que se publicarán el próximo 6 de noviembre en forma de ARI arrojan muchos resultados intuitivos y otros algo contra-intuitivos.
Además, esta herramienta ofrece una foto comprehensiva del estado de la relación bilateral de España con docenas de países, entre los que se encuentra China.
En estos días se está celebrando el 19º Congreso del Partido Comunista de China. Aunque el impacto de un acontecimiento político de estas características para las relaciones internacionales y la economía mundial es obviamente grande, dadas las dimensiones del país, cabe preguntarse, exactamente, cuáles son las implicaciones para España y parte (y sólo parte) de esta respuesta estaría en cuál es la exposición directa de España en el país (la magnitud, proporción y características de su proyección exterior en China).
En primer lugar, China tiene una importancia relativa entre los destinos de presencia global de España. Es el 10º país de proyección exterior de España.
En segundo lugar, la presencia de España en China ha ido en aumento en la última década. Con un valor índice que parte de 3,19 puntos en 2005, esta proyección aumenta a 4,83 en 2010 y a 4,85 en 2016. Esto ocurre a pesar de la pérdida de presencia global agregada de España desde el estallido de la crisis, motivo por el cual la proporción de presencia española en China respecto del total de proyección exterior de España aumenta a un ritmo aún mayor: 1,5% en 2005, 1,9% en 2010 y 2,4% en 2016. De hecho, ésta es la misma tendencia que se da para toda la región de Asia y Pacífico; la única en la que España consolida o aumenta su proyección exterior a pesar de la crisis económica.
En tercer lugar, la presencia española es fundamentalmente blanda (concretamente, 74% de la presencia española en China, en 2016). Quizás, algo contra-intuitivamente, esta presencia no es casi económica (26% del total) y no es en absoluto militar.
Más concretamente, España se proyecta hacia China sobre todo a través de tres variables que son, en general, fuertemente definitorias de la presencia exterior blanda de España: la cultura (27% de esta presencia bilateral), la información (21%), y los deportes, –que incluyen el desempeño en fútbol y el medallero olímpico (12%)– suman el 60% de la proyección exterior en el país. Algunas variables económicas también tienen un rol, aunque sea comparativamente marginal, como los bienes primarios (9%), las manufacturas o los servicios (7% cada una).
En definitiva, al considerar las implicaciones de la evolución política y económica china para España, cabe considerar cuáles son las principales dimensiones de la proyección española hacia el gigante asiático. En este sentido destacan, muy por delante de las exportaciones y de las inversiones, otras dimensiones como la cultural, la informativa o la deportiva. Sería interesante poner este patrón en perspectiva del sentido contrario de la relación bilateral: ¿cuáles son las bases de la proyección china en España? En este caso, muy posiblemente, nos encontraríamos con un patrón de proyección muy diferente, con un predominio mucho mayor de las variables económicas (y particularmente de las manufacturas y de las inversiones) y mucho menor de las variables blandas.